Solo un capítulo más Solo un capítulo más

Siempre busco la manera de acabar una serie cuanto antes... para ponerme a ver otra.

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‘Los Nuestros’: el pase de modelos insustancial del boina verde

Las series sobre militares nos suelen gustar. Es evidente que siempre son entretenidas. Nos muestran cómo es la supuesta vida de los soldados en zonas de conflicto, en las que se juegan la vida. También permiten descubrir algunos de los secretos de los distintos ejércitos que las protagonizan, aunque sea una parte nimia. Lo que dudo es que el día a día sea tan frívolo como relata Los Nuestros, la miniserie de Telecinco sobre un equipo especial de boinas verdes que va a Mali para rescatar a unos niños.1

Solo hace falta ver 10 minutos del primer capítulo para darse cuenta del público que busca Los Nuestros. Los adolescentes van a caer rendidos ante el desfile de tíos y tías buenas que aparecen en las primeras escenas, ese pase de modelos protagonizado por boians verdes. No me atrevo a decir que además sea una ficción que busque al público femenino, objetivo principal de los programas de Mediaset, ya que la temática no es de las que más encaja entre sus gustos. Lo que queda claro es que Telecinco ha vuelto a ir a lo fácil. A sacrificar el talento en favor de la belleza. A la apuesta por unas actuaciones poco creíbles en lugar de potenciar la buena propuesta.

3Pero sería muy injusto si no admitiese que es de esas que «cumple su función», argumento que a mí siempre me ha parecido una excusa para justificar un producto con defectos en el 90% de su contenido. Los Nuestros es muy entretenida. Es innegable. Hay algo de ritmo, te alegras la vista viendo a los actores y el argumento es bueno. Además, se pasa muy rápida y no hace falta prestarle mucha atención para enterarte de lo que ocurre. Esto tiene un aspecto positivo, pero a la vez supone el peor defecto posible: que no te atrapa. Desconectas fácilmente porque lo ocurre no es tan interesante como para volcarte en ella.4

El vestuario, los escenarios, el atrezzo e incluso la fotografía son más que aceptables. Lo que es completamente inaceptable es, otra vez, la actuación de Blanca Suárez. No sé qué pensaréis los que hayáis visto, pero no me trago que su personaje sea la mejor tiradora de precisión que existe en España. Hugo Silva, Álvaro Cervantes y Luis Fernández también están horrorosos, pero ella insiste en no dar la talla. Tampoco es que haga mucho bien al papel de la mujer en el Ejército, por lo que me ha contado gente que está metida en éste o que conoce bien lo que ocurre dentro del mismo. Pero esto es ficción, por lo que en ese aspecto está salvada. Lo que sí debería parecer es que su personaje es verosímil.

5Lo que ocurre con Suárez y la imagen que da de los soldados no es exclusivo de ella. Todo el que se queje de que en Los Nuestros se muestre que las mujeres son tercas, buscavidas y temerarias o que la mayoría de militares son unos canis tendrá razón. No la tendrá el que se queje de que la institución es machista. A lo que hemos visto todos en los últimos días me remito.

¿Merece la pena ver Los Nuestros? Si no tienes nada que hacer, quizá. Total, solo le queda un capítulo. Hay que tener en cuenta que el mayor interés de la serie es cuándo se van a volver a liar Hugo Silva y Blanca Suárez, no lo que pase con los niños. El propio relato se encarga de restar importancia a la supuesta idea central. Así que para tenerla de fondo en la tele no está mal. Puede que veas una escena excitante. Y a Antonio Velázquez, que demuestra que puede ser un buen actor. Lo malo es que coincide con lo mejor de la actualidad, que es El Ministerio del Tiempo2

Como dijo Zaida Cantera el domingo en Salvados, «no tenéis ni idea de lo que ocurre, ni de lo bueno ni de lo malo». Para eso aún nos falta una serie. Quizá una víctima de la casta de las familias militares como Zaida podría ayudar a escribirla. Porque no todo es tan bonito ni idílico en los cuarteles o las bases. Y dudo que el día a día sea tan insustancial como nos enseñan en Los Nuestros.

 

Gracias a Noemí C. por la ayuda

El fracaso de Hermanos: el escarmiento a una serie choni

Ha ocurrido algo excepcional. Un hecho que no solemos ver. Que evidencia el desgaste que empiezan a tener ciertos productos habituales en las cadenas españolas. Por lo que nos deberíamos alegrar mucho: una serie española protagonizada por «actores» que están buenos se la ha pegado de manera considerable en términos de audiencia. Se trata de Hermanos, la miniserie de seis episodios que acabó este martes en Telecinco con un 9,1% de share. Y todo apunta a que el público la ha castigado con la indiferencia porque se ha dado cuenta de su mediocridad general. Además de por ser muy choni en lo técnico.1

¿Por qué Hermanos ha sufrido este escarmiento? ¿Qué le ha faltado para reventar los audímetros? Diría que todo. La historia es repetitiva, y por tanto nada atractiva: dos hermanos, uno triunfador y otro macarra, a los que les gusta la misma chica. Esa mujer a la que desean es su vecina de toda la vida, que ha demostrado el mismo afecto por ambos y tampoco tiene claro con cuál quedarse. Todo esto en un ambiente de dramas y conflictos continuos, donde nada les sale bien y tienen que tomar atajos para salir adelante. Vamos, un argumento digno de la peor época de la cadena The CW. Aunque esta comparación sea injusta para el canal norteamericano.

