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Adolescentes sirios refugiados en Zaatari retratan sus vidas

Campo de refugiados de Zaatari, antes y después

Campo de refugiados de Zaatari, antes y después

Entre las dos fotos de arriba han transcurrido menos de tres años. La zona es la misma, un territorio desértico situado diez kilómetros al este de la ciudad jordana de Mafraq, muy cerca de la frontera con Siria. La imagen de la izquierda es de septiembre de 2011 y la otra, de abril de 2014.

El campamento de refugiados de Zaatari se ha convertido de pronto, como si se tratara de un acelerado time-lapse, en una ciudad. Con un censo oficial de 81.000 habitantes, es el 13º núcleo más poblado de Jordania. Es redundante y doloroso anotar que todos los vecinos son refugiados que han escapado del holocausto consentido por Occidente de Siria, país que ha sido abandonado por más de dos millones de personas para evitar el exterminio.

Gestionado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), el campamento de Zaatari es uno más: en el mundo hay 50 millones de personas refugiadas viviendo en lugares donde no desean vivir. El número es el más alto de la historia de la humanidad.

En Zaatari, presentado por algunos medios occidentales con el paternalismo condescendiente habitual —»La ciudad del hazlo tú mismo«, titula The New York Times un reportaje no muy distinto al que merecería un lo que no debes perderte de las islas del Egeo; «Tierra fertil para pequeños negocios», añade la BBC en el mismo tono que un informe sobre posibles oportunidades para inversores—, hay calles, tiendas de ropa y comida, algunas clínicas médicas montadas por militares europeos (no españoles), prostitutas, robos, drogas y frecuentes redadas indiscriminadas de la policía.

Triunfos y derrotas cotidianas, en suma, que pueden contabilizarse también en cualquier barrio español de pocos ingresos.

En agosto de 2014 el fotógrafo  Michael Christopher Brown visitó el campamento para hacer un reportaje. Le gustaron las sonrisas de los 4.000 adolescentes que acuden a diario a los dos centros de actividades educativas y de tiempo libre que gestiona la organización Save the Children y decidió intentar transmitir a algunos la pasión por la fotografía. Les enseñó media docena de normas básicas y les regaló un smartphone.

Los muchachos han montado ahora Inside Za’Atari, un microblog que funciona como diario personal del grupo de fotógrafos aficionados. Las imágenes de sonrisas, brincos y otros desmanes adolescentes aparecen combinadas con fotos de las que brotan arena, hedor y ausencia.

Los chicos de Zaatari también escriben pequeños mensajes. Son incompatibles, por frescura y objetividad, con las resabiadas crónicas de los medios de Occidente. Son periodismo puro.

«En el futuro, si me convierto en un buen reportero, podré dejar este lugar», dice Khaled (que lleva una camiseta del Real Madrid). «El proyecto me ayudó a moverme por el campamento e ir a lugares a los que no me atrevía a ir», añade Rahma, que dibuja un universal corazón con las manos.

El testimonio que mejor sintetizala condición del expulsado de casa por la sinrazón bélica me parece el de Omar: «Es duro vivir aquí. El agua, por ejemplo, no sabe como el agua de Siria».

Jose Ángel González

‘Serie negra’ en una ciudad tranquila

Postal de New Castle (smalltownnoir.com)

Postal de New Castle (smalltownnoir.com)

Centro de una fértil región agrícola y capital del condado de Lawrence, a la pequeña población de New Castle, en el estado nororiental de Pensilvania (EE UU), la llaman, en uno de esos binómios de la jerga micropatriótica que sólo son posibles en una tierra tan desatinada como la yanqui, capital de los fuegos artificiales de América  y también capital mundial del perrito caliente. La notoriedad de productos tan dispares  sólo tiene sentido en el primer caso —la ciudad sigue siendo sede de dos afamadas fábricas pirotécnicas (Zambelli y Vitalle Pyrotecnico), ambas fundadas por italianos a finales del siglo XIX—. De los inmigrantes griegos que trajeron a la ciudad poco después los hot dogs picantes a los que celebra el segundo eslogan sólo quedan rastros en la memoria de los vecinos de más edad.

