Todo es coyuntura Todo es coyuntura

La vida tiene mil detalles. Ninguno permanece… por suerte o por desgracia.

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Las ojeras de Zapata

Guillermo Zapata

El concejal del Ayuntamiento de Madrid Guillermo Zapata. FOTO: Juanjo Martín / EFE

Las ojeras son un signo del duro al trabajo, el poco dormir y las preocupaciones. Aparecen bajo los ojos, muchas veces en forma de aparatosas bolsas, tras varios meses o años en esta situación.

Pero en algunas ocasiones surgen casi de repente, en menos de lo que se escribe un tuit. Fíjense en alguna foto reciente del joven concejal del Ayuntamiento de Madrid Guillermo Zapata.

Quién le iba a decir que aquel día de 2011 –en el que se dejó llevar en 140 caracteres por su humor negro– sería el origen de unas ojeras dignas de casquería.

Zapata tendrá que asumir que determinadas ojeras son el precio de la exposición pública, el sufrimiento de la inquina del adversario y la lucha por lo que cada uno cree justo. Es y será así, por mucho auto judicial exculpatorio que sirva de circunstancial bálsamo.

Pequeños gestos

Grano no hace granero pero ayuda al compañero, dice el refrán. Y es que a veces el también famoso «tacita a tacita» es suficiente para ir cambiando las cosas.

Estadio Santiago Bernabéu

Gradas del estadio Santiago Bernabéu.

Es el caso del nuevo equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Madrid, que ha decidido prescindir de privilegios asumidos durante años en la corporación municipal, como pases gratis para palcos en el Teatro Real, en el Bernabéu, en la Plaza de toros de Las Ventas… o entradas vip para el club de Campo, el Palacio de los Deportes, la Caja Mágica, los Teatros del Canal…

La suma de todas estas entradas que percibían por la cara hasta la fecha muchos concejales y sus familias no es que sirva para poner en marcha otros grandes proyectos, pero decidir no disfrutar de estas prebendas por el mero hecho de ser político ya es un gran paso; un pequeño gesto, un gran gesto.

Fuerzas vivas… y muertos

Monumento a Cervantes

De izquierda a derecha: Pedro Corral (delegado de Las Artes del Ayuntamiento de Madrid), Joaquín Martín Abad (vicario de Vida Consagrada del Arzobispado de Madrid), Darío Villanueva (director de la Real Academia), Ana Botella (alcaldesa de Madrid) y el general de brigada Antonio Nadal. FOTO: Ayuntamiento de Madrid.

Por fin. Tras haber estado trabajando más un año en el proyecto, se hizo la convocatoria definitiva en la iglesia de las Trinitarias.

Fue el último acto oficial de Ana Botella como alcaldesa. Orgullosa estaba de que así fuera, tal y como ella misma manifestó.

Para tal magnánimo acontecimiento –recordemos, mostrar una placa (con errata incluida) que asevera que allí descansan los huesos de Cervantes–, la aun alcaldesa se rodeó de lo mejor de las fuerzas vivas del momento, como en otrora ‘mejores’ tiempos… Iglesia y Ejército flanqueando a los próceres políticos y culturales para hacerse la foto.

Si Cervantes levantara la cabeza alucinaría. Digo yo que a la nueva alcaldesa no le dará por este tipo de convocatorias, a no ser que recurra al también en mejor vida Luis García Berlanga para organizar estos esperpentos. Al menos nos reiríamos un poco.

Borrón y cuenta nueva tras el 24-M

Nos quedan solo pocos días –a lo sumo unas semanas– para dirimir quiénes se pondrán al frente de nuestras instituciones en ayuntamientos y Comunidad.

Papel triturado

Un cubo de basura, con tiras de papel triturado, a las puertas del Ayuntamiento de Madrid.

Será entonces cuando los recién llegados a las tareas de la gobernanza comenzarán a ver papeles, a pedir informes, a mirar debajo de las alfombras…

A saber con lo que se encontrarán después de tantos años de ‘más de lo mismo’. A saber cuál será el verdadero estado de la cuestión, siempre y cuando un montón de documentación no haya acabado ya pasto de una máquina destructora de papel o víctima del formateo de un disco duro.

Dará igual, será el momento de hacer borrón y cuenta nueva e iniciar una etapa que deje atrás vicios del pasado.

Será el día de comenzar una nueva manera de hacer política… sea quien sea y tenga el color que tenga el que ostente el bastón de mando.

El éxito de los vecinos

Todos los votos tienen el mismo valor, sí. Pero no es lo mismo un voto en una gran urbe a un partido tradicional, que dar tu voto en tu pueblo al vecino que ves en el bar o en la tienda.

Torrelodones

Parte del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Torrelodones, uno de los municipios donde gobierna una agrupación vecinal. FOTO: Elena Buenavista.

Ni que decir tiene cuando ese candidato no pertenece a ningún partido político al uso, sino que es un ciudadano más que, junto a otros vecinos de la localidad, se ha juntado para intentar conseguir lo mejor para el municipio.

Este ha sido otro gran éxito de este nuevo tiempo tras el 24 de mayo: en un buen número localidades han ganado las elecciones agrupaciones vecinales independientes, desligadas de cualquier color político.

