Archivo de enero, 2016

Documental y ‘biopic’ sobre Robert Mapplethorpe, el ‘James Dean siniestro’

Izquierda, James Dean en una foto de promoción de 'Rebelde sin causa', 1955 - Derecha, Autorretrato de Robert Mappelthorpe, 1980 © Robert Mapplethorpe Foundation

Izquierda, James Dean en una foto de promoción de ‘Rebelde sin causa’, 1955 – Derecha, Autorretrato de Robert Mapplethorpe, 1980 © Robert Mapplethorpe Foundation

Más de una vez han sido citadas las similitudes entre este par de galanes y el twist que los emparenta pese a la brecha de los calendarios.

James Dean, cuyo segundo nombre era apropiado para la vida fosfórica que llevó: Byron, vivió tan rápido como el Porsche 550 Spyder al que llamaba Pequeño Bastardo y entre cuya dinámica carrocería plateada murió por un multitraumatismo el 30 de septiembre de 1955, a los 24 años, tras estrellarse por exceso de velocidad contra el coche mucho menos glamuroso que conducía un chico proletario llamado Donald Turnupseed. El conductor superviviente montó una empresa eléctrica y vivió hasta los 63. Nunca dijo una palabra a los periodistas que le abordaban en cada efeméride.

El organismo de Robert Mapplethorpe aguantó algunos años más, aunque no demasiados: colapsó a los 42, el 9 de marzo de 1989, por complicaciones derivadas del virus del sida. Al contrario que Dean, tuvo tiempo para encargar a una periodista de prestigio la redacción de una biografía oficial sin aristas, disfrutar de una fortuna ganada gracias a la especulación artística y montar una fundación para que sus herederos paguen menos impuestos.

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Deja que tu teléfono te avise de las tres personas que mata al día la policía de los EE UU

Captura de 'The Counted', del diario 'The Guardian'

Captura de ‘The Counted’, del diario ‘The Guardian’

La sección The Counted (La cuenta) es la única base de datos fiable sobre las personas muertas por la policía en los EE UU. La iniciativa, que puso en marcha el diario The Guardian en 2015, suple la falta de un cómputo oficial de víctimas de los muy letales cuerpos de seguridad estadounidenses, que abatieron letalmente el año pasado a 1.139 personas, tres cada día de media.

La violencia policial, un asunto que pone de los nervios a las administraciones estadounidenses y a sus fuerzas del orden —en las que trabajan 1,1 millones de personas, 765.000 de ellas con capacidad para detener y, por lo visto, disparar con puntería fatal, asignadas a 18.000 agencias y departamentos de todos los niveles administrativos y territoriales—, es una materia opaca de la que pocos políticos o cargos públicos desean hablar en el país más violento del mundo.

El diario inglés se apuntó un tanto de responsabilidad y valentía cívica al crear The Counted —la sección de Amnistía Internacional en los EE UU lo reconoció al otorgar a la iniciativa la medalla de oro de 2015 a los medios internacionales por la defensa de los derechos humanos—. No sólo se trata de llevar la cuenta de los abatidos por empleados públicos con licencia para matar, sino para poner nombre, cara, circunstancias y raza a los de otro modo forzosamente silenciosos y socialmente casi invisibles fiambres.

Gracias a la  base de datos sabemos, por ejemplo, que los policías que matan prefieren a los negros (7,18 por millón de cadáveres), cuya posibilidad de morir a balazos es el doble que la de los latinos (3,5). Los blancos, mayoría racial todavía en el país, pueden estar más tranquilos: 2,9.

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¿Quieres oler lo mismo que olieron Whitney Houston o Lady Di al morir?

Boceto del proyecto inmersivo para 'sentir' la muerte de famosos. Captura de la web de Frederik Duerinck and Marcel Brakel

Boceto del proyecto inmersivo para ‘sentir’ la muerte de famosos. Captura de la web de Frederik Duerinck y Marcel van Brakel

Te introducen en una caja metálica de apariencia clínica, una especie de tomógrafo algo pretérito. Deslizan tu cuerpo hacia el interior de la estructura cerrada por todos los extremos excepto por uno. Entras en el cofre porque quieres saber qué sintieron al morir Whitney Houston, Lady DiJFK o Gadaffi. Tú eliges el final de personaje histórico que quieres experimentar. Sólo necesitas la nariz.

Famous Deaths (Muertes famosas), un proyecto artístico que se asoma a lo tenebroso, permite a los voluntarios encerrarse en una cámara de aislamiento en la que serán recreados los olores que experimentó el muerto por el que hayas optado. Los otros cuatro sentidos —oído, vista, tacto y gusto— permanecen, al menos por ahora, fuera de la ecuación.

