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La belleza de probetas, pipetas y otros recipientes de laboratorio

Instalación de la serie 'Tools of the Trade' hecha con placas de Petri - Stuart Haygarth - Foto: stuarthaygarth.com

Obra de la serie ‘Tools of the Trade’ hecha con placas de Petri – Stuart Haygarth – Foto: stuarthaygarth.com

«Estos objetos bellamente trabajados están en el centro de cualquier experimento científico y son esenciales para cualquier prueba química en la que haya que destilar, filtrar, separar o simplemente verter sustancias», reflexiona el artista británico Stuart Haygarth sobre probetas, pipetas, placas de Petri y otros precisos recipientes empleados en un laboratorio.

Su admiración por los finos objetos de cristal nació de una visita a la Wellcome Collection de Londres, un centro de referencia se anuncia como «el destino gratuito para el curioso incurable». La presentación de la colección y las exposiciones permanentes trazan incansables lazos entre la medicina, la vida y el arte del pasado, del presente y del futuro.

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La mayor colección de uniformes de azafata

Uniformes de Iberia de 1977 a 2005

Uniformes de Iberia de 1977 a 2005

De 1972 a 1977, las azafatas de Iberia llevaron como parte de su uniforme un sombrero que recuerda al de un bobby. De 1977 a 1983 los tonos oscuros del conjunto fueron sustituidos por colores tierra y para la cabeza se optó por un sombrero pillbox abombado y con el emblema de la compañía en un pequeño parche alargado. Ambos modelos eran del prestigioso diseñador cordobés Elio Berhanyer.

A pesar de las críticas (justificadas) a la incomodidad de los aeropuertos, los controles de seguridad, las esperas o el ridículo espacio vital en los asientos de la clase turista, los uniformes de la tripulación de un avión siguen conteniendo la nostalgia del tiempo en los que volar era una experiencia placentera.

La ropa de las azafatas siempre fue la más vistosa, destinada a identificar a las trabajadoras pero, por encima de todo, a transmitir la idea de que su profesión era única y les permitía vivir a diario la elegancia internacional de los aeropuertos y los hoteles. Aunque el glamour ha desaparecido de las aerolíneas, en la memoria colectiva los trajes se asocian a esa época dorada.

El sobrecargo holandés Cliff Muskiet colecciona desde niño elementos relacionados con las lineas aéreas. Confiesa que siempre estuvo «fascinado por el mundo de la aviación» y que atesoraba «todo lo que llevara el nombre de una aerolínea o su logo»: horarios, carteles, postales, modelos de aeronaves, instrucciones de seguridad…

Uniformes de los sesenta de Braniff International y de los noventa de Tyrolean Airlines

Uniformes de los sesenta de Braniff International y de los noventa de Tyrolean Airlines

En 1980 una amiga de su madre le dio un uniforme de KLM (las aerolíneas holandesas) de 1971 y desde entonces se interesó por iniciar una colección. Con un parón entre 1982 y 1993 que lamenta profundamente, a partir de 1993 y hasta ahora se ha centrado en conseguir atuendos de todas las épocas y compañías. Ahora tiene 1259 de 471 aerolíneas, probablemente la colección más grande que existe de uniformes de azafata. Fotografiados sobre un maniquí y catalogados en www.uniformfreak.com ilustran la progresión de los diseños, el avance hacia prendas cómodas, las rarezas del pasado y del presente…

Entre los modelos más arriesgados de los sesenta están los de la sensacional aerolínea estadounidense Braniff International, que en 1965 y 1966 colocó en la cabeza de sus azafatas una futurista cúpula plástica como si fueran astronautas y de 1966 a 1968 las atavió con un conjunto de exagerados estampados pop con gorrito atado a juego. El de Gulf Air (Baréin) de los años setenta —elegante y contenido dentro de su exotismo—  o el de mediados de los noventa de la austriaca Tyrolean Airways (Aerolíneas Tirolesas) —una auténtica venganza— tampoco tienen desperdicio.

Muskiet trabaja para KLM y eso le facilita contactar con empresas y particulares relacionados con la aviación civil que disponen de piezas interensantes para la colección. En su web cuelga con relativa frecuencia fotos de las nuevas adquisiciones: una chaqueta de Pacific Blue, una chaqueta de punto de Emirates, el uniforme de Finnair… En un futuro cercano, el sobrecargo sueña con ver los conjuntos reunidos en un libro y sustituir el maniquí por modelos que los luzcan con la sofisticación que merecen.