Es aquí cuando el municipalismo se hace aun más grande, cuando nuestro voto es más directo. Terminará siendo este el futuro de muchos pequeños y medianos municipios. Si no es ya el presente incluso en las grandes ciudades…

De la urna al zoco árabe

A estas alturas dentro de una semana sabremos ya quiénes controlarán nuestros designios en Comunidad y ayuntamientos… O quizá no.

Sí conoceremos los que han tenido más votos, quién se pega el batacazo, quién da la sorpresa…

Pero ese no será el final de partido sino el punto de partida.

En muchos casos, de poco habrá servido la intensa campaña y los programas electorales que nadie se lee.

zoco

Zoco árabe. FOTO: FLICKR/GuillenPerez

Nos quedarán por delante semanas de ajustes, de negociaciones, de «esto para ti y esto para mi», de «te apoyo si me aseguras que tal y cual».

Es entonces cuando la política deja de ser la representación directa de la ciudadanía en las urnas para convertirse en un zoco árabe.

Por favor, señores políticos, sean sensatos y pónganse de acuerdo rápido, no vaya a ser que nos aburramos y dejemos de fiarnos de sus buenas intenciones.

Los indecisos deciden

Aunque falta menos de un mes para las elecciones autonómicas y municipales, las encuestas ya van definiendo lo que será el nuevo panorama político tras el 24 de mayo.

Urna

Una urna electoral. FOTO: EFE

No hay que ser muy listo ni presidir una empresa de demoscopia para vaticinar el fin de las mayorías absolutas y el bipartidismo, y el consiguiente reparto entre PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos.

La clave de los gobiernos que se formen después no está entonces entre los que ya tienen decidido su voto a una de estas cuatro formaciones. Quien agarra la sartén por el mango son los indecisos. Hoy por hoy casi uno de cada tres madrileños no tiene claro a quién votará.

Ellos son los que decidirán hacia dónde se inclina la balanza de la gobernabilidad. Otra cosa será luego los tejemanejes y repartos de sillones que, como siempre, terminarán haciendo los partidos, los de la casta y los de nuevo cuño.

Gran Hermano va en moto

Motomulta

Una de la motomultas del Servicio de Estacionamiento regulado, con la cámara oculta en la parte trasera. FOTO: J.J.

Gran Hermano viaja ahora en moto. Se ha ajustado el casco y ceñido el uniforme de ‘parquimetrero’ y escanea sobre dos ruedas a todo bicho estacionado en las céntricas calles de la capital.

Son las motomultas, ese nuevo invento que comprueba al instante si los vehículos aparcados tienen tarjeta de residente, si están al corriente de pago o si el ticket del parquímetro está en regla.

Las normas están para cumplirse y el estacionamiento regulado es necesario en algunas zonas y momentos. Pero el exceso de vigilancia que suponen estas motomultas es simplemente una medida recaudatoria más para llenar las raquíticas arcas municipales, llenas de deudas.

Y además atenta contra la privacidad de los ciudadanos, permanentemente controlados por las administraciones.

Cervantes, en cueros

Huesos Cervantes

Restos hallados en la cripta del convento de las Trinitarias entre los que los expertos creen que hay algún hueso de Cervantes. FOTO: GTRES

Hace más de un año llegó a mis oídos que el Ayuntamiento de Madrid iba a preparar una potente campaña para atraer y diversificar el turismo en el centro de la capital. ¿En qué consiste?, pregunté. «En crear un lugar de peregrinación a la tumba de Cervantes«.

Tal cual se quedó la cosa, cuando a los pocos meses el Ayuntamiento anunció las labores de búsqueda de los restos del escritor… en la misma iglesia donde una placa reza desde hace años que está allí enterrado.

Todo ha estado perfectamente pautado, paso a paso, para culminar antes de las elecciones de mayo esta bonita campaña de entretenimiento de masas.

Para al final quedarnos con lo que ya sabíamos. Nada nuevo, nada rotundo. Más estudios arqueológicos, antropológicos e históricos que deducen que efectivamente hay huesos entremezclados que «probablemente» sean los del escritor.

Si de verdad hubiera existido otra intención que no fuera la del autobombo político, las cosas se hubieran hecho de otra manera, con más seriedad, con más tiempo para dejar trabajar a estos y otros expertos.

Que no nos cuenten ahora novelas de caballerías, que sabemos que el vino derramado no estaba en cueros sino en una Botella a punto de quebrarse.

 

BONUS: El Circo de Cervantes… o la acertada visión científica de todo este tinglado, por Javier Yanes

El coste de la otra casta

Rouco Varela

El exarzobispo de Madrid, Rouco Varela. FOTO. EFE

Al que fuera arzobispo de Madrid le han puesto un piso. Literal. El arzobispado de Madrid ha hecho una reforma propia de un palacete (más de medio millón de euros para acondicionar una vivienda de 370 metros cuadrados) para que el ínclito Rouco Varela viva como los ángeles, casi rozando el cielo en un lujoso ático de la calle Bailén.

La Iglesia sabrá en que se gasta sus dineros. Si decide invertirlos en que un cura retirado viva en un casoplón o prefiere destinarlo a desahuciados sin vivienda, por poner un sencillo ejemplo.

Lo que no me parece de recibo es que las administraciones públicas sigan el juego y otorguen a la Iglesia prebendas propias de otros tiempos.

La ‘casita’ de Rouco está exenta de pagar el IBI por una curiosa normativa que permite que las propiedades de la Iglesia no paguen este impuesto, que en este caso particular sería de no menos de 3.500 euros. El coste que nos cuesta la otra casta.