La guitarra que Anguita regaló a la Columna Durruti

Julio Anguita (izquierda), Vini Reilly y la guitarra cordobesa, 1987

Julio Anguita (derecha), Vini Reilly y la guitarra cordobesa, 1985

El señor de la derecha —supongo que la ubicación no le hará gracia pese al pullover de habitual de Marina Beach que se agenció para la ocasión— es Julio Anguita, por supuesto. Cuando fue tomada la foto, en 1985, ejercía como alcalde de Cordoba, le llamaban el califa rojo, era el azote de la tibia socialdemocracia de Felipe González y estaba a punto de hacerse con la secretaría general del Partido Comunista de España para intentar extender una forma de hacer política basada en lo que llamaba la «ética de la responsabilidad». La idea, acaso por la ceguera de la cocaína y la riqueza, no caló en aquel entonces en el electorado pero hoy parece profética.

El flaquísimo joven de la izquierda es Vini Reilly , un muchacho de Mánchester (Reino Unido) que comandaba The Durruti Column, un grupo que también proponía una forma de acercamiento a la música basada en la verdad de la emoción antes que en la brillantez del acabado. Reilly lo explicaba así:

No sé si es buena música, mala música o música indiferente. No tengo ni idea y no me importa demasiado (…) Sea la que sea, mala, buena, indiferente, estúpida, aburrida…, es veraz. Cuando la toco es verdadera y honesta (…) Y la verdad puede ser dolorosa. Habla de pérdidas cercanas a mí, de mi propia depresión, tiene un propósito catártico.

¿Qué hacían juntos el marxista Anguita, doctoral, pedagógico, locuaz, algo pagado de sí mismo pero de brillante oratoria e ideario casi utópico, de 44 años, y el consumido Reilly, de 35, líder de una banda que toma el nombre de la Columna Durruti, el cuerpo de milicias ácratas montado en la Guerra Civil española por el Robin Hood de la justicia social, Buenaventura Durruti, boicoteado y odiado por los comunistas —el desprecio era mutuo: el anarquista los consideraba defensores del peor enemigo, el Estado—?

Autorretrato de Vini Reilly - www.thedurutticolumn.com

Autorretrato de Vini Reilly – www.thedurutticolumn.com

La reunión de Anguita y Reilly fue el resultado de una circunstancia política: los ayuntamientos de Córdoba y Mánchester acordaron hermanarse —el consistorio andaluz practica el gesto con asiduidad: en su lista de municipios fraternos aparecen Fez, Belén, La Habana, Damasco, Lahore, Núremberg y otras cuantas ciudades—. En el verano de 1985 una delegación municipal cordobesa viajó a la ciudad inglesa para darse a conocer, intentar hacer negocios y mostrar excelencias culturales.

Presidida por Anguita, de la comitiva formaban parte empresarios y músicos flamencos, entre ellos el guitarrista José Antonio Rodríguez y el cantaor El Pele. Se habían programado actuaciones a lo largo de una semana y el alcalde llevaba como regalo una guitarra fabricada con esmero por el prestigioso luthier Juan Montero. Sus asesores habían contado al regidor que Manchester bullía en un movimiento musical renovador y el instrumento era un adecuado obsequio.

En Una guitarra para Durutti (Evaristo Vinuesa, 2008), un documental muy difícil de localizar —si alguien conoce su paradero en Internet, sería una bendición que compartiese el vínculo en los comentarios—, los implicados explican los pormenores del encuentro. Anguita dice que pensó en Reilly como destinatario del regalo porque The Durruti Column era «un grupo inusual». El músico confiesa que fue el primer sorprendido pero que le encantó la guitarra, que utilizó en el disco The Guitar and Other Machines (1988).

En 1983 —la socialdemocracia admitía las grietas de luz—, The Durruti Column tocó sus canciones de atmósferas licuadas en La edad de oro, el programa de TVE que siempre será, pese a la petulancia de su directora, una referencia mundial en la forma de llevar el rock, en directo y con público, a la pantalla pública.

Veinte años después Reilly, tras dos derrames cerebrales que le dejaron postrado, impedido para tocar la guitarra y arruinado, fue salvado por una recaudación pública inmediata entre los muchos amigos de su música. En un solo día enviaron 3.000 libras esterlinas al melancólico guitarrista, que afirmó sentir cómo el peso del mundo dejaba de yacer sobre sus hombros.

Anguita, que ha sufrido tres derrames cardiovasculares, había perdido en 2003 a uno de sus hijos, el periodista Julio Anguita Parrado, muerto en la guerra de Irak al ser alcanzado por un misil. El padre, que recibió la noticia durante un acto en favor de la república como sistema de gobierno para España, hizo una escueta declaración que, creo, secundarían Reilly e incluso Durruti:

Ha sido un misil iraquí, pero es igual, lo único que puedo decir es que vendré en otra ocasión y seguiré combatiendo por la tercera república. Malditas sean las guerras y los canallas que las apoyan.

Jose Ángel González

1 comentario

  1. Dice ser Antonio Larrosa

    Malditas sean las guerras y los que roban dinero echando las culpa al que llega primero,

    Las musas me son propicias.
    La fortuna esquiva
    Mis argumentos, de cine ¡Albricias!
    La suerte… ¿Estará cautiva?

    antoniolarrosa.com

    29 junio 2015 | 12:21

Los comentarios están cerrados.