Archivo de octubre, 2014

Una casa derritiéndose en el centro de Londres

'The Melting House' - Alex Chinneck - Foto: Angie Dixon

‘The Melting House’ – Alex Chinneck – Foto: Angie Dixon

Es una construcción a tamaño real, de ladrillo, una típica vivienda londinense que no desentona en el paisaje de la calle Southwark, en el sur de la capital inglesa. Se trata de un edificio recién construido y nadie dudaría de su solidez, pero sólo durará en pie 30 días.

Alex Chinneck (1984) da a la casa el críptico nombre de A Pound of flesh for 50p (Una libra de carne por 50 peniques), aunque también se refiere a ella como The Melting House (La casa que se derrite). El artista británico y su equipo han construido los 8.000 ladrillos, los cristales y los marcos de las puertas y las ventanas: todo está hecho de cera salvo el tejado, que descansará sobre una masa amorfa en el plazo de un mes.

La instalación artística forma parte del Merge Festival, que —desde el 19 de septiembre y hasta el 18 de noviembre— aúna proyectos musicales y artísticos en las orillas de la zona sur del Támesis, en el distrito de Bankside. Con la elección del efímero material, el autor recuerda la existencia en ese mismo barrio, hace dos siglos, de una fábrica de velas.

Para la tarea se ha rodeado de químicos, fabricantes de cera e ingenieros que lo han ayudado a conseguir el mayor realismo usando cera de parafina. Desde su inauguración en septiembre, la casa está desmejorada, regueros de gotas recorren los muros como si fueran chocolate derretido. Los cristales se arrugan y encogen formando agujeros. Aunque cabría pensar que hay que esperar a que se derrita por sí sola, en realidad el artista la está derritiendo a su antojo.

Con un aparato para aplicar calor, igual al que se suele usar en las reparaciones de tejados, disfruta del control de transformar el edificio. «Se inspira en el proceso clásico de esculpir un material para darle forma mediante un procedimiento contemporáneo y único», dicen los organizadores del Merge Festival.

Helena Celdrán

'The Melting House' con el aspecto que presentaba el 16 de octubre - Foto: Merge Destival

‘The Melting House’ con el aspecto que presentaba el 16 de octubre – Foto: Merge Destival

'The Melting House' (detalle) - Alex Chinneck

‘The Melting House’ (detalle) – Alex Chinneck

'The Melting House' - Alex Chinneck

‘The Melting House’ – Alex Chinneck

Aspecto de 'The Melting House' ('La casa que se derrite') el 19 de octubre

Aspecto de ‘The Melting House’ (‘La casa que se derrite’) el 19 de octubre

Tres fotógrafos ‘pornográficos’

© Von Brandis

«Obscene Interiors» © Von Brandis

No siempre debemos confiar en la exactitud de los diccionarios. En ocasiones tienden al reduccionismo, son redactados con criterios democráticos —es decir, unidimensionales, para la mayoría, para la masa—, y dejan fuera lo distintivo, lo singular.

Para la Real Academia Española el sustantivo pornografía tiene tres acepciones:

  1. Carácter obsceno de obras literarias o artísticas.
  2. Obra literaria o artística de este carácter.
  3. Tratado acerca de la prostitución.

Si acudimos a la necesaria ampliación y buscamos en la misma fuente el adjetivo obsceno encontramos una sola definición:

  1. Impúdico, torpe, ofensivo al pudor. Hombre, poeta obsceno. Canción, pintura obscena.

El escritor francés Georges Bataille (1897-1962), fascinado por la crueldad, las orgías rituales, el indivisible matrimonio vida-muerte, el sacrificio y las experiencias límite de intoxicación sexual como forma de recepción sensorial ampliada, apuntó el motivo que justifica las acepciones beatas de lo pornográfico:

A muchos el universo les parece honrado; las gentes honestas tienen los ojos castrados. Por eso temen la obscenidad. No sienten ninguna angustia cuando oyen el grito del gallo ni cuando se pasean bajo un cielo estrellado. Cuando se entregan ‘a los placeres de la carne’ lo hacen a condición de que sean insípidos.

En la imagen que preside esta entrada el diseñador gráfico sudafricano Brandt Botes —que prefiere para sus proyectos más húmedos el nombre artístico de Von Brandis— se ha apropiado de una escena porno encontrada en alguno de los infinitos rincones calientes de internet para someterla a la mutilación de recortar a la pareja de amantes y dejar vacía la silueta explícita del coito.

El resultado del experimento, que es parte de la serie Obscene Interiors (Interiores obscenos), es una modalidad de censura —el verbo cortar que ejecuta Brandis ha sido el favorito tradicional de los inquisidores…—, pero abre las fotos a una nueva forma de pornografía, la imaginaria de cada espectador, libre para proyectar en los huecos blancos —el color más pornográfico junto con su complemento, el negro— aquello que sueñe, ansíe o busque: labios, carne, órganos sexuales, piel, fluidos, redención, espiritualidad…

Las siluetas dejan al aire y desnudan los escenarios —el tapete con los córvidos, las telas recargadas, los cortinajes obligadamente corridos (verbo que viene muy a cuento)—, apuntando que también en lo decorativo está lo pornográfico y que, como decía Bataille, el sacrificio —y de eso hablamos cuando hablamos de sexo— «no es otra cosa que la producción de objetos sagrados».

