Pasa hasta en las mejores familias. Dentro de la nevera, olvidadas por completo, están aquellas sobras que confiábamos en aprovechar, metidas en un recipiente hermético y opaco que contribuye a que se mantengan en buen estado más tiempo, pero también a que pasen desapercibidas. Las descubrimos cuando ya es demasiado tarde y nos sometemos a una visión terrorífica, pero también fascinante, porque la comida estropeada provoca cierta curiosidad científica y llama a la observación, si no llega a ser porque el olor apremia a deshacernos de ella cuanto antes.
Con óleos sobre tabla o lienzo, Sean Norvet (1987, Los Ángeles – EE UU) se refocila en la podredumbre. En sus trabajos, la comida es la hermana siamesa de la decadencia, una presencia repulsiva y grasienta con cierto regusto apetecible. Practica un surrealismo pop ya tradicional de la cultura underground californiana, pero con especial interés en la gula, en el consumo impulsivo de fast food.