Archivo de junio, 2014

Esta radiografía craneal es un disco pirata de Elvis de la URSS

Placa de rayos x convertida en disco

Placa de rayos equis convertida en disco

Es la radiografía craneal de un ciudadano sin nombre, pero también, como demuestran la etiqueta, el orifio central y los surcos, se trata de un disco. En la URSS, de donde procede el ejemplar, llamaban a estos artefactos, las grabaciones sonoras sobre placas de rayos equis, discos-costilla o discos-hueso.

Proliferaron en los años cincuenta, cuando en la URSS encontrar vinilo era tan difícil como ejercer la libertad de pensamiento. Si lo que deseabas, además, era una canción de Elvis Presley o de cualquier otro defensor del capitalismo o enemigo de los soviets la cuestión se convertía en un asunto peliagudo que te podía costar una condena de cárcel por secundar y difundir las proclamas del Rey del Rock.

'Disco-costilla' soviético de los años cincuenta

‘Disco-costilla’ soviético de los años cincuenta

Según el excelente y divertido reportaje Cómo las cocinas soviéticas se convirtieron en caldos de cultivo de la disidencia y y la cultura , publicado [sólo en inglés] por la NPR —la organización mediática semipública de los EE UU—, los discos grabados sobre radiografías usadas eran habituales instrumentos de diversión colectiva y oculta en las reuniones que los sometidos habitantes de la URSS celebraban en las khrushchevkas, edificios comunales prefabricados y con servicios comunes donde eran obligados a vivir los desclasados, que eran todos con la excepción de los jerarcas del partido único.

Hasta siete familias compartían una cocina y los aseos. En una bella proyección de la justicia que emana de la injusticia, la política habitacional socializante de los dirigentes de la URSS creó espacios de comunión y debate que eran muy magros en metros cuadrados pero de superficie infinita en sueños.

En los cenáculos de los largos inviernos, los soviéticos hablaban, se tomaban con humor y vodka la vida, leían samizdat —recopilaciones copiadas a máquina de autores prohibidos o letras de canciones del actor y cantante Vladimir Vysotsky (1938-1980), el Bob Dylan de Rusia, quien opinaba que la URSS era «un gran campo de concentración»—, oían las radios extranejras cuando disponían de un prohibido aparato de onda corta o escuchaban magnitizdat, discos clandestinos copiados con alguna de las muy escasas grabadoras de bobinas que lograban entrar en el país, donde tampoco estaban permitidas.

'Disco-costilla' soviético de los años cincuenta

‘Disco-costilla’ soviético de los años cincuenta

Los discos-costilla eran producidos con las máquinas portrátiles de grabación que permitían prensar una postal sonora con un mensaje o una cancioncilla —como las Voice-O-Graph de los EE UU que intentan poner de moda ahora con el último disco de Neil Young en la cabina comercializada por Jack White—. En la URSS eran comunes en los salones de fotografía donde los encargados, a cambio de cierta cantidad de dinero, viandas o licor, hacían un pequeño negocio a espaldas del sistema traficando con música y canciones de los muchos estilos reprimidos por el régimen: desde el jazz hasta el rock and roll.

Como era casi imposible encontrar vinilos o discos de laca vírgenes, pronto dieron con soportes alternativos. Las radiografías usadas, que se podían trocar en los hospitales mediante algún contacto entre los empleados sanitarios, era baratas y perfectas. Adolecían, como los flexidiscos, de falta de rigidez, pero no se escuchaban del todo mal. Hasta la invención del casete, fácil de camuflar y transportar y de coste barato, resultaban una opción posible para driblar a la maquinaria censora estatal.

En el libro Back in the USSR: The True Story of Rock in Russia (1987), Artemy Troitsky explica con sencillez la elección: «Encontrabas radiografías con los pulmones, la médula espinal o fracturas de huesos, redondeadas con tijeras, con un agujero en el centro y los surcos apenas visibles (…) La calidad era horrible, pero el precio era bajo, un rublo o rublo y medio«.

En el polimórfico y con frecuencia absurdo mundo de las grabaciones discográficas —la entrada de la Wikipedia sobre tipos inusuales de discos cita desde un paquete de chow mein sonoro hasta sellos postales de Bután que son a la vez jingles publicitarios sobre el país— no deja de tener sentido que una música de electrochoque como la de Elvis Presley llegue, en forma de grabación pirata, dentro de una radiografía craneal.

Ánxel Grove

Cuando el autobús de dos pisos volvió triunfal a las calles de Londres

Routemaster busEs el autobus de postal, un vehículo tan introducido en la cultura popular que el intento de prescindir de él ha causado la ira de sus usuarios. Lo que sucedió con el autobus rojo de dos pisos es el ejemplo perfecto de la dificultad caricaturesca de los británicos por encajar un cambio cualquiera, pero en este caso a favor de un vehículo de diseño irresistible que los usuarios del transporte público bien merecen disfrutar.

Cambiar el Routemaster por otro bus más convencional le costó al Ayuntamiento de Londres un arranque de furia de la opinión pública, convirtiéndose el tema en decisivo para la campaña a la alcaldía de Londres en 2008. El entonces aspirante a alcalde, Boris Johson —que ganó las elecciones  y todavía sigue ejerciendo el puesto— prometía resarcir a los sufrientes londinenses. Los autobuses eran muy viejos, poco eficientes y ecológicos, pero él estaba dispuesto a resolverlo creando una versión modernizada.