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Las botas de charol rojo están huérfanas. Yo también

Red platform boots, 1971 Aladdin Sane tour Courtesy The David Bowie Archives

Red platform boots, 1971 Aladdin Sane tour Courtesy The David Bowie Archives

Es inviable un mundo en el que te saque de la cama la noticia de la muerte de un compañero de travesía. Con una exactitud cronológica de secuenciadorDavid Bowie (8 de enero de 1947 – 10 de enero de 2016) ha dejado la vida a los 69 años y dos días. Esa es hoy la medida de mi orfandad.

Escribo desde Berlín y admito, por vez primera, que el charol rojo de las botas de plataforma no puede esquivar el barro del empedrado de la tosca ciudad donde Bowie, en uno de sus ejercicios de doppelgänger, predijo en 1977 la decadencia de Europa. La nieve sucia y los abetos abandonados de la navidad también han acordado cantar un responso en esta mañana plomiza.

Como la música, real pero inasible, infinita pero evanescente, el muerto ha poblado mi vida desde que yo era un chiquillo.

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Raquetas de bádminton bordadas y otras proezas con hilo y aguja

Bordado de la serie 'Pendants' - Foto: danielleclough.com

Bordado de la serie ‘Pendants’ – Foto: danielleclough.com

Utilizando clásicos bastidores redondos, Danielle Clough logra que la mirada de un colibrí contenga viveza, que el bordado de una piña o un aguacate active las papilas gustativas, que una foto en blanco y negro pueda convertirse en puro color…

Las puntadas de la artista son cortas y claras, se amontonan como granos secos de arroz. Tiene un talento para el bordado que le permite sobrepasar las posibilidades del medio, combinando colores con valentía, creando sombras y degradados de tonos que son más propios de la pintura que del hilo y la aguja.

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Kodak quiere que regreses a la película Súper-8 (pero solo si eres rico)

Prototipo de la cámara - Foto: fuseproject

Prototipo de la cámara – Foto: fuseproject

La empresa Kodak se aventura por el camino de la nostalgia que tanto frecuentan, y lo saben bien los administradores de la empresa, aquellos que pueden permitirse cualquier capricho. De ese derecho, porque encapricharse no es criticable en principio, estamos desheredados la inmensa mayoría de los demás.

La firma, que en el pasado llegó a controlar el 90% de la venta de aparatos de fotos en el mundo pero que desde 2012 no fabrica cámaras de ningún tipo, acaba de anunciar que trabaja en el desarrollo de un gadget que califican, con bastante desvergüenza, de asombroso: un tomavistas de película Súper-8, el formato de película de cine que se expandió de manera prodigiosa en la década de los años setenta del siglo pasado y con el que comenzaron a trastear muchos cineastas que ahora son estrellas. Una década y media más tarde el film dejó de producirse con normalidad —se puede encontrar, pero no en todos los mercados y siempre a precios altos—.

Con el eslogan de Super 8 Filmmaking Revival Initiative (Iniciativa para revivir la cinematografía en Súper-8), Kodak comunica al mundo que está «rehaciendo» la cámara y que en el otoño de 2016 estarán a la venta las primeras unidades.

Atención al uso de dos palabras-fuerza que suelen poner las registradoras a funcionar, revivir e iniciativa, y que permiten a los promotores de la maniobra eludir los términos negocio y venta, porque mentar el dinero en público es sucio y los poderosos dejan la pelea explícita a muerte por un billete a filipinos, afroamericanos, griegos, ancianos, yonquis y la ya casi inexistente clase media… Los ricos no hablan de dinero: lo degluten.
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Dibujos perversos que deben mirarse con lupa

'Now' - Ben Tolman

‘Now’ – Ben Tolman

Ben Tolman tiene la paciencia de un monje amanuense, dibuja entre seis y ocho horas al día, rechaza las prisas y los atajos. Está convencido de que, en un futuro lejano, los únicos documentos que probarán su identidad serán sus obras.

Ese creciente testamento consiste en dibujos en blanco y negro en los que ilustra barrios, urbanizaciones, ciudades, la mayoría de ellos inventados o tan solo basados en lugares reales. Detallista con los edificios, también lo es —de un modo perverso— con los habitantes. En la pequeñez, vistos desde lejos, se disfrazan bien el desamparo, la incoherencia, la violencia y la locura.

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El inesperado fenómeno Zanón

Carloz Zanón - Foto: Jorge París

Carloz Zanón – Foto: Jorge París

He visto el futuro del rock and roll y se llama Carlos Zanón.

No creo que me demande si copio y pego algo de su propiedad, un extracto largo de un relato.

Los rockers de verdad nunca demandan.

