«Vivimos en un mundo bling donde brillante significa mejor y una deslumbrante superficie puede enmascarar lo que sea que está podrido por dentro o cargado de grasas saturadas tapona arterias».
Aunque las palabras del escultor Jonathan Stein (Nueva York – EE UU, 1978) son duras, el artista no habla desde su torre de marfil, se considera «un hijo de los medios de comunicación de masas y un esclavo parcial de los anuncios» con una «mórbida curiosidad por el consumismo y su constantemente fascinante atractivo».
Una lata de fiambre de cerdo Spam o unas patatas fritas de McDonald’s son preciados trofeos en esculturas que superan en tamaño al original. Así como el pop art certificó que el objeto ordinario e industrial también era arte, Stein, con sorna, transforma comida basura en tesoros fulgurantes.