"Internet/Sex" © Noah Kalina

«Internet/Sex» © Noah Kalina

La opción del fotógrafo estadounidense Noah Kalina es mostrar los encuentros de sexo casual de un idealizado viajero solitario que se aloja en despersonalizadas habitaciones de moteles y entra en contacto con sus sucesivas parejas mediante las páginas de contactos de la red.

Pese a lo notorio —queda muy claro lo que sucede aquí— de la serie Internet/Sex, las largas exposiciones utilizadas por Kalina crean la ilusión de movimiento persistente y difuminan los rasgos de cada pareja. No es sin embargo el juego erótico lo que manda en las imágenes, sino la profunda soledad de los escenarios y sus pasajeros habitantes, que el fotógrafo enfatiza intercalando imágenes de ordenadores portátiles encendidos que dan a los ambientes una iluminación de morgue, de sala de autopsias.

 

Bataille, a quien me veo tentado a seguir citando, acentuó la relación entre erotismo («la aprobación de la vida hasta en la muerte») y tránsito funerario y sostuvo que el ser humano no tiene «la más mínima posibilidad de arrojar un poco de luz» sobre el terror pánico atávico al sexo «sin dominar antes lo que le aterroriza», es decir, la muerte.

Sea cual sea el tipo de erotismo con el que pretendemos redimirnos (el filósofo francés distinguía tres tipos: el de los cuerpos, el de los corazones y el sagrado), siempre buscamos acabar con el aislamiento que pademos.

© Yung Cheng Lin

© Yung Cheng Lin

El fotografo taiwanés Yung Cheng Lin podría ser acusado por los menos tolerantes —la correción ha creado monstruos que practican decapitación intelectual en el mundo civilizado con tanto rigor como otros criminales descabezan a rehenes en los desiertos— de cosificar a las mujeres y reseñarlas como juguetes eróticos y motivos de fantasía.

Advierto lo contrario en sus representaciones surreales e inocentes: una admisión del poder femenino en simbólicos encuentros sexuales donde el compañero de intercambio aparece bajo la forma de una rosa que atraviesa la gargante de la mujer, un plátano sostenido por el interior de los muslos por los que resbala una hoja, pinzas de colgar ropa que aprietan la piel de las axilas…

Termino esta breve presentación de tres fotógrafos que son también pornógrafos con otras tantas citas de maestro Bataille [PDF de su ensayo El erotismo] que pueden ayudar a entender como toda noción rigurosa sobre lo pornográfico, lo erótico o lo obsceno se disuelve cuando llega el momento de ponerse a jugar de común acuerdo en el infinito campo de batalla del sexo.

El beso es el inicio del canibalismo.

(…)

Toda la operación del erotismo tiene como fin alcanzar al ser en lo más íntimo, hasta el punto del desfallecimiento (…) una disolución relativa del ser, tal como está constituido en el orden de la discontinuidad. Este término de disolución responde a la expresión corriente de vida disoluta, que se vincula con la actividad erótica. En el movimiento de disolución de los seres, al participante masculino le corresponde, en principio, un papel activo; la parte femenina es pasiva. Y es esencialmente la parte pasiva, femenina, la que es disuelta como ser constituido. Pero para un participante masculino la disolución de la parte pasiva sólo tiene un sentido: el de preparar una fusión en la que se mezclan dos seres que, en la situación extrema, llegan juntos al mismo punto de disolución. Toda la operación erótica tiene como principio una destrucción de la estructura de ser cerrado que es, en su estado normal, cada uno de los participantes del juego.

(…)

Los hombres se desconocen el el bien y se aman en el mal. El bien es la hipocresia. El mal es el amor. La inocencia es el amor del pecado.

Ánxel Grove

Visiones oscuras de Springfield, la ciudad de los Simpson

'UnReal Estate' - Tim Doyle

‘UnReal Estate’ – Tim Doyle

Los escenarios son tan conocidos para ti como los de tu barrio. Con Springfield, el mundo de la familia Simpson, Matt Groening siempre coqueteó con la posibilidad de estar refiriéndose a un lugar real. Primero negó que se refiriera a ninguna localidad, con el tiempo confesó haberse inspirado en su ciudad natal —Portland, en el estado de Oregón—, también en Springfield (Massachusetts), ciudad de procedencia del (hasta el año 2001) productor ejecutivo y show runner de los Simpson Mike Scully.

Springfield contiene la dualidad de no estar situado en ningún estado en particular y a la vez ser representativo de cualquier microcosmos social de occidente. Todos hemos relacionado una ciudad real con el convencional y a la vez caótico, divertido y a la vez mediocre universo de los Simpson.

