El hombre que tiene 100.000 revistas y no piensa digitalizarlas

James Hyman en el almacén del archivo

James Hyman en el almacén del archivo – Foto: James Hyman Archive

En un momento en que lo correcto parece ser convertir lo tangible en binario, en un puro dato compatible con la neovida que llevamos, James Hyman es un contrasentido viviente. Nacido en 1970 —es decir, con edad para ser un hijo del boom digital— este inglés, antiguo empleado de la MTV, se dedica a recolectar ejemplares físicos de material impreso. Se jacta de ser el coleccionista con más publicaciones del mundo, unas 100.000, y dice que no, que ni en broma piensa digitalizarlas.

El Hyman Archive, instalado en un almacén del este de Londres [mapa], es el receptáculo donde Hyman guarda el resultado de 25 años de búsqueda, encuentro y clasificación de revistas, cómics, fanzines, panfletos, flyers, catálogos y otro material efímero de eso que algunos llaman, con un deje de superioridad, baja cultura.

La única forma de consultar el material es ir a la sede —previo establecimiento de una cita y pago de una cuota (Hyman no recibe ayudas públicas como ciertos archiveros que se pasan el día escaneando material impreso)— y ver lo que quieras con tus propios ojos, manosearlo con tus manos como antes hicieron otros, oler el leve aroma mohoso del papel barato y amarillento…

En suma, volver a ser persona y no persona con gadget añadido casi desde la cuna.

Las revistas, semanarios, mensuales y demás son de 3.000 cabeceras distintas y resumen el delta de centenares de brazos de la cultura popular, una especie en riesgo de extinción por la llegada invasiva y depredadora de internet.

Dice alguna definición que la cultura popular es aquella que «hace referencia al conjunto de patrones culturales y manifestaciones artísticas y literarias creadas o consumidas preferentemente por las clases populares (clase baja o media sin instrucción académica, o en la antigüedad «la plebe») por contraposición con una cultura académica, alta u oficial centrada en medios de expresión tradicionalmente valorados como superiores y generalmente más elitista y excluyente».

La misma fuente cita sin ánimo completista estas manifestaciones de la baja cultura: en lo musical, el tango, el jazz, el reggae, el rap, el heavy metal y el rock; en el baile, el hip-hop, el street dance y otros estilos urbanos; en lo plástico, el grafiti y el arte urbano; en lo literario, los géneros fantástico, novela negra y ciencia ficción, y en ocio, el cómic, los videojuegos, el anime y los juegos de rol.

No estoy de acuerdo: ni me parece que la baja cultura sea material de consumo de personas «sin instrucción académica», ni consideraría de menor influencia, altura o intensidad al rock, por ejemplo, que a la música clásica —que ha fagocitado fórmulas roquistas desde hace más de medio siglo para no morir por esclerosis creativa—.

Hyman con el primer ejemplar de 'Playboy'

Hyman con el primer ejemplar de ‘Playboy’

Tampoco a Hyman le parece correcto que se menosprecie la cultura popular, que, según dice, se ensancha con las manifestaciones del pop —no por masivo e inmediato menos elocuente o cultural—. En el archivo, detalla, puede encontrarse material, en ocasiones firmado por los mejores críticos o analistas, sobre cine, televisión, vídeos musicales, arte, moda, arquitectura, diseño de interiores, tendencias, juventud, estilos de vida, hombres, mujeres, tecnología, deportes, contracultura, animación…

Como dato relevante, señala que el 55% de las publicaciones del Hyman Archive no está en los catálogos de la Biblioteca Británica. Por mucho que la venerable institución se presente como la gran reserva del saber impreso, albergue 150 millones de títulos y reciba cada año tres millones más, es imposible encontrar en sus archivos determinadas publicaciones consideradas intranscendentes o banales, pese a que este tipo de objetos son parte de la gran radiografía social y cultural de nuestro tiempo.

Hyman rebusca en uno de los estantes del archivo - Foto: James Hyman Archive

Hyman rebusca en uno de los estantes del archivo – Foto: James Hyman Archive

El Hyman Archive ya ha sido útil: proporcionó un muro de citas extraidas de revistas juveniles para la exposición David Bowie is de 2013, una de las muestras museísticas más exitosas de la historia, ha prestado materiales a Amazon y proporcionó copias de publicaciones para un reciente muestra sobre el movimiento mod.

«Internet tiene agujeros», dice el archivista y curator Tory Turk. «Además, todo es demasiado fácil en línea, donde cualquier persona puede publicar cualquier cosa. Aquí hablamos de calidad «.

Hyman agrega: «Todavía vivimos en un mundo físico. Hay algo especial en el material impreso. Las revistas son orgánicas, casi humanas: pueden ser rasgadas, estar manchadas, incluso morir».

Jose Ángel González

 

 

3 comentarios

  1. Dice ser SanSatan

    no he terminado de leerlo si soy sincero

    pero me parece absurdo que se tenga mas imortancia al medio en el que lees que lo que lees

    30 enero 2017 | 14:01

  2. Dice ser elisabeth

    Todo lo que se escribe por internet desaparecera en el viento y queda lo fisico , las revistas………… Además es destructivo para el ser humano tanto digital

    Los niños han de jugar con pelotas, al yoyo, tener coches, bicis, tebeos, comic……………..

    30 enero 2017 | 23:10

  3. Dice ser Jose

    Tampoco yo he digitalizado mi libro… Si lees este post lo entenderás.
    https://dametresminutos.wordpress.com/2015/08/12/mi-libro/

    31 enero 2017 | 10:20

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