Un poema lanzado en paracaídas sobre el París del nazismo

Edición clandestina de "Liberté", 1942  (Coll. Musée de la Résistance nationale)

Edición clandestina de «Liberté», 1942 (Coll. Musée de la Résistance nationale)

Concebido en 1940 con el ímpetu del amor y la rabia por Paul Éluard, escritor clandestino, exdadaísta, exsurrealista y ahora, tras lo visto en la España del golpe de Estado franquista («coge el fuego con los dedos y pinta con la llama», recomendó a su íntimo Pablo Picasso cuando ambos asistieron a la carnicería), y en la Francia ocupada por los nazis, el poema Liberté fue editado por el maquis y repartido ilegal y bravamente entre los ciudadanos franceses de la zona ocupada por el ejército de Hitler.

Éluard, fichado como hombre a batir por la Gestapo, vivía escondido y entregó el manuscrito a su mujer para que lo trasladara a los impresores que colaboraban con la resistencia. Ella no figuraba entre los buscados, era suficientemente hermosa como para no levantar sospechas y, además, había nacido en un pueblo de la Alsacia alemana y lo demostraba con un gruñente acento germano.

Odiaba a los nazis tanto como su pareja y afrontó la tarea con la que se jugaba la vida: escondió la cuartilla con las estrofas en una caja de bombones porque la poesía, cuando es de acero, se lleva bien con el chocolate, y trasladó los versos de combate a la imprenta.

En 1942 miles de copias de Liberté fueron lanzadas en paracaídas sobre París por aviones ingleses. No siempre cae fuego desde el cielo y esta fue la lluvia redentora que recibieron los ciudadanos sometidos:

En mis cuadernos de escolar
en mi pupitre en los árboles
en la arena y en la nieve
escribo tu nombre.

En las páginas leídas
en las páginas vírgenes
en la piedra la sangre y las cenizas
escribo tu nombre.

En las imágenes doradas
en las armas del soldado
en la corona de los reyes
escribo tu nombre.

En la selva y el desierto
en los nidos en las emboscadas
en el eco de mi infancia
escribo tu nombre.

En las maravillas nocturnas
en el pan blanco cotidiano
en las estaciones enamoradas
escribo tu nombre.

En mis trapos azules
en el estanque de sol enmohecido
en el lago de vivas lunas
escribo tu nombre.

En los campos en el horizonte
en las alas de los pájaros
en el molino de las sombras
escribo tu nombre.

En cada suspiro de la aurora
en el mar en los barcos
en la montaña desafiante
escribo tu nombre.

En la espuma de las nubes
en el sudor de las tempestades
en la lluvia menuda y fatigante
escribo tu nombre.

En las formas resplandecientes
en las campanas de colores
en la verdad física.
escribo tu nombre.

En los senderos despiertos
en los caminos desplegados
en las plazas desbordantes
escribo tu nombre.

En la lámpara que se enciende
en la lámpara que se extingue
en la casa de mis hermanos
escribo tu nombre.

En el fruto en dos cortado
en el espejo de mi cuarto
en la concha vacía de mi lecho
escribo tu nombre.

En mi perro glotón y tierno
en sus orejas levantadas
en su patita coja
escribo tu nombre.

En el quicio de mi puerta
en los objetos familiares
en la llama de fuego bendecida
escribo tu nombre.

En la carne que me es dada
en la frente de mis amigos
en cada mano que se tiende
escribo tu nombre.

En la vitrina de las sorpresas
en los labios displicentes
más allá del silencio
escribo tu nombre.

En mis refugios destruidos
en mis faros sin luz
en el muro de mi tedio
escribo tu nombre.

En la ausencia sin deseo
en la soledad desnuda
en las escalinatas de la muerte
escribo tu nombre.

En la salud reencontrada
en el riesgo desaparecido
en la esperanza sin recuerdo
escribo tu nombre.

Y por el poder de una palabra
vuelvo a vivir
nací para conocerte
para cantarte
Libertad

El poema, uno de los más famosos del siglo XX —ocuparía el primer lugar de no ser por otra danza de los macabros tiempos del nazismo, la Fuga de la muerte de Paul Celan—, sufrió una última corrección de manos del autor, que lo había escrito inicialmente pensando en la chica de la caja de bombones.

Éluard explicó así el cambio: «Pensé revelar para concluir el nombre de la mujer que amaba, a la que estaba dedicado el poema. Pero me di cuenta de que la única palabra que tenía en mente era la palabra libertad. Por lo tanto, la mujer que amaba, que encarnaba un mayor deseo, se estaba confundiendo con mi aspiración más sublime».