A lo largo de las ya 26 temporadas de la famosa serie de televisión, sus guionistas han desarrollado la historia y los escenarios con mimo, tanto que cuando uno consulta la entrada de Springfield en la Wikipedia encuentra una cantidad de información similar o superior a la de otras localidades reales. Habitantes: 20.720, elevación: 482 metros, fundada por Jebediah Springfield en 1796, medio ambiente «inusualmente contaminado», geografía «variada» que incluye «bosques, praderas, cordilleras, un desierto, un cañón, un glaciar, playas, badlands, pantanos, un puerto, abrevaderos y canales navegables».

Consciente de que está cerca de ser real para los millones de fans de la serie, el artista estadounidense Tim Doyle crea una colección de ilustraciones que presentan a la ciudad de los Simpson con cierto realismo, envuelta en la oscuridad de la noche de un día cualquiera, con las luces apagadas y siluetas de personajes reconocibles pero a la vez ligeramente humanizados.

'UnReal Estate' - Tim Doyle

‘UnReal Estate’ – Tim Doyle

El badulaque de Apu con las torres de la central nuclear de fondo, el bar de Moe con un saxofonista apoyado en la esquina que podría ser Murphy Encías Sangrantes, la tienda de cómics con un poste de fondo señalando uno de los restaurantes de comida rápida de Krusty Burger… En la atmósfera de las láminas de la colección, que amplía desde 2012, el autor muestra una localidad en decadencia, vacía de vida y melancólica, despojada de sus habituales colores chillones.

Doyle relata en su página web que la idea para esta serie de ilustraciones se remonta al año 2001, cuando saltó la noticia de que, «a raíz de una disputa laboral», los Simpson podían llegar a su fin. «Me encontré extrañamente afectado por esta posibilidad», confiesa reflexionando sobre los muchos años que ha pasado enganchado al show desde su estreno en 1987 en los EE UU en el Show de Tracey Ullman.

«Pensé en cómo las localizaciones más famosas de Springfield, en cómo todos nosotros (…) sabemos dónde conseguir un Fresisuis, pillar un flameado de Moe o recordar dónde Jebediah Springfield perdió la cabeza. Me di cuenta de que estos lugares completamente ficticios forman una especie de geografía cultural».

Helena Celdrán

'UnReal Estate' - Tim Doyle

‘UnReal Estate’ – Tim Doyle

'UnReal Estate' - Tim Doyle

‘UnReal Estate’ – Tim Doyle

'UnReal Estate' - Tim Doyle

‘UnReal Estate’ – Tim Doyle

'UnReal Estate' - Tim Doyle

‘UnReal Estate’ – Tim Doyle

'UnReal Estate' - Tim Doyle

‘UnReal Estate’ – Tim Doyle

'UnReal Estate' - Tim Doyle

‘UnReal Estate’ – Tim Doyle

‘Diferente de los otros’ (1919), la primera película progay de la historia

Fotograma de la pareja de amantes de 'Anders als die Arden'

Fotograma de la pareja de amantes de ‘Anders als die Andern’

Los amantes de la película lo tienen todo en contra: la incomprensión social, la desaprobación familiar y, sobre todo, la salvaje directriz del artículo 175 del Código Penal alemán:

Hay que basarse en que la opinión pública alemana considera la relación sexual entre hombre y hombre como un error, que es capaz de arruinar el carácter y destruir el sentido de la moral. Si este error se extiende, lleva a la degeneración del pueblo y a la decadencia de sus fuerzas.

Sobre esta situación gira Anders als die Andern (en español Diferente de los otros), la primera película en favor de los derechos de los homosexuales, producida en 1919 aprovechando que la censura había sido abolida el año anterior en la efímera República de Weimar, el periodo histórico convulso de la historia alemana que se inició en 1918, tras el final de la I Guerra Mundial, y terminó con la llegada de Hitler al poder.

La película, de cuyo argumento no revelaré detalles para mantener incólume la posible curiosidad del lector, fue inicialmente un largometraje pero no se conserva íntegra. Aunque hay muchas referencias bibliográficas y en hemerotecas, se consideró perdida hasta 1970, cuando fue localizada casi de chiripa una copia en Ucrania. Restaurada y completada con fotos fijas gracias al programa de recuperación de películas clásicas perdidas de la prestigiosa Universidad de California Los Ángeles (UCLA) —organizaron en 2012 un Kickstarter para buscar financiación—, hoy es posible ver este tempranísimo alegato progay casi completo.

Cinematográficamente no tiene demasiado valor —sólo resulta excepcional el actor principal, el gran Conrad Veidt, que al año siguiente se convertiría en la primera superestrella del cine alemán por su papel en la joya expresionista El gabinete del Dr. Caligari—, sobre todo porque Diferente de los otros sólo fue planteada como un pronunciamiento en contra de las leyes que castigaban a los homosexuales a penas que podían llegar a la castración bajo la cínica justificación de que las relaciones entre personas del mismo sexo resultaban peligrosas para la salud pública.

