El Museo de los Museos Online (MoOM), de lo banal a lo exquisito

AIWA HS-JX2000 - Imagen: Walkman Archive

AIWA HS-JX2000 – Imagen: Walkman Archive

Sin tener en cuenta la web profunda velada para los legos (estoy exagerando: aquí explican cómo entrar en  las cavernas con el navegador TOR), Internet es el mayor zoco jamás imaginado. Mientras escribo hay en línea casi 1.000 millones de páginas web según un contador en tiempo presente. Traducido a medidas líquidas, representa unos cinco millones de terabytes. En medición de amoblamiento, el equivalente, más o menos, a cinco billones de libros gruesos.

La gente del Museo de los Museos en Línea (cuyas siglas en inglés son MoOM —nótese el guiño al MoMA en la letra minúscula que rompe el acrónimo—) se dedica a una tarea casi arqueológica: reunir en un directorio a todos aquellos que coleccionan algo.

Que coleccionan, ¿qué?, sería una pregunta con sentido según la lógica previa a la monstruosidad digital. Ahora, porque aquí todo vale, la respuesta es pública: que coleccionan cualquier cosa, desde lo grandioso hasta lo necio.

Pueblan la red recolectores de capturas de pantalla de virus informáticos avisando que te han contaminado, de walkmans como el modelo de lujo que abre la entrada (y su complemento necesario: etiquetas de casetes vírgenes), de mapas y horarios de trayectos aéreos de cualquier época y línea, de automóviles (el censo de modelos del banco de datos es de 4.000), catálogos desde 1940 de la cadena de electrónica Radio Schack, de pegatinas de precios, de imágenes de todo pelaje de chicas inconscientes siendo llevadas en brazos de aquí para allá por hombres o criaturas…

Poster sobre seguridad en el trabajo, 1928 - Diseño: Herman Heyenbrock - Imagen: 50 Watts

Poster sobre seguridad en el trabajo, 1928 – Diseño: Herman Heyenbrock – Imagen: 50 Watts

No todo es banalidad en MoOM —una iniciativa de Coudal Partners, un estudio de Chicago (EE UU) dedicado a la publicidad, el comercio electrónico y la acumulación de contenidos—.

El inventario de museos en línea dirige a lugares tan exquisitos como 50 Watts, un espacio personal de altísima calidad dedicado al diseño gráfico y la ilustración; al DMMapp, un buscador de manuscritos medievales digitalizados; a una colección de libros constructivistas que hará las delicias de cualquier melancólico por la vanguardia bolchevique; al doloroso Archivo de Películas Perdidas, una base de datos en construcción permanente sobre más de cuatro mil medio y largometrajes de los que no quedan copias; al viaje de 360 grados por la Capilla Sixtina

Captura de la visita virtual a la Capilla Sixtina Sixtina

Captura de la visita virtual a la Capilla Sixtina Sixtina

Sin mayor pretensión que agrupar las direcciones de acceso a museos —están todos los importantes—, galerías, espacios artísticos y, sobre todo, con una esmerada colección de vínculos a páginas personales de curators por simple placer y con conocimiento, el MoOM es un conector hacia los miles de mundos dentro del gran mundo de los cinco millones de terabytes de Internet.

Por cierto, una advertencia para quienes sostienen que la civilización virtual es la salvación del conocimiento ¿Saben cual sería el peso en una balanza de los impulsos electrónicos que generan toda esa información? Alguien lo calculó en 2007: si pudieran pesarse equivaldrían a más o menos 60 gramos, una o dos uvas. Un bocadito y, zas, se acabó.

Jose Ángel González

Los comentarios están cerrados.