Bert Berns, el productor maravilla al que Van Morrison rompió el corazón

Bert Berns

Bert Berns

La culpa la tuvieron el barrio, los vecinos y una fiebre reumática.

Bert Berns, hijo de judíos rusos y nacido en Nueva York con la Depresión de 1929, iba para pianista clásico por decisión paterna, pero en eso cayó enfermo de una fiebre reumática que le dejó secuelas en el corazón y le obligó a muchas horas de reposo. Desde el tedio de la cama, el niño escuchaba la música que salía de las otras viviendas del edificio del caliente barrio del Bronx, donde los caribeños eran mayoría. La guajira fue la mejor medicina y el crío mandó a paseo para siempre a Mozart y Chopin.

Se tomó la pasión cubana muy en serio, empezó a frecuentar a pianistas y soneros, a visitar clubes humeantes de tabaco y sexo y a sincopar —la forma rítmica de la sabiduría musical—. En 1958 le propusieron comprar un club en La Habana, consiguió un préstamo y se lanzó a la aventura. Cuando llegó a la isla se enteró de dos cosas: el club, como la ciudad casi entera, era un burdel para gringos y había una revolución en marcha. Tuvo que regresar a los EE UU poco después de la entrada de los castristas en la ciudad, pero dió por buena la experiencia.

Como siendo consciente de que tenía los días contados —la dolencia cardíaca era incurable—, Berns se dedicó sin tregua a componer y producir canciones. En casi todos los casos parecían una descarga cubana. Primero como empleado a sueldo de la discográfica Atlantic, una de las madrigueras mayores del soul, y después como jefe de sus propios sellos, Bang y Shout, se convirtió en uno de aquellos taumaturgos que, durante la primera mitad de los años sesenta, fabricaban música que parecía caida del cielo por lo numerosa y cautivadora.

Bert Berns (izquierda) y Jerry Wexler

Bert Berns (izquierda) y Jerry Wexler

Aunque tuvo una huella pública menor que otros de los creadores de su tiempo, entre 1961 y 1966 Berns hizo —y hablamos de un tiempo en que el verbo hacer era textual: desde la composición de la pieza hasta el acabado final en el estudio, pasando por los arreglos e incluso la decisión del tono anímico que los intérpretes debían manejar— canciones que podrían ser la obra de una vida entera: Twist and Shout (Isley Brothers), Brown Eyed Girl (Van Morrison), Piece Of My Heart (Erma Franklin, hermana de Aretha), Cry Baby (Garnet Mimms and The Enchanters), Cherry Cherry (Neil Diamond), Cry To Me (Solomon Burke), Hang on Sloopy (The McCoys), I Want Candy (The Strangeloves), Here Comes the Night (Them)

Algunos de los discos con música y producción de Berns

Algunos de los discos con música y producción de Berns

Músicos de instinto afilado para la rapiña de buenos temas ajenos como los Beatles y los Rolling Stones o cantantes en busca de repertorio para lucir garganta (Janis Joplin) se aprovecharon de la inspiración imparable de Berns y la calentura emocional de sus piezas, muchas basadas en las progresiones rítmicas caribeñas a las que estaba enganchado desde niño.

Durante sus corto tiempo de gloria, Berns era infalible y buscado por todos los intérpretes que deseaban un hit. Además, era un tipo juerguista y de buen talante que en el estudio no se comportaba con los modales de tirano de otros jóvenes productores maravilla —el ejemplo más extremo es Phil Spector y su complejo de Napoleón— y dejaba que los músicos interviniesen en la cocción de las canciones.

Bert Berns, con una copa en la mano, y Van Morrison, en una fiesta en Nueva York, 1965

Bert Berns, con una copa en la mano, y Van Morrison, en una fiesta en Nueva York en 1967. La chica es Janet Planet, futura esposa de Morrison

La desgracia para Berns llegó desde Irlanda. En una estancia de trabajo en Londres había producido algún single para Them, el grupo que encabezaba el portentoso cantante Van Morrison, el único músico de la british invasion que cantaba con la misma intensidad  que un negro.

Fascinado con la exaltación de aquel muchacho, Berns le ofreció un  contrato de grabación con Bang y se lo llevó a Nueva York para producir un álbum como solista, Blowin’ Your Mind Up. En el disco había piezas tan complicadas e insólitas como TB Sheets, una larga derivación bluesy en la que un amante rumia en torno a la contemplación de las manchas de sangre en las sábanas de una novia tuberculosa.


Morrison, cuyo carácter desabrido es proverbial, fue el primer artista que le plantó cara a Berns. La grabación estuvo llena de interrupciones derivadas de un choque de pareceres de fondo: el productor quería un producto pop porque consideraba que Morrison era «el Solomon Burke blanco» y podía hincharse a vender discos, pero el cantante prefería buscar una forma expresiva más abierta, cercana al jazz y la improvisación libre. Las discusiones eran constantes y el disco salió adelante de milagro después de sesiones de las que todos salían descontentos y con la sensación de haber cedido demasiado.

Berns y Solomon Burke

Berns y Solomon Burke

No era el único problema al que hacía frente el bueno de Berns. Atlantic hacía maniobras financieras para tomar el control de Bang y otro de los cantantes de la casa, Neil Diamond, exigía la misma libertad creativa de la que gozaba Morrison. El modelo del pop estaba cambiando: los fabricantes de éxitos instantáneos languidecían y emergía la figura del autor.