Magnus Hirschfeld (con bigotes) y algunos de sus amigos gay

Magnus Hirschfeld (segundo por la derecha) y algunos de sus amigos

Realizada por un equipo casi al completo homosexual, coescribieron el guión Richard Oswald —también director— y Magnus Hirschfeld, el médico y sexólogo que había desarrollado la teoría del tercer sexo y que actuaba como paladín de los derechos gay desde el Institut für Sexualwissenschaft de Berlín (Instituto para el estudio de la sexualidad).

Sin pelos en la lengua y muy bien relacionado intelectualmente, este precursor de la moderna idea del transexualismo y la libertad de género, montó una plataforma de opinión para demandar la anulación del artículo 175. Se adhirieron escritores, científicos e intelectuales de primer orden, entre ellos Albert Einstein, Hermann Hesse, Thomas Mann, Heinrich Mann, Rainer Maria Rilke, Max Brod y Stefan Zweig.

El estreno de la película derivó en un escándalo mayúsculo en la opinión pública alemana y, pese a las voces a favor de la tolerancia sexual, una rígida normativa devolvió la censura al país en 1920. Diferente de los otros tuvo una trayectoria comercial corta: un año después de su estreno fue retirada de los circuitos de exhibición y prohibida, aunque, en una magnánima y reveladora decisión legislativa, se permitía que fuera mostrada a «médicos e investigadores».

Póster original de la película

Póster original de la película

El inicio de la era nazi del terror y la persecución de los diferentes culminó con la quema de todas las copias que existían en Alemania. La mayor parte de los implicados en la producción tuvieron que huir del país antes de ser detenidos y condenados a muerte. Los escuadrones hitlerianos destruyeron el Instituto para el estudio de la sexualidad y todos los libros de la enorme biblioteca del centro —una de las más importantes de Europa sobre el tema—. Osvald y Hirschfeld, ambos de orígenes judíos, escaparon y murieron en el exilio.

Los nazis no podían aplicar los criterios de persecución racial contra Veidt, alemán de pura cepa e ídolo de multitudes —le llamaban «el demonio de la pantalla» y era el actor mejor pagado de su tiempo—, pero iniciaron una campaña de desprestigio en su contra. El ministro nazi de Propaganda Goebbles aprovechó que el actor había interpretado a un personaje judío en una película inglesa para declarar: «Conrad Veidt ha sido recompensado por esta traición a su patria, con el elogio del pueblo judío. Por ello ya no es humanamente digno de que ni tan sólo un dedo se mueva en Alemania para alabarle«.

Conrad Veidt en 'Casablanca'

Conrad Veidt en ‘Casablanca’

Enterado de que la Gestapo planeaba asesinarle, Veidt escapó en 1933 y se estableció primero en Londres y luego en Hollywood. Participó en películas inolvidables y tuvo el impulso genial de aceptar el papel de un militar nazi curiosamente tolerante en Casablanca.

El artículo 175 del Código Penal alemán fue ampliado por los nazis. Ahora era delito cuando «de forma objetiva se daña el sentido del pundonor público y de forma subjetiva había intención lujuriosa de despertar la sensualidad de uno de los dos hombres o de un tercero». Ni siquiera era necesario tocamiento alguno para ser condenado: la «subjetiva intención lujuriosa» bastaba.

La Reichzentrale zur Bekämpfung von Abtreibung und Homosexualität (en español, Central del Imperio para la lucha contra el aborto y la homosexualidad) fue creada en 1936 y gestionada por las SS. Se calcula que ficharon y condenaron a unos 100.000 homosexuales.

El final del nazismo y el regreso a la democracia no trajeron novedades rápidas para los gay alemanes. Aunque la tolerancia fue mayor y en ocasiones las autoridades hacían la vista gorda, la infamante criminalización de la sexualidad libre no fue retirada del Código Penal hasta 1994, tres cuartos de siglo después de Diferente de los otros.

Ánxel Grove

El astronauta que lleva un diario de microvídeos desde el espacio

«En la actualidad, viviendo en el ISS en la órbita terrestre baja. ¡Únete a mí durante mi viaje!». El escueto perfil del astronauta estadounidense Reid Wiseman (Baltimore, 1975) invita al internauta a explorar instantes diarios de la vida fuera de la Tierra.

Wiseman trabaja en la Estación Espacial Internacional, un centro de investigación donde se llevan a cabo experimentos relacionados con la biología, la física, la astronomía, la meteorología… En el gran satélite habitable (el cuerpo artificial de mayor tamaño actualmente en órbita) la tripulación es rotatoria y pertenece a las cinco agencias espaciales participantes: la estadounidense NASA, la Agencia Espacial Europea, la Agencia Espacial Federal Rusa, la Agencia Japonesa de Exploración Espacial y la Agencia Espacial Canadiense.

Captura de pantalla la cuenta del astronauta en Vine

Captura de pantalla la cuenta del astronauta en Vine

En mayo el astronauta inició los preparativos para su misión de seis meses de duración, que finalizará en noviembre. Desde entonces ha dedicado su cuenta personal en la plataforma Vine (ideada para compartir vídeos de seis segundos que se reproducen en bucle) a colgar clips relacionados primero con su entrenamiento y después con la experiencia espacial.

