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¿Te atreves a decorar tu casa con muebles diseñados por Ringo Starr?

Mesa de Café Rolls Royce

Mesa de Café Rolls Royce

Además de tocar la batería en los Beatles —algunos dicen que nunca perfeccionó los redobles, pero a mí me parece un músico efectivo, que es lo que le suelo pedir a los bateristas de rock (no soporto a los bencedrínicos convencidos de que sudar y hacer el watusi es signo de ritmo)— y de cantar las canciones más gazmoñas de cada álbum —nunca supe si por una broma pesada y cíclica de Lennon y McCartney o porque las componían para echarle cacahuetes al mono—, Ringo Starr ha desarrollado una personalidad mediática envidiable.

A Ringo se le quiere pese a todo y siempre. Peace and love. Punto.

Era partícipe del amor incondicional que acabo de enunciar hasta que vi la mesa de café Rolls Royce.

Después, porque me gusta sacarme las costras de las heridas hasta hacerme sangre, cometí el desatino de ahondar.

 

Llevan razón quienes sospechen: solamente a uno de los beatles le podía gustar tanto el metacrilato —ese material inventado por alguien que, como nos contó Woody Allen, arde en el nivel más inclemente del infierno, incluso por debajo de los «abogados que salen en la tele» y los periodistas—.

Entre 1969 y 1986 Ringo fue socio y eventual diseñador de la empresa de decoración y mobiliario ROR (Ringo or Robin, S.L.). La montó con el diseñador Robin Cruikshank, al que había conocido en 1968, cuando a éste le contrataron los Beatles para que se hiciera cargo de la decoración de la sede mercantil de la empresa Apple, una mega-corporación pero en chachi yeah-yeah-yeah con la que el grupo quería rentabilizar su enorme patrimonio artístico, patrocinar a otros artistas, mercadear con vestuario y juguetes y producir películas, aunque terminaron arruinados y enfrentados en los tribunales durante décadas.

Ringo y Robin se amigaron cuando el segundo amobló la mansión del primero. Fue entonces cuando el beatle empezó a dar sugerencias sobre diseño: una chimenea de acero inoxidable por aquí, una mesa de metacrilato adaptable en altura por allá y, redoble de batería, la mesa de café con dos rejillas de radiadores de sendos Rolls Royce.

Publicidad de ROR

«El tresillo de Ringo Starr y Robyn Cruikshank. Recuéstate y disfruta». Publicidad de ROR.

En 1969 montaron la empresa y aprovecharon con maña la fama del beatle para conseguir clientela. Lo crean ustedes o no, en aquel entonces el metacrilato parecía admisible en un ambiente distinto a un burdel en concurso de acreedores. La cartera de clientes de ROR era nutrida y de abolengo: los Thyssen —Carmen Cervera ha sido culpable de comprar el impresionismo más hortera del mundo para su museo madrileño, pero debemos desligarla de este asunto: todavía no había cazado al barón—, Rod Stewart —ya saben, la culpa la tiene el scotch—, David Bowie, Elton John e incluso el primer ministro del Reino Unido, Edward Heath.

La empresa, según narra la web Ringo or Robin Ltd – Archive, sobrevivió a la amarga ruptura beatle y consiguió introducirse en mercados extranjeros. En 1982 llegaron al edén de cualquier decorador de interiores: ganaron el concurso para diseñar el  palacio para invitados del jeque Zayed, entonces jefe de Estado de Abu Dhabi. Ya pueden imaginar el resultado: nada peor que mezclar los petrodólares con las sillas de respaldos himaláyicos.

Ringo se desligó de la empresa en 1986 y, según sabemos, anda ahora muy ocupado anunciando trajes de John Varvatos (en el spot de la campaña es posible constatar que sigue sin saber hacer bien un redoble) y partipando en campañas en favor de los elefantes —los de África, nada que ver con Yoko Ono—.

Su socio en el tráfico impune de metacrilato siguió en la brecha e incluso encargó vídeos promocionales sobre su arte. Sale a cuenta echarles un vistazo para comprobar cómo lleva uno la tolerancia a los sicotrópicos.

Ánxel Grove

Planos arquitectónicos creados sólo para despistar

'Over Aalt', uno de los bocetos de 'Pointless Diagrams'

‘Over Aalt’, uno de los bocetos de ‘Pointless Diagrams’

Hasta el profesional más experimentado puede pasar horas intentando desentrañar la lógica de los dibujos, seguir las flechas, y las líneas discontinuas; imaginar dobleces y trayectorias: los planos, aunque aparentes, no tienen otro fin que el despiste.

Pointless Diagrams (Diagramas sin sentido) es el recién estrenado pasatiempo diario del estadounidense Josh Lewandowski (Minneapolis, 1983). «Empecé este blog porque, desde que tengo uso de razón, siempre he dibujado y garabateado bocetos en tres dimensiones con una incorregible carencia de significado«, explica el diseñador y arquitecto.

La inspiración para cada obra la busca en «la arquitectura, en el diseño de muebles, la ingeniería, la geometría, las cajas de cereales, las construcciones de Lego y el Telesketch«, un revoltijo de elementos que se traducen en imágenes que en un primer momento parecen realizables y serias, pero que en el fondo no son más que puro producto del constante garabateo.

En el fondo del disparate, la creciente colección se perfila como una serie de ejercicios que estimulan la creatividad, sirven de calentamiento y de motivación. Para la página web, Lewandowski se ha propuesto crear cada día uno de estos planos imposibles revelando caprichosas estructuras, construcciones sin principio ni fin, rampas sin un determinado final… Comenzó a dibujar el 7 de septiembre y planea continuar durante un año con el proyecto, siempre realizando los bocetos a tinta, «porque borrar es para cobardes».

Helena Celdrán

Required Amenities for the Modern Dweling-ok

Headwaters

trifecta

Can't Stop

Not so Twin Towers