Archivo de julio, 2015

Los futbolistas de Inglaterra hacen el saludo nazi (y otro millón de minutos de noticias)

La selección inglesa de fútbol hace el saludo nazi en Berlín en 1938

La selección inglesa de fútbol hace el saludo nazi en Berlín en 1938

Un millón de minutos de reportajes cinematográficos cortos (newsreel, en inglés) han sido alojados en el canal de YouTube de la agencia Associated Press (AP). Son 550.000 noticias filmadas en cine desde 1895: un balcón para asomarse al pasado, un buen ejercicio, como es sabido, para combatir la borrachera del presente multicambiante y la resaca de sentir que nada anterior a la ingeniería informática sirve para nada.

Los promotores del archivo, el mayor de noticias filmadas y digitalizadas que puede encontrarse en línea, definen el asunto como «una enciclopedia visual» de alto calado. No les falta razón: serían necesarios dos años de visualización ininterrumpida para agotar el material. Además de AP, en la iniciativa está embarcada también British Movietone (British Pathé), la productora de noticias en cine que funcionó en el Reino Unido hasta 1986.

Abundan en los múltiples recodos de los archivos lecciones de historia contadas casi siempre con el tono algo añejo y rimbombante de los noticieros que nos ponían antes del largometraje y que, sin embargo, todavía son frescas y oportunas.

Por ejemplo:

1. El terremoto de San Francisco de 1906 que, junto con los incendios que provocó, dejó la ciudad convertida en un guiñapo. Algunos sismólogos dicen que no pasará demasiado tiempo antes de que la falla de San Andrés vuelva a eructar de nuevo con el sismo al que llaman big one (el grande, que en 2006 predecían para los próximos diez años, o sea: ya), una circunstancia que me emociona teniendo en cuenta que en las inmediaciones de la hoy clasista e invivible ciudad están los cuarteles generales de los supervillanos (Apple, Facebook, Oracle, Adobe, eBay, Twitter…).

2. Partido de fútbol Alemania-Inglaterra en Berlín, 1938. Cuando suena el himno alemán, los jugadores de la selección inglesa, en uno de esos gestos que han convertido el fútbol en el deporte más cazurro de la historia y a los futbolistas profesionales en los más descerebrados, hacen el saludo nazi —como la hoy Reina Isabel unos pocos años antes, cuando su real tío la entrenaba sobre cómo saludar a lo ario—. Poco después, Hitler empezó a bombardear el Reino Unido, país del que murieron 500.000 ciudadanos entre civiles y militares durante la II Guerra Mundial. El partido de fútbol se celebró en mayo de 1938, dos meses antes del anchluss que llevó a los nazis a anexionarse Austria e iniciar el cisco. Por si a alguien le importa, el clásico lo ganó Inglaterra por paliza: 6-3.

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La reacción de un niño de 8 años a las campañas de moda

A Yolanda Domínguez (Madrid, 1977) se le da bien hacer ruido, ha demostrado ser una maestra de la acción artística callejera. A ojos de los transeúntes, son caricaturescas o producto del desequilibrio mental, por eso ridiculizan con efectividad los estrambóticos cánones de belleza impuestos por la industria de la moda y fuerzan al público a mirar de frente la imagen que se difunde de la mujer en las campañas publicitarias.

En Poses (2011), uno de sus primeros proyectos sonados, una serie de mujeres adoptaban por la calle las posturas extremas y antinaturales de los editoriales de moda de las revistas. Para la acción colectiva Registro (2014), Domínguez puso de acuerdo a mujeres de varias ciudades de España para que registraran su cuerpo como propiedad en el Registro Mercantil de Bienes. Una de sus últimas performances ha sido Accesibles y Accesorias (2015), para la que un grupo de chicas en lencería acudieron a una sede de Multiópticas en respuesta a una campaña publicitaria de la cadena de ópticas que tenía como eslogan «Ten la increíble sensación de estrenar todas las veces que quieras».

Hace unos días colgó en YouTube un vídeo de su último experimento. Niños vs. Moda pone a niños de 8 años a comentar fotos de las últimas campañas de moda de grandes marcas (Prada, Marc Jacobs, Dior, Balenciaga, Hugo Boss, Pepe Jeans…) y al principio es refrescante descubrir las reacciones infantiles a imágenes supuestamente glamurosas o sofisticadas. Pronto queda claro que sus pensamientos traspasan el punto de vista divertido y genuino, son un ejemplo de objetividad.

