En el centro de la bandera de la Unión Europea, dentro del círculo interior que forman las estrellas, Vlady ha hecho un agujero perfecto. La tela está atada a dos edificios y desde abajo, a través de la abertura, se ve el cielo. Desde arriba la perspectiva es otra: si la bandera tuviera la función de prevenir una caída, de evitar una muerte al impactar contra el asfalto, no serviría de nada.
Con un largo currículum de intervenciones, acciones y murales, casi todos ocupando espacios callejeros «de modo ilegal», el italiano (siempre fiel a la máxima minimalista del menos es más) no se considera un creador callejero, sino «un artista visual multidisciplinar». En su trayectoria marca un antes y un después el año 2011, cuando su arte pasó de ser «sobre todo decorativo» a tener un componente de denuncia.
La bandera vacía es una viñeta amarga para la que escogió un escenario estratégico: Tesalónica. También en la ciudad griega el autor instaló en la playa dos hileras de bolardos dorados unidos por cuerdas rojas y flanqueando una alfombra roja que sale del mar mediterráneo. La instalación llamada Refugees Welcome tiene, según su autor, «una interpretación libre».
El chiste, el surrealismo y la protesta se unen en obras efímeras que sólo perviven en fotografías. En un banco urbano hecho con aparcamientos de bici y cintas para restringir una zona de obras o en una valla publicitaria pintada de blanco en la que se lee The End la consigna es clara, comunicar al máximo empleando el mínimo de materiales y de tiempo de ejecución.
Helena Celdrán
El Arte no necesita mucho, sólo emocionar, mover una fibra en los sentidos, inmiscuirse en la realidad como continuación del espejismo absurdo.
El Arte protesta y se queja porque le duele la vida.
12 junio 2016 | 12:25