El diario acerca al internauta a los aspectos cotidianos de vivir en una estación espacial. Wiseman acompaña los microvídeos de explicaciones, en su primera entrada en órbita muestra su viaje alrededor del planeta: al fondo se ve el Sol, que parece emerger y ocultarse a toda velocidad y luce insignificante como un foco. «¡1er Vine desde el espacio! Una órbita terrestre. El Sol nunca se pone. Volando en paralelo al terminador», escribe el día 6 de junio.

Hay imágenes asombrosas de la tierra bañada por la luz de la luna, relámpagos en una tormenta sobre Kansas y sobre México, la iluminación nocturna de la Costa Oeste de Arabia Saudí hasta Uzbequistán, la aurora boreal… En el interior del satélite, el astronauta también graba sus vivencias con la  gravedad cero: una gota de agua se convierte en el aire en una esfera perfecta que funciona como un ojo de pez, una pieza de metal de 50 kilos de peso gira con la agilidad de una peonza.

Helena Celdrán

Doce millones de migrantes europeos ‘repueblan’ Ellis Island

A su llegada a Nueva York en 1901, escapando de las balas de una lupara de la mafia siciliana, el niño de diez años Vito Andolini es rebautizado por el gendarme de Inmigración, que le otorga por error el apellido de su pueblo natal, Corleone. El crío está enfermo de viruela y lo internan en cuarentena en un hospital para inmigrantes. En el triste cuarto de la tierra nueva, sentado frente a la Estatua de la Libertad, cuyo significado dudosamente conoce, el dulce huérfano —objetivo de una vendetta que le ha deja solo en el mundo porque su padre se atrevió a insultar al capo local— canta una tonadilla en dialecto siciliano.

La escena, narrada con cadencia de llanto por Francis Ford Coppola en El Padrino —esa trilogía sobre una saga italoestadounidense que debería ser considerada como patrimonio de la humanidad—, se desarrolla en la Isla Ellis, en la bahía de Nueva York, un islote plano y de muy pequeño tamaño que la intervención humana amplió hasta 11 hectáreas merced a sucesivos trabajos de relleno. Cuando los colonos holandeses la compraron en 1630 a los indios, era poco más que una lengua de barro donde abundaban las ostras e incordiaban las gaviotas.

Inmigrantes en Ellis Island, 1892 - Foto: Wiki Commons

Inmigrantes en Ellis Island, 1892 – Foto: Wiki Commons

Desde 1892 hasta 1954, Ellis Island fue el principal punto de entrada de inmigrantes a los EE UU: 12 millones de personas desembarcaron en la isla, convertida en centro de control migratorio, penitenciaría, hospital psiquiátrico, paritorio y zona de aislamiento sanitario para enfermedades infecciosas. Fue tanta la magnitud del flujo de recién llegados —sobre todo europeos que escapaban de las hambrunas, la miseria, las persecuciones y la guerra de un continente que siempre ha destacado por ser especialmente cruel con los suyos, sobre todo si se trata de pobres, débiles o amenazados— que se calcula que el 40 por ciento de los estadounidenses tiene algún ancestro entre los migrantes que pasaron por Ellis.

Aunque el Ellis Island Immigration Center —desde 1965 es un museo y forma parte del complejo monumental de la Estatua de la Libertad— es muy conocido y recibe visitas de mareas de turistas y curiosos, la isla tiene un lado obscuro que no figura en las guías, está cerrado al público a no ser que se tramite un permiso especial y sufre peligro de inminente ruina.

Sólo tres de los 33 edificios del antiguo complejo han sido restaurados y dan notables ganancias a los administradores federales: para obtener una copia de la ficha de llegada al país de una persona es necesario pagar unos 25 euros.

La organización sin ánimo de lucro Save Ellis Island (Salvemos Ellis Island) trata de llamar la atención sobre la necesidad de rehabilitar y conservar las construcciones de la parte sur de la isla, condenadas al olvido y la desidia. La llaman, no sin razones, la «otra Ellis Island».

El edificio del Ellis Island Immigrant Hospital en la actualidad - Foto: Save Ellis Island

El edificio del Ellis Island Immigrant Hospital en la actualidad – Foto: Save Ellis Island

El centro de las demandas de la organización es el enorme complejo del Ellis Island Immigrant Hospital. Inaugurado en 1902, fue el primer hospital público de los EE UU y las dependencias, durante décadas las más extensas del país dedicadas a la sanidad, se repartían entre 22 construcciones.

Funcionó hasta 1930, empleó una plantilla de 300 médicos y sanitarios y atendió gratuitamente a más de un millón de inmigrantes que llegaban enfermos al país. En la maternidad nacieron 350 niños, bautizados por las madres, en un gesto de agradecimiento que se convirtió en costumbre, con el mismo nombre de pila del médico que las habían atendido durante el parto, si el bebé era niño, o de la comadrona, si era niña.