4Y es que en Estados Unidos al menos todos los actores son creíbles ante la cámara. De esta serie me he creído a Antonio Velázquez (y solo a ratos), a Carlos Hipólito y a Elvira Mínguez. El resto ni han estado a la altura ni se les esperaba. El caso más grave es el de María Valverde, que cuyo primer y último papel decente fue el de La flaqueza del bolchevique. De Álvaro Cervantes habla su interpretación por sí sola. La risa que me entró cuando leí a alguien decir que era «el mejor actor de su generación» se escuchó en todo mi bloque.3

Más allá de las pobres interpretaciones, los aspectos técnicos son los que más dejan en mal lugar a Hermanos. Un montaje atropellado, donde el paso de una escena a otra a veces no tiene ningún sentido, provoca que te pierdas y no sepas de dónde ha salido una escena. Buscar la agilidad provoca a veces unos disparates que percibe hasta el espectador menos ducho. La iluminación, de discoteca de los 60, y recursos como el bullet time de Matrix provocan que podamos referirnos a la serie como «la ficción choni». Porque no se puede ser más cani técnicamente.

2El acierto ha estado en el formato: una miniserie de seis episodios con un final tan definitivo que no se puede reconducir. El otro fallo ha sido la duración. Y es que Hermanos es tan mala que le sobraban 30 minutos a cada uno de sus episodios. Quizá la podrían haber estirado un par de capítulos más a cambio de recortarle metraje. O no, porque la habrían cancelado por el batacazo en share.

Como decía al principio, este baño de realidad para Telecinco sugiere varias reflexiones. Por ejemplo, ¿se ha dado cuenta la gente de que no bastan caras guapas para hacer una serie? ¿O de que la historia era manida y con una carga dramática absurda, de las que provocan la risa? ¿De que NADA resultaba plausible? A lo mejor algo está cambiando. Quizá su fracaso sea el principio de una mejor etapa para la ficción de este país.

El corazón del Océano: uno y no más

Suelo ver dos o tres episodios de cualquier serie antes de atreverme siquiera a sacar conclusiones sobre qué me parece y qué proyecta. Las excepciones existen en esta norma autoimpuesta, claro. Y es que, en ocasiones, con un solo capítulo basta para saber si algo apunta para bien o para mal, si tiene sentido o no, o simplemente, si tiene remedio o no. Más aún si es largo. Cor5

Es lo que ocurre con El corazón del océano. Solo he necesitado un episodio, el que se emitió anoche en Antena 3 y he vuelto a repasar esta mañana, para cerciorarme de que es una tontería más de la producción española. Directamente, no hay por donde cogerla. Intentar hacer un Titanic en el siglo que sirvió para descubrir (y aniquilar) América ya es un fracaso de antemano. Y sigo sin comprender por qué en España siguen intentando hacer algo novedoso empleando las mismas técnicas. Pero hay más razones.

Cor3La temática es una de ellas. En España se nos da muy bien hacer películas y series sobre los siglos XIX y XX (también es cierto que si repites mucho algo, al final te saldrá bien; pues eso ha pasado con las ficciones ambientadas en estas épocas, se han hecho innumerables y alguna tenía que salir bien), pero no ocurre lo mismo con los anteriores. Ahí tenemos Águila Roja: una ninja en el Siglo de Oro español. Con dos pelotas bien grandes.

El corazón del océano, basada en la novela homónima de Elvira Menéndez, se adentra en el S. XVI de manera torpe y atropellada. La historia sobre la primera caravana de mujeres de la historia, enviadas a América para casarse con los conquistadores españoles para frenar el mestizaje en la zona, no resulta atractiva en la televisión. En la novela no lo sé, pero los comentarios y reseñas que he leído al respecto no son muy halagüeños.Cor2

La culpa, por empezar, la tienen los recursos. No se puede mezclar en una ficción que aspire a ser de calidad doblaje y voces originales. Eso solo pasa en este país; somos de pandereta hasta en el estilo que le damos a las producciones. De hecho, no se debería doblar NADA. NUNCA, CACA. Pero así estamos. Que actores españoles pusieran voz a los extranjeros debería haberse erradicado hace ya mucho. Ya lo siento por los que se dediquen al doblaje, pero es una manera de destrozar a los personajes y su realismo en pantalla. Y lo de El corazón del océano ha superado todos los límites del buen gusto. Porque hasta el doblaje es malo y forzado.

Cor1Los actores tampoco están en los mejores roles para lucirse. Ni Hugo Silva, ni Álvaro Cervantes, ni Clara Lago; ninguno de ellos está bien. La que está mal de verdad es Ingrid Rubio: imprecisa, su voz no parece la suya, e inexpresiva. Y es una pena, porque todos han demostrado ser buenos intérpretes en el pasado. El problema es que si les obligan a declamar, es casi imposible que puedan hacer un buen papel. Porque no se les da bien, y aquí queda claro.

La ambientación se suma a la retahíla de fallos y no está lograda, mientras que el vestuario parece de carnaval. Sencillamente, no da la sensación en los decorados y los escenarios de que eso sea el siglo XVI. Ni te sumerge en una época distinta, y parece que está contando una historia del siglo XXI con gente mal vestidaCor4

En definitiva, un episodio y no más. Esta tontería que viene a sustituir a El Tiempo entre Costuras volverá a reventar las audiencias, seguro. Aunque sea mala, aquí el respaldo lo tiene asegurado. La audiencia española no es tonta: simplemente le vale cualquier cosa. Y es una pena.