Helena Celdrán

Uniforme actual de Singapore Airlines y uniforme de Emirates de los años noventa a 2009

Uniforme actual de Singapore Airlines y uniforme de Emirates de los años noventa a 2009

Uniformes actuales de Malaysia Airlines y uniformes de los años noventa de Kenya Airways y de India Airlines

Uniformes actuales de Malaysia Airlines y uniformes de los años noventa de Kenya Airways y de India Airlines

 

‘Mini Museum’, un gabinete portátil de curiosidades que triunfa en la Red

Mini Museum

Es un gabinete de curiosidades reducido al mínimo posible, una placa de resina transparente, en apariencia anodina, que encierra en su interior pequeños fragmentos ordenados y catalogados.

El Mini Museum reúne trozos de cáscara de huevo de dinosaurio, de meteorito, restos de una palmera encontrada en la Antártida, el Muro de Berlín, un cerebro humano, el Everest, arena de Waikiki… El creador del invento, el estadounidense Hans Fex, lo define como «una colección portátil de curiosidades en la que todo es auténtico» capaz de «llevarte en un viaje al aprendizaje y la exploración»: «Es una herramienta educativa portátil, una inteligente y poco común forma de romper el hielo y una maravillosa pieza de arte histórico».

Hans Fex en la elaboración del Minimuseum

Hans Fex en la elaboración del Minimuseum

Tiene 44 años y asegura que lleva 35 trabajando en el proyecto. En un vídeo de la plataforma de microfinanciación Kickstarter (a la que acudió para poder convertir su idea en un producto disponible a gran escala) cuenta que durante buena parte de su vida ha reunido especímenes recolectándolos o comprándolos a través de especialistas con los que contactó tras hablar con «comisarios de museos, investigadores científicos e historiadores universitarios». Ellos le ayudaron a elaborar una lista con los elementos que debían formar parte de la exposición permanente.

Fue el padre de Fex el gran inspirador del minimuseo. El Doctor Jörgen Fex (1924-2006) —investigador científico y uno de los directores del estadounidense Instituto Nacional de la Salud— volvía en 1977 de un viaje a Malta con algunos especímenes conservados en resina epoxídica. Aunque Fex hijo sólo tenía entonces 7 años, comenzó a fraguar en ese momento la idea de tener una gran colección en un espacio manejable y preservarla con ayuda de ese «precioso» material que su padre le había descubierto.

Mini Museum

«El universo es asombroso. Quería recordárselo a la gente», dice el diseñador, convencido de que es necesario preservar la curiosidad que todos atesoramos de niños. El primer elemento del compendio es un trozo de condrita carbonosa, un meteorito rocoso que representa «la materia más antigua» que conservamos del Universo y data de unos de 4.550 millones de años. Le siguen muestras de roca lunar, heces fosilizadas de dinosaurio, tierra de los terrenos del castillo de Vlad Tepes (inspirador de Drácula) en Rumanía, carbón del Titanic, un trozo de cráneo humano…

Ha creado tres tipos de minimuseos de tres tamaños diferentes: el más pequeño contiene 11 muestras, el mediano cuenta con 22 y el más grande, con 33. Todos incluyen un librito con fotos e información sobre la autenticidad, la procedencia y los pormenores de cada trozo minúsculo e incluso algunas anécdotas de lo que supuso recolectarlos o conseguirlos.

El éxito en Kickstarter ha sido apabullante: de los 38.000 dólares (27.300 euros) que pedía, a dos días de terminar el plazo para financiar el proyecto, ha recaudado 1.224.574 dólares (casi 880.000 euros). Fex —que produce cada minimuseo de manera artesanal, uno a uno— se ve desbordado por los más de 3.000 ejemplares que tiene que manufacturar ahora.

Helena Celdrán

‘Obsessionistas’, la historia de los coleccionistas y los objetos que atesoran

Algunos de los autobuses de Kate Farley - (Graham Powell - Obsessionistas)

Los autobuses de Kate Farley – (Graham Powell – Obsessionistas)

Kate Farley colecciona autobuses de juguete y no le vale cualquiera. Tienen que se rojos y de dos pisos, los clásicos autobuses de Londres que han dejado de ser vehículos públicos para convertirse en una institución.