Fichas de pacientes psiquiátricos del hospital para inmigrantes

Fichas de pacientes psiquiátricos del hospital para inmigrantes

Hubo intervenciones menos felices en las dependencias del complejo hospitalario. Algunos pacientes fueron utilizados por los médicos, sobre todo los psiquiatras, para poner en práctica las estúpidas creencias de la eugenesia, que proponía la selección genética del darwinismo social del siglo XIX del que tomarían prestados los nazis los ideales supremacistas. Las fichas de los pacientes son desoladoras y permiten leer las notas de los médicos proxenófobos: «constitución inferior», «bajo grado de imbecilidad»…

Existen evidencias —para personalizar las tragedias conviene ver el documental que inserto bajo la entrada, Forgotten Ellis Island (La olvidada Ellis Island), dirigido por Lorie Conway en 2008— de que algunos pacientes fueron catalogados como locos para que los médicos experimentaran a su antojo con ellos. También hubo muertes entre los enfermos: 3.500. La mayoría de los cadáveres fueron enterrados en fosas comunes de restos anónimos en los cementerios urbanos de la cercana Nueva York.

La gente de Save Ellis Island ha tenido la idea de repoblar los semiderruidos edificios médicos. Han encargado al artista urbano francés JR el proyecto Unframed Ellis Island (algo así como Ellis Island sin marco) para recordar que el lugar fue la puerta de entrada a los EE UU de la emigración que sostuvo al país durante años complejos y épocas de recesión.

El artista ha colocado siluetas de tamaño natural obtenidas de la ampliación de fotos de archivo sobre paredes desconchadas, ventanales arruinados, tabiques a punto de caer, asientos de sillas almacenadas de cualquier modo… El resultado es una acción de arte penetrante que permite que a los olvidados recintos sanitarios de la «isla de las lágrimas y la esperanza», como ha sido llamada Ellis por algunos, regresen las personas que fueron internadas en el gigantesco hospital con tuberculosis, difteria, cólera o simplemente con una profunda nostalgia.

Es posible soñar que el niño Vito Andolini, síntesis del censo de los recién llegados, también vuelve a Ellis en estas siluetas de grano tipográfico reventado. Conviene recordarlo muriendo décadas más tarde como capo mafioso domado por el tiempo y jugando con su nieto entre las tomateras. Su última máxima acaso fue aventurada también por buena parte de los migrantes europeos: «¡La vida es tan hermosa!».

Ánxel Grove

‘Arrópame’, el corto de terror que sólo dura un minuto y ya es viral

Fotograma de 'Tuck me in', el cortometraje de Ignacio F. Rodó - (Filminute)

Fotograma de ‘Tuck me in’, el cortometraje de Ignacio F. Rodó – (Filminute)

La historia pone a prueba al espectador con uno de los miedos más clásicos de la infancia: imaginar que el dormitorio, que de día parece el lugar más seguro del mundo, se transforma por la noche en un escenario oscuro en el que se esconde lo desconocido. Tuck me in (Arrópame) es un cortometraje de Ignacio F. Rodó (Barcelona, 1986), que sólo necesita 60 segundos para que el público adulto justifique el terror infantil.

Tal vez para hacerla más universal, Rodó escoge el inglés como idioma y no sitúa la escena en ningún lugar reconocible. La microhistoria del padre que da las buenas noches a su hijo es perfecta para durar un minuto, tiene un final difícil de continuar, no es posible sacar conclusiones y el adorable niño protagonista ya no es quien parece ser.

Desde que el siete de octubre el jurado del festival de cortometrajes Filminute lo nombrara ganador de su novena edición y los organizadores lo colgaran el día 11 en YouTube, el espeluznante trabajo del barcelonés se ha convertido en viral con casi un millón y medio de visionados sólo en este canal de vídeos. También disponible en Vimeo, la página web del certamen y la del autor, las respuestas de los internautas oscila entre las felicitaciones por lograr ponerles los pelos de punta, el intento de buscar explicaciones lógicas a la historia (por ejemplo, que el padre tiene una enfermedad mental) y la dificultad de ser padre o madre.

El festival internacional Filminute reta a «directores, guionistas, animadores, artistas, diseñadores y productores creativos» a desarrollar una gran historia con la única premisa de que tenga un minuto de duración, «ni más ni menos». Los organizadores del certamen independiente creen en el poder de la brevedad y defienden que un gran cortometraje es aquel que, a pesar de ser extremadamente conciso, «sigue resonando» en la cabeza del espectador.

Helena Celdrán

Pinturas de un planeta que pide socorro

'Compulsive Actions' - Michael Kerbow

‘Compulsive Actions’ – Michael Kerbow

Convoy es una pintura terrorífica y gris, una procesión de vehículos tan densa que no parece existir el suelo bajo ellos. El cielo está atiborrado de helicópteros, aviones de combate y de pasajeros. Todos van en la misma dirección, pero en realidad desconocen el destino. Michael Kerbow reflexiona así sobre «nuestra continua confianza en el combustible fósil». Sentencia que «hemos escogido un camino», y sin embargo «no está claro a dónde nos lleva este viaje».