Sometida a una despoblación vertiginosa —de casi 45.000 habitantes en 1960 pasó a 23.000 en 2012— y a los efectos agresivos de la economía neoliberal —casi la cuarta parte de los residentes vive bajo el umbral de la pobreza y el porcentaje de desempleados duplica la media nacional—, New Castle, como tantas otras villas de su perfil, languidece y se desmorona.

Nacido en Edimburgo, al otro lado del Atlántico, al escritor escocés Diarmid Mogg se le debe otorgar crédito como uno de los grandes reconstructores de la ciudad de los perritos calientes y los fuegos de artificio. Nacido al lado de un cementerio y acaso por ello, como él mismo afirma, interesado por las «historias morbosas», este archivista infatigable mantiene desde 2009 el blog Small Town Noir (La serie negra de una pequeña ciudad), un detallado informe sobre el malaje de New Castle entre 1930 y 1960.

Mogg se hizo con la colección de fotos antiguas que el departamento local de policía había tirado a la basura en una demostración palpable de lo poco que le importa el pasado de su ciudad. Ya saben: mugshots, los retratos de frentre y de perfil tomados a los detenidos a la llegada a la comisaria por un funcionario que trabaja con rutina y sin otra pretensión que añadir las imágenes al atestado policial y la subsiguiente ficha de antecedentes.

El material tiene suficiente potencia gráfica en sí mismo para motivar el interés histórico: aquí tenemos a los chicos malos, los supuestos culpables, posando, con talante casi siempre sumiso, ante el sistema represivo.El dietario de rostros es un repertorio de vida e incertidumbres, una superficie reflectante en la que cualquiera puede presentirse: los ojos desenfocados de los intoxicados, los mentones alzados de los ladrones, las miradas incisivas de los pilluelos, las pelambreras locas de las chicas bravas…

Pero Mogg, y eso convierte su trabajo en un prodigio, indagó la historia de cada retratado consultando con infinita paciencia y cariño de cronista los archivos del New Castle News, uno de esos diarios locales que ejercían el más noble de los empeños editoriales: contar con diligencia a los lectores cada detalle de lo sucedido en el pueblo («quién fue a casa de quién para una cena, quién había sido enviado a la guerra, quién había estrellado el coche cuando conducía borracho, quién había ingresado en la cárcel…», dice Mogg).

Small Town Noir cuenta la historia tras cada musghot. La época, desde la Gran Depresión hasta el final de la guerra de Corea, «corresponde también a la edad de oro del cine estadounidense sobre crímenes y criminales, desde las películas de gánsteres de los años treinta hasta la serie negra de los cuarenta y los cincuenta», y permite, dice el archivista, comprobar que los retratados «no estarían fuera de lugar en cualquier thriller desde Hampa dorada, de 1931, a Sed de mal, de 1958″.

Sidney Fell (smalltownnoir.com)

Sidney Fell (smalltownnoir.com)

Lo prolijo y detallado de la narrativa que Mogg ha añadido a cada foto —en ocasiones aporta la dirección en la que vivía el detenido en el momento de la detención, la biografía anterior a la intervención policial y la posterior, que llega incluso hasta la fecha y circunstancias de la muerte— hace que el blog, que tiene centenares de entradas, se lea como una colección narrativa, un compendio de villanías, casi siempre de calado menor —abundan los hurtos, robos de coche y detenciones por embriaguez o vagancia—, punteadas por algún caso de asesinato, exhibicionismo o el terrible arresto en 1960 de Sidney Fell, un joven talento del teatro local, acusado de sodomía por mantener relaciones homosexuales y, hemos de suponer, estigmatizado en el pueblo.

