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‘Objeticidio’, el arte de ‘asesinar’ trastos

'Objeticide' - Lor-K

‘Objeticide’ – Lor-K

Es la típica estampa callejera del abandono: el sillón destartalado, con una gastadísima tapicería y hundido en el asiento. Con el lavabo de cerámica tampoco hay mucho más que hacer, tras muchos años de servicio, lo han estrellado sin piedad contra el suelo. La imagen repetida en cualquier ciudad se convierte en el supuesto escenario de un crimen en manos de la francesa Lor-K (1987), capaz de humanizar los trastos de manera radical.

«La personificación nos ofrece una visión macabra e insólita. La comparación con los vivos es inmediata, evocando las relaciones profundas que tenemos con nuestros objetos», declara la artista callejera, que ha dado al proyecto de «humanización» el nombre de Objeticide (Objeticidio).

'Objeticide' - Lor-K

‘Objeticide’ – Lor-K

Para crear las sangrientas instalaciones efímeras, «únicas e irrepetibles», busca en la vía pública muebles y electrodomésticos abandonados ya inservibles y los asesina: hace de ellos piezas escultóricas espeluznantes añadiéndoles pintura roja (de hasta tres tonos diferentes, para emular la coagulación), brechas y heridas profundas. Sobre cada víctima coloca un pequeño número, como dándole carácter de caso policial.

La misión no es impresionar al transeunte con una ocurrencia gamberra, Lor-K quiere que el espectador afronte «el final de la vida de nuestros objetos» con cierta crudeza, en una época como la presente en que todos los productos que se fabrican tienen una «obsolescencia programada».

Helena Celdrán

'Objeticide' - Lor-K

‘Objeticide’ – Lor-K

'Objeticide' - Lor-K

‘Objeticide’ – Lor-K

'Objeticide' - Lor-K

‘Objeticide’ – Lor-K

'Objeticide' - Lor-K

‘Objeticide’ – Lor-K

Somabar, un barman robótico dependiente del móvil

Somabar

Somabar

Al más puro estilo de las teletiendas estadounidenses, pero con un barniz de capricho tecnológico deseable para un público sofisticado, el invento aparece en idílicas y espaciosas cocinas en la promesa de que no ocupará demasiado espacio, llenando copas de cóctel y exhibiendo tubos de cristal con líquidos de colores preparados para la siguiente dosis.

Los creadores de Somabar lo definen como un «barman robótico para tu hogar». La máquina mide, mezcla y agita varias bebidas y en menos de cinco segundos puede preparar un cosmopolitan, un margarita, un tequila sunrise, un whiskey sour

Uno de los últimos grandes éxitos de la microfinanciación, los empresarios —afincados en Los Ángeles— han triunfado a la hora de buscar dinero para comercializar el producto: superaron más de seis veces la cifra de 50.00 dólares (poco más de 44.200 euros) que pedían en principio. Las contribuciones debían ser generosas para conseguir uno de los barmans robóticos, por 399 dólares (353 euros) uno ya podía tener el Somabar «por 100 dólares menos» de lo que costará si se reserva antes de su llegada a las tiendas. El precio en los comercios ascenderá a 699 dólares (620 euros).

El interior del Somabar

El interior del Somabar

Todo comienza —por supuesto— con una aplicación para el móvil, en la que el usuario recibe «sugerencias para bebidas» según los ingredientes que le haya puesto al invento en sus grandes probetas laterales, diseña la mezcla según apetencias, puede comprobar las existencias de cada licor o zumo cuando no tiene el aparato delante…

Con gifs animados, los creadores tratan de disipar la desconfianza que pueda surgir en los compradores potenciales. El Somabar está preparado para activar un sistema automático para limpiar los conductos con agua de manera que no terminen mezclándose los sabores y los colores de las bebidas que se hacen seguidas.

