La elaboración ‘sagrada’ del sake japonés

Dejan de ver a sus familias durante seis meses para trasladarse a vivir en el mismo lugar en el que trabajarán. Los hombres de entre 20 y 70 años de edad pasan el duro invierno del norte de Japón consagrados a la fabricación del sake, una bebida alcohólica con milenios de antigüedad, de un sabor sutil y que acaricia la garganta invitando a repetir.

En una situación mundial en que la masificación domina la producción de alimentos y bebidas (y cada vez más aspectos de la vida) sigue habiendo lugar para una historia tan asombrosa como la que descubre The Birth of Saké (El nacimiento del sake), un documental que se adentra en la historia de la destilería Yoshida, un negocio familiar japonés, de 144 años de antigüedad y que sobrevive con una dignidad monacal al saturadísimo mercado del sake en el país, que cuenta con unos 1.000 fabricantes diferentes.

El director —Erik Shirai, afincado en Nueva York— y la productora Masako Tsumura visitaron por primera vez la destilería en agosto de 2012 y quedaron prendados del lugar. El proceso para conseguir permisos fue largo, pero por fin se les permitió grabar allí, montaron una campaña de microfinanciación para terminar de recaudar el dinero que les faltaba y en enero de 2013 pasaron medio año compartiendo el proceso de fabricación «intenso y relativamente desconocido, incluso en Japón» del sake tradicional.

'Fotograma del documental 'The Birth of Saké'

‘Fotograma del documental ‘The Birth of Saké’

Presentado en la edición de este año del neoyorquino Festival de cine de Tribeca, que se clausuró el 26 de abril, el documental ha recibido una mención especial del jurado en la categoría de mejor director novel de documentales. En el vídeo de poco más de dos minutos y medio utilizado para la promoción del proyecto, reina la poesía: el vapor blanco domina las escenas interiores, la nieve del paisaje exterior podría ser también una lluvia lenta de granos de arroz, en los uniformes de los trabajadores también manda el color blanco.

«Estar lejos de tu familia real durante seis meses y vivir sólo con tus compañeros de trabajo puede que sea el aspecto más duro de hacer sake», dice uno de los hombres reclutados para producir la bebida, hecha a partir de la infusión del arroz. Se utiliza una variedad determinada, de grano largo y fuerte, con menos nutrientes que las variedades utilizadas para comer. Como en cada aspecto relacionado con lo tradicional, los artesanos japoneses convierten el proceso en largo, arduo y milagroso que parece unir la poesía con la ciencia.

Las imágenes muestran cómo los trabajadores lo extienden sobre un paño blanco y después frotan con entrega, otras veces lo huelen con veneración, a la hora de la comida lo consumen, conviven con el cereal como conviven con el resto de la plantilla. La elaboración del sake es para ellos comparable a ver crecer a un ser vivo. «Si lo comparas a los seres humanos, sería como criar a un niño. Tienes que cuidarlo correctamente y una vez madura, se convierte en un excelente adulto, entonces se llama sake».

Helena Celdrán

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