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Dibujos infantiles convertidos en muñecos

Dibujo de Eleanor (Mayo de 1983) - Muñecos de Wendy Tsao

Dibujo de Eleanor (Mayo de 1983) - Muñecos de Wendy Tsao

Eleanor tenía cinco años cuando retrató a su familia. La madre (la del vestido rojo) conserva el dibujo desde que su hija lo hizo en 1983.

Aunque lucen como orejeras, las bolas de colores que hay en la cabeza de cada personaje son orejas. La madre parece no tener brazos, pero en realidad (explica la autora) no se le ven porque están detrás de la espalda. El desnivel de su padre sí es un detalle fiel a la realidad: una herida de guerra había dejado al cabeza de familia con una pierna más corta que otra.

La versión física del dibujo es obra de la canadiense Wendy Tsao, una artesana de la fantasía infantil. Child’s Own Studio es su aventura personal desde 2007 y de modo inesperado se ha convertido en un negocio. Trabaja por encargo, ella sola, y comienza a no dar abasto. Su web se ha caído por la cantidad de visitas que ha empezado a recibir y hace unos días anunció con pena que no puede aceptar más pedidos para Navidad.

Dibujo de Sophie (9 años) - Muñeco de Wendy Tsao

Dibujo de Sophie (9 años) - Muñeco de Wendy Tsao

Con una técnica aparentemente simple, un acabado profesional y una gran sensibilidad artística, Tsao convierte los dibujos de los niños en muñecos de trapo y peluche: animales, retratos, monstruos y seres mitológicos saltan a la realidad de la manera más fiel posible, en ocasiones consultando los pormenores de cada ilustración con los familiares y los propios autores (algunos de ellos adultos que rescatan del olvido sus viejos dibujos, como es el caso de Eleanor).

Hay dinosaurios con melena, pollitos haciéndo acrobacias, ratones con patas de palo, princesas sujetando un corazón, primitivos autorretratos con las extremidades saliendo de la cabeza…

Tsao los mira con interés, estudia las posibilidades técnicas y se pone manos a la obra, doméstica y diligente, en su estudio, una palabra que ella misma pone en cursiva porque no le gusta tomarse en serio algo tan divertido como imitar el lenguaje pictórico de la infancia.

Helena Celdrán