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Figuras de cartón de trabajadores mexicanos ‘invisibles’

Figuras de cartón del artista Ramiro Gomez Jr.

Figuras de cartón del artista Ramiro Gomez Jr.

Asociamos Beverly Hills a la piscina impoluta, al césped recién cortado y de un verde tecnicolor, a la mansión californiana de fachada perfecta como la crema de un pastel. Quienes se encargan de mantener esa visión cinematográfica sin embargo no forman parte de la fantasía, son invisibles para los dueños del paraíso.

Beverly Hills cardboard cutout - Ramiro Gomez Jr.

Beverly Hills cardboard cutout – Ramiro Gomez Jr.

«Me interesa mostrar el otro lado de las cosas, la parte más real, la que yo veo» dice el artista californiano de origen mexicano Ramiro Gomez Jr. El acento en el apellido ha sucumbido a la gramática gringa, representa «la primera generación» de su familia nacida en los Estados Unidos. Hijo de un conductor de camiones de la cadena de hipermercados CostCo y de la encargada de mantenimiento de un colegio, nunca se le pasó por alto que sus padres hicieron de él y su hermana un proyecto de futuro, asegurándose de que sobresalieran en los estudios, aguantando trabajos de jornadas agotadoras sin cuestionarse nunca el sacrificio.

En Happy HillsColinas felices, en referencia a Beverly Hills, West Hollywood, Laurel Canyon y otras zonas asociadas a la fama y al dinero en Los Ángeles— el artista pinta figuras humanas troqueladas sobre cartón, el típico cartón marrón de las cajas de mudanzas, un soporte nada fino ni caro, pero resistente y efectivo.

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¿Te atreves a decorar tu casa con muebles diseñados por Ringo Starr?

Mesa de Café Rolls Royce

Mesa de Café Rolls Royce

Además de tocar la batería en los Beatles —algunos dicen que nunca perfeccionó los redobles, pero a mí me parece un músico efectivo, que es lo que le suelo pedir a los bateristas de rock (no soporto a los bencedrínicos convencidos de que sudar y hacer el watusi es signo de ritmo)— y de cantar las canciones más gazmoñas de cada álbum —nunca supe si por una broma pesada y cíclica de Lennon y McCartney o porque las componían para echarle cacahuetes al mono—, Ringo Starr ha desarrollado una personalidad mediática envidiable.

A Ringo se le quiere pese a todo y siempre. Peace and love. Punto.

Era partícipe del amor incondicional que acabo de enunciar hasta que vi la mesa de café Rolls Royce.

Después, porque me gusta sacarme las costras de las heridas hasta hacerme sangre, cometí el desatino de ahondar.

 

Llevan razón quienes sospechen: solamente a uno de los beatles le podía gustar tanto el metacrilato —ese material inventado por alguien que, como nos contó Woody Allen, arde en el nivel más inclemente del infierno, incluso por debajo de los «abogados que salen en la tele» y los periodistas—.

Entre 1969 y 1986 Ringo fue socio y eventual diseñador de la empresa de decoración y mobiliario ROR (Ringo or Robin, S.L.). La montó con el diseñador Robin Cruikshank, al que había conocido en 1968, cuando a éste le contrataron los Beatles para que se hiciera cargo de la decoración de la sede mercantil de la empresa Apple, una mega-corporación pero en chachi yeah-yeah-yeah con la que el grupo quería rentabilizar su enorme patrimonio artístico, patrocinar a otros artistas, mercadear con vestuario y juguetes y producir películas, aunque terminaron arruinados y enfrentados en los tribunales durante décadas.

Ringo y Robin se amigaron cuando el segundo amobló la mansión del primero. Fue entonces cuando el beatle empezó a dar sugerencias sobre diseño: una chimenea de acero inoxidable por aquí, una mesa de metacrilato adaptable en altura por allá y, redoble de batería, la mesa de café con dos rejillas de radiadores de sendos Rolls Royce.

Publicidad de ROR

«El tresillo de Ringo Starr y Robyn Cruikshank. Recuéstate y disfruta». Publicidad de ROR.