La libertad y el amor son la misma cosa. Casi siempre.

Henri Martinie - Nusch y Paul Éluard, 1935

Henri Martinie – Nusch y Paul Éluard, 1935

Nusch Éluard, la mujer de la caja de bombones, había nacido en 1906 con el nombre de Marie Benz. Conoció a Éluard, once años mayor, en 1930 en un encuentro casual en una calle parisina.

Ella, arruinada y hambrienta, añoraba el mundo innaccesible que poblaba los escaparates. Él  paseaba seguramente agotado por las secuelas de la turberculosis con la que había salido de las trincheras de la I Guerra Mundial. Era ya un escritor conocido —había publicado Capital del dolor, dedicado a Elena Ivanovna Diakonova, para el mundo Gala, su primera mujer y desde 1924 amante y musa de Salvador Dalí («canto la gran alegría de cantarte, / la gran alegría de tenerte o no tenerte»)—,

Las derivas suelen tener una intuitiva razón de ser. Desde el mismo día del encuentro formalizaron la pareja, aunque no se casaron por el registro hasta 1934. Ella, como para borrar el pasado —los años de acróbata en circos de mala muerte y el obligado ejercicio de la prostitución en Berlín—, se rebautizó: nunca más sería María Benz sino Nusch Éluard.

A partir de entonces, la belleza de la muchacha —tenía 24 años cuando conoció a Éluard—, que podía ser grave o descocada, chispeante o vamp, se cotizó al alza entre la tribu artística del París loco de entreguerras.

Man Ray, Dora Maar, Joan Miró, Matisse y Picasso la retrataron en fotos y cuadros. Nusch era una mujer cúbica o un espíritu angélico, una bruja o un hada. Fascinaba a todos, se quitaba la ropa con la candidez de una ninfa, participaba en las orgías, se desmelenaba y repartía joie de vivre.

 

Pero las dentelladas del lobo de la guerra destrozaron el espíritu de los tiempos. Los Éluard no tenían dinero y sufrían de mala salud. Él no terminaba de reponerse de unos pulmones rotos y a ella le asaltó un insomnio pernicioso. Se sigueron queriendo, pero la vida clandestina era demasiado dura.

Al final de la guerra, Éluard fue bendecido como un héroe en todos los salones e invitado a las muchas conmemoraciones que celebraban la victoria. Durante una de sus ausencias de París, el 28 de noviembre de 1946, Nusch murió de un infarto cerebral en una calle de la ciudad. Paul sobrevivió seis años: en 1952 falleció de un ataque al corazón.

¿Qué nos queda de Nusch Éluard? ¿Una musa deshinbida y sensual? ¿Un rostro que pedía a gritos un retrato?

Cuando el insomnio quebró su voluntad visitó a un todavía joven psiquiatra, Jacques Lacan, que le recomendó que escribiera como forma de liberación y escape. Le pareció redundante hacer lo que tan bien hacía su marido y optó por dedicarse a los collages. Entre 1936 y 1937 hizo media docena, pero los abandonó y dejó en cualquier parte. Tras la muerte de Paul Éluard fueron atribuidos falsamente al escritor por sus herederos hasta que, en los años setenta, un experto descubrió que habían sido realizados por Nusch, tal vez con algún consejo de Picasso.

 

Quizá los seis collages fuesen la única respuesta posible de Nusch al insuperabale poema Libertad.

También los fotomomtajes pronuncian, en una letanía, un sólo nombre.

También despertarían la misma sensación de pasmosa y astral liberación si lloviesen hasta el suelo desde el vientre de un avión.

Ánxel Grove

8 comentarios

  1. Dice ser konver | toner

    En su poema Liberté (1942) surge el genio; transforma un poema de amor ligero y sublime en grito de protesta y compromiso que lo obliga a entrar en la clandestinidad.
    tn2220
    http://www.konver.com/es/brother/1085-pack-ahorro-brother-tn-2220-toner-compatible.html

    31 julio 2014 | 13:35

  2. Dice ser manuel

    No escribiré tu nombre
    porque te quiero libre
    y para que no se manche
    con ninguna materia.

    No escribiré tu nombre
    para que la agonía
    no te golpée en silencio
    cuando el tiempo pase.

    No escribiré tu nombre
    para que sobrevivas
    a las cárceles del hombre
    y cruces sus fronteras.

    No escribiré tu nombre
    para que no sepas a yerba
    ni a caolín, ni a grafito,
    y cantes con el viento.