El libro London’s New Routemaster (El nuevo Routemaster de Londres) —de la editorial inglesa Merrell— se adentra en la «historia oficial» de la nueva cara del símbolo londinense. Con diseños iniciales, maquetas virtuales, imágenes de la fabricación y de las primeras pruebas del vehículo, el tomo detalla al que se considera el «auténtico sucesor» del Routemaster original.

El New Routemaster - Images: © Wrightbus

El New Routemaster – Images: © Wrightbus

Producto del desarrollo de la ciudad tras la II Guerra Mundial, el Routemaster era un atisbo de belleza en la grisácea posguerra. Se había planificado entre 1947 y 1956 con el objetivo de crear un vehículo que ahorrara gasolina, tuviera un mantemiento barato y sustituyera a los trolebuses. Con una ligereza inusual para la época, el autobús fascinó al instante a los conductores, se adaptó a las necesidades de la capital convirtiéndose en el escenario diario de pasajeros de todos los estratos sociales en una época de escasez de vehículos privados.

El vínculo emocional que crearon los londinenses con el medio de transporte que los trasladaba a diario desde 1956 se manifestó en el disgusto que causó la retirada de la flota en 2002. El ayuntamiento tomó entonces la decisión de sustituirlos por autobuses Mercedes-Benz Citaro, articulados y de 18 metros de longitud, similares a los de otras ciudades europeas y de los EE UU.

El odiado Mercedes-Benz Citaro - Foto: Martin Addison

El odiado Mercedes-Benz Citaro – Foto: Martin Addison

«Los autobuses se convirtieron de pronto en un candente tema político«, escribe Tony Lewin, experto en automoción y autor de London’s New Routemaster. Lewin cuenta que «los operarios estaban enamorados de la eficiencia del Citaro», pero también que los pasajeros se colaban con frecuencia: incluso se llegó a conocer como «el autobús barato». Al existir varias puertas para agilizar la subida de los pasajeros, no había que pasar delante del conductor y era fácil no pagar.

El vehículo articulado fue blanco de fuertes críticas en la prensa y tras el nombramiento del alcalde Johson fue retirado de servicio poco a poco por el flamante autobus de dos pisos renovado, recibido con furor y dispuesto a «reconquistar los corazones del público» con líneas dinámicas y suaves y una tecnología híbrida.

Helena Celdrán

Las primeras pin-up llegaron de Viena

Esta docena de fotos, todas de mujeres desnudas o semidesnudas, todas tomadas en el vacío artificial de un estudio donde la sensualidad y la fiereza pueden combinarse en privado, son de las décadas de los años veinte y treinta del siglo XX, acaso el último momento sexy del continente europeo: las conciencias estaban limpias, los millones de cadáveres de la I Guerra Mundial ya habían sido retirados de la vista del público o servían, a unas pocas paladas de tierra de profundidad, de abono para el terreno que sembrarían con un número aún mayor de cadáveres las políticas diabólicas de los fascios alemán, italiano y español. Entre ambas guerras Centroeuropa se tomaba un respiro iluminado con champán y sexo y, si hacía falta mitigar el frenesí, ralentizado con morfina.

Los retratos fueron tomados en Viena, la blanca hasta el melindre capital de Austria. En la ciudad, engalanada de dorada creatividad por el grupo Wiener WerkstätteKlimt, Schiele, Kokoschka y otros futuros reyes del póster en los living de Occidente—, las estrellas se reflejaban en la cúpula de la sede de los estetas del secesionismo, un pabellón que los locales llamaban, sospecho que sin ser del todo conscientes del ridículo y el tufo a sopa de codillo, el Repollo de Oro. En la puerta de entrada, en letras, cómo no, de oro, podía leerse un lema: Der Zeit ihre Kunst, der Kunst ihre Freiheit (A cada tiempo su arte, y a cada arte su libertad).

La ciudad era una demasía y por el eje Viena-Berlín transitaban las ideas, el arte y el buen vivir. Era posible encontrar a Sigmund Freud y Otto Bauer tomando un café con canela en la Kärntner Straße  y volver a encontrarlos unas horas más tarde bailando en un salón con más brillo que un anuncio de friegasuelos un Wiener Walze, esa forma bastarda de polca que los austriacos han convertido en danza nacional.

El Atelier Manassé, con sede central en Viena y una sucursal en Berlín, fue la cuna de nacimiento de las primeras pin-up, esas muchachas sonrientes y con poca o ninguna ropa cuya invención se atribuyen falsamente los estadounidenses. Desde 1922 a 1938 del estudio fotográfico salieron miles de fotografías de mujeres sonrientes que contribuían al nuevo lenguaje de la época rompiendo tabús y aceptando lo sensual, la sugerencia y el erotismo. Estaban, como dirían en los EE UU dos décadas más tarde, «más buenas que un pastel de queso», pero necesitas permiso de algunas golosinas para que hinques el diente.