En 1969 montaron la empresa y aprovecharon con maña la fama del beatle para conseguir clientela. Lo crean ustedes o no, en aquel entonces el metacrilato parecía admisible en un ambiente distinto a un burdel en concurso de acreedores. La cartera de clientes de ROR era nutrida y de abolengo: los Thyssen —Carmen Cervera ha sido culpable de comprar el impresionismo más hortera del mundo para su museo madrileño, pero debemos desligarla de este asunto: todavía no había cazado al barón—, Rod Stewart —ya saben, la culpa la tiene el scotch—, David Bowie, Elton John e incluso el primer ministro del Reino Unido, Edward Heath.

La empresa, según narra la web Ringo or Robin Ltd – Archive, sobrevivió a la amarga ruptura beatle y consiguió introducirse en mercados extranjeros. En 1982 llegaron al edén de cualquier decorador de interiores: ganaron el concurso para diseñar el  palacio para invitados del jeque Zayed, entonces jefe de Estado de Abu Dhabi. Ya pueden imaginar el resultado: nada peor que mezclar los petrodólares con las sillas de respaldos himaláyicos.

Ringo se desligó de la empresa en 1986 y, según sabemos, anda ahora muy ocupado anunciando trajes de John Varvatos (en el spot de la campaña es posible constatar que sigue sin saber hacer bien un redoble) y partipando en campañas en favor de los elefantes —los de África, nada que ver con Yoko Ono—.

Su socio en el tráfico impune de metacrilato siguió en la brecha e incluso encargó vídeos promocionales sobre su arte. Sale a cuenta echarles un vistazo para comprobar cómo lleva uno la tolerancia a los sicotrópicos.

Ánxel Grove

Cómo ‘hackear’ muebles de Ikea

Lovely Snowball Light - Gudrun (Islandia)

Snowball Light - Gudrun (Islandia)

Pecan de impersonales, están en todas las casas que visitas, da igual que te esmeres eligiendo tu lámpara o las sillas de comedor: acabarás por encontrarlos más pronto que tarde en la consulta de un dentista, el piso de un amigo o en la peluquería del barrio.

Son baratos, el colmo de la funcionalidad y casi invisibles por la austeridad de su diseño. Los muebles de Ikea son, a partes iguales, una lacra y un bendición.

Una chica de Malasia -que por cierto, vive a 15 minutos de una de las gigantescas tiendas de la multinacional- publica en su web, bajo el pseudónimo de Jules (en honor al nombre de una silla de Ikea), ideas e instrucciones para dar otro toque, o cambiar la estructura de arriba a abajo de los muebles de inspiración nórdica de la compañía sueca.

Una de las primeras cosas que deja claras es que ella no tiene nada que ver con la empresa, que no recibe ningún beneficio como creadora de la página y que su único afán es reunir las ideas de los valientes de todo el mundo que se atreven a alterar con creatividad los productos de la tienda.

Silla 'Stefan' antes y después - Laura Mays (Irlanda)

Silla 'Stefan' antes y después - Laura Mays (Irlanda)

La página se llama Ikea Hackers: «¿Por qué decidí llamarla así? En cierto modo, irrumpe en el código de montaje de Ikea y propone, reta y crea con sorprendentes resultados. Y sí, algunos muebles pueden ser destruídos en el proceso y puedes arriesgar la integridad de su estructura y su seguridad, así que hackear tiene sus riesgos. No digas luego que no te avisé», dice la autora guiñando el ojo con un emoticono.

La clásica lámpara blanca de papel se puede convertir en una bola de nieve con filtros de café y un poco de pegamento. Un par de mesas de noche son la base de una tienda y una cocinita para niños. Dos sillas de las más baratas del catálogo forman con sus piezas una discreta mecedora.

Ikea Hackers está hecha con colaboraciones de manitas, amantes del diseño, inquilinos de pisos minúsculos y mentes creativas que contribuyen a que los muebles sean un poco más originales, valgan para un propósito muy diferente del original o solucionen un problema y ahorren dinero.

Helena Celdrán