Turismo infraestructural: visitar lugares de difícil o casi imposible acceso

Ocho lugares del mundo a los que resulta casi imposible viajar - Fotos © Unknown Fields

Ocho lugares del mundo a los que resulta casi imposible viajar – Fotos © Unknown Fields

En tiempo de nada para hacer, «cuánto me aburro» y cuando toda actividad cerebral se reduce a lidiar con las comparativas de aerolíneas, aprenderse de memoria las entradas de la Wikipedia sobre los posibles destinos, buscar algo de color local, contratar un tour guiado por personas que saben la Wikipedia mejor que usted o buscar cómo lisiarse una pierna—las opciones para los necesitados de supuración adrenalínica seguida de luxación van del parapente a las aguas bravas—, no contemple ninguno de los ocho lugares que aparecen en el mosaico de fotos que abre la entrada.

Están vedados, son tóxicos, permanecen protegidos por circuitos de cámaras, rodeados por vallas y bien señalados como «todos los intrusos serán perseguidos» —quizá no solo por la ley—. Atrévase si de verdad, como anuncia a los amigos verano tras verano, quiere salir de los senderos trillados.

El «estudio de investigación nómada» Unknown Fields (Campos desconocidos) te puede llevar a los «paisajes distantes» que no quieren que veas: los campos de pruebas abandonados de lanzamiento de misiles en medio de la nada australiana, la refinería de tierras raras más grande del mundo (Baotou-China), la carretera de los OVNIS de los EE UU, un viaje en un barco de transporte de contenedores —el servicio de mensajería de productos no siempre limpiosdel neoliberalismo—; minas de zafiros en Madagascar; factorías semiclandestinas de material electrónico; centros comerciales abandonados…





El grupo de activistas, que se definen como «exploradores, artistas, visionarios y reporteros», prometen «aventuras en las expediciones a los confines de la tierra que dan testimonio de mundos alternativos, paisajes alienígenas, ecología industrial y la precariedad de la naturaleza salvaje».

Son lugares «icónicos pero ignorados» que «forman parte de sistemas globales que los conectan de manera sorprendente con nuestra vida cotidiana». Se trata de viajar a lugares que ofrecen la posibilidad de experimentar las «narrativas entrelazadas» que mueven el mundo, documentar «historias escondidas y reimaginar las realidades complejas y contradictorias del presente», dicen en su página web los responsables del colectivo: Liam Young, relacionado con el think-tank Tomorrow Thoughts Today, y Kate Davies, de la Liquid Factory.

Young y Davies, los fundadores de Unknown Fields, son arquitectos, diseñadores y teóricos del turismo infraestuctural, una disciplina todavía en fase formativa que pretende demostrar la necesidad e interés de mapear —las nuevas herramientas digitales son una gran ayuda: desde mínimas cámaras de vídeo de altísima resolución hasta aplicaciones en línea— las construcciones humanas, estén en uso o en estado de abandono, para saber en qué y cómo fallamos, qué crímenes cometimos contra la Tierra y tal vez establecer que fianza deberíamos pagar para purgar la culpa.

Jose Ángel González

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