El estudio era gestionado por un matrimonio de húngaros establecidos en la rutilante Viena de los años veinte —Olga Solarics (1896-1969) y Adorja’n von Wlassics (1893-1946)—. Quizá les animó a viajar a Austria Dora Kallmus (1881-1963), una de las primeras fotógrafas en un oficio que entonces era de hombres y propietaria, desde 1907, de otro estudio legendario, Madame D’Ora. Si este estaba ligado a la intelectualidad y, como consecuencia, rompía pocas convenciones con retratos glamourosos pero castos de bailarines, actores y artistas, en Manassé querían presentar el desnudo femenino como una reacción contra los postulados de la moralidad.

Olga Wlassics, Viena, 1933. Foto: Anton Josef Trčka

Olga Wlassics, Viena, 1933. Foto: Anton Josef Trčka

La pareja, sobre todo Solarics, una mujer decidida y valiente, se dedicó al retrato con carga erótica para inmortalizar la fluida belleza de la nueva mujer. Las fotos de Manassé muestran a jóvenes confiadas en su sexualidad y apoyan, como prolongación estética, la lucha social de las mujeres por redefinir su posición en el mundo moderno.

Con una producción asombrosa y desentendidos del esnobismo de la fotografía en aquellos tiempos en que sólo los pudientes tenían acceso al equipo y el material, la pareja estaba demasiado ocupada en ganarse la vida —vendían fotos a nacientes revistas ilustradas y a artistas de cine, vodevil o cabaret para anunciar espectáculos— como para detenerse en consideraciones artísticas.

Quizá esa despreocupación relacionada con las circunstancias explique la frescura de la mayoría de las imágenes. El conflicto de conceptos con que podemos analizar hoy las fotos —la ruptura con los roles tradicionales, la ausencia de cinismo, la representación de la mujer como un ser humano con derecho a todas las emociones y en todas sus formas— no preocupaba a Solarics y Von Wlassics.

Una pequeña parte de las fotos del estudio, sin embargo, presenta alegorías y montajes de humor absurdo donde los fotógrafos manipulan la realidad, jugando, sobre todo, con retoques, superposiciones y modificaciones de escalas: una muchacha minúscula encerrada en una jaula es alimentada con un terrón de azúcar por un hombre, otra es atacada por un gigantesco escarabajo, una tercera permanece encerrada en una botella de cristal…

En otro grupo de fotos es posible apreciar que en Manassé estaban al tanto de lo que sucedía en el terreno de las vanguardias: como los surrealistas, emplean máscaras y muñecos, espejos y otro instrumental de buceo en las aguas profundas del inconsciente.

La fotografía pionera y sin compromisos de vasallaje artístico de esta pareja osados —trabajaron para agencias de publicidad, rompiendo la tendencia de que los anuncios fuesen acompañados de ilustraciones dibujadas— no ha recibido el trato que merece. Dado su voraz ritmo de trabajo y el poco cuidado que ponían en el cuidado y clasificación de los negativos o las copias originales únicas —como ya quedó dicho: la fotografía era para ellos subsistencia y no contenía los afanes de permanencia del arte—, no existe un archivo catalogado de la inmensa obra que legaron al mundo.

Quien requiera más detalles sobre el Atelier Manassé debe entregarse a la búsqueda de fotos en Internet —todas están libres de derechos porque ni siquiera en los réditos futuros pensaron los autores— o hacerse con la única monografía en libro sobre la pareja y su trabajo, Divas and Lovers: The Erotic Art of Studio Manasse (Divas y amantes: el arte erótico del Estudio Manassé), de la historiadora Monika Faber.

La colección de asombros que retrataron sin aspavientos ni búsqueda de recompensas postreras Olga Solarics y Adorja’n von Wlassics me recuerda una cita del gran escritor de los locos 20, Francis Scott Fitzgerald, sobre los alegres y finalmente desventurados habitantes de entreguerras: «Una generación nueva, que se dedica más que la última a temer a la pobreza y a adorar el éxito; crece para encontrar muertos a todos los dioses, tiene hechas todas las guerras y debilitadas todas las creencias del hombre».

Ánxel Grove

Mobstr, paredes ‘insolentes’ para provocar al espectador

"Darling look, it's a Banksy" - Mobstr

— Querido, ¡mira!¡Es un Banksy!
No seas tonta, querida. Eso es sólo vandalismo»
Oh, cierto. Sí, claro.

El hipotético diálogo de una pareja cualquiera es una observación mordaz sobre la consideración de las obras del célebre artista urbano británico Banksy como arte ajeno a la gamberrada. Escrita en una pared blanca con letra impresa, la leyenda no hace concesiones a la belleza formal y se exhibe desnuda de colores y adornos en la vía pública. Su autor es Mobstr, otro artista callejero que sin embargo se vale casi siempre sólo de la palabra para provocar al espectador.

"Si contemplas esto y te tocas la barbilla parecerás inteligente y culto" - Mobstr

«Si contemplas esto y te tocas la barbilla parecerás inteligente y culto» – Mobstr

Con la capacidad de meter el dedo en la llaga, el insolente Mobstr pone todo el peso de sus intervenciones en el mensaje. «Venga, píntame de blanco otra vez», declara desafiante la pared (que por cierto, pintaron de nuevo). «Incluso la más peor frase, puesta en una pared, puede llamar tu atención», «te has dejado el horno encendido», «si contemplas esto y te tocas la barbilla parecerás inteligente y culto»… Cada leyenda se ríe de quien ha experimentado el impulso de leer el mensaje, tal vez atraído por la formalidad de las letras, nada comunes en una frase pintada por la calle por cualquiera.

