El piloto israelí que prefirió objetar y bombardear el mar

Akram Zaatari, 'Letter to a Refusing Pilot', 2013 © Akram Zaatari, Courtesy the artist and Sfeir-Semler Gallery, Hamburg/Beirut

Akram Zaatari – ‘Letter to a Refusing Pilot’, 2013 © Akram Zaatari, Courtesy the artist and Sfeir-Semler Gallery, Hamburg/Beirut

La historia, que no por indemostrable deja de ser radiante, cuenta que el piloto de aquel F-16 de la aviación de Israel tuvo un rapto de lucidez y entendió que toda orden puede y debe ser desbodecida si contiene el germen de un crimen.

En algún momento del verano de 1982, durante la Guerra del Líbano, que la jerarquía sionista prefirió bautizar con un aroma bíblico y, por ende, pecaminoso, como Operación Paz para Galilea, el aviador recibió la orden de bombardear una escuela en la ciudad costera de Sidón, 50 kilómetros al sur de Beirut.

El militar, de quien no sabemos el nombre pero, como sucede con todos los ángeles, podemos imaginar los ojos pardos de los judíos, la nariz lanzada, la conciencia perseverante de una historia demasiado antigua…, fue inspirado por una luz interior —esta vez sí procedente del mensaje de paz y consuelo de la Biblia— e imaginó, no sin certeza, que los escolares a los que estaba a punto de matar tal vez leían El principito, la historia de un aviador, un niño de las estrellas, un cordero, una caja, un baobab, un zorro

Decidió entonces, mientras surcaba a velocidad de cometa (casi 1.500 kilómetros/hora) la mañana candente del mismo territorio donde predicaron los profetas y los primeros cristianos se acostumbraron a la posibilidad de los milagros, cambiar de rumbo, adentrarse varias millas en el longevo Mediterráneo y soltar la carga mortal sobre una zona vacía del mar.

Los 7.700 kilos de bombas cayeron en la alfombra de agua, elevando sifones que parecían juguetes esculpidos por la historia y el valiente aviador regresó a su base, sabiendo, sin que le importase demasiado, que sería detenido, degradado, culpado de traidor y encarcelado por el Ejército cuyas órdenes acababa de desobedecer mediante esa figura legal que debería ser de obligado estudio en las escuelas: la objeción de conciencia.

Akram Zaatari, 'Letter to a Refusing Pilot', 2013 © Akram Zaatari, Courtesy the artist and Sfeir-Semler Gallery, Hamburg/Beirut

Akram Zaatari – ‘Letter to a Refusing Pilot’, 2013 © Akram Zaatari, Courtesy the artist and Sfeir-Semler Gallery, Hamburg/Beirut

Al documentalista fotógrafo y artista visual libanés Akram Zaatari, nacido en Sidón en 1966, le llegó la historia moral desde varias fuentes: familiares, amigos, conversaciones atrapadas en el azar de lo cotidiano…  Aunque no sabe si es cierta, ha comprobado que circula entre los libaneses con la misma frescura que El Principito entre los niños del mundo entero y los adultos que desearían crecer en reverso o, como decía el judío polaco aseinado por la Gestapo Bruno Schulz, Madurar hacia la infancia.

Letter to a Refusing Pilot (Carta a un piloto objetor) es la pieza audiovisual que Zaatari ha creado a partir de la situación: un piloto, unas docenas de escolares, una orden sanguinaria, un momento de clarividencia y los chorros de agua, elegantes como baobabs, naciendo del mar para cumplir la única función que deberían tener las bombas: divertirnos como un show de pirotecnia.

El documental poético [puede verse seccionado en estos vínculos de YouTube: 1, 2, 3, 4] representó oficialmente a Líbano en la Bienal de Venecia de 2013 y será la pieza central de la exposición antológica sobre los trabajos de Zaatari en los últimos diez años que anuncia el museo Kuntshaus de Zúrich entre el 20 de mayo y el 31 de julio.

Akram Zaatari Courtesy the artist and Sfeir-Semler Gallery Beirut/Hamburg

Akram Zaatari – Courtesy the artist andSfeir – Semler Gallery Beirut/Hamburg

Experto en documentalismo, en la búsqueda de restos de memorias, el rastreo de los arañazos personales y colectivos que provocan los poderosos en los normales y la forma en que los media, sobre todo la televisión, también hacen la guerra —sin objetar casi nunca—, Zaatari es el cofundador de la Fundación Árabe de la Imagen, una respuesta de urgencia a la falta de archivos fotográficos en Oriente Medio, donde los únicos almacenes de imágenes, como la única vida digna, están gestionados y muy bien capitalizados por los gobernantes de Israel.

