Mil horas de jazz clásico gratis en 650 casetes digitalizados

Captura de la web con la colección de jazz de David W. Niven - Imagen: Internet Archive

Captura de la web con la colección de jazz de David W. Niven – Imagen: Internet Archive

Me atrevo a intuir que me llevaría bien con el señor David W. Niven, del que nada sé excepto lo primordial para cimentar una fructífera amistad: le gustaba, como a mí, el jazz polvoriento y aún rugoso previo a la revuelta del bop post Parker; los desvaríos, deliciosos pero con exceso de pompa del modal post Miles, o locos pero demasiado chirriantes del free post Ornette.

A mi invisible amigo Niven le agradaba, por ejemplo, esta colección de lamentos de Louis Amstrong grabada entre 1028 y 1929, es decir, cuando el trompetista más sudoroso del mundo todavía era un músico para garitos donde sólo podías entrar, so peligro de paliza, si te acompañaba un negro con influencia entre la parroquia.

Jelly Roll Morton, Tape 1, 1923-1926 - Imagen: Internet Archive

Jelly Roll Morton, Tape 1, 1923-1926 – Imagen: Internet Archive

El fanático Niven murió en 1993. Sembró bondad suficiente para que no importen el cadáver o la pérdida de otro cuerpo de ser mortal fatigado por la vida. Coleccionó grabaciones y discos desde los años veinte del siglo pasado y no se olvidó, cuando vislumbró que el final estaba cerca, de dejarnos un regalo a quienes cargamos con la desdicha de permanecer aquí abajo.

Con la educación musical y el goce de sus hijos en mente —y sus hijos en este caso somos todos—, Niven decidió en los años ochenta grabar en casete los miles de discos que había ido comprando desde que tenía diez años, cuando un primo de veinte le hizo escuchar a los Amstrong’s Hot Five, el quinteto que no tomaba en vano el adjetivo caliente de la nomenclatura. Aquel diez pulgadas, con My Heart en la cara A y Cornet Chop Suey en la B, le llevó a entender que tal vez el mundo no era tan mal sitio como dicen.

Las grabaciones de la colección de Niven ocupan 650 casetes, que, una vez digitalizados con calidad de audio de CD, contienen mil horas de música en 1.378 archivos WAV que pesan 637 gigabytes. Hay, como adenda documental, 691 archivos gráficos con las cajas de las cintas anotadas por Niven.

Todo está alojado para quien necesite alimento para el espíritu en The David W. Niven Collection of Early Jazz Legends, 1921-1991, uno de los estantes virtuales del casi eterno Internet Archive.

El paseo no es solamente placentero. Resulta casi imprescindibe. Inserto tres ejemplos seguidos de colores emocionales muy distintos pero la misma pólvora como relleno: la siempre desolada Billie Holiday, el pianista Bud Powell y el Santo Padre Duke Ellington, del que toda la prole se alimentó y sigue alimentándose.



Antes del comienzo de cada sesión de casete, el coleccionista Niven comenta lo que vamos a escuchar y ofrece información de contexto sobre los músicos y las piezas. No solo nos regaló su colección de discos, sino que inventó los podcast.

No hace falta añadir que los archivos pueden bajarse y ser usados libremente porque están libres de derechos.

Entren, pasmen y sean felices en la sucursal del mejor de los garitos. Si me invitan, yo pongo el ron.

Jose Ángel González

2 comentarios

  1. Dice ser Jorge

    +1

    14 marzo 2016 | 10:58

  2. Dice ser Jazz hermoso gracias linda sorpresa

    Her mimoso

    15 marzo 2016 | 08:49

Los comentarios están cerrados.