Ver capítulos repetidos de una serie me parece una pérdida de tiempo que se puede emplear en descubrir otras. Si acaso, es aceptable ver algunos momentos míticos, escenas inolvidables, con las que te sientes muy bien. Y en mi caso, que te causan envidia porque no las he escrito o no se me han ocurrido antes. Confieso que he visto en varias ocasiones algunos minutos que me encantaron de The Newsroom (Fix You), Cómo conocí a vuestra madre, Boardwalk Empire (sí, ese final de la primera temporada), además de Skins o Misfits, por citar algunas británicas. Pero siempre hay una excepción. Existe una ficción que revisé por completo hace unos años. Y no me arrepiento, ya que todavía no era tan friki y veía lo justo y necesario. No podía ser otra que The Big Bang Theory.
Y es que es de las pocas que actualmente hacen reír de verdad, gracias a estos cuatro cerebritos superdotados que trabajan en la universidad y cuya vida empieza a cambiar cuando aparece su vecina la tía buena. Le he dado la oportunidad a muchas comedias (de las que desconozco solo me llama la atención Community) y ninguna ha conseguido que me una a su causa particular. Y eso que The Big Bang Theory no es un ejercicio al uso de humor inteligente (pero sí empollón) o de chistes con los que descuajeringarse de la risa. Sus situaciones están tan bien traídas, sus bromas son tan blancas y elegantes, y los protagonistas son tan buenos que no necesita estridencia alguna para convencer. Más bien al contrario. Y quizá por eso pueda alargarse durante muchos años sin cansar al espectador. Su regreso de hace una semana y los tres nuevos capítulos que hemos visto así lo indican.
Los que hemos sido de alguna manera en nuestros años de adolescencia como ellos quizá seamos los que más amemos esta serie. Como antiguo jugador empedernido de rol, Counter Strike, Starcraft o Warcraft, cartas Magic, lector de cómics, visitante de sus ferias, y algo mitómano, a la vez que amante de la ciencia ficción declarado, hay veces en las que te sientes identificado. Porque todo es una serie de niños grandes, de hombres que se niegan a dejar atrás lo que le gusta por comentarios ajenos o por un concepto distorsionado de la madurez. Aunque también es cierto que están en su burbuja, alejados de otros grupos de personas que les podrían aportar otro tipo de entretenimiento. Y aun así, dentro de su mundo particular, demuestran un crecimiento.
Porque la evolución es algo que caracteriza a todos los personajes y a sus historias. Sheldon (Jim Parsons) ahora tiene una pseudonovia que encaja a la perfección con lo que podríamos esperar de él. No se fuerza su historia ni se le añaden situaciones que destrozarían la serie y dejarían de hacerla creíble, como que llegase a mantener relaciones sexuales con ella. ¿Pasará? No lo creo. Es difícil que los guionistas y Chuck Lorre (el creador) se metan en un fregado semejante.
Y es que todo esto sin él se muere. Recuerdo momentos de hasta tirarme por el suelo de la risa, como cuando se mete en una piscina de bolas para esquivar a Leonard (Johnny Galecki) soltando un Bazinga! cada vez que no le pilla. O con el capítulo en el Amy (Mayim Bialik) le propone acabar con su obsesión por finalizar las cosas, y él no puede evitar finalizar la típica melodía que hacemos con los puños cuando llamamos a una puerta. Es el personaje perfecto, el que genera la sonrisa permanente. Así seguirá mientras no intenten vendernos que de repente se interesa por el sexo contrario de una forma carnal.
Para relaciones estrambóticas ya tienen a Leonard y Penny (Kaley Cuoco, ay). Afrontémoslo: existen muy pocas parejas como esa. Llamadme superficial o lo que sea. Pero es que es así. La maldita sociedad basada en el exterior no la he inventado yo, y bastante la detesto por la cuenta que me trae. Y sinceramente, ya no dan tanto juego como antes. Necesitan a Sheldon para que meta la chispa en su particular noviazgo. Sin que él se entrometa no habría momentos dignos de mención. Salvo cuando él la insulta a ella por su educación escasa o hace comentarios machistas.
Para suplir la carencia de Galecki ya tenemos a Howard (Simon Helberg). Si no te descojonas con él cada por tres es que eres de piedra. Para muestra, el segundo capítulo de esta séptima temporada, cuando se muestra remilgado porque ha estado llenándose el cuerpo de estrógenos sin darse cuenta. Y es que es el outsider de la serie. El desesperado que logra casarse con una chica que en otras condiciones estaría fuera de su alcance. El que se cree más listo pero es discriminado por no ser un doctor y ser un “simple” ingeniero.
Y qué decir de Raj (Kunal Nayyar) . Ahora que ha superado su fobia a hablar con las mujeres queda claro que va a dar aún más momentos gloriosos que antes. Y eso que él es el que mejor representa el estereotipo sobre el tipo de perfiles que traslada a la ficción The Big Bang Theory: el del solitario, sin éxito con las mujeres, dedicado a su perro o gato, enfrascado en jugar a los videojuegos o pasar tiempo con sus amigos con pareja (o no) para arrinconar su pésima vida social.
Para rematar, el contrapunto femenino de Penny, Amy y Bernadette (Melissa Rauch) ha hecho la serie aún más abierta. Antes existía la endogamia de los hombres que llevó a que muchos la considerasen una “serie masculina”, ya que eran ellos cuatro más rubia explosiva. Quizá se dieron cuentan de eso tanto la CBS como Lorre, y lo solventaron de la mejor manera posible. ¿O no deseáis cada vez más minutos para las tres solas? Cuando están en casa de Penny, saliendo de fiesta, o simplemente rajando de sus chicos. La poca experiencia de Amy deja los mejores minutos, especialmente por las caras que les toca poner a sus amigas y sus esfuerzos por educarla y enderezarla. Aunque ella tiene claro que tiene necesidades fisiológicas que Sheldon no le va a satisfacer, como bien le hace ver Bernadette en el segundo capítulo de esta temporada. A lo mejor eso cambia este año.
Un grupo al que se va a incorporar Bob Newhart, que tras aparecer en la temporada pasada como el profesor Protón se ha convertido en nuevo invitado para varios capítulos (como pasó con Will Wheaton). Su interpretación en un solo episodio ya fue épica y muy aclamada (tanto que se llevó un Emmy este año). Su veteranía hará el resto, seguro. Pero falta por ver cuál será su rol real con respecto a Sheldon y el resto. También aparecerá Bill Nye, otro mítico de los programas científicos para niños en la televisión americana. Y puede que se produzca un enfrentamiento entre él y Newhart.
Cambie lo que cambie, pase lo que pase, a The Big Bang Theory y su hilaridad les queda mucha vida. Por suerte para nosotros, no se hace aburrida, su argumento no está supeditado a un factor concreto (al contrario que Cómo conocí a vuestra madre) y sus personajes son cada vez más agudos y afables. Y que algo solo cambie para bien se agradece.