En diferentes series de trabajos se refiere al consumo, a la aberración, a la transgresión… Los planteamientos que escoge para representar estas ideas no son agradables, pero las obras contienen cierta belleza aterradora en la composición. El modo en que se entrelazan las carretera es una evocación de M.C. Escher; en la distópica visión industrial de una inmensa construcción ennegrecida hay un homenaje a La torre de Babel de Pieter Bruegel el Viejo.

'Convoy' - Michael Kerbow

‘Convoy’ – Michael Kerbow

Las pinturas son excesivas como las montañas de un vertedero saturado. En la brutal masa de coches destrozados, cangrejos vivos trepando unos sobre otros o carreteras enmarañadas subyace un mensaje de sobreexplotación y socorro, una alerta sobre el inminente agotamiento de la Tierra.

El autor estadounidense se adentra en «las posibles consecuencias de nuestras acciones» y cuestiona «la racionalidad» del ser humano cuando se trata de evitar el desastre. Las figuras humanas, sin embargo, no existen. No conviene olvidar que las visiones de Kerbow descubren un mundo que cada vez tiene menos de fantasía y más de naturaleza muerta.

Helena Celdrán

'Barrow' - Michael Kerbow

‘Barrow’ – Michael Kerbow

'False Hope' - Michael Kerbow

‘False Hope’ – Michael Kerbow

'Their Refinement of the Decline' - Michael Kerbow

‘Their Refinement of the Decline’ – Michael Kerbow

'Snarl' - Michael Kerbow

‘Snarl’ – Michael Kerbow

'Black Swarm' - Michael Kerbow

‘Black Swarm’ – Michael Kerbow

'The Sad Times' - Michael Kerbow

‘The Sad Times’ – Michael Kerbow

Un micrófono para grabar las ‘ultimas palabras’ antes de la inyección letal

Cámara de ejecuciones de la prisión de Huntsville, Texas

Cámara de ejecuciones de la prisión de Huntsville, Texas

El condenado, atado con cinco correas a lo largo del cuerpo y con los brazos en cruz tambien sujetos por sendos ceñidores, está a minutos de recibir la inyección letal. Sobre la camilla, a la altura de la cabeza del futuro cadáver ejecutado por el Estado, cuelga un micrófono.

Antes de que se consume el acto central de la ceremonia, la aplicación del ojo por ojo, la muerte de alguien que ha cometido la ilegalidad de asesinar y por ello será legalmente asesinado, la persona inmovilizada tiene derecho a pronunciar un breve discurso o alocución. Las palabras postreras son grabadas mediante el micro, quizá el único testigo inocente del indigno ceremonial.

Entre 1982 y hoy el estado de Texas ha ejecutado a 517 personas, más que ningún otro lugar de los EE UU desde que la pena de muerte volvió a ser reinstaurada en 1976. La media es de una persona al mes durante los últimos 32 años.

El escenario de la muerte siempre ha sido el de la foto de arriba, la chamber execution, de la muy histórica prisión de Huntsville, y el método tampoco ha cambiado: inyección letal. Hasta 2011 se componía de un cóctel de dos venenos y un relajantes muscular y, a partir de entonce, sólo lleva un veneno, el barbitúrico pentobarbital, muy usado en dosis no letales contra el insomnio y como sedenate en veterinaria.

Antes del chute final, todos los condenados son invitados a pronunciar sus final words (últimas palabras). El Texas Department of Criminal Justice las guarda con celo. En esta página oficial del departamento que gestiona y administra las penas de muerte pueden leerse todas. Tiene un diseño un pelín arcaico basado en el viejo html primario pero debería ser obligatoria la lectura antes, por ejemplo, de enviar cada tweet, firmar cada estupidez en un blog, hacer cada Instagram…

Ficha carcelaria de Napoleon Beazley

Ficha carcelaria de Napoleon Beazley

He leído bastantes, pero no todas. Algunos presos renuncian al estúpido derecho final y se quiedan callados, sin aceptar el regalo final de quien va a acabar contigo, el cigarrillo al que te invita el verdugo. Otros optan por el laconismo. La mayoría se encomienda a dios y da gracias a sus familiares. Ninguno emplea el odio o la rabia como recurso.

Voy a reproducir las final words de Napoleon Beazley, que tenía 17 años cuando, en 1994, mató de un tiro al padre de un juez durante el robo de un coche, un Mercedes Benz.  Fue el primer delincuente juvenil en ser condenado a muerte en los EE UU. Nunca negó su terrible acto. Se arrepentió y se convirtió en un símbolo. Lo ejecutaron en 2002, a los 25.