Nada se sabe de él salvo que reside en la ciudad inglesa de Newcastle. Su relación con las intervenciones en la vía pública es espinosa: en las palabras translucen resentimiento hacia las autoridades y su modo de reprimir las expresiones artísticas en la calle, también hay  críticas al bombardeo publicitario, a la delgada línea entre arte y fantochada, al ensimismamiento en el que caemos a menudo cuando caminamos automatizados por la rutina.

Dándole una vuelta a la tuerca, expone en salas cerradas y en su página web tiene una tienda en la que vende frases enmarcadas que a veces incluso atacan a un potencial comprador —«¿Eres rico? ¿Tienes mal gusto para el arte? Esto podría ser tuyo por sólo 20.000 libras»— o se refieren a sí mismo («#obramediocre», «#pretencioso», «¿esto es todo?»).

Entrevistado por la publicación online sobre arte urbano FatCap, el autor declara que en su relación con el graffiti y el arte callejero hay amor, pero considera «más justo» llamarlo «obsesión». Le quita cualquier misticismo a su labor declarando que no se toma «demasiado en serio» lo que hace y que busca divertirse, descubrir el potencial de intervenciones tremendamente sencillas y aprovechar el potencial de «nuestro medio ambiente urbano». «Pero no te equivoques: hay una enorme pasión tras ello. Creo firmemente en que no se debería creer en nada firmemente».

Helena Celdrán

'Te has dejado el horno encendido' - Mobstr

‘Te has dejado el horno encendido’ – Mobstr

"Venga, píntame de blanco otra vez" - Mobstr

«Venga, píntame de blanco otra vez» – Mobstr

"#OBRAMEDIOCRE" - Mobstr

«#OBRAMEDIOCRE» – Mobstr

 

"Podrías tener mejor aspecto" - Mobstr

«Podrías tener mejor aspecto» – Mobstr

'Salvemos los árboles' - Mobstr

‘Salvemos los árboles’ – Mobstr

"No me arrestaron" - Mobstr

«No me arrestaron» – Mobstr

'Apatía' - Mobstr

‘Apatía’ – Mobstr

«Chatterton», el poemario de fuego de Elena Medel

"Chatterton" - Elena Medel (Visor Libros, 2014)

«Chatterton» – Elena Medel (Visor Libros, 2014)

Cada centuria un cometa siembra la noche de esquirlas de roca candente que admiramos encogidos desde la tierra angosta donde el fuego sólo nos es dado como sueño, fantasía, anhelo o remota posibilidad de redención.

El poemario de Chatterton de Elena Medel (Córdoba, 1985) parece narrado por la voz de  alguien que contempla, con los ojos inyectados por brasa impalpable, el paso  del cometa:

Madurar
era esto:
no caer al suelo, chocar cntra el suelo, contemplar el
pudrirse de la piel
igual que un fruto antiguo.

Con estos versos dolidos, un despertar de adulta despellejada, inicia la escritora el breve libro —no requiere extensión el desmoronamiento: cuando caes llegas al suelo y de ahí no pasas— con el que Medel ha ganado con enorme justicia el Premio Fundación Loewe a la Creación Joven de 2014.

Pensé en mi edad y pensé en vosotros y pensé
que nadie me avisó de madurar así, junto a la vida y el frío
en el cajón
de la fruta que se pudre.

Elena Medel

Elena Medel

Conocí fugazmente a la poeta cuando hace unos años ella escribía reseñas de libros, mal pagadas pero amorosamente tejidas, en la ya muerta revista Calle 20. Me tocaba a mí, desde la mesa de edición, acomodar las piezas en la maqueta, recortar mínimas rebañaduras de los textos —Medel era una de esas colaboradoras que conoce la dimensión exacta de las matrices tipográficas y la importancia de ceñirse a ese corsé de sometimiento consentido— y releerlas con atención: no buscando erratas —no había ni una, nunca—, sino indicios de un breviario, porque todo poeta de sangre —y Medel ya lo era (publicó su debut, Mi primer bikini, en 2001)— esconde versos en las fisuras.

Porque cuando todo va bien
algo se marchita
(…)
Mientras tanto, en la casa, el hombre duerme.
La mujer
no.

Tiene Chatterton —referido desde el título al poeta inglés del XVIII Thomas Chatterton, pálido suicida adolescente de opio y arsénico—, un tímido golpear, como si los puños de la paliza llegasen envueltos en la gamuza remota del crecer, la apolillada ley de hacerse mayor, ausentarse, dejar de lado el asco y afrontar la diaria mortandad que aflige a la narradora de Canción de los adultos con responbsabilidades:

Todos los sabíamos, todos lo tendríamos, todo lo que se espera:
asumir a estas alturas el tacto de otro en el tacto nuestro, mismo,
el sonido que despierta del sueño —aunque te falte—,
la fea ceremonia de los cuerpos pequeños, de las bocas abiertas.

Estamos ante el derrame de una generación contado en voz no por queda menos apartada de esto que ellos y nosotros padecemos, la microbiología de la realidad. En Mensaje a los autoestopistas, Medel, que se dice propietaria de un dolor de dieciocho años, se alza como portavoz por primera y única vez en el librito:

Pero aquí ya no hay peligro. Aquí no hay más peligro
que vosotros.

