Hugo Jaeger, el fotógrafo personal de Hitler que retrató los guetos de Polonia

Hugo Jaeger—Time & Life Pictures/Getty Images

Hugo Jaeger—Time & Life Pictures/Getty Images

El fotógrafo Hugo Jaeger (1900-1970) no consideró necesario anotar el nombre de la muchacha, una vecina de Kutno (Polonia) a la que retrató en 1939. Podemos sostener sin demasiado riesgo de error que intercambió con ella algunas palabras pese a que él era un alemán fervorosamente nazi y ella una judía encerrada en un gueto que sería, para utilizar el término exacto que fue apuntado en los expedientes, «liquidado» en la primavera de 1942, menos de tres años después.

Es difícil saber qué emoción conducía la actitud de Jaeger, un tipo bávaro, de buena familia, nacido en la correctísima ciudad de piedra de Múnich y convencido de que la Gran Alemania era un premio al que los arios estaban destinados por razones históricas y, por extensión, convencido también de que la joven de la sonrisa directa era una «perra», una «parásita», una «rata»… Como cualquier judío.

Hugo Jaeger—Time & Life Pictures/Getty Images

Hugo Jaeger—Time & Life Pictures/Getty Images

Si todo retrato es un prólogo de la muerte, una intención de retener en un espacio bidimensional el aliento vital, los de la chica judía de Kutno —porque el fotógrafo nazi le hizo un par de tomas, por eso sostengo que intercambiaron algunas palabras, que quizá él le reclamó la sonrisa y ella, confiada, se la concedió— lo son con una intesidad atroz.

Cuando hizo las fotos en los guetos de Kutno y Varsovia, Jaeger sabía que estaba retratando a personas con fecha de caducidad, a futuras víctimas del exterminio. No se puede deducir otra cosa sabiendo que era el fotógrafo personal de Adolf  Hitler desde 1936 y ninguna puerta se le cerraba en el Reich. Estaba en la nómina de los esbirros.

En el futuro Jaeger diría —como tantos millones de alemanes y alemanas sostendrían pese al olor a carne quemada que entraba en las salas de estar como un invitado cotidiano— que nada sospechaba , que le gustaba retratar, que aquellos judíos polacos le interesaron por motivos documentales.

No era un gran fotógrafo. Ni siquiera dominaba las reglas básicas de la composición, en las que le ganaba de calle el otro reportero oficial nazi, Heinrich Hoffman, pero Hitller confiaba en Jaeger porque ambos preferían las imágenes en color y el retratista se inclinaba por el revelado de diapositivas, que en los años treinta y cuarenta todavía era dificultoso.

El Führer adoraba como Jaeger capturaba la épica astracanada de los desfiles e incluso había recibido el encargo de documentar la celebración del 50º cumpleaños de Hitler y el fotógrafo le había mostrado en el centro de una turbamulta de arias semihistéricas en torno al ídolo, había firmado uno de los retratos oficiales del tirano y había logrado franquear la intimidad del paranoide dictador para retratar sus espacios íntimos. Insisto: Jaeger no era un inocente reportero y su cámara estaba manchada de inmundicia.

Me importan bastante poco las fotos de nazis que firmó Jaeger, otro nazi, pero sigo sin entender qué estrategia le llevó a dejar constancia de aquellos que estaban marcados para la masacre —los 400.00 judíos de Varsovia y los 8.000 de Kutno—. Sus imágenes de los guetos polacos son únicas, ningún otro reportero logró dar testimonio fotográfico de las antesalas de la aniquilación universal prevista para estas personas que posan sin aparente fingimiento ante la cámara de Jaeger.

Lo que vino después es casi tan indescifrable como lo anterior. Tras la derrota nazi, el fotógrafo, que intentó buscar el anonimato en Múnich, no fue perseguido, ni siquiera interrogado. Guardaba dos mil diapositivas en una maleta, entre ellas algunos retratos de jerarcas y simpatizantes nazis de primer nivel que le hubieran venido muy bien a la justicia aliada postbélica. Aseguró que unos soldados estadounidenses lo detuvieron para revisar la valija, pero encontraron primero una botella de coñac y se conformaron con el alcohol. Luego, eso dijo, enterró las fotos en las afueras de la ciudad en tarros de cristal y las vendió por una cantidad no revelada en 1965 a la revista Life. La publicación se mostró tan recatada y melindrosa como es costumbre y no hizo públicas las imágenes hasta 2005.

Como tantos otros alemanes que invitaban a entrar en casa al olor a carne quemada, Jaeger murió limpio. Me gusta pensar, sin embargo, que su condena es eterna y está dictada por las dos fotos, una con sonrisa y otra sin ella, de una anónima muchacha de la campiña polaca a la que retrató sabiendo que le esperaba el martirio.

Ánxel Grove

13 comentarios

  1. Dice ser Stu Redman

    No se puede detener a alguien sólo por hacer fotografías.
    Después de todo, ha documentado la historia.

    17 octubre 2013 | 19:53

  2. Dice ser pedro fleche ribes

    Deberían mearse sobre su tumba al hijo puta del fotógrafo,sacarle una sonrisa a alguien que va a ser gaseada o fusilada es inmoral y de muy mal gusto e inhumano.

    17 octubre 2013 | 20:42

  3. Dice ser kkk

    Estoy de acuerdo con Stu Redman. Hugo era un fotógrafo que nació en Alemania y trabajó para Hitler como fotógrafo, pero eso no lo convierte en un fervoroso nazi. Documento la situación de los guetos, y aparentemente lo hizo como una persona normal y no como un nazi. No creo que los judíos estuvieran tan sonrientes y propensos a que les sacaran fotos si hubiera actuado como uno de los nazis que los metieron en los guetos.

