Los ‘collage’ aterradores de Katrien De Blauwer

"Film Noir" © Katrien De Blauwer

«Film Noir» © Katrien De Blauwer

Los collages de la belga Katrien De Blauwer me trasladan por un par de razones al universo psicópata de Patricia Highsmith, la novelista que escribía sobre los seres humanos, como dijo uno de sus críticos con acierto, con la misma frialdad que emplearía una araña para escribir sobre las moscas.

Por un lado, como es deducible por la obra que abre esta entrada, una de las piezas de la serie Film Noir, a De Blauwer le gusta buscar la anormalidad que reposa, latente y esperando, entre las rendijas de la normalidad. Por otro, como la novelista, es partidaria de la posibilidad de «desarrollar un argumento a medida que vas tomando notas» porque «el mundo está lleno de ideas germinales».

La artista confiesa en una entrevista que busca dialogar con su propio yo interior y entra en una especie de estado de trance cuando se pone a trabajar en un collage —un proceso que, como media, le ocupa unas cuatro horas y que ejecuta con «obsesiva rutina diaria» (también hay ecos de Highsmith en esta forma neurótica de trabajo)—. «Quiero encontrar mi propio idioma y escucharlo», dice.

La narrativa que nace del proceso es de terror frío, de amargura, de brusquedad atonal… No es necesario gritar para demostrar que estás asustado.

 

He llegado hace poco a la obra de De Blauwer. Reconozco que tenía arrinconado el collage entre mis aficiones y que siempre mantuve cierto recelo por los artistas que lo ejecutan para demostrar un dominio extremo del ensamblaje, como si el recorte y el posterior encaje de las piezas formasen parte de una mecánica donde la perfección técnica tuviese el carácter de cualquier maquinación de ingeniero. No me gustan quienes manchan el arte como los ingenieros manchan el mundo natural. El arte ha de ser negro y emocional o no ser.

Segados con ánimo de guillotina y contrapuestos casi siempre en parejas o tríos, los elementos que combina la artista son esenciales, simples como manchas que incluso rozan la abstracción. También le agradezco esa sencillez de planos primitivos, sajados por una tijera y combinados con intuición áspera. En sus cuadernos de recortes, que también muestra en la web, mancilla las páginas en blanco con el pegado de imágenes, casi siempre en blanco y negro, que construyen una narración de la que se deduce, y es necesario que cite de nuevo a Highsmith, que «vivimos en una sociedad de detritus».

 

Intuitiva antes que cerebral, los collage de De Blauwer son un marasmo de llamadas de socorro, una cartografía sin rutas de escape señaladas

Son, por lo demás, admirablemente táctiles incluso en un medio tan insensible a las yemas de los dedos como Internet. Pese al bimorfismo de las pantallas, el papel tiene nudos, abcesos y roturas que puedes palpar.

De las muchas y admirables series de trabajo que expone en su web, opto como favorita por De Mort Naturelle, donde un anzuelo aterrador parece esperarnos flotando, con apariencia de bondad, sobre el agua clara del mar en calma.

Ánxel Grove

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