He apagado las luces para no detenerme.

Cada tres o cuatro generaciones una voz ablanda el tiempo para convertirlo en la cola de un cometa repartiendo entre los de abajo la generosa comunión del fuego. El poemario Chatteron —cotidiano, sin arabescos, más preñado de sustantivos que de adjetivos (te estoy hablando del fracaso, dice la autora, en voz callada, a una antigua compañera de clase que no la reconoce en el autobús), consumido con el estallido pálido de pisos compartidos, derrumbes emocionales, estaciones de tren, mudanzas no deseadas, huecos en el esternón, vagones de metro que conducen a calles llamadas, por ejemplo, Misterios...— participa de la desconcertante rareza de los cometas.

Como los viajeros celestes Medel araña la piel negra del espacio y nos deja mirar adentro. Allá adentro.

Ánxel Grove

‘FANtasized’, objetos de diseño con ventiladores reciclados

Productos de 'FANtasized'

Todos los productos están hechos a mano. En su belleza de estructuras de metal con mimbre entrelazado cuesta sospechar que el material principal para los fruteros, lámparas, asientos y mesitas estaba destinado (en el mejor de los casos) a permanecer para siempre en un vertedero.

El belga Sep Verboom (Gante, 1990) empezó con sólo 21 años a desarrollar FANtasized (Fantaseado, un título que juega con el término inglés fan, ventilador). La iniciativa da una salida funcional y estética a las carcasas metálicas protectoras de los ventiladores, pero no es sólo un experimento de diseño basado en el reciclaje, sino una manera de demostrar que además el diseño puede beneficiar a entornos sociales que parecen no tener cabida en el impoluto mundo del objeto bonito.

Fan Lamp Bogo - FANtasizedPara el diseñador fue fundamental conocer a la ecologista social filipina Nida Cabrera (1955), involucrada además en proyectos con la desigualdad y la pobreza en su país y una de las representantes de la Comisión Nacional Antipobreza (NAPC) en la ciudad de Cebú, en la costa oriental de la isla de Cebú (Filipinas). La urbe es el segundo centro económico y comercial del país tras Manila y se enfrenta a un gran problema de tratamiento de residuos. En los vertederos se amontona basura sin separar y urge aplicar programas de reciclaje.

Verboom se asoció con Cabrera para adquirir las carcasas de ventiladores en chatarrerías de la ciudad de Cebú y ponerse en contacto con artesanos locales para que aplicaran las técnicas tradicionales de cestería al nuevo material. Incluso el mimbre es reciclado: son desechos de una fábrica de sillas.

Creando talleres que además fomentan la colaboración vecinal en un mismo proyecto y proporcionando trabajos a los artesanos, FANtasized cierra un círculo que demuestra que las pequeñas acciones locales provocan cambios significativos.

Helena Celdrán

Bowl - FANtasized

Fan Lamp Rigao - FANtasized

Fan Lamp Lumu - FANtasized

Esta ‘mujer’ es el pintor Francis Bacon travestido

Unknown Woman 1930s © John Deakin Archive

Unknown Woman 1930s © John Deakin Archive

Mujer desconocida, años treinta. Publicamos esta foto hace unas semanas en un artículo sobre el fotógrafo inglés John Deakin (1912-1972), a quien llamamos el «más loco, borracho y brillante de la bohemia del Soho londinense».

La pieza destacaba que Deakin, «inquietante, alocado y dictatorial», fue el «gran cronista de los antros» artísticos más hirvientes de la capital inglesa durante las décadas de los años cincuenta y sesenta y fabricó una íntima amistad con el pintor más salvaje del siglo XXFrancis Bacon, a quien retrató con dos piezas de carne de vacuno en la más intensa y descriptiva imagen nunca tomada del artista del chillido y la sangre.

Mediante el programa Animetrics, desarrollado con fines forenses y crimonológicos por la CIA, han comparado los rasgos faciales de la mujer desconocida de Deakin y con los de Bacon.

El resultado, revelado por el diario The Guardian, demuestra lo que ya habían anotado algunos biógrafos del pintor: entre los muchos juegos lúbricos del homosexual Bacon —algunos duros, como el sadomasoquismo— estaba también el travestismo y su colega Deakin camufló los datos del pie de foto para ocultar la pasión privada de su amigo. Paul Rousseau, gestor del archivo del fotógrafo, ha sido el primero en comprobarlo: localizó el negativo de la mujer desconocida en un grupo datado en los años cincuenta, no en los treinta.

Antes de 1967, el travestismo era considerado legalmente como una evidencia en las acusaciones contra los homosexuales en Inglaterra, de modo que tal vez Deakin deseara proteger a Bacon, aunque hay quien opina que mantuvo la foto oculta con intención de jugar una de las proverbiales bromas que gastaba a sus amigos. El fotógrafo, a quien Lucian Freud definió como «la Cenicienta y sus malvadas hermanastras en una misma persona», arrastraba un alcoholismo abrasivo y pernicioso que no lograba ser empañado por su genio y que le empujaba a las malas artes.

