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La vida tiene mil detalles. Ninguno permanece… por suerte o por desgracia.

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La ‘x’ del IRPF es voluntaria

Otro efecto colateral más de la crisis: más de 100.000 personas acudieron el año pasado en Madrid a los bancos de alimentos, esas organizaciones sin ánimo de lucro que ayudan a gente sin recursos.

Banco de alimentos

Dos voluntarios trabajando en el Banco de alimentos de Madrid. FOTO: Jorge París

Instituciones que se gestionan de manera altruista por miles de voluntarios; entregados, apasionados, solidarios… Personas que pueden parecer anónimas, pero que tienen nombres y apellidos, y que piensan casi más en otros que en ellos mismos.

Voluntarios que trabajan en organizaciones que mayoritariamente se sufragan con subvenciones de las administraciones públicas.

Administraciones públicas que derivan esas partidas de nuestros impuestos

Ahora que estamos en campaña de la renta, pensemos dónde ponemos nuestra «x» para asignar el 0,7% de nuestra cuota íntegra del IRPF.

Hay dos opciones (*) : sostenimiento económico de la Iglesia católica o financiación de actividades de interés social. Cada uno decide.

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*ACTUALIZACIÓN. Como algunos lectores bien me han apuntado por correo electrónico o en el blog, este planteamiento no está del todo bien expresado. Mi intención era exponer que el Estado solo nos da la opción de poder decidir a qué asignamos el 0’7% de nuestro IRPF. Y Hacienda solo nos presenta dos opciones: el mantenimiento de la Iglesia católica o fines de interés social. Dentro de estas dos opciones cada uno decide qué hacer. Lo que no está del todo explicado en el texto es cuáles son las posibilidades a la hora de poner la «x»: no marcar ninguna casilla, marcar solo una de las dos, o marcar las dos (ambas opciones reciben el 0,7%). En el caso de los borradores del IRPF, llegan siempre al contribuyente con la opción que por defecto hayamos indicado el año anterior, con lo que si se quiere elegir otra modalidad hay que modificar el borrador.

Tarjetas con reintegro

Observar los documentos que desgranan los gastos de los consejeros de Caja Madrid con la tarjeta negra requiere cierto ejercicio de relajación… Hay que pensar que solo son números y apuntes bancarios.

Sánchez Barcoj, Blesa y Rato

El ex director general de Caja Madrid, Ildefonso Sánchez Barcoj, y los expresidentes Miguel Blesa y Rodrigo Rato.

Porque si profundizas un poco y te pones en el tiempo y lugar en el que se realizó cualquiera de esos gastos, es cuando la tripa se empieza a revolver y dan ganas de vomitar un sinfín de improperios en nombre de miles de estafados.

Hay que ser caradura para usar la tarjeta para todo tipo de gastos y además hay que ser muy cutre para sacar dinero en efectivo, comprar billetes de metro, pagar en cabinas telefónicas y hasta comprar lotería.

Ahora sí les ha tocado premio a estos pillines: el peso gordo de la Justicia caerá sobre ellos. Espero que al menos a los clientes de Bankia les toque el reintegro… que les devuelvan todo lo robado.

‘Eulovegas’, aquí no

El gran magnate chino Wang Jianlin ha puesto el ojo en los madriles para desarrollar sus negocios. Empezó comprando el enorme edificio España, en la plaza de España de la capital, y ahora pretende levantar un gran centro comercial y de ocio en no sé sabe qué lugar.

Todo lo que sea impulsar la economía, bienvenido sea; pero ojo a cómo y a qué precio.

Wang Jianlin

El magnate chino Wang Jianlin.

Si la idea es colarnos un ‘Eulovegas’ –una versión china de casinos, hoteles y tiendas– mal vamos.

Otro tipo de inversión y otro modelo de ocio y negocio también es necesario y rentable en Madrid.

Un concepto que no esté basado en el juego y el consumismo. Cine, teatro, arte, deporte, gastronomía, tecnología… complementado, eso sí, con hoteles y hostelería.

Todo eso es posible para generar empleo y riqueza, venga el dinero de donde venga, hasta de la mismísima China.

Palacio de la Música

El dinero lo puede todo. Hasta conseguir que un hito cultural de Madrid durante muchos años, el Palacio de la Música, termine siendo una tienda de ropa.

Tras su cierre en 2008, Caja Madrid lo compró para convertirlo en un gran auditorio musical. Pero, como siempre, el trasfondo de la crisis ha sido la excusa perfecta para el cambio de planes.

Ya en manos de Bankia, entidad rescatada entre todos con fondos públicos, el banco se ha olvidado de este proyecto cultural y ha vendido el inmueble a la cadena de ropa Mango.

Un destacado grupo de intelectuales y artistas luchan ahora para que se frene esta desastrosa operación. Pretenden que el Palacio de la Música continúe siendo un referente cultural en vez de un gran tótem de trapitos de temporada.

El dinero lo puede todo, pero a veces la fuerza de lógica puede aun más.