En algún momento de la narración del aviador Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944) en El Principito, el protagonista y habitante del mínimo planeta dice:

A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: ‘¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?’ Pero en cambio preguntan: ‘¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?’ Solamente con estos detalles creen conocerle.

No es irracional imaginar que el aviador desobediente del F-16 arrojó las bombas al mar repitiendo uno de los aforismos de candidez extrema del pequeño ser noble:Pero nosotros, que comprendemos la vida, nos burlamos de los números.

Como posdata final que evidencia la posibilidad de la objeción y las bombas arrojadas al mar como señal de desobediencia contra la barbarie, pasen ustedes por Breaking the Silence, la organización que apoya a los soldades israelíes que se niegan a ser cómplices de la política bélica y racista del alto mando sionista. Su grupo de Facebook es un buen medio para saber cómo los presionan, amenazan y quieren ilegalizar por «traidores» desde el cada día más intransigente con las voces disonantes gobierno de Bibi Netanyahu, que, sospecho por el acero de la mirada, nunca he tenido la mínima voluntad de leer El Principito.

Jose Ángel González

6 comentarios

  1. Dice ser la fortaleza de espíritus

    No es más fuerte, ni tiene más razón, quien lanza bombas.
    Es más fuerte quien hace todo lo posible por no lanzarlas.

    24 marzo 2016 | 13:08

  2. Dice ser El Andoba

    ¿Seguro que estando en guerra en la escuela habian niños?
    ¿Quereis hacerme creer que el Mosad y los Servicios Secretos o incluso el Gobierno israeli, iban asesinar deliberadamente niños?
    A los pilotros les dan las coordenadas y nunca suelen explicarles lo que hay debajo, les marcan los objetvos para evitar esos cuentos chinos.
    Que el piloto hiciera esa maniobra por su cuenta, si claro, pero porque se iluminó él mismo, lo demas un cuento de los blogueros estos

    24 marzo 2016 | 14:04

  3. Dice ser Antonio

    Al loro con la frase «están gestionados y muy bien capitalizados por los gobernantes de Israel.»

    Será que los palestinos no saben gestionar y capitalizar muy bien las imágenes de sus muertos, y si hace falta falisficar las imágenes, pues se falsifica y punto. Todo con tal que las débiles democracias occidentales sigan sufragando a los palestinos, es un medio de vida muy jugoso.

    24 marzo 2016 | 14:21

  4. Dice ser Antonio

    Por cierto, a ver si el redactor proporciona alguna página de Facebook de alguna organización palestina que condene el lanzamiento diario de cohetes contra Israel y los ataques navajeros… oh, wait.

    24 marzo 2016 | 15:15

  5. Dice ser Juan Carlos

    A toda esa gente que compara el genocidio a palestina con las decenas de muertos que ha provocado los palestinos en respuesta, les invito a viajar e ir allí, a Israel y Palestina, recorrerla de su mano, participar de la gente de ambos países y de sus charlas… No me gustan los muertos, de ninguna raza, país, sexo o religión. Pero, por favor, si no habéis visto lo que allí ahí, no lo comparéis.

    24 marzo 2016 | 16:46

  6. Dice ser Antoni

    @Juan Carlos, creo que confundes muchas, muchas cosas. En primer lugar, confundes quién ataca primero (los palestinos, lanzando cohetes diariamente y mandando a sus carniceros a atacar salvajemente). Así, poco proceso de paz puede continuar. Segundo, confundes el significado del término «genocidio». Genocidio es lo que sufrieron los judíos, los armenios o los tutsis. Los palestinos no sufren ningún genocidio (yo no he visto cámaras de gas, aunque igual la propaganda palestina las inventará algún día), para empezar porque han multiplicado su población por 10 en 50 años.

    No hace falta visitar la zona para tener una mínima idea no sesgada de lo que hay allí, pero si vais, escuchad bien lo que dicen unos y otros en la intimidad. Unos quieren vivir en paz, y otros quieren exterminar a los vecinos. Y la gente normalmente los confunde.

    25 marzo 2016 | 11:47

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