En 1972 a Deakin le diagnosticaron cáncer de pulmón, fue operado y murió a los pocos días de un ataque al corazón a los 60 años. En una póstuma decisión de mala baba, declaró en el hospital que su familiar más cercano era Francis Bacon, por lo que el pintor debió acudir a la morgue a identificar el cadáver. «Me pareció muy adecuado hacerlo», dijo el artista, «y muy de John la salida».

La vida privada de Bacon —que solía usar a menudo ropa interior femenina bajo la pana o el tweed— está plagada de rincones opacos sobre los que el artista nunca arrojó demasiada luz: a los 18 años vivió en el Berlín vicioso de la República de Weimar unos meses de decadencia y disolución, en los que probó por vez primera, dicen, los placeres que obtenía del travestismo, el sexo hardcore y la dominación (de niño era castigado con azotes de fusta por su cruel padre, un fracasado entrenador de caballos de carreras que perdió totalmente el control cuando descubrió al hijo, a los 16 años, con la ropa interior materna).

George Dyer retratado por Bacon en el estudio del pintor

George Dyer retratado por Bacon en el estudio del pintor

El autor de algunos de los cuadros más alarmantes (por lo que revelan de nosotros mismos) del siglo XX, tuvo muchos amantes ocasionales —»hombres con traje», les llamaba en genérico, sin otorgarles la mínima dignidad de un nombre—, con los que buscó siempre ser el dominado. Cimentó tres o cuatro relaciones duraderas, la más atormentada con George Dyer, que se suicidó con alcohol y barbitúricos en 1971, dos noches antes del estreno de la primera gran retrospectiva de Bacon en París, a la que el artista asistió sin aparentar las consecuencias de la tragedia, que luego plasmaría en uno de sus cuadros más desasosegantes: Triptych para marcharse a continuación a otro fin de semana de frenesí sexual en Tánger.

Cuando murió en Madrid en 1992, Bacon había viajado a la ciudad por varias razones: visitar de nuevo el Museo del Prado, donde permanecía horas ante los cuadros de Velázquez que se encargó de trastornar y reinterpretar; comer pescado en el restaurante La Trainera del barrio de Salamanca; emborracharse temerariamente para un tipo de 82 años en el Bar Cock de los divinos; ir a una corrida de toros a Las Ventas y, sobre todo, intentar recuperar el amor del joven de alta sociedad, José —nadie ha dado su apellido en público— con el que estaba liado. No lo consiguió.

Ánxel Grove

Fotos de satélite, una manera mística y reveladora de conocer el mundo

Viñedos en Huelva - © 2014, Daily Overview

Viñedos en Huelva – © 2014, Daily Overview

Cuentan historias de la humanidad, nos convierten en insignificantes y a la vez demuestran nuestro descaro al pensar que podemos dominar la naturaleza. Las imágenes, tomadas con satélites por una empresa especializada, van de lo hermoso a lo terrorífico y descubren un mundo imposible de ver con los pies pegados a la tierra.

Las imágenes de la web Daily Overview (Perspectiva general diaria) forman una recopilación de fotos de «lugares y momentos en los que la actividad humana —para bien o para mal— ha moldeado el paisaje. Aunque todas tienen un encanto particular que las aleja del simple paisaje y las acerca a una composición artística, la historia que hay tras ellas las convierte en testimonios muy diferentes unos de otros.

Fábrica que extrae el azúcar de la remolacha azucarera en Brawley, California (EE UU) - © 2014, Daily Overview Daily

Fábrica que extrae el azúcar de la remolacha azucarera en Brawley, California (EE UU) – © 2014, Daily Overview Daily

Hay maravillas naturales como el Monte Saint-Michel (Baja Normandía, Francia) —famoso por sus espectaculares mareas— o las formaciones rocosas de Uluru (en el norte de Australia), pero también terroríficas visiones de desarrollo urbanístico como un monstruoso barrio residencial de Florida (EE UU) o del maltrato al que sometemos al planeta, como la imagen que corresponde a la fuerte deforestación en el este de Bolivia para incrementar la producción de soja en el país.

«Creemos con firmeza en el Overview Effect«, dicen los creadores de la página. Acuñado oficialmente por primera vez por el escritor Frank White en 1987, el llamado Efecto perspectiva general se refiere a la experiencia vivia por los astronautas cuando tienen la ocasión de contemplar la Tierra. La imagen funciona como una epifanía: el ser humano que tiene el privilegio de ver nuestro planeta desde fuera suele sobrecogerse ante el pensamiento de que esa visión contiene a toda la humanidad, experimentar un profundo entendimiento sobre el modo en que los seres vivos están conectados, sentir una responsabilidad hacia el planeta y entender de golpe la urgencia de cuidad de él.

Venecia - © 2014, Daily Overview

Venecia – © 2014, Daily Overview

Entre el archivo constantemente ampliado (al que ya se le echa en falta un buscador) está la vista de Villa Epecuén (Provincia de Buenos Aires, Argentina) que revela la historia de una localidad turística junto al lago Epecuén famosa en los años veinte: en 1985 sufrió su destrucción por la rotura del dique que la protegía, la declararon «inhabitable» y nunca la reconstruyeron. La imagen de satélite en la que se puede leer en mayúsculas Luecke corresponde a una granja de Smithville (Texas, EE UU) cuyo dueño se apellida así. La distancia entre las letras es de casi cinco kilómetros y la NASA utiliza la marca como guía para el telescopio espacial Hubble.