El vídeo de presentación peca de muchos de los vicios de la venta por televisión: imágenes luminosas de grupos de amigos perfectos bebiendo cócteles irresistibles, el «qué pasa cuando no lo tienes» que muestra a una mujer luchando con la coctelera y ha dejado la encimera de la cocina hecha un desastre y llena de botellas, las entrevistas a los expertos…

El aparato tiene un diseño armónico y el prototipo es de un blanco-apple que sin duda corresponde a la obsesión tecnológica de nuestros tiempos, un capricho tontorrón, dependiente del teléfono móvil y con un tamaño que lo destina a permanecer en un lugar alto y apartado de la cocina, junto a esos pequeños electrodomésticos limitados a una sola función o que no terminan de funcionar demasiado bien.

Helena Celdrán

Somabar

Somabar

‘La estación de desayunos 3-en-1’ y otros aparatos infernales

'Pop-Up Hot Dog Toaster'

'Pop-Up Hot Dog Toaster'

Una sadwichera para hacer una especie de bolas de masa aceitosa llamadas Cake Pops, la tostadora para perritos calientes, la ponchera iluminada… Los aparatos de Nostalgia Electrics son tan innecesarios como atractivos, un insulto a la utilidad, aunque con una forma tan tentadora que aturde por unos segundos, antes de que nos demos cuenta de que el lugar que acapara el aparato no se corresponde con la importancia de su función.

La pequeña compañía estadounidense, una sociedad limitada que diseña, fabrica y comercializa sus productos, lleva a sus últimas consecuencias la perversión gastronómica de un país que tiende a asociar comida con diversión.

'3-in-1-Breakfast Station'

'3-in-1-Breakfast Station'

Los diseños están inspirados en décadas pasadas: hay una «anticuada» miniatura de carrito de algodón de azúcar basada en los que había a principios del siglo XX por la calle, una colección de palomiteros de un rojo brillante y esmaltado al estilo de los años cincuenta…

Es complicado decidir cuál de la larga lista de aparatos de Nostalgia Electrics es el más estrafalario, el más susceptible de terminar en el armario más alto de la cocina y el más indicado para rebasar la cantidad diaria recomendada de azúcares, grasas e hidratos de carbono, pero tras mucho pensar, he decidido guiarme por la inutilidad y he aquí una lista con mis tres favoritos:

'The Automatic Mini Donut Factory'

'The Automatic Mini Donut Factory'

1. The 3-in-1 Breakfast Station (La estación de desayunos 3-en-1). Tiene cafetera, horno-tostador y una pequeña plancha sobre la que sugieren cocinar salchichas y huevos. Me recuerda a la tele con el VHS y el DVD incorporado, al escáner/impresora/fax… Uno de esos cacharros inestables que al estropearse te dejan huérfano de varios aparatos. Los fabricantes lo disfrazan de útil para los estudiantes de colegios mayores.

2. The Automatic Mini Donut Factory (La fábrica automática de mini-rosquillas). Un cacharro digno de la teletienda: la mezcla se introduce en la abertura superior y sobre una especie de cinta transportadora cubierta de aceite aparecen los diminutos donuts, absolutamente empapados de materia grasa y con un aspecto medio crudo. El proceso se puede ver en un vídeo.

'Old Fashioned Cotton Candy Machine'

'Old Fashioned Cotton Candy Machine'

3. The Old Fashioned Snow Cone Cart (El anticuado carrito de granizados). Lo hay en versión pequeña, pero este modelo es el indicado para los que lo quieren todo en la vida. Pesa 22 kilos, mide más de metro y medio y en realidad sólo sirve para hacer hielo: el invento es todo un síntoma de la decadencia de occidente.

Sí, es cierto que también lo recomiendan para tiendas, pero esta señora  intenta venderlo a particulares en un programa de televisión  sin dejar lugar al silencio, supongo que para evitar que cualquier espectador pueda reflexionar sobre su compra. Me quedo con la frase que dice en el minuto 1:02 : «Éste va a ser el pináculo de tus instrumentos de entretenimiento».

La empresa sabe que el aspecto es su mayor baza y anima en su página web a los inventores para que envíen nuevos proyectos. Contemplarlos es bonito, para todo lo demás mánchese un poco las manos en la cocina y consuma comida de verdad.

Helena Celdrán