    Salvo que tengas alguna prueba más que confirme su «fervoroso nazismo», por lo que dices en el artículos es un simple fotógrafo que trabajo para la persona equivocada.

    Salvando las distancias es como decir que a todos los trabajadores de Coca Cola les gusta la Coca Cola y odian la Pepsi. O como decir que el peluquero de Rajoy milita en el PP solo porque le corta el pelo a Rajoy.

    Desgraciadamente llegamos unos cuantos años tarde para poder preguntarle a Hugo sus ideales políticos.

    17 octubre 2013 | 20:46

  4. Dice ser Sierra_1

    Pienso que los nazis deben estar mejor muertos…

    Pero sinceramente solo hacia un trabajo y trabajaba para su gobierno, debemos culpar ahora también al traductor de Hitler… o mejor aun a su secretaria, o a su enfermera o a su madre por su nacimiento…

    El articulo no tiene ni pies ni cabeza y es subjetivo a mas no poder.

    17 octubre 2013 | 21:04

  5. Dice ser White Lily

    Sensacionalismo puro y demagogia. A veces, y sólo a veces, publicáis algo que no esté cargado de manipulación progre y de propaganda del pensamiento único.

    No he podido evitar pasar a ver qué teníais que contarle al mundo sobre los retratos de Jaeger, y seguramente seguiré viniendo a indignarme con vuestra manera de crear morbo alrededor de vuestros (muchas veces) insulsos posts, difamando y conjeturando sobre los sentimientos, las expectativas y las ambiciones no ya de las personalidades destacadas en unas u otras disciplinas en el III Reich, sino del común del pueblo alemán. ¡No tenéis vergüenza!

    17 octubre 2013 | 21:11

  6. Dice ser Osama

    Un hijo de puta en toda regla.

    17 octubre 2013 | 21:14

  7. Dice ser Los nazis fanáticos a mayor gloria del horror

    El fotógrafo de ideas nazis ya estaría pensando en gasear a toda esa gente y riéndose para sus adentros: jijiji ya vereis en poco tiempo como…

    Espeluznante.

    17 octubre 2013 | 22:48

  8. Dice ser uno que pasa

    El holocausto esta por demostrar (es mas, mas bien lo contrario… todo indica a que no existio ni muchisimo menos tal y como nos lo han contado, y de hecho no existio mas alla del tratamiento habitual a los prisioneros de guerra de cualquier conflicto).

    Y antes de que cacareeis, buscad informacion, que hay mucha y muy interesante.

    Fdo.: Alguien que ni muchisimo menos es nazi, pero esta hasta las bolas de que nos cuenten cuentos.

    18 octubre 2013 | 04:12

  9. Dice ser Ana

    Coincido con el artículo, solo un enfermo haría tal cosa, como muchos alemanes de la época y que se hacían de la «vista gorda» con lo que tristemente ahí pasaba.´

    18 octubre 2013 | 06:32

  10. Dice ser Es mentira

    El fotógrafo personal de Hitler era Hoffmann (se puede consultar en la wikipedia), ese al que muchos le encargan hoy sus fotografías personales. Otra curiosidad es que Hugo Boss era su modisto personal y confeccionó los uniformes de las SA, SS, Werhmacht, juventudes hitlerianas… De Hoffmann dicen que lograba fotografiarle el espíritu a Hitler.

    Tanto Hoffmann como Boss eran nazis reconocidos y miembros del NSDAP desde el principio. Hoffmann era la sombra de Hitler y Jaeger simplemente recibió encargos puntuales.

    18 octubre 2013 | 06:42

  11. Dice ser anabel junco

    Tal vez se disfrazaba de fotógrafo de a pie, conversaba con las personas para rebajar la tensión y luego les hacía la foto. La chica que sonríe tal vez no supiera que su destino era morir en un campo de concentración. Tal vez sólo era un nazi de postureo por pura supervivencia y le interesaba la humanidad de las personas judías. Tal vez era un Mengele de las almas. Tal vez era un nazi convencido y cuando empezó a mirar a las personas judías de cerca se dió cuenta de que también tenían alma…

    Quién sabe…

    18 octubre 2013 | 14:32

  12. Dice ser Molidebno

    Me gusta mucho los artículos que sacáis pero en este te has pasado tres pueblos. Por un lado está el artista y por otro la persona. Me viene al caso aquel fotógrafo que realizó la instantánea del niño africano muerto de hambre y un buitre acechándolo. ¿qué criminal por no ayudarlo ,no? El fotógrafo está ahi para documentar sucesos ,historias de la gente , no se puede criminalizar a quien porta una cámara por las situaciones o gentes que capte. Y en aquel tiempo el 99 % de los alemanes desgraciadamente miraban hacia otro lado. Las fotos a color que tiene de desfiles son increibles , se lo montaban bien estos nazis. Por favor separa fotografía de tus ideas políticas. Separa arte de política.

    Gracias

    18 octubre 2013 | 19:42

  13. Dice ser Nequinho

    Un psicópata como todos los nazis de cualquier época..ah, y para los técnicos que opinan que su labor era aséptica tendrían que haber estado en los campos de exterminio a ver si seguían pensando lo mismo….que fácil es rebuznar…

    19 octubre 2013 | 01:12

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