Los autores de Daily Overview piensan en posibles lugares marcados por el ser humano de manera particular y después investigan para identificarlos y extraer sus geocoordenadas. Acompañan las fotos de información y vínculos para interpretarlas mejor y que el espectador vea más allá de la belleza inicial, que contemple «exactamente lo que estás viendo y consideres lo que significa para nuestro planeta».

Retroceso del mar Muerto - © 2014, Daily Overview

Retroceso del mar Muerto – © 2014, Daily Overview

En la imagen del mar Muerto cuentan cómo el nivel del agua ha estado reduciéndose «en más de un metro al año» a causa de la extracción de materiales y del desvío del agua hacia el norte mediante un trasvase. La pronta desaparición a la que se enfrenta ha llevado a las autoridades jordanas, israelíes y palestinas a firmar un acuerdo para que una tubería lo una con el mar Rojo. Una masa de terreno helado fraccionándose del resto ilustra, en toda su belleza plástica, una zona del oeste de la Antártida que empieza a deshacerse como consecuencia del calentamiento global. El proceso, para muchos expertos ya casi imparable, supone un futuro incremento de casi ocho metros del nivel del agua.

Helena Celdrán

Villa Epecuén (Provincia de Buenos Aires, Argentina) - © 2014, Daily Overview

Villa Epecuén (Provincia de Buenos Aires, Argentina) – © 2014, Daily Overview

Urbanización de Naples (Florida, EE UU)  - © 2014, Daily Overview

Urbanización de Naples (Florida, EE UU) – © 2014, Daily Overview

Redes de pesca en Quanzhou (China) - © 2014, Daily Overview

Redes de pesca en Quanzhou (China) – © 2014, Daily Overview

Paneles de energía solar en Lebrija (Sevilla) - © 2014, Daily Overview

Paneles de energía solar en Lebrija (Sevilla) – © 2014, Daily Overview

'Luecke, inscripción en una granja de Smithville (Texas, EE UU) cuyo dueño se apellida así -  © 2014, Daily Overview

‘Luecke’, inscripción en una granja de Smithville (Texas, EE UU) cuyo dueño se apellida así – © 2014, Daily Overview

Uluru, Australia -  © 2014, Daily Overview

Uluru, Australia – © 2014, Daily Overview

Visión de satélite que muestra cómo se deshiela la zona oeste de la Antártida - © 2014, Daily Overview

Visión de satélite que muestra cómo se deshiela la zona oeste de la Antártida – © 2014, Daily Overview

Una beca de la Universidad de Harvard honra el arte poético del rapero Nas

Nas (Foto: Danny Clinch)

Nas (Foto: Danny Clinch)

El tipo de la foto —tomada para promocionar el muy reciente documental Time is Illmatic, que este año inauguró el TriBeCa Film Festival (la respuesta del vecino Robert De Niro al efecto negativo del 11-s sobre el barrio)— se adentra en Queensbridge, el mayor desarrollo inmobiliario de los EE UU de viviendas sociales (projects como los mundializados por la serie The Wire). Hay cierta duda en el gesto, cierta levedad en las pisadas de las botas de cordones desatados… Quien crece en un lugar como Queensbridge desarrolla modales silenciosos. Debes ser discreto al entrar en la jungla.

El ciudadano del paso taciturno se llama Nasir bin Olu Dara Jones y en septiembre cumplirá 41 años. El alias artístico que utiliza desde 1991 es menos complejo y también menos resonante, menos político: Nas.

Es el único rapero al que una universidad, y no una del montón sino la muy selecta de Harvard —la de mayor presupuesto del planeta, la factoría académica de los rulers del mundo (Obama, JFK, Netanyahu, Salinas de Gortari, Felipe Calderón…)—, ha consagrado con una beca que honra su ars poética. El hijo de Queensbridge, que dejó las aulas a los 13 años para licenciarse en los programas académicos que se imparten sobre el asfalto, en aulas sin pupitres a las que debes entrar con los cordones de las botas desatados de todo elitismo, da nombre desde 2013 a la Nasir Jones Hiphop Fellowhsip.

Las ayudas, que serán concedidas a estudiantes universitarios que quieran analizar o investigar la «habilidad creativa excepcional» de los artistas de hip-hop, dan bastante asco —son migajas: volver a Henry James o David Foster Wallace siempre tendrá más salida— y no pueden sacudirse el tufo de la corrección falsamente igualitaria que impera en los EE UU: las becas Nas están refugiadas en el mismo nicho universitario que los estudios afroamericanos, esa toma de corriente para retroalimentar a las élites que quieren residir en Harvard desde las primeras espinillas, durante los años departamentales de sopa boba y hasta la jubilación.

Nas, en torno a 1991

Nas, en torno a 1991

No me parece bien que un artista como Nas, segregado desde la cuna, hijo de un project y amigo de chavales asesinados en las calles —como su colega de infancia e inspirador Willy Ill Will Graham, muerto a tiros en 1992—, es decir, uno de los proletarios, los sin nada, consienta la pretensión de Harvard de decorar al hip hop con birrete y toga. No le perdono la traición: como tampoco le perdono que se dedique a maldecir la marihuana y participe mientras tanto y a cambio de millones en campañas de publicidad del muy hiphopero coñac Hennessy.