«Parece que está asustada», «como… Si fuera pobre», «y parece que tiene una enfermedad, porque el brazo lo tiene aquí y aquí está el hombro», «se siente sola y con hambre», «le preguntaría a mi madre que cómo podríamos ayudar a que estuviera unos días en alojo para no estar en la calle». Todas esas observaciones corresponden a una de las imágenes publicitarias de Loewe para la colección primavera/verano 2015: una flaquísima modelo se tapa con el brazo la parte inferior de la cara y permanece tirada al pie de unas escaleras.

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Una biblioteca en línea de libros que conjugan el verbo pecar

Cuatro de los libros de la Wellcome Sexology Collection

Cuatro de los libros de la Wellcome Sexology Collection

Son libros que los padres solían guardar bajo llave y que hasta no hace mucho no dejaban consultar con libertad en las bibliotecas. Libros que conjugan el verbo pecar.

La Wellcome Collection —una heterodoxa organización inglesa dedicada al arte, la difusión del conocimiento y la organización de exposiciones— ha colgado centenares de miles de ilustraciones de uso libre, organiza un certamen de imágenes científicas de creciente prestigio [ediciónes de 2014 y 2015] y nunca ha ocultado el interés por la sexualidad.

Ahora, gracias al apoyo del Internet Archive, esa bella utopía que pretende garantizar el acceso universal a todo el conocimiento sea cual sea el soporte, pone a disposición de cualquier curioso la Wellcome Sexology Collection, una por ahora pequeña bibilioteca (va por los 56 ejemplares) que permite el acceso libre y la descarga de libros eróticos y pornográficos.

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Las ‘bombas’ inofensivas que nunca querrías tener en tu maleta

'Bomb #1' - Petros Efstathiadis

‘Bomb #1’ – Petros Efstathiadis

Un poco de cinta americana, un par de cables y un aparato de mecanismo sencillo son suficientes para infundir sospecha y terror. Habitamos un mundo que nos enseña a temer y a aceptamos con fatalidad los controles en aeropuertos, edificios oficiales, museos… Mientras pasas por el arco de metales y te cachean, te esfuerzas por parecer dócil, debes demostrar lo antes posible que eres inocente.

Aunque no podrían ser más inofensivas, las bombas de Petros Efstathiadis son lo último que uno querría tener en la maleta. Bombs se expone hasta el 31 de julio en el museo Benaki de Atenas como parte de la edición de este año del APhF (Festival de Fotografía de Atenas). Desde la organización del festival describen la colección de fotos de los artilugios como «conceptos de bomba» y los comparan con «juguetes infantiles», imitaciones que emulan la guerra y el terror del mundo adulto.

'Bomb #2' - Petros Efstathiadis

‘Bomb #2’ – Petros Efstathiadis

Usa cacharrería que encuentra en Liparo Pellas, el remoto pueblo griego en el que vive y que usa de telón de fondo de todos sus proyectos. Al norte del país —pegado a Macedonia— de menos de 500 habitantes y englobada en la región en el que nació Alejandro Magno, el pueblo lo inspira a crear a partir de lo casero, a reinterpretar un paisaje rural que se resiste a cualquier cambio.

El artista y fotógrafo griego pega y ata objetos que nada tienen que ver unos con otros: una pastilla de jabón, monedas unidas con celo, una calculadora, una escoba, un compás, pinzas para tender la ropa… En la primera mitad del siglo XX, la combinación se habría clasificado como arte surrealista; en el presente, la paranoia global transforma las obras en posibles explosivos terroristas.

Helena Celdrán

'Bomb #5' - Petros Efstathiadis

‘Bomb #5’ – Petros Efstathiadis

'Bomb #4' - Petros Efstathiadis

‘Bomb #4’ – Petros Efstathiadis

'Bomb #7' - Petros Efstathiadis

‘Bomb #7’ – Petros Efstathiadis

'Bomb #8' - Petros Efstathiadis

‘Bomb #8’ – Petros Efstathiadis

Almayso, fotógrafo e hijo del fundador de la cervecera Mahou

Almayso. Disfrutando de una cerveza en el Retiro, 1901 © Fondo Almayso

Almayso. Disfrutando de una cerveza en el Retiro, 1901 © Fondo Almayso

El joven Alfredo Mahou y Solana (1850-1913), uno de los hijos del tenaz empresario Casimiro Mahou Bierhans —nacido en Lorena, entonces región alemana, ahora francesa—, se fue de viaje a Europa cuando tenía 20 años con un encargo paterno: buscar maquinaria para el negocio familiar, una fábrica madrileña de papel pintado de nombre muy alambicado: El Arco Iris, Gran Fábrica de Colores al Temple y al Olio.