Edward Kozol tenía 17 años cuando le detuvieron, en 1937, por robar chatarra. Murió en el desembarco de Normandía a los 23 (smalltownnoir.com)

Edward Kozol (smalltownnoir.com)

La historia que más me ha conmovido de esta madeja de registros negros de una ciudad tranquila es la de Edward Kozol, un pobre muchacho de 17 años detenido en 1937 por robar chatarra abandonada por los talleres ferroviarios. Se trataba de migajas que aprovechaban los desesperados, el material sólo se vendía a 20 dólares la tonelada, pero las autoridades veían con malos ojos la práctica porque se decía que el hierro robado era exportado a Alemania para la fabricación de material de guerra y municiones para las ambiciones militares de Hitler. Kozol salió indemne del hurto, pero seis años más tarde, tras ser llamado a filas por el ejército para combatir en la II Guerra Mundial, murió por disparos de los nazis en el desembarco de Normandía. Regresó a New Castle como tantos héroes usados como carne de cañón en las matanzas bélicas: en un cajón de madera.

Ánxel Grove

Recuperando horrores gastronómicos de los años cincuenta

Pineapple Olive Salad

Aperitivos, platos principales, bebidas, postres, guarniciones y ensaladas… Las categorías abarcan una variedad de recetas ideales para formarse una idea general de la tradición culinaria estadounidense de mediados del siglo XX, en particular de la comida de la mitificada cultura suburbana: amante de la fórmula sencilla, de las gelatinas, las mezclas desconocidas sepultadas en mayonesa y los pasteles salados.

The Mid-Century Menu (El menú de mediados de siglo) es un blog en el que su autora practica una interesante arqueología de la cocina. Apodada Retroruth, la valiente cocinera se atreve con recetas de libros estadounidenses de los años cincuenta y sesenta. Es fiel incluso en las presentaciones de los platos y fotografía con impunidad y crudeza los resultados de sus experimentos.

Frozen Valentine Rounds - Mid Century MenuConsiderados en su día atractivos y apetecibles, los platos no encajan en los gustos y modas actuales y provocan ahora cierta repulsión. Hay páginas y grupos de Internet (algunas reseñadas anteriormente en este blog, como Gee, That Food Looks Terrible!) que dedican especial atención a las ilustraciones y fotografías que acompañan a estas recetas añejas, ahora cómicas, mal presentadas y poco apetitosas. The Mid-Century Menu lleva esta atracción por el horror culinario al extremo de hacerlo realidad en el presente.

«La cultura de los EE UU tras la guerra estaba plagada de un entusiasmo por lo nuevo y lo mejorado, el aparato que lo hace todo, comida preparada y en lata. Esta actitud lo invadía todo y las amas de casa se daban el gusto de hacer algo que nunca antes habían hecho: tomar atajos para preparar la cena«, dice la autora, contraria a renegar al olvido o esconder «los atajos que no funcionaron».

El proceso no se queda en reproducir la receta. Retroruth y su marido Tom han establecido un día a la semana para cocinar un arriesgado plato del pasado y después cenarlo o tomarlo de postre. Cada entrada del blog documenta también las impresiones de la pareja al probar el resultado.

Unas veces hay sorpresas agradables y la gelatina verde con tropezones resulta estar buena. Otras, cuesta un poco atreverse a dar el primer vocado bocado a la peligrosa mezcla de atún en lata, rosada y compacta, que parece mirarte a los ojos con desdén. Otras veces pagan caro el atrevimiento, como en el caso del enigmático y colorido White Mystery Fruit Cake (que se podría traducir por Pastel de frutas Misterio Blanco) de una receta de 1958, tan feo como desagradable al paladar.

«Algunos dicen que es una pérdida de tiempo y energía, pero Tom y yo no pensamos eso. ¿Por qué? Bueno, te guste o no, esas horribles recetas son parte de la evolución culinaria de nuestro país (…). Sí, en un momento dado era lo máximo tener en tu fiesta crema agria mezclada con polvos de sopa de cebolla. Reconozcámoslo y sintámonos orgullosos de ello»

Helena Celdrán

Rosy tuna ring - Mid Century Menu

Cheezy Beans Casserole - Disgusting Thanksgiving

Spaghetti Sub  - Mid Century Menu

Pickle and Pineapple Salad - Mid Century Menu

Checkerboard bake with kraft dinner and spam - Mid Century Menu

Un homenaje al diorama, del divertimento victoriano a la miniatura artística

California Academy of SciencesDos gacelas campan a sus anchas en un escenario natural sospechosamente iluminado por luz artificial y con un fondo que parece el decorado de una película hollywoodiense de los años cuarenta. Una montaña con árboles esparcidos se erige con impunidad en un viejo sofá, varios afortunados humanos en miniatura disfrutan de un hotel sumergido en el océano en una visión futurista del año 1964.

