Niños en ‘off’ ante el ‘espejo negro’ de la televisión

Cassidy, from 'Idiot Box' © Donna Stevens

Cassidy, from ‘Idiot Box’ © Donna Stevens

Los niños de menos de seis años ven una media de ochenta minutos de televisión al día. En España la situación es todavía peor: los de entre 4 y 12 años pasan a diario dos horas y media ante el aparato. Son los más enganchados de Europa tras los italianos y tienen un consumo catódico mucho más alto que en países con menos horas de luz solar y con mayor tendencia al encierro en casa: en Alemania, por ejemplo, la media es de una hora y 33 minutos.

La fotógrafa australiana pero residente en Nueva York Donna Stevens firma el proyecto Idiot Box (Caja tonta), una colección de retratos que desean mostrar la ausencia, la inmensa soledad, el abandono y la residencia en otro mundo de los niños pequeños situados en soledad ante un aparato emisor de programación televisiva.

Esta es la reflexión de Stevens sobre el trabajo:

La televisión es uno de los muchos ‘espejos negros’ que median en nuestras vida en el presente. ‘Idiot’ Box confía en explorar la parte más oscura de nuestro amor por la tecnología.

La serie de fotos tomadas mientras los niños ven la tele es una exploración entre la relación de contradictoria codependencia que todos compartimos con la tecnología y los medios de comunicación. ¿Deberíamos ser más cuidadosos sobre al papel de la tecnología en nuestras vidas? ¿Es justificada nuestra tecno-paranoia? Sea el ‘gadget’ que sea, ¿siguen siendo humanos nuestros problemas?

Datsun, from 'Idiot Box' © Donna Stevens

Datsun, from ‘Idiot Box’ © Donna Stevens

Mila, from 'Idiot Box' © Donna Stevens

Mila, from ‘Idiot Box’ © Donna Stevens

Ni aturdidos, ni confundidos; ni desconcertados, ni estupefactos, porque, si ese fuese el caso, implicaría preguntas, dudas, atención, cierto nivel de reflexión.

Los niños que Stevens retrata en las habitaciones a oscuras, solamente alumbrados por el azul frío de las pantallas de plasma, parecen lo contrario: pasmados, atontados, embobados, necios y en off para todo lo que no sea la emisión.

Podría argüirse que los críos no ven la tele de esta manera, que no suelen estar solos, que otros miembros de la unidad familiar o del círculo de amistades participan de la ceremonia, que se suele tender a una visión activa, con discusiones, comentarios, bromas o simple cháchara jocosa sobre lo que sucede dentro de la caja, pero no estaríamos en lo cierto: la mayor parte de los niños pequeños ven la tele a solas, según dicen los estudios epidemiológicos, son dejados ante el aparato para que sus hipnóticas emisiones mantengan a los críos en un nivel cómodo de sedación, para que la tele sea el chupete mojado en heroína, como los de esos yonquis a los que lapidan socialmente los media cada vez que un caso salta al conocimiento público.

Rhys, from 'Idiot Box' © Donna Stevens

Rhys, from ‘Idiot Box’ © Donna Stevens

Lo peor, alertan los expertos en salud mental, no está en el tiempo de visión directa, sino en las emisiones de segunda mano que reciben los niños cuando la televisión permanece encendida como background para la vida. Esta visión pasiva —que eleva la media de exposición televisiva a entre cuatro y cinco horas al día entre los críos de los EE UU— contribuye a una bajada en picado en las capacidades de interacción, aumenta el déficit de atención y provoca trastornos durante el sueño.

Sin caer en la exageración ni demonizar al medio televisivo —creo que resultaría aún más tenebroso ver a los mismos críos ante un videojuego—, los retratos de Idiot Box parecen de niños afásicos o quizá convencidos, como el personaje de la pequeña Carol Ann Freeling en Poltergeist, de que ahí enfrente, dentro del espejo negro y al alcance de la mano, vive alguien subyugante pero al que no conviene conocer.

Jose Ángel González

Nico,  from 'Idiot Box' © Donna Stevens

Nico, from ‘Idiot Box’ © Donna Stevens

Emmeline,  from 'Idiot Box' © Donna Stevens

Emmeline, from ‘Idiot Box’ © Donna Stevens

4 comentarios

  1. Dice ser Carlos

    Sinceramente, no veo a qué viene el ataque gratuito a un medio completamente diferente -e infinitamente más interactivo- como el videojuego.

    De igual manera que los contenidos de TV varían entre el documental, el programa educativo, la misa y la película porno, los videojuegos también lo hacen, y la frase del articulista refleja su completo desconocimiento sobre el tema.

    11 junio 2015 | 14:09

  2. Dice ser puntos suspensivos

    La gente que cree que es peor jugar videojuegos que ver televisión son unos completos ignorantes…

    ¿Sabias que jugar videojuegas mejora entre otras cosas la toma de decisiones? Se ve que no…

    11 junio 2015 | 14:22

  3. Dice ser roetnig

    Dice ser puntos suspensivos

    Que mejore la toma de decisiones no implica que se tomen mejores decisiones.

    Los videojuegos atontan y mucho.

    11 junio 2015 | 15:55

  4. Dice ser Alfa

    Hay de todo tipo de videojuegos como dice #1, pero que se culpe a los videojuegos de todas las maldades continuamente es de traca. Para empezar que hay un montón de juegos calificados para mayores de 18 y ahí tienes un colectivo denominado como «niños ratas» que no tienen respeto alguno. La culpa es de los padres por permitirles a los niños jugar a esas cosas. Se ha comprobado infinidad de veces y en estudios los beneficios que aportan los videojuegos, tanto como si es un juego de puzzles en el que hay que pensar, como si es de acción en el que tienes que ser rápido; al final son mejoras que TOTALMENTE sobrepasan a estar como un borrego mirando porquerías en la tele (Telecinco) durante varias horas. Llevo mucho tiempo jugando a los videojuegos desde chico, respeto a los demas, saco buenas notas, me va bien, ¿dónde están esos efectos perjudiciales? Si hay personas que no saben diferenciar la realidad de lo virtual no es culpa de un juego desde luego. Cabe añadir que siempre hay que tener moderación en todo. Un saludo.

    11 junio 2015 | 17:02

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