Salvadas las incongruencias, con las que conviene ser tolerante porque a todos nos mojan en el chaparrón cotidiano, hay en el beneplácito de Harvard a Nas un emocionante triunfo, que jamás se daría, por ejemplo, en ninguna universidad española, donde ni siquiera el viejo rock and roll es admitido como materia de estudio salvo en excepcionales casos. ¿Cómo van a aceptar los profesores de Literatura Inglesa hispanos la potencia literaria —o metaliteraria, como gustan decir ahora— de cualquier forma de manifestación musical del siglo XX posterior al jazz si solamente empezaron a conocer a David Foster Wallace anteayer y tras un mediático suicidio?

Nas y su padre, el músico de jazz y blues Olu Dara

Nas y su padre, el músico de jazz y blues Olu Dara

Si algo es notable en el arte del muchacho del project desde su primer disco, el crucial Illmatic, que este año cumple veinte y el músico está interpretando en su integridad en una serie de conciertos especiales [el 7 de julio toca en el festival Ibiza Rocks], es la capacidad literaria de moldeo de las palabras como si fuesen materia líquida, las rimas desordenadas y el carácter conversacional con que Nas dice las letras —liberándolas del tono de púlpito que en ocasiones lleva el hip hop al terreno de la jaculatoria—.

En el libro Book of Rhymes: the Poetics of Hip Hop —no está traducido al español, por supuesto—, el profesor universitario Adam Bradley destaca la amplitud narrativa oral como storyteller, contador de historias, de Nas, al que considera «el mayor innovador del rap» en la búsqueda de voces expositivas y puntos de vista no tradicionales. Bradley destaca que el músico ha afrontado relatos en primera persona desde la posición de alguien que no ha nacido (Fetus), de un cadáver (Amongst Kings), de una mujer (Sekou Story), de un arma de fuego (I Gave You Power)… Formalmente ha experimentado con los relatos alegóricos (Money Is My Bitch), los epistolares (One Love) y los confesionales (Doo Rags).

Para acabar, siete líneas como siete ecos de balazos en la jungla, de New York State of Mind:

Derriba mi aliento
Nunca duermo porque
El sueño es el primo de la muerte
Más allá de las paredes de la inteligencia
La vida se define
Pienso en el crimen
En el estado mental de Nueva York

Ánxel Grove

La artista que reinterpreta la idea de la ‘basura blanca’

'Jane' - Kim Alsbrooks

‘Jane’ – Kim Alsbrooks

En las latas aplastadas y los pequeños tetrabricks figuran retratos de mujeres sureñas con recogidos de tirabuzones, abogados y galanes repeinados, estadounidenses ilustres con peluca blanca. Vivieron entre los siglos XVIII y XIX, cuando los EE UU se rebelaron contra la corona inglesa, comenzaron su andadura como país independiente, se enzarzaron en una sangrienta guerra civil…

Kim Alsbrooks empezó a pintar las clásicas reproducciones en miniatura con especial atención a los personajes sureños. Vivía en Charleston (Carolina del Sur) y sentía limitada su creatividad: se esperaba de ella que pintara paisajes que transmitieran la inmensidad del sur y la gloria de las clases privilegiadas del pasado.

«Este cuerpo de trabajo expresa la frustración que yo sentía en mi entorno, así que pinté todas esas cosas que, como artista que vivía en Charleston, se suponía que debía pintar. (…) Esas preciosas escenas, la jerarquía social…».

La ciudad más antigua del estado, fundada en 1670 por el rey Carlos II de Inglaterra, Charleston tiene un profundo pasado de esclavismo. A finales del siglo XVIII el algodón era el producto más exportado y los esclavos que trabajaban en las plantaciones superaban en número a la población blanca. En la Guerra de Secesión no tardaron en separarse de la Unión y entrar a formar parte de los Estados Confederados de América.

La rebelión personal de Alsbrooks estaba en el formato. En lugar de pintar sobre marfil —como era tradición hacer con las miniaturas en la época— eligió latas y otros envases encontrados en la calle. «Así que dije: ‘de acuerdo, voy a pintar esas cosas, pero las voy a pintar sobre basura«, recuerda en una entrevista.

'My White Trash Family'  - Kim Alsbrooks

«La basura está ya aplanada, en la calle. No se puede aplanarla, simplemente no funciona. Hay que encontrarla así para que no tenga arrugas en medio y la parte gráfica debe estar bien centrada», explica en la página web del proyecto. Los minuciosos trabajos al óleo son copias de obras históricas que empareja convenientemente con los colores y el diseño de los recipientes aplastados.

La combinación convierte las representaciones de personajes notables y de rancio abolengo en «un comentario social». El revelador nombre escogido por la artista para la serie es My White Trash Family (Mi familia de basura blanca), un título que juega con la idea de los residuos que emplea como lienzo y con el término despectivo empleado en los EE UU para las personas blancas, de bajos recursos económicos y de escaso nivel cultural.

Helena Celdrán

'Priscilla' - Kim Alsbrooks

'Thomas Jefferson' - Kim Alsbrooks

'Rawling Lowndes'- Kim Alsbrooks

'Adrianna' - Kim Alsbrooks

'My White Trash Family' - Kim Alsbrooks

'Mary Robinson' - Kim Alsbrooks