Entradas etiquetadas como ‘colonialismo’

Ahora puedes navegar por las islas fantasma

Islas fantasma… Como si el viejo marinero, aquejado por las cataratas del fin del mundo, gritara: ¡Tierra a la vista!. Señaladas, dibujadas, e incluso descritas, ocuparon lugares vacíos en los mapas. Los exploradores ansiaban tierra firme, y la buscaban a tientas, tras cada expedición. Múltiples rumores gobernaban unos viajes que eran aventura, hambre, sed, escorbuto y, muchas veces, delirio.

El marinero es ese tipo errante que sueña con rocas fijas, un gorrión que espera salir de su jaula al olisquear el perfume del coco. Si quieres ser como él, primero debes viajar en el tiempo.

Usa la imaginación y dirígete a la época de las tinieblas en las cartas marítimas. Mapas de la Grecia clásica, medievales e imperiales.

El mundo terminaba en un óbito, la tierra ignota, el fin de la tinta. Era tanta la ignorancia que al geógrafo no le temblaba la diestra al dibujar una sirena en el pergamino.

Años en los que empezaron los descubrimientos y la expansión colonial, buenos tiempos para la aparición de las islas fantasma.

Mapa de Vinlandia. Notorio por sus islas fantasmas.

Mapa de Vinlandia. Notorio por sus islas fantasma.

Durante centurias, en esta mirada inexacta y brumosa, ocuparon su lugar en el mundo. Fueron solo manchas que obsesionaron a los aventureros, de hermosos nombres, como Antillia (pequeña Atlántida al oeste de las Azores, supuestamente poblada por cristianos viejos que huyeron de la invasión musulmana, y que dio nombre al archipiélago caribeño), o Taprobana (cuyo origen se remonta a la fantasía griega de Megástenes, 290 a.C), o Los Jardines (mito de los conquistadores españoles que se adentraron por el Pacífico).

Mapa de Taprobana. Wikimedia Commons.

Mapa de Taprobana de Ptolomeo. Wikimedia Commons.

Nunca existieron (ninguna prueba fue hallada). El navegante no pudo pisarlas.

El músico y programador Andrew Pekler, fascinado por ellas, ha logrado que podamos navegar por un mapa sónico. Aquí tienes el enlace: Phantom Islands.

Ha diseñado un globo terráqueo en el que es posible cruzar los mares hasta su supuesta situación geográfica.

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Viaje a las montañas ficticias de Kong

Ahora verás lo mismo que Mungo Park y otros exploradores obscenos… Cordilleras imaginarias o errores geográficos. Posverdad cartográfica secuestrando con mitos las seseras sedientas de irrealidad. Tierras ignotas que se ganaron un apellido a costa de la veracidad de los mapas. Lugares que se dijeron sólidos y que acabaron desdibujándose lentamente. Hoy solo espectros rescatados por artistas como Jim Naughten, mundos noctámbulos que emergen para ser observados en estas postales estereoscópicas que fingen su exploración en tres dimensiones.

Imagen esteroscópica de las Montañas de Kong. ©Jim Naughten

Imagen estereoscópica de las Montañas de Kong. ©Jim Naughten

Kong fue una ciudad y un imperio interior que cayó en 1898 bajo el dominio francés, en la actual Costa de Marfil. Las Kong fueron también unas cordilleras ficticias que en balde buscaron los aventureros y en las que creyeron prestigiosos cartógrafos de la época. Debemos al médico y explorador escocés Mungo Park la falsa presencia en los planos de esta cordillera que lleva el nombre de un seductor primate cinematográfico.

Mountains of Kong. ©Jim Naughten

Mountains of Kong. ©Jim Naughten

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Nueva Zelanda convoca un concurso para elegir una nueva bandera

Diseños propuestos para la nueva bandera de Nueva Zelanda

Diseños propuestos para la nueva bandera de Nueva Zelanda

Poblada sólo a partir de 1250 por sus primeros moradores, los polinesios que desarrollaron allí la cultura maorí, Nueva Zelanda vivió durante siglos un idilio con el Océano Pacífico, sin ser partícipe de las mundanas luchas de poder de los grandes imperios del pasado, escondida con gusto y ofreciendo un privilegiado ecosistema para las especies más exóticas de animales y plantas.

El Reino Unido había convertido Australia en colonia penal en 1788 y en 1840 hizo suya Nueva Zelanda. Poco después (en 1869), el almirante, explorador, escritor y oficial de la Marina Real Británica Albert Hastings Markham (1841-1918) dio forma a la bandera que tantos quebraderos de cabeza da a los neozelandeses ahora.

Casi idéntica a la australiana, la bandera kiwi tiene la Union Jack en el extremo superior izquierdo y en la extensión azul restante, cuatro estrellas que representan la constelación de la Cruz del Sur, común en banderas de países del hemisferio sur (Brasil, Samoa, Papúa Nueva Guinea, Australia…).

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Mujeres de Argelia posando bajo coacción militar en 1960

Contra una pared, vigiladas por soldados armados, encerradas en un campo de internamiento y obligadas a descubrirse la cara para ser fotografiadas por primera vez.

Son mujeres de Argelia cuyas viviendas habían sido bombardeadas poco antes hasta los escombros por los militares franceses que reprimían el levantamiento anticolonialista del Frente de Liberación Nacional.

Los retratos, realizados por el soldado y fotógrafo Marc Garanger, que tenía 25 años y había sido enviado a hacer la guerra por las autoridades francesas, fueron realizados en 1960. Los mandos militares, que querían tener fichadas a las mujeres y necesitaban retratos de identificación, ordenaron a Garanger que se encargara del trabajo: durante diez días, ayudado por un intérprete, hizo dos mil fotos para otras tantas cartillas de identidad.

Un par de soldados armados con rifles de asalto trasladaban a las detenidas al set —un muro de adobe encalado—, donde eran obligadas a descubrirse la cara y mirar a cámara, desprotegidas del velo que era su segunda piel y solamente se quitaban en presencia de los maridos y familiares directos, muchos de ellos detenidos por el ejército en los feroces raids represivos para combatir la insurreción argelina y llevados a los calabozos donde los militares utilizaban la tortura como estrategia primaria, aprobada por los responsables políticos y los mandos castrenses franceses, para obtener información.

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«No tenían otra opción [que quitarse el velo]. Su única manera de protestar era a través de la mirada (…) Cuando se descarga un condensador, una chispa brota: para mí, la fotografía consiste en aprovechar ese instante de la descarga. En estas sesiones, sentí una emoción completamente loca. Fue una experiencia abrumadora, con un rayo en cada imagen. Me convertí en un espejo para el mundo, reflejando la iluminación que las mujeres me ofrecieron», comenta Garanger, todavía hoy conmocionado, en unas declaraciones que acaba de publicar Time.

La colección de fotos fue publicada en un libro en 1970 y, desde entonces, ha sido expuesta de manera profusa. Muestra la rebeldía, el orgullo y el imposible mantenimiento de las ocupaciones imperialistas o coloniales. Las mujeres argelinas, más de medio siglo después, siguen siendo contemporáneas, reflejo de otras muchas.

En 2004 Garanger regresó a Argelia con la intención de buscar a las detenidas que habían posado para él en 1960. Todas a las que encontró guardaban las tarjetas de identidad con las fotos tomadas bajo coacción. En casi todos los casos, la imágen era el único retrato que tenían de ellas mismas. No les hacía falta ningún otro.

Ánxel Grove