    No escribiré tu nombre
    no seré tan perverso
    y brindo por nosotros
    con el vino de un verso.

    31 julio 2014 | 13:49

  3. Dice ser asdf

    La traducción es algo libre eh?? no es exactamente eso lo que se dice incluso se han olvidao de traducir alguna palabra… en fin…

    31 julio 2014 | 18:05

  4. «A estas alturas no es necesario insistir respecto a la mala fe, la indignidad y finalmente la criminal tergiversación histórica que supone asemejar a las prácticas del nazismo los escraches de la plataforma contra los desahucios o, más en general, las expresiones de protesta y de disidencia contra el gobierno y/o contra el régimen.
    Pero no deja de ser llamativo que esa infamación invoque la forma que prototípicamente adoptó el fascismo en Alemania y no la que tuvo en España. ¿Por qué la consigna de la calle Génova, de Cospedal para abajo, es utilizar “nazismo” y “totalitarismo” (epíteto éste último que se extiende también a lo que ellos entienden por comunismo) como calificaciones denigrantes y no la más próxima y quizá reconocible de “falangismo”?
    La respuesta es tan obvia que hasta avergüenza tener que explicitarla: estos fervorosos antinazis de la derecha que está devastando económica, social y moralmente al país con fanatismo semejante al que llevó a Franco a inundarlo de sangre, jamás han condenado el falangismo, el franquismo o su glorioso movimiento nacional, ni han expresado el menor reconocimiento a sus cientos de miles de víctimas. Invocar el nazismo significa apelar al consenso casi universal que sanciona una atrocidad suprema de la historia, pero también presupone dejar en la sombra, es decir, encubrir, la barbarie del fascismo español. Esta derecha tan antifascista se identifica de facto con el lugar enunciativo (político) de los fascistas innombrables, los “nuestros”, es decir, los suyos. Y si algún día se les despistara la consigna de la calle Génova podrían llegar a decir: “es que los falangistas no acosaban a los republicanos en sus casas. Se limitaban a sacarlos de ellas y fusilarlos en la cuneta más próxima”. Lo dirían sonriendo».

    Por Gonzalo Abril
    24/04/2013

    01 agosto 2014 | 00:33

  5. Dice ser manuel

    @Dice ser «El fascismo del otro»: Quizá sería mejor, en vez de encasillar a las personas en grupos «fascistas», «comunistas», etc…, arrimando cada cual el ascua a su sardina, deberíamos de concentrarnos en dejar claro lo que está mal y lo que está bien. Por ejemplo, ¿es bueno cumplir las leyes?, ¿son buenas las generalizaciones?, ¿es buena la libertad?, ¿es justificable matar?, ¿es democráticamente aceptable la compra de votos, si es que lo es, mediante el , «per» u otros sistemas?, ¿sería bueno decir toda la verdad conocida sobre un asunto dado, o es «más inteligente» callar lo que no conviene?, ¿sería bueno un debate sobre las analogías y diferencias entre los distintos totalitarismos?, ¿es bueno el copy y paste o la gente evoluciona y cambia con el tiempo?, ¿lo que escribimos hace más de un año sirve hoy tal cual?. Si no es posible cambiar el pensamiento ¿qué sentido tiene todo, y la democracia?, ¿podemos consentir que haya gente en la calle cuando puede evitarse, pagando entre todos su vivienda?… etc

    01 agosto 2014 | 09:29

  6. Dice ser manuel

    He redactado fatal…sorry. Tenía que haber tomado antes un café.

    01 agosto 2014 | 09:34

  7. Dice ser manuel

    Sólo me he criticado a mi mismo
    en un intento hasta ahora inútil de conocerme
    pero no sé qué me pasa
    cojo mi guitarra y no hago más que dañar los acordes
    impurificárlos con una mezcla maldita de alegría y rabia;
    quizá nadie me entiende, ni falta que hace,
    pero mi jilguero canta cada vez que toco; es muy extraño,
    debe de estar casi sordo.
    Casi todos los pájaros del jardín tienen problemas de oído
    porque cantan cada vez que empiezo a tocar…y a cantar.
    A lo mejor todo el mundo toca bien, todo el mundo canta bien,
    a lo mejor el problema es que nuestro egoísmo es como la marabunta.

    01 agosto 2014 | 09:47

  8. Dice ser danielgb

    Que pesaos con los nazis…progres no deciais que no había que olvidar el pasado para que no se repitiera? pues en palestina esta ocurriendo

    01 agosto 2014 | 10:07

Los comentarios están cerrados.