Esto dijo en la camilla-cruz, inmóvil y a las puertas de la muerte, con la boca apuntando al micrófono colgante:

El acto que cometí y por el que que estoy aquí no fue sólo atroz: no tenía sentido. Pero la persona que cometió ese acto ya no está aquí : Soy yo. No voy a luchar físicamente, no voy a gritar, usar groserías o hacer amenazas vanas. Entiendo sin embargo que no sólo estoy molesto: estoy triste por lo que está pasando aquí esta noche. Y no sólo estoy triste, sino decepcionado de que un sistema que se supone que debe proteger y defender lo que es justo y recto pueda actuar como yo cuando cometí el mismo error vergonzoso (…) Esta noche le decimos al mundo que no hay segundas oportunidades a los ojos de la justicia… Esta noche le decimos a nuestros hijos que en algunos casos, en algunos casos, matar está bien. Esto nos perjudica a todos, no hay LADOS. Las personas que apoyan este proceso piensan que esto es justicia. Las personas que piensan que yo debería vivir piensan que esa sería la justicia. Por difícil que pueda parecer, se trata de un choque de ideales, con ambas partes comprometidas. Pero, ¿quién es el malo si al final todos somos víctimas? En mi corazón tengo que creer que hay un compromiso pacífico con nuestros ideales. No me importa si no es para mí siempre y cuando lo haya para los que vendrán. Hay un montón de hombres como yo en el corredor de la muerte, hombres buenos que cayeron en las mismas emociones equivocadas (…) Den a esos hombres la oportunidad de hacer lo correcto, la oportunidad de deshacer sus errores. Muchos de ellos quieren arreglar el desastre que empezaron pero no saben cómo. El problema no está en que las personas no estén dispuestas a ayudarlos, sino en el sistema diciéndoles que no importa. Nadie gana esta noche. Nada se cierra. Nadie obtiene la victoria.

El libro Final Words, que busca dinero para llegar a las imprentas mediante una campaña de micromecenazgo, agrupa los testimonios finales de los ejecutados en Texas, uno de los lugares más despiadados y menos cristianos del planeta, un estado donde la venganza parece ser la forma natural de justicia que propone el sistema ante los delitos capitales. El volumen también añade la descripción del crimen que llevó a esas personas a la muerte, las fotos policiales, el nombre completo y el lugar de nacimiento.

El promotor del libro, el fotoperiodista Marc Asnin, opina que es necesario «reconocer este legado de ejecuciones sancionadas por el Estado» y «crear un diálogo acerca de la vida», porque juzgar la pena de muerte sobre la base de todas sus consecuencias es la mejor manera de honrar a la democracia. «Hagamos frente a nuestras creencias con la mente abierta para que podamos escuchar estas voces, oigamos sus palabras finales», dice.

El estado de Texas, que porta con orgullo el directo lema oficial de «Amistad», tiene varias ejecuciones programadas para los próximos meses. Dentro de dos días le ofrecerán el micrófono a Larry Hatten y el día 28 de este mes a Miguel Paredes.

Pese a los delitos que hayan cometido, iré a leer sus declaraciones finales en cuanto las cuelguen los funcionarios del mismo departamento que los matará. Sigo pensando que deberían de redirigirte a las últimas palabras con cada click de tu vida.

Ánxel Grove

Marco Bottin, objetos que se sublevan contra el ser humano

'A Middle Class Portrait' - Marco Bottin

‘A Middle Class Portrait’ – Marco Bottin

El piano tiene en la caja de resonancia las cuerdas de acero, las entrañas del instrumento que, cuando se trata de un piano de cola, asoman indiscretas. El artista italiano Marco Bottin (Padua, 1975) las utiliza para un fin muy diferente: de ellas cuelgan la ropa sujeta por pinzas de colores. El título de la obra escultórica, A middleclass portrait (Un retrato de la clase media), revela la observación social y económica que representa el autor.

Tiene un currículum heterodoxo para un artista. Bottin estudió Antropología Cultural en la Universidad de Frankfurt J.W. Goethe y se licenció en Filosofía en la Universidad de Venecia. Hizo una tesis sobre Sociología económica, en particular sobre el regalo y la reciprocidad.

En el perfil que le dedica la galería Saatchy Art —que lo representa— hay una docena de obras, las escultóricas son claras herederas de los estudios universitarios. En Broke (Arruinado), un hombre con traje y maletín mama de la ubre de una vaca que a su vez se alimenta de billetes verdes como los pastos. In loving memory (En recuerdo de) convierte una cómoda de madera en un contenedor de piezas de maniquí.

«Algo pasa en la génesis humana cuando la reproducción de la especie parece ser secundaria con respecto a la producción de mercancías», dice el artista en la web de Saatchi Art. «Poniendo todas sus expectativas en la posesión, el hombre se vuelve un ser estéril que carga el mundo de objetos con tanto peso simbólico que los mismos objetos se sublevan contra él».

Helena Celdrán

'In Loving Memory' - Marco Bottin

‘In Loving Memory’ – Marco Bottin

'Statements, injuries, predictions' - Marco Bottin

‘Statements, injuries, predictions’ – Marco Bottin

'Broke' - Marco Bottin

‘Broke’ – Marco Bottin