En Dioramas! tiene cabida cualquier tipo de maqueta, aunque el administrador de la página (que se hace llamar Joey Joseph y no da mucha más información personal) no oculta su preferencia por las recreaciones de la naturaleza habitadas por animales taxidermizados.

Los hábitats artificiales y desoladores abundan tradicionalmente en los museos estadounidenses de historia natural desde que en 1889 el naturalista, escultor y taxidermista Carl Akeley (1864-1926) recreó por primera vez uno (con ejemplares disecados de animales de la zona) en el Museo Público de Milwaukee (Wisconsin, EE UU).

Joey Joseph reúne imágenes de la conservación de las instalaciones y proporciona información sobre algunas. En la última entrada del blog muestra la maqueta de una montaña nevada con dos lobos disecados que parecen atravesarla corriendo: el testimonio de un conservador del museo estadounidense en el que se encuentra el diorama, descubre las técnicas que tuvo que emplear para recrear la luz invernal montañosa de la escena con bombillas de bajo consumo.

Jethro Haynes - 'Vans'Aunque ahora se entiende por diorama cualquier maquetas tridimensional, con modelos a tamaño natural o en miniatura conservados en urnas de cristal o sencillamente expuestos al público, su significado original se refería originalmente a las irresistibles recreaciones de la realidad que saltaron a la fama en el siglo XIX en París como un entretenimiento relacionado con el teatro.

Inventado por Louis Daguerre (1787-1851) —también responsable del daguerrotipo— el diorama era en origen un espectáculo de telas de lino sobre las que se pintaban paisajes y escenas históricas. Iluminadas en una sala con luz natural desde varios puntos y superpuestas para crear la sensación de profundidad, los tejidos semitransparentes provocaban la sensación de que las visiones eran reales.

Dioramas! es un homenaje a esta tradición entre artística y divulgativa y también recopila muchas imágenes de minuciosas obras de autores actuales que demuestran el potencial creativo de la reproducción de escenas. En los archivos de la página se pueden encontrar las piezas artesanales de Molly Bosley —que crea dioramas en botes cerrados herméticamente y con siluetas cobijadas en nidos de papel—, Jethro Haynes (capaz de hacer de una zapatilla el escenario de sus maquetas) o Gregory Euclide, que pinta cuadros de paisajes que se salen del lienzo e invaden los alrededores con vegetación y accidentes geográficos.

Helena Celdrán

lobos - AMNHNYC

Graem Whyte

Zone-de-concentration - Marc Giai-Miniet

buffalo hunting - field museum

325494.tif

Pursuit-Alex Makarenko

jimhenson

GM's Futurama II -1964 World's Fair

AMNHNYC

Un archivo para resucitar la historia de los años sesenta

"Amerika devorando a sus hijos" - Jay Belloli, 1970

«Amerika devorando a sus hijos» – Jay Belloli, 1970

La memoria gráfica que perdí en mudanzas, mangoneos, olvidos y otros accidentes —todas aquellas revistas, fanzines, pasquines, panfletos y hojas volanderas—; que maltraté por despiste, cuelgue, colocón o porque la consideraba efímera, inválida e incapaz de soportar el ocre de los años; que desprecié sin saber cuánto me castigaría el karma por la infidelidad

Merced a la solidaria aportación de algunos menos desprendidos y más inteligentes que yo y por el fácil manejo de los escáneres y las redes virtuales, la memoria gráfica que dejé escapar se me aparece en uno de esos celestes nichos de Internet que consienten la recuperación y demuestran que todo símbolo mantiene parte de la munición original pese a los años.

