Solo un capítulo más Solo un capítulo más

Siempre busco la manera de acabar una serie cuanto antes... para ponerme a ver otra.

Entradas etiquetadas como ‘Jason Stackhouse’

True Blood o cómo desangrarse hasta la vergüenza ajena

Hace unas semanas, publiqué un post en el que apostaba por ver True Blood hasta el final. Sabía que había entrado en decadencia, que ya no era la serie divertida y con la que pasabas una hora de desconexión total por haberse empeñado en buscar una profundidad que nunca podía tener, y que hasta la premisa del guión había dado un giro de 180 grados provocando que perdiésemos el interés. 1

Lo bueno que tenían los vampiros y demás freaks de Bon Temps era que lograban que nunca te aburrieses. Pasabas los capítulos sin mirar el reloj, y mucho menos se te ocurría pausarla. Todo ocurría a un ritmo adecuado, y en cualquier momento podía aparecer una nueva locura argumental que nos continuaría atrapando para los próximos episodios. Así ocurrió en las cuatro primeras temporadas, sobre todo gracias a los misterios y villanos que surgían en cada entrega.

2Todo eso cambió en la quinta temporada, cuando apareció en pantalla la famosa Autoridad Vampírica en su máximo esplendor. Fue en este momento, en el que se apostó por figuras divinas y libros proféticos, cuando True Blood comenzó a decaer. Al menos, los 12 episodios de aquel 2012 no aburrieron y aún entretenían. Pero todos sabíamos que ya no era lo mismo. La serie estaba empezando a colapsar, y muchos sospechábamos que debería haber acabado tras cinco años de emisión. La razón: Alan Ball, su creador y responsable principal, se marchaba, dejando en manos de otros la sexta y séptima temporada. 4

La salida del showrunner que logra que una serie llegue a lo más alto suele provocar en ésta un bajón considerable y una pérdida de calidad notable. Como a True Blood, le pasó a Dexter, y esperemos que no ocurra lo mismo con Ray Donovan, que será la siguiente en sustituir a su productor ejecutivo. El caso de los vampiros es aún más lacerante, dado que todos sus protagonistas continuaban y no se habían producido bajas importantes en los cinco años que llevaba.

La sexta entrega fue un despropósito que aún lograba embaucarnos y llamar nuestra atención. Y eso que Bill Compton como un dios y la incipiente relación entre Sookie Stackhouse y Eric Northman no colaban ni de broma. A pesar de ello, ahí estuvimos, con la esperanza de que la séptima y última fuese la del desquite y la catarsis.

6Tal recompensa no ha llegado: la séptima temporada de True Blood ha sido la peor de todas. Nunca pensé que podría aburrirme viéndola. Que iba a pasar tanto de ella, dejándola aparcada y solo retomándola por pura costumbre.

Las razones anteriores podrían ser suficientes para explicar su desgracia, pero puede haber más. Por ejemplo, que la serie empezase a tomarse en serio cuando lo que ha ofrecido siempre, y que le sirvió para engancharnos, ha sido su locura y ritmo. La ambición por convertirse en un producto que podía tocar palos como la política, aunque sea entre los vampiros, fue la estaca que provocó que se desangrase hasta la vergüenza ajena y la true dead de su final. Y es una pena.5

True Blood ha sido la única serie que me ha dado por ver en una pantalla grande. Me encantaba hacerlo. Disfrutaba como un niño con villanos como Russell Edginton o con las bobadas de Jason Stackhouse. El último capítulo de su historia lo vi en un portátil antiguo.

Por qué hay que ver True Blood hasta el final

Todos los que paséis por este post estaréis familiarizados con eso a lo que llamamos ‘placer culpable’. Sí, esa tarrina de helado en las madrugadas de verano, esa chica o ese chico que sabes que no te conviene pero al que no puedes evitar llamar, o esa serie que sabes que es mala pero que te entretiene de una forma endiablada. True Blood es mi nocilla ingerida directamente del tarro, por así decirlo. Y se acaba este año tras siete temporadas, mostrando una decadencia evidente desde el primer episodio de su última entrega. 2

La historia de los vampiros de Bon Temps y Sookie Stackhouse comenzó como una de las series revelación por su argumento novedoso, entretenido y adictivo. Cualquiera que haya visto las cuatro primeras temporadas admitirá que no podía esperar para el siguiente capítulo por los cliffhangers que era capaz de incluir en los últimos minutos.

Esa era otra True Blood. Desde hace un par de años se convirtió en una serie para sus incondicionales, que decidieron seguir viéndola por ser una de esas que han visto desde el principio de su emisión, o para los que consideran que no existe nada más entretenido que vampiros, sexo y macizos/as. Que a mí me divierte mucho el cóctel, pero a estos últimos les prometo que existe otro entretenimiento de más calidad. Solo hay que buscar un poco.

1True Blood empezó cuando comencé la carrera, por lo que es una ficción que me ha acompañado en esos años que considero importantes de mi vida. Me trae buenos recuerdos de verano, vamos. Y me gusta su honestidad: es frívola, no se molesta en ocultarlo, y emplea esa característica como arma para que el público le siga siendo fiel. Que sea alocada en sus guiones, tramas y situaciones, inverosímiles de antemano, la hacen aún más única. Por eso hay que seguirla hasta su último capítulo.

En esta séptima temporada se enfrentan a una plaga de vampiros enfermos que pueden acabar con todos los chupasangres del mundo. Y nos venden que hasta los propios humanos quieren ayudar a que esto no ocurra. Hay que tener bemoles para partir de esa premisa, y True Blood lo plantea sin inmutarse. Cómo no quererla con esa temeridad. Por eso hay que verla hasta el final.

Lo que está claro es que en las próximas nueve semanas podemos decir adiós a una de las series más descacharrantes y condenadamente divertidas que han llegado a la televisión. Solo podemos dar gracias a que Alan Ball se fijara en los libros de Charlaine Harris para continuar su carrera, tras alumbrar la mejor serie de la historia (sí, esa es Six Feet Under).3

A las series se les suele pedir como última voluntad que se despidan con dignidad. Yo prefiero que True Blood se marche a lo loco, que haga del despropósito un apogeo. Porque no pasará a la historia como una de las mejores. Pero sí lo hará como una de las que hay que ver para saber qué es pasarlo bien con una ficción que ofrece un trío inigualable: divertimento, vampiros y sexo. Principalmente porque no es mala.

Por todo lo anterior, y por los años que nos ha dado, True Blood  se merece que la veamos hasta el final. Puede que hasta la echemos de menos.