El 30 de diciembre de 1967, después de una semana agotadora de discusiones encendidas con Morrison, Berns se sintió indispuesto y alquiló un cuarto de hotel para descansar unas horas. En algún momento durante la siesta sufrió un fatal ataque al corazón. Tenía 38 años pero en las últimas fotos parecía un hombre de 60. Al entierro  asistieron todas las luminarias del pop neoyorquino pero Morrison no se dejó ver.

Tras el oficio funebre, la viuda de Berns echó la culpa al cantante de haber ejercido maniobras de acoso que terminaron matando a su marido y denunció a Morrison ante Inmigración por no tener los papeles en regla, exigiendo la deportación. El músico solventó el problema casándose con su novia, la estadounidense Janet Planet Rigsbee, logró anular el contrato con Bang y grabó el mejor disco de su carrera —y uno de los mejores de todos los tiempos— Astral Weeks. Ni rastro de guajira.

La obra de Berns, que en conjunto sigue siendo un milagro, puede encontrarse compendiada, en The Bert Berns Story, un par de volúmenes editados por el sello Ace.

Ánxel Grove

7 comentarios

  1. Dice ser ano nadado

    Muy interesante . Gracias.

    07 enero 2013 | 19:01

  2. Dice ser ALBERTO

    Muy interesante Siempre sale a relucir el caracter de Van Morrison. Un tipo peculiar…

    07 enero 2013 | 22:58

  3. Dice ser FRAN

    Da la impresión, leyendo el artículo, que Bert Berns fue el creador de Twist and Shout, Brown eyed girl, etc.
    Este señor solamente produjo la grabación de esos discos, y en el caso de Twist and shout, ya había sido producido antes por Phill Spector para el grupo «Top Notes» antes que la de Bert Berns para los «Isley Brothers». Lo que está totalmente fuera de lugar es utilizar el término «rapiña» cuando se menciona a The Beatles o Rolling Stones, sobre todo si tenemos en cuenta que el enfoque rockero de la versión de Twist and Shout que hicieron The Beatles es el que hace que este tema sea inolvidable.

    08 enero 2013 | 08:44

  4. Dice ser ESSEM

    Hola Fran, estos periodistas, siempre lo mismo enfocan el artículo como les parece pero sobre todo emplean términos despreciativos hacía los músicos y para hablar bien de uno de siempre hablan mal de cincuenta. El termino RAPIÑAR, no esta bien usado, sino VERSIONAR, además pagando derechos como hacen los artistas que graban esos temas, que es lo que hicieron Beatles, Rolling, Animals y otros muchos y además con profesionalidad y clase. Y efectivamente no confundamos producción con autoria o interpretación. Un saludo Fran tu aporte es mas veraz e interesante que el articulo entero.

    08 enero 2013 | 09:45

  5. Dice ser Miguel López

    Magnífico texto, completo, bien documentado y de gran agilidad. Sobre Bang, cuyo logotipo es un revólver humeante, cabría añadir los oscuros lazos con la mafia de Berns, algo que quizá también aprendió en su etapa caribeña…
    Un saludo.

    08 enero 2013 | 16:18

  6. Fran, Essem,

    Sólo una nota: Berns es el cocompositor de «Twist and Shout» y de casi todas las canciones citadas (excepción: «Brown Eyed Girl»). Como informa el artículo, sabía bastante de música y escribía los temas que producía en casi todos los casos.

    Sobre versiones, gustos. El «Twist and Shout» de los Beatles, desde luego mayoritario y correcto (muy brillante en sonido, ablandado, como solían hacer los grupos de la ‘british envasion’ con las canciones raciales), me gusta bastante menos que el de los Isley Brothers.

    No dudo de que tanto ellos, los Beatles, como los Rolling Stones, hayan pagado derechos, pero como versionadores, sobre todo los segundos, dejaban bastante que desear ante la calidez y la pasión de los originales.

    08 enero 2013 | 17:39

  7. Dice ser FRAN

    trasdos,

    Al cesar lo que es del cesar, tienes toda la razón en lo que respecta a la autoría del «Twist and Shout».
    No me sonaba en los créditos de la canción, porque está firmada como (Medley-Russell), pero investigando un poco resulta que Russell es en realidad «Bertrand Russell Berns».
    En lo que respecta a los gustos, está claro que nunca coincidiremos, la versión de los Isley Brothers no supera la prueba del tiempo y comparada con la pasión que puso Lennon en «una única toma» deja a la interpretación americana como un poco….pachanguera.
    Y por otro lado, si no fuese por las versiones de todos estos clásicos que hicieron las Bandas Británicas, el blues sería tan desconocido y minoritario como lo es el flamenco en el resto del mundo y el rock and roll hubiese desaparecido a principios de los 60….es decir, todos esos grupos que comenzaron sus carreras haciendo sus versiones ( Beatles, Stones, Kinks, Cream, Animals, etc) le han dado difusión y dimensión mundial a muchos autores que de no ser así serían auténticos desconocidos.

    09 enero 2013 | 09:27

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