Entradas etiquetadas como ‘Billy Name’

¿Se llevan bien los artistas plásticos y las portadas de discos?

El primer disco con portada de la historia © Alex Steinweiss - Taschen

El primer disco con portada de la historia © Alex Steinweiss – Taschen

Las carpetas discográficas son uno de los grandes soportes para el arte del siglo XX. Más agradecidas, por aquello del tamaño, cuando se trata de vinilos y en trance de desaparición física dado el avance de la música comercializada en forma de archivo de ordenador, líquida y sin forma, siguen siendo una carnada visual dificil de evitar cuando se trata de diseños imaginativos, valientes, procaces, rebeldes o complementarios hasta la perfección con la música que envuelven.

Las cubiertas de discos han tenido, en realidad, un muy pequeño recorrido: el primer disco de la historia envuelto tal como lo conocemos es el de la imagen de arriba. Fue editado en 1940 y, como una parábola, ha tenido más duración el diseño, que fue el primer paso para la jubilación de las groseras bolsas de estraza, que la música: una omitible selección de éxitos, Smash Song Hits, de Richard Rodgers y Lorenz Hart, interpretados por la Imperial Orchestra.

El diseñador fue un pionero, un muchacho de 23 años enamorado del cartelismo europeo de vanguardia, el modernismo y el art decó: Alex Steinweiss, el inventor de las portadas de discos.

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Muere Billy Name, fotógrafo de la Factory de Warhol

Billy Name (1940-2016) en la Factory

Billy Name (1940-2016) en la Factory

Acaba de morir, a los 76 años, Billy Name, que en realidad se llamaba William Linich. El sobrenombre se lo puso Andy Warhol, para quien el entonces joven muchacho fue fotógrafo, decorador, compañero de cama, archivista y cualquier otro oficio que a la divina estrella se le ocurriese —por algo habían bautizado al pseudoartista como Drella, ósmosis de Drácula y Cinderella (Blanca Nieves): era un vampiro pálido que vivía del esfuerzo ajeno de una tropa de mal pagados o impagados colaboradores—.

Name era un mal fotógrafo. En los confines de la Factory, el lugar para ver y ser visto que Warhol consideraba un laboratorio artístico, la calidad importaba poco o nada. De la plantilla habitual, casi todos perversos, casi todos depresivos, casi todos muertos, sólo tenían genio Lou Reed y John Cale, la pareja que comandaba la Velvet Underground. Los demás eran, con perdón y con respeto, basura blanca, buscavidas, drogos, sexoadictos… Era fácil confundir riesgo con arte en aquel marasmo.

En el caso del fotógrafo-juguete-sexual de Warhol, el todavía llamado William Linich era técnico de iluminación y, para pagar el alquiler, camarero por horas de una tetería, Serendipity 3 —todavía está abierta—,  frecuentada por el artista y sus aduladores. Entre tazas de té, pastas y cristales de Tiffany, un flechazo.

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