Va entonces:

Cuando viajo, y siempre estoy viajando, no salgo de las habitaciones de los hoteles. La gente me asusta. Pienso en ellos, conocidos y desconocidos, y me aterran. Me bloquea tener que abordarlos, saludarlos, empujarlos, tener que abrir la boca para achicar el espacio entre ellos y yo, disimular la extrañeza, disolver el aroma a miedo y holocausto. Palabras nacidas muertas, gestos imitados, una manera pactada de moverse, alzar una copa de la mesa, apretar el botón del ascensor, ser yo y, al mismo tiempo, el espejo de lo que quieren ver los otros, ser también todo lo demás que no puedo ni quiero ser yo.
¿Puedes oírlos? Son helicópteros. ¿Puedes oírlos? No, no puedes pero créeme: son helicópteros.
Soy una estrella. Soy una mierda. Soy el hombre que asesinó al hombre que quería y no quería ser una estrella. Nadie escucha(rá) mis canciones. Nadie lee(rá) lo que (no) digan de mí los libros. Nadie ve(rá) mis películas. Yo ya no escucho las canciones de los otros porque me lo sé todo y estoy encerrado en mi mente, sin víveres ni agua, sin puertas ni ventanas. Solo cristal traslúcido a mi alrededor. Metal caliente, frío abisal. Soy una estrella. Un niño perdido en la feria. Un hombre asustado palpándose y observando que las mejillas apenas cubren ya mis pómulos como fundas en los brazos de un sofá.
(…)
¿Puedes oírlos? Dime si puedes oírlos.
Me gusta ganar, dejar, olvidar pero quizás no a ti.
Necesitabas a alguien que te dijera que los Reyes son los padres solo para los niños malos y las niñas ricas. Así luego, poder dormirte pulcra e inocente sobre las cajas de cartón vacías. Noche del cinco de enero: todos a encerrarse a sus casas. Acostarse pronto. Más que la llegada de los Reyes Magos parece que arribe el Ángel de la Muerte, cal viva sobre insomnes y padres miserables que no tienen dinero para regalos.
En la India se derrumba un edificio de siete plantas lleno de gente cosiendo mis deportivas, tus camisetas.
(…)
Quién hubiera dicho que Leonard Cohen me iba a sobrevivir?
Pudo ser todo mucho más hermoso, más grande. Fantaseo con mi obituario y los imbéciles que dirán o insinuarán cosas sobre mí. Los excesos me reventaron por dentro. Maybe. ¿Qué importa? La última vez que estuviste aquí me hubiera gustado decirte que nunca aceptes el trueque de fantasía por verdad. Me hubiera gustado darte las gracias por follarme debajo de las sábanas en nuestro particular iglú sin oxígeno. Me hubiera gustado invitarte a cenar, una copa más en cualquier sitio, carreras por las aceras de Manhattan tras el amor de tu vida que estás a punto de perder, cualquiera de esas tonterías que hacen que la vida sea una mentira entusiasta.
A ratos eras bonita, a ratos loca, siempre decente y leal, qué divertido fue: la corza que desconfía y el paciente inglés muriéndose de sed en la cueva.
(…)
Me iré sin saber si me gustó el poder o el sexo.
Estar enamorado o enamorar.
Beber o estar borracho.
Me iré sin que me gusten los primeros discos de Roxy Music.
Me hubiera gustado colgarte de mi pelo.
Me hubiera gustado amarte, que me amaras, vivir en tu casa, ser débil y generoso, normal y anónimo, nada ni nadie.
¿Puedes oírlos? Son helicópteros.
¿Puedes oírlos? No, no puedes, pero, créeme, es Herodes bombardeando Belén.
Quimioterapia.
Gases de la risa.
Venganza.

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Cientos de ilustraciones libres de derechos, para disfrutar y descargar

Ilustración de Yan' Dargent para una edición de 1870 de la 'Divina comedia' de Dante

Ilustración de Yan’ Dargent para una edición de 1870 de la ‘Divina comedia’ de Dante

El francés Yan’ Dargent (1824-1899) ilustra la Divina comedia de Dante Alighieri con grabados de sensualidad celestial. En primer plano, una mujer tapada sólo con gasas transparentes alza el vuelo recortada contra un fondo de lejanas estrellas. Con todas sus taras, Internet obra el milagro de propagar la imagen y alimentar las miradas del mundo con obras escondidas que pueden permanecer invisibles durante años en gruesos volúmenes custodiados por bibliotecas.

Old Book Illustrations (Viejas ilustraciones de libros) nace de una iniciativa independiente, del deseo de compartir en Internet, a alta resolución y sin cortapisas, arte gráfico con derechos de autor caducados, creado para ilustrar emocionantes historias vendidas por entregas, fábulas, colecciones de cuentos, manuales o diccionarios enciclopédicos.

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