Cuando el muchacho regresó a Madrid trajo algo más que ingenios mecánicos para la factoría: había descubierto la fotografía, todavía incipiente y compleja, pero en expansión imparable. En 1870 abrió en la capital española el primer estudio fotográfico. Lo bautizó con un acrónimo de sus iniciales, Almayso, y se instaló en los locales de la empresa familiar, en la calle Amaniel, 29.

Aunque el negocio de los Mahou y Solana cambió de objetivo —en 1890, ya fallecido el fundador, los cuatro hijos, entre ellos Alfredo, decidieron dedicarse a la fabricación de cerveza, quizá sin saber que se convertirían en millonarios con una de las marcas más señeras del historial de la bebida en España, Mahou—, el fotógrafo logró compaginar las actividades de gerente empresarial de un producto de éxito y retratista.

Almayso no era un artista de la fotografía y no destaca por la técnica o la excelencia en la composición y el positivado. Al contrario, era tirando a torpe y primario y la intención de la mirada ni siquiera se adivina.

Lo suyo era la cantidad: al morir dejó un archivo de 6.000 originales que han sido restaurados y digitalizados en los últimos años. Mahou, que celebra en 2015 el 125º aniversario de la fundación de la empresa, expone parte de ellos en la exposición Historia de Almayso. Pasado, presente y futuro de la obra de Alfredo Mahou y Solana.

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Anders Gjennestad, arte callejero a vista de pájaro

'Memorie Urbane', mural de Anders Gjennestad en un colegio de Gaeta (Italia)

‘Memorie Urbane’, mural de Anders Gjennestad en un colegio de Gaeta (Italia)

Anders Gjennestad (Arendal – Noruega, 1980) adopta el nombre artístico de Strøk cuando ejerce de artista urbano. En la calle es un sibarita de las superficies viejas y desgastadas, un cazador de paredes deterioradas y de puertas metálicas oxidadas; en el estudio —donde firma con su nombre real— usa como lienzo tablas de madera y chapas corroídas por la humedad.

Artista autodidacta y residente en Berlín (ciudad ideal cuando se trata de rincones deteriorados por el tiempo) trabaja con espray y plantillas y representa a menudo a niños jugando en la calle, derrochando horas en una eterna tarde de julio cualquiera. Gjennestad perfila las sombras infantiles con precisión, haciéndolas a veces alargadas, dejando claro que la pandilla de niños se propone derrochar con descaro cada tarde de las vacaciones de verano. En los planos cenitales, sobre las paredes, parece que los críos han conseguido ponerse de pie sobre las paredes desafiando las leyes de la gravedad.

'Nuart' - Anders Giennestad. Foto: Kalevkevad

‘Nuart’ – Anders Giennestad. Foto: Kalevkevad

Escoge siempre el blanco y negro, no quiere quitar protagonismo a los tonos naturales de las maderas rayadas ni a los desconchones de las paredes: se trata de que la imagen sepa convivir con la superficie que le ha tocado.

Se sube a edificios lo suficientemente altos para observar los movimientos de los transeúntes y hace fotos como referencia para las plantillas. Pone especial atención a los niños y los grupos de adolescentes porque son los más activos y tienen un amplio catálogo de posturas, dispara y recoge esos momentos fugaces desde su posición anónima y privilegiada, como un ave de presa. Después pinta lo que ha fotografiado, corta a mano las plantillas y las divide por capas para dar profundidad a la obra.

Helena Celdrán

'Achtung' - Anders Gjennestad

‘Achtung’ – Anders Gjennestad

'Crossover' - Anders Gjennestad

‘Crossover’ – Anders Gjennestad

Gjennestad trabajando en el mural 'Memorie Urbane'

Gjennestad trabajando en el mural ‘Memorie Urbane’

'T' - Anders Gjennestad

‘T’ – Anders Gjennestad

Obra de Gjennestad en Hawái

Obra de Gjennestad en Hawái – Anders Gjennestad

El ‘Códex Gigas’: la Biblia más grande del mundo es la del Diablo

El 'Codex Gigas' - Foto: National Library of Sweden

El ‘Codex Gigas’ – Foto: National Library of Sweden

Es el manuscrito medieval más grande del mundo: mide 92 centímetros de alto; 50,5 de ancho, y 22 de grosor. En correspondencia a tamañas dimensiones, pesa lo suyo: 74,8 kilos. Tiene 624 páginas de papel vitela para elaborar las cuales fueron necesarias las pieles de 160 animales. Los expertos no han podido determinar si se trataba de becerros o asnos.