Cuanto más gastados, más le gustan. No los cataloga, no presta atención al número de serie de cada ejemplar ni al valor económico. Comenzó en 1997 cuando se mudó de Birmingham a Londres y el transporte se volvió una constante en su rutina diaria. Ahora tiene 15 reproducciones, la última que adquirió fue un modelo que se fabricó con motivo de las olimpiadas este verano: «Es el único nuevo, incluso tiene caja. Con ese me sentí obligada».

 

Walkie-talkies de la colección de Eric Wrobbel

Walkie-talkies de la colección de Eric Wrobbel

Sarah Peel ve su colección de azucareros antiguos como una consecuencia de la afición de su madre por las gangas de los mercadillos. «No estoy obsesionada, pero sí enamorada», declara.

El famosísimo fotógrafo Martin Parr colecciona objetos con la cara de Osama Bin Laden, pero también los tiene con la cara de Margaret Thatcher, relojes en los que aparece Saddam Hussein y artículos relacionados como Obama: «Es la misma colección, pero en diferentes capítulos».

Obsessionistas es una página que reúne colecciones y coleccionistas, que desgrana la historia entre los objetos y las personas que los atesoran. «Lo que deciden coleccionar refleja sus valores y dice mucho de quiénes son. Creemos que en un mundo de yo también, de estilos de vida homogéneos, de productos y marcas. La individualidad se puede expresar, al menos en parte, a través de las obsesiones particulares», dicen Graham y Helen Powell, el matrimonio inglés que creó la web en abril de 2011.

En la galería de coleccionistas incluso se pueden trazar paralelismos entre ellos y lo que poseen: queda claro que quien colecciona broches tiene un perfil muy diferente del que reúne uniformes de azafatas. Los fundadores de la página la describen como una «web cultural» que explora el papel de una serie de objetos en la vida, la herencia compartida, la historia del diseño y la creatividad. Los entrevistados hablan de transistores, bolsas para el mareo, robots de cocina, pelotas saltarinas… La colección es una excusa para ahondar en experiencias vitales, cuestiones familiares, el trabajo, los amores y los odios. Después de la lectura, los objetos hablan por sí solos.

Helena Celdrán

Colección de planchas de Jay Raymonds

Colección de planchas de Jay Raymonds

Objetos de la colección de Bin Laden de Martin Parr

Objetos de la colección de Bin Laden de Martin Parr

Colección de mensajes de hotel de 'no molestar' de Edoardo Flores

Colección de mensajes de hotel de ‘no molestar’ de Edoardo Flores

Robots de cocina de Luiz Gustavo Miranda

Robots de cocina de Luiz Gustavo Miranda

Un nuevo ‘museo’ en un antiguo montacargas de Nueva York

El interior del museo

El interior del museo

¿Quién determina lo que se debe exponer al público? La pregunta se queda sin respuesta cuando se descubren lugares como Museum.

Lo llaman simplemente así, Museum, se inauguró en mayo de este año y está en la cabina de un antiguo montacargas. Unas pequeñas ventanas permiten ver el contenido de la pequeña sala a cualquier hora y día, pero los fines de semana está abierto y —si la visita es urgente— se puede pedir cita previa.

Escondido en Cortlandt Alley, un callejón de Nueva York entre las calles Franklin y White, en el Sur de Manhattan, el misterioso museo de origen desconocido alberga unas estanterías forradas con una superficie adhesiva aterciopelada. Sobre ellas descansan objetos vulgares, recogidos en los últimos 10 años en ciudades de todo el mundo.

Objetos de la colección permanente

Objetos de la colección permanente

Entre la que llaman colección permanente hay una bolsa de gusanitos con caracteres árabes, una antena de televisión casera, el zapato que un periodista iraquí le tiró al expresidente de los EE UU George W. Bush… Todo se cataloga y preserva con el mimo propio de un conservador. «El lugar tiene la intención de mostrar respeto por el día a día y expone la belleza, a menudo pasada por alto, de la vida real. Siempre hay belleza y magia en lo plebeyo«, dice en la página web el personal anónimo del centro.

En el colmo de la exquisitez, la sala-ascensor tiene incluso exposiciones temporales: hasta el 30 de junio hay una de tubos de pasta de dientes en varios idiomas, papeles encontrado en fotocopiadoras, etiquetas caseras y mal escritas de botes de comida, relojes rusos modificados a mano… Un collage ordenado como en la sala más respetable y numerado para poder seguir el recorrido con una audioguía, que detalla la historia sobre el origen de la pieza y cómo terminó en el museo.

Helena Celdrán