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Un conversor para la nostalgia: de casete a iPod o iPhone

El conversor de cassette a mp3

El conversor de cassette a mp3

El CD sigue sobreviviendo, los discos de vinilo han vuelto, pero la vieja cinta de casete es un subformato que ya no se aprecia ni en la gasolinera más remota.

La firma neoyorquina Hammacher Schlemmer se jacta de ofrecer «lo mejor, lo único, lo inesperado desde hace 164 años». Vende aparatos que mezclan el diseño, la sorpresa y la dudosa utilidad. En su catálogo, la tienda ofrece un masajeador de manos que parece un híbrido entre sandwichera y guante, el «rejuvenecedor» de pelo con aspecto de caso de bici con orejeras incorporadas, la funda para el iPad con cargador solar

Una cara del aparato muestra el último cacharro estrella de Apple. En el lado contrario, el consumible desfasado que ya nadie quiere: una cinta. Me he permitido traer a la sección de Artefactos el Cassette to iPod Converter (conversor de casete a iPod) por la mezcla de  entusiasmo, melancolía e irritabilidad que produce.

Te hace recordar al walkman que incluso daba la vuelta a la cinta automáticamente, el rebobinado con boli Bic, el espacio que ocupaban las cintas en la maleta cuando te ibas de vacaciones y las querías llevar todas… Y al mismo tiempo tener la certeza de que, a pesar de la imperfección del sistema, no va a haber un iPhone que dure lo mismo que aquella caja negra de botones salientes que demostraba su condición indestructible cuando funcionaba tras caerse de la litera cada noche.

El aparato, que saldrá a la venta este mes y costará 79,95 dólares (62,50 euros), transforma el contenido de una cinta en un archivo mp3 que se almacena en un iPhone o en un iPod touch. También se pueden pasar los archivos a un ordenador para escapar del monopolio elitista de Apple, que ejerce la dictadura sobre cualquier archivo que se almacene en sus artículos.

No es el primer invento de este tipo que invade nuestra nostalgia. En Internet hay otros modelos menos cool, a mejor precio o más profesionales, que no incluyen la ranura ideal para el iPhone , pero seguro que el diseño del cacharrito hará caer a más de uno.

Sólo hay que bajarse una aplicación gratuita, insertar el cassette y darle al play, un gesto en peligro de extinción, y todos los tesoros (y las aberraciones) del pasado quedarán a salvo.

Helena Celdrán

Disquetes convertidos en lienzo

Era increíble guardar documentos en esos cuadrados de colores poco atractivos y etiquetas con rayas vacías, listas para rellenar. Todavía recuerdo consejos tipo: “pon la pegatina después, que no es bueno escribir sobre el disquete” o “no juegues con la lámina metálica”. Ahora, no muchos años después, cuando vemos uno, se nos dibuja una tonta sonrisita de superioridad. Somos desagradecidos.

Next Generation - Nick Gentry

Next Generation - Nick Gentry

Nacido en 1980, el londinense Nick Gentry creció utilizando casetes, cámaras Polaroid, cintas de VHS y -por supuesto- disquetes.

Todos estamos un poco orgullosos de los gadgets que nos acompañaron en el pasado: el fiel walkman que se caía de la litera cuando te quedabas dormido, la Game Boy-ladrillo que traía el juego del Tetris incluido…

Gentry utiliza disquetes para crear arte, como reflexión sobre los ciclos vitales y la identidad: se siente unido al floppy disk de modo generacional. Son sus Artefactos.

En sus retratos de gente guapa los utiliza como lienzo, a veces incluso le hacen falta 300 por obra. Empezó comprándolos en eBay, pero ahora no le cuesta demasiado encontrar donantes que quieren deshacerse de los pequeños dinosaurios.

The Immortal - Nick Gentry

The Immortal - Nick Gentry

Al observar cada recuadro por separado, se aprecia que Gentry aprovecha las posibilidades de las etiquetas que rotularon los anteriores dueños.

Los ojos que a veces hace coincidir con el centro metálico del reverso son perturbadores: globos oculares entre robóticos y tuertos que transforman la expresión en vacío.

Gentry, que también ha trabajado con cintas VHS, declara que “los trastos viejos tienen un encanto único y una historia que no se puede encontrar en lo nuevo”.

Le fascina la idea de que en cada uno de esos disquetes, bajo la pintura, haya información personal encerrada para siempre.

Helena Celdrán