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Somabar, un barman robótico dependiente del móvil

Somabar

Somabar

Al más puro estilo de las teletiendas estadounidenses, pero con un barniz de capricho tecnológico deseable para un público sofisticado, el invento aparece en idílicas y espaciosas cocinas en la promesa de que no ocupará demasiado espacio, llenando copas de cóctel y exhibiendo tubos de cristal con líquidos de colores preparados para la siguiente dosis.

Los creadores de Somabar lo definen como un «barman robótico para tu hogar». La máquina mide, mezcla y agita varias bebidas y en menos de cinco segundos puede preparar un cosmopolitan, un margarita, un tequila sunrise, un whiskey sour

Uno de los últimos grandes éxitos de la microfinanciación, los empresarios —afincados en Los Ángeles— han triunfado a la hora de buscar dinero para comercializar el producto: superaron más de seis veces la cifra de 50.00 dólares (poco más de 44.200 euros) que pedían en principio. Las contribuciones debían ser generosas para conseguir uno de los barmans robóticos, por 399 dólares (353 euros) uno ya podía tener el Somabar «por 100 dólares menos» de lo que costará si se reserva antes de su llegada a las tiendas. El precio en los comercios ascenderá a 699 dólares (620 euros).

El interior del Somabar

El interior del Somabar

Todo comienza —por supuesto— con una aplicación para el móvil, en la que el usuario recibe «sugerencias para bebidas» según los ingredientes que le haya puesto al invento en sus grandes probetas laterales, diseña la mezcla según apetencias, puede comprobar las existencias de cada licor o zumo cuando no tiene el aparato delante…

Con gifs animados, los creadores tratan de disipar la desconfianza que pueda surgir en los compradores potenciales. El Somabar está preparado para activar un sistema automático para limpiar los conductos con agua de manera que no terminen mezclándose los sabores y los colores de las bebidas que se hacen seguidas.

El vídeo de presentación peca de muchos de los vicios de la venta por televisión: imágenes luminosas de grupos de amigos perfectos bebiendo cócteles irresistibles, el «qué pasa cuando no lo tienes» que muestra a una mujer luchando con la coctelera y ha dejado la encimera de la cocina hecha un desastre y llena de botellas, las entrevistas a los expertos…

El aparato tiene un diseño armónico y el prototipo es de un blanco-apple que sin duda corresponde a la obsesión tecnológica de nuestros tiempos, un capricho tontorrón, dependiente del teléfono móvil y con un tamaño que lo destina a permanecer en un lugar alto y apartado de la cocina, junto a esos pequeños electrodomésticos limitados a una sola función o que no terminan de funcionar demasiado bien.

Helena Celdrán

Somabar

Somabar

El vaso que permite ‘inhalar’ copas en lugar de beberlas

Esquema del Vaportini

Esquema del Vaportini

Cuando Julie Palmer visitaba a un amigo en Suecia, los lugareños celebraban el solsticio de invierno en una sauna. La estadounidense descubrió con sorpresa que el ritual cada vez más habitual en el país nórdico era disfrutar de una sesión de sauna sustituyendo el agua que genera el vapor por una botella de vodka. La sensación, según Palmer, no era tan agresiva como la ingesta y el alcohol parecía asimilarse con más suavidad.

Volvió a casa con la idea de revivir la experiencia de tal modo que se pudiera prescindir de un elemento tan extraordinario como la sauna. Su padre, ingeniero, fue el aliado perfecto para echar a andar el proyecto que dio lugar al Vaportini.

El Vaportini

El Vaportini

El invento reta el tradicional consumo de alcohol y ofrece la posibilidad de «inhalarlo en lugar de tragarlo». La osada propuesta preserva las sutilezas de la bebida y, según promenten sus creadores tiene ventajas añadidas: «nada de calorías e impurezas. Los efectos se sienten de inmediato, así que es más fácil beber de modo responsable».

A pesar del extraño diseño, que a primera vista puede desconcertar al consumidor, el procedimiento del Vaportini es natural y no tiene mucho misterio. Cinco minutos después de poner una vela en la base, el alcohol —dentro de la burbuja de cristal— comienza a generar el vapor: para inhalarlo sólo hay que sorber la pajita, aguantar la respiración y exhalar.

La cantidad recomendada para depositar en el recipiente son 30 mililitros y los licores ideales para el disfrute del invento son los de alta graduación (de 40º en adelante) y aromatizados, como el vodka de sabores o el ron envejecido en barrica. El vapor de cada dosis dura entre 20 y 40 minutos. «Los efectos» —dice Palmer— «no duran tanto como el consumo tradicional, pero eso puede tener un aspecto positivo».

Helena Celdrán