Babylon Falling es un microblog de Tumblr —esa especie de biblioteca de Babel donde lo mejor y lo peor comparten cobija— donde la contracultura de los años sesenta y la dinamita hip-hop de los noventa conviven para «resucitar la historia y hacer posible su disfrute si todavía resuena», según apuntan los gestores del site, relacionado con una tienda de libros y cómics independientes de San Francisco (EE UU).

Malcom X

Malcolm X

El blog, cuyo archivo de varios años empieza a ser notable en cantidad, ofrece imágenes escaneadas de publicaciones de toda índole e intenta, cuando es posible y los datos aparecen —los underground no eran nada amigos de dejar su firma y tampoco cultivaban el personalismo arty-narcisista que padecemos desde los años ochenta y se ha convertido en caricatura en el siglo XXI—, etiquetarlas con fecha, autoría, soporte o intención.

Poco se sabe, por ejemplo, de esta imágen de un joven Malcolm X con una de sus frases más conocidas: «Nací con  tantos problemas que ni siquiera me preocupan los problemas. Me interesa una sola cosa: la libertad, por cualquier medio… Me aliaré con cualquiera sin importar su color, siempre que quiera cambiar la miserable situación del mundo».

Casi todo es conocido, al contrario, de la siguiente: una ilustración publicada en 1969 por la tantas veces llorada revista inglesa OZ Magazine para un reportaje del libertario, poeta y periodista italiano Angelo Quattrocchi titulado The Situationist Are Coming (Llegan los situacionistas).

"The Situationists Are Coming", 1969

«The Situationists Are Coming», 1969

Esta vez el mensaje es: «Lejos de ser una imposibilidad dialéctica, la eliminación del concepto de trabajo es el requisito previo a la eliminación efectiva de la sociedad mercantil».

Quattrocchi fue de los que sólo abandonaron el barco por razones de peso (la muerte, en 2009). Su libro póstumo fue The Pope Is Not Gay! (¡El Papa no es gay!), donde aventura que el gusto de Ratzinger por los zapatitos rojos de Prada dice más de lo que oculta.

En Babylon Falling abundan tesoros de este calibre. Resulta especialmente notable, por lo chocante para el criterio castrado con que vivimos hoy, el material publicitario que juega con la paradoja y el descreimiento y se sirve de un código que acaso parezca naíf a algunos pero a mí me sugiere, pese a la maldad innata de los publicistas, locura y libertad.

Anuncio de "Steal This Book", 1971

Anuncio de «Steal This Book», 1971

«Una guía de supervivencia y guerra. Más de 300 páginas con el último material sobre: autoestop, primeros auxilios, lucha callejera, vivir en clandestinidad, tráfico de drogas…», promete el anuncio de Steal This Book (Roba este libro), escrito por el yippie Abbie Hoffman en 1971 con la intención de ofrecer artimañas y consejos para vivir gratis.

Es agridulce ver ahora la candidez del inserto publicitario del hombre más investigado de todos los tiempos por el FBI (su dossier tiene más de 13.000 folios), cuando sabemos que Abbie, diagnosticado como bipolar en 1980, se suicidó en 1989 —150 pastillas de barbitúricos combinadas con alcohol— porque llevaba muy mal haber dejado de ser joven.

Es el doble valor de frecuentar archivos tan polivalentes como el de Babylon Falling: encuentras el pasado en el que viviste pero también todas sus salpicaduras.

Ánxel Grove

Foto de Robert Altman para el "San Francisco Express Times" - Febrero, 1969

Foto de Robert Altman para el «San Francisco Express Times» – Febrero, 1969

Foto de George Adams para "Evergreen", 1970

Foto de George Adams para «Evergreen», 1970

Jim Morrison retratado por Andy Kent

Jim Morrison retratado por Andy Kent

Ilustración de Vaughn para el "East Village Other", 1968

Ilustración de Vaughn Bode para el «East Village Other», 1968

Grafitti en People’s Park, Berkeley - 1969

Grafitti en People’s Park, Berkeley – 1969