Entradas etiquetadas como ‘Albert Bierstadt’

La Montaña Mágica está en Huesca

La Montaña Mágica existe y está en Huesca, al norte, en la frontera. Cruzas el pueblecito de Aísa y su recoleta piscina, abandonas los límites civilizados; la carretera te sacude entonces -cóctel de huesos, zumito de plasma- hacia arriba, por oleadas de pinos que te añaden su menta salvaje; superas una curva y al fondo, como en un espejismo, un disparo, o un cuadro de Bierstadt, la visión te apuñala la córnea.

Cuadro de Albert Bierstadt. Sunrise at Glacier Station 1889–90. Wikimedia Commons.

Cuadro de Albert Bierstadt. Sunrise at Glacier Station 1889–90. Wikimedia Commons.

Es un espectáculo. La forman tres pirámides irregulares: desnudas, grisáceas, magentas, torturadas por el viento y las aguas del diluvio, cúmulos presidenciales que sobresalen entre los valles cerrados, y que ocupan el final de todos los caminos.

¡Una Roma del Pleistoceno que atrajo a los viajeros de la Edad de Piedra!

 

Cuando llegas a sus faldas, tras la dura caminata, es hora de juegos: vacas, mariposas, grutas, paredes de cíclope, árboles vencidos, arcadia, murciélagos. Vértigo, desprendimientos, cabeceras de torrentes activos… Un innombrable silencio.

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Utopía

Among the Sierra Nevada, California, 1868. Albert Bierstadt. Wikimedia Commons.

Among the Sierra Nevada, California, 1868. Albert Bierstadt. Wikimedia Commons.

El cuadro lo firmó Albert Bierstadt, pero yo lo llamaré utopía. En 1868 capturó este horizonte de cordilleras salvajes en el que no sabemos si empieza o termina la noche. Es solo la estampa de un sol naciente o moribundo, inclinado sobre las aguas recién nacidas; allí los animales mojan sus patas, y los bosques, como silenciosos espectadores, se sienten sagrados.

Dejadme llamarlo utopía.

Bierstadt fue el gran retratista del Salvaje Oeste, antes de que el ferrocarril importara la plaga. El cuadro corresponde a Sierra Nevada, estado de California, hoy una antorcha encendida en el valle de la emergencia. Paradójicamente Bierstadt colaboró con la destrucción de estos paisajes con sus labores de topógrafo explorador. Había retratado los territorios aún no conquistados. Murió solo y olvidado, quizás soñando con la utopía perdida.

Las utopías suelen ser lugares lejanos, espacios que pensamos futuros, decimos que inalcanzables. La utopía es el lugar al que se aspira a ir, donde nos gustaría vivir. Y cuando yo miro hacia el futuro en el que querría morir, veo un cuadro de Bierstadt.

Quiero verlo, acudir a él como el elefante que camina a su cementerio:

Veo que en este futuro la naturaleza, como en el lienzo, mantiene su cíclico retorno. Veo en este cuadro el símbolo de nuestra continuidad: la supervivencia de este paisaje significa el porvenir de los hijos. Lo siento como un baile perfecto, orgánico, como la lluvia suave o la brisa fresca en verano, mi esperanza tiene aquí el aliento del musgo. No veo la tecnología en este cuadro porque ahora es invisible, y está al servicio del paisaje y no en contra. Si éste lograr sobrevivir, entiendo que supimos corregir los errores, unir esfuerzos y lazos como si fuéramos un inteligente micelio, y sé que tuvimos que hacerlo en el último minuto… Me entusiasmo porque hemos respondido juntos a esta debacle que empezó en el día en que decidimos comportarnos como una plaga que viaja en ferrocarril. Veo que hemos vencido a la cultura suicida del ahora mismo. Comprendimos el sentido de la palabra hogar al identificarlo con este paisaje. Somos los habitantes del jardín y no la plaga, y lo sentimos en carne viva, vertimos en él nuestro instinto de pertenencia: el río es la arteria; el árbol, el alveolo; el mar, la sangre; el amanecer, la córnea húmeda…

Somos los que podremos volver a pintar un cuadro de Bierstadt.

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Óleos que ‘nacen’ en el tronco de un árbol

'Trophy' - Alison Moritsugu - Foto: alisonmoritsugu.com

‘Trophy’ – Alison Moritsugu – Foto: alisonmoritsugu.com

En el tronco cortado a lo ancho, las finas circunferencias concéntricas (anillos) revelan la edad de los árboles —los seres vivos más longevos del planeta— desplegando una prodigiosa biografía. La ciencia de la dendrocronología analiza los surcos exactos como discos de vinilo, documentos gráficos de sequías, inundaciones, cambios en la estabilidad de la tierra y en el clima.

Los círculos rodeados de corteza y los cortes limpios y verticales de troncos de árbol son para la hawaiana Alison Moritsugu lienzos en los que pinta parajes naturales del pasado. Con los óleos de Log Series (Series de troncos), bellos de un modo canónico, la artista explora «los artificios de la pintura paisajística de los siglos XVIII y XIX».

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