Todo en el Codex Gigas —del latín libro grande— tiene dimensiones astrales. Más que un libro, es una constelación. Como todo ser titánico, tiene varios nombres: Biblia del Diablo, Codex GiganteusGigas librorum, Fans Bibel, Hin Håles Bibel (La Biblia del Viejo Nick) y Svartboken (El libro negro).

También el contenido es dispar: una transcripción en latín de la Biblia Vulgata en escritura carolingio minúscula —el texto bíblico no es íntegro: faltan algunos libros como el Apocalipsis—. Como si se trata de una colección de favoritos, el redactor añadió a los libros sagrados el Chronica Boemorum (Crónica checa) de Cosmas de Praga; un compendio de curas, encantamientos mágicos y conjuros de exorcismo; dos trabajos del historiador judío Flavio Josefo; las Etimologías gramáticas del arzobispo polímata San Isidoro de Sevilla; tratados del médico Constantino el Africano, un calendario, una lista necrológica de personas fallecidas…

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‘Vestigios íntimos’, muebles ‘fundidos’ con el cuerpo humano

'Intimate Vestiges' (Installation) - Fiona Roberts

‘Intimate Vestiges’ (Installation) – Fiona Roberts

En la sala poco amueblada dominan tonos rosáceos, pálidos y hogareños. Dan ganas de quitarse los zapatos sentándose en la silla tapizada de estilo neoclásico, tirarse a leer en una alfombra que promete ser mullida y más tarde tumbarse en la cama deshecha. Cada objeto de la estancia está unido a la anatomía humana de un modo que supera el contacto corporal. Intimate Vestiges (Vestigios íntimos) es una colección de piezas de la artista australiana Fiona Roberts, convencida de que nuestro hogar y nuestro cuerpo son como antiquísimos «palimpsestos«, manucritos reutilizados en los que todavía se adivinan los restos de lo que había escrito antes. Lee el resto de la entrada »

El desinterés del ‘transactivismo’ por una exestrella en la miseria

Holly Woodlawn (Fotos: Wikipedia)

Holly Woodlawn (Fotos: Wikipedia)

La canción, un catálogo preciso de una tribu dedicada sin remordimiento al cultivo del vicio entendido como revuelta —y ciertamente tal vez sea la depravación la mayor y más efectiva forma de rebelión—, empieza así:

Holly vino de Miami, Florida
Atravesó los EE UU haciendo autoestop
Se depiló las cejas de camino,
Se afeitó las piernas y entonces él era ella

La primera protagonista de la letanía de Lou Reed sobre el wild side es Holly Woodlawn. Nació en Puerto Rico en 1946 con una identidad que sólo es posible en la afiebrada tierra caribe-guajira: Haroldo Santiago Franceschi Rodriguez Danhakl.

La genética estaba tan mareada como la genealogía: Haroldo se sentía como una mujer nacida en un cuerpo de hombre. Aunque nunca se sometió a una reasignación quirúrgica de sexo, desde 1969 empezó a tomar esteroides, cambió su nombre por el de Holly, un homenaje al personaje de Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes, y vivió desde entonces como mujer.

Mientras el mundo moderno aplaude y apoya lo queer —convertido en guiño de consumo y en bazofia televisiva por productos de medio pelo como la serie producida por el holding Amazon Transparent—, Holly a estado a las puertas de la indigencia y a punto de ser expulsada de un hospital de Los Ángeles por carecer de dinero suficiente para pagar tratamientos médicos necesarios para su salud deteriorada.
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El pintor que traslada la soledad de Edward Hopper al siglo XXI

'Q Train' - Nigel Van Wieck

‘Q Train’ – Nigel Van Wieck

Cada obra de Edward Hopper (1882-1967) es un charco de silencio, una nueva forma de entender la soledad: el ser humano del siglo XX se encierra en sí mismo, se desconecta de sus semejantes y está rodeado de paisajes tan bellos como melancólicos. El artista obliga siempre al espectador a llegar tarde y sólo le permite adivinar un fragmento de la historia completa.

El año en que nació el pintor Nigel Van Wieck (Reino Unido, 1947), Hopper pintaba Summer Evening (Noche de verano), una escena veraniega bañada por la luz blanca del porche de una casa de madera. La mujer, poniendo los brazos hacia atrás para apoyarse, lleva una cortísima falda rosa con un top del mismo color; el hombre está ligeramente inclinado hacia ella. Entre la tensión y la incapacidad para comunicarse, ambos permanecen a la espera de que suceda algo en los próximos segundos.

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