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Siempre busco la manera de acabar una serie cuanto antes... para ponerme a ver otra.

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Hostages o el timo de la supuesta ‘nueva Homeland’

Que estamos en los albores del fin de las ideas en el mundo de la ficción televisiva nos lo confirmó este jueves la NBC, cuando se conoció que había encargado un remake de Se ha escrito un crimen que estará protagonizado por la ganadora del Oscar Octavia Spencer. Sí, la misma que veíamos de vez en cuando en la tele en las tardes de los años 90, casi nunca de forma completa, y que trataba sobre una señora que investigaba y escribía sobre asesinatos que se producían en lugares a los que ella acudía previamente. Esto es una consecuencia de la enfermedad que asola a las cadenas, que ya no saben qué inventar para intentar agradar al espectador y dar un petardazo en forma de éxito televisivo. Eso lleva a que las novedades se vendan bajo la percha de su parecido con algo del pasado. De ahí que nos hayan vendido algunas como «la nueva LOST«, «la nueva Friends«, o la más reciente, «la nueva Homeland«. Hos1

Esta última fue la etiqueta elegida para Hostages (Rehenes en castellano), novedad de la temporada de la CBS que pretendía atrapar al público por medio de un argumento poco interesante y un elenco muy potente, con Toni Collette (United States of Tara) y Dylan McDermott (The Practice, American Horror Storyen cabeza. El planteamiento es simple: una familia es secuestrada en su propia casa por un grupo de delincuentes que les ponen como condición para dejarles libres que la madre, que es cirujana, se cargue a alguien durante una operación. Hasta ahí todo correcto. Bien, ¿qué es lo que pasa con la ‘nueva Homeland‘? Pues que es mala. Malísima. Un bluf. Y me paro aquí.

Hos4Hostages es lenta hasta el tedio, previsible hasta la saciedad y aburrida hasta el paroxismo. No hay ni un pizca de innovación en sus premisas, y tampoco existen giros que inciten a poner un capítulo más. Todo lo que ocurre en ella es plano y prescindible. Y ni Collette ni McDermott son capaces de salvarla, ya que se ven atrapados en esa espiral de despropósitos y perogrulladas que hiede la serie. Un timo, en definitiva.

Su trama se basa en una conspiración maquinada por parte de la Casa Blanca y agentes del FBI que, vaya sorpresa, se alían para aniquilar a un supuesto enemigo mayor de la forma más discreta y limpia posible. Todo muy normal.

Para ello qué mejor que preparar durante meses un seguimiento a una familia aparentemente inofensiva, con la idea de acabar reteniéndoles bajo su propio techo para obligar a la cabeza de familia a pisotear sus principios. Y ya de paso, les amenazamos de matarles y controlamos todos sus movimientos, a la vez que destapamos sus secretos. Todo para que nos teman por una razón u otra, y que no se atrevan a contarle nada a nadie y aún menos se les ocurra llamar a la policía, a la que casualmente también tenemos en nuestro bolsillo. Seguro que en algún momento, en el colmo de lo manido, se descubre que uno de los miembros de la familia está metido en el ajo. Hos3

Lo peor de Hostages es ese tufo a «esto ya lo he visto antes». Un sensación provocada por una retahíla de particularidades, como el ambiente o el tipo de personajes que conforman el argumento. Unos rasgos que fueron patentes en otro producto de dudosa calidad como The Following; al menos esta era algo más original en su idea madre. Pero es que ésta recuerda a todo lo malo de la serie de Kevin Bacon. A todo o más. Os lo aseguro a los que la estáis viendo: las hay mejores. Con ideas interesantes y que enganchan. Y que no son un refrito de despropósitos como ésta.

Hos2Y es que no falta nada en este Senado español. Tenemos a la esposa cornuda, al marido pone cuernos, a la hija con novio conflictivo y al hijo que tiene sus escarceos con el mundo de las drogas al relacionarse con traficantes de tres al cuarto que le amenazan con darle una paliza si no les paga lo que debe. De paso, el malo está pasando por un mal momento familiar, y sus compañeros de equipo son cada uno del perfil requerido para un grupo que ha de obrar junto: un inseguro con traumas infantiles, otro que hace todo lo que le dice el líder, y una chica que tiene más agallas que los otros dos juntos. Roles inéditos en la televisión mundial, sin duda.

Lo único bueno que extraigo de Hostages es que me permitió echarme una siesta el otro día. También que me ha recordado que antes existió una película con pinceladas similares que sí es imprescindible y nada aburrida: Funny Games (la austriaca, no la americana). Traerme a la mente esa gran historia de Michael Haneke sí hay que reconocérselo. Aunque lo que más le agradezco a sus guionistas es que ya no tendré que volver a verla y dedicaré más tiempo al resto de series. Una más para el contenedor.