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Siempre busco la manera de acabar una serie cuanto antes... para ponerme a ver otra.

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Los juguetes de los poderosos en Hijos del Tercer Reich

La segunda guerra mundial es uno de los episodios históricos preferidos para aquellos que se dedican a la ficción. No manejo cifras de cuántas películas y series se han hecho sobre el tema, pero sí sé que varias de ellas han pasado a sus respectivos olimpos. En la televisión, la reinvención vino de la mano de Hermanos de Sangre (o Band of Brothers, para los puristas). Una miniserie que se convirtió en imprescindible por su calidad, sus grandes guiones cargados de historias humanas con las que identificarse, y el acierto a la hora del casting y las localizaciones. Hijo1

En Hermanos de Sangre (y en The Pacific, la más reciente, pero más limitada que su predecesora) se planteaba todo desde una visión épica: la de liberar al mundo del yugo que pretendían imponer los nazis y los aliados de Hitler. La guerra necesaria contada desde una perspectiva heroica de lograr que el mundo fuese mejor. Aunque hubiese que cargarse a todo el que hiciese falta. Y la verdad es que a todos los que la vimos nos encantó, sin pararnos a pensar si existía otro enfoque. La de los vencidos, por ejemplo.

Hijo3Hasta que ha llegado Hijos del Tercer Reich a desmontar todos los tópicos sobre la guerra a la vez que a mostrarnos que existió otro tipo de experiencias, las de los que creían pelear por el nazismo, para un grupo que tomó parte en la contienda: la de una lucha innecesaria, a la que vas engañado para luego descubrir que estás preso por tus propios superiores. En la que te das cuenta de que eres un simple peón que los poderosos usan para sus peleas del ‘yo la tengo más grande’. Donde ya luchas por tu propia supervivencia y para evitar las represalias que traería una derrota.

En Hijos del Tercer Reich (Unsere Mütter, Unsere Väter es su título original en alemán) se aborda el nazismo desde las experiencias de cinco amigos que van a verse envueltos en la guerra de su führer de maneras muy distintas. Dos de ellos son soldados que intentarán derrocar a Stalin en su camino hacia Rusia, una es enfermera que quiere servir a su país curando a sus valientes compatriotas que dan la vida por Alemania, otra perseguirá su sueño de ser cantante relacionándose con jefazos nazis, y el último es un judío que de repente se encuentra con que ya no es un alemán para el resto simplemente por sus creencias.Hijo4

Se separan convencidos de que pasarán la próxima Navidad juntos, ya que la propaganda les asegura que la guerra está prácticamente terminada. Pero descubren de la forma más cruda posible que eso no será así. Que todo era una mentira y que la lucha no ha acabado, sino que está acabando con ellos y con su país. Y de repente, se encuentran sumidos en una espiral de la búsqueda por una vida que les está siendo arrebatada por los caprichos totalitarios de sus gobernantes.

La miniserie de tres capítulos de hora y media de duración cada uno es el fiel reflejo de la ingenuidad y la mentira en la que vivían millones de alemanes durante los años en los que Hitler ostentó el poder. De gente que creía luchar por su país cuando no era consciente de los crímenes que sus gobernantes estaban cometiendo en todo el mundo y contra varios sectores de su propia población, como los judíos y los gitanos. Una época en la que se tenía la convicción de que había que delatar a todo aquel que estaba perseguido para ser leal a la patria; aunque luego se darán cuenta de que eso solo hace que seas una mala persona. Todo acompañado de una banda sonora espectacular y totalmente desgarradora.

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Esto le ha costado críticas tales como que humaniza el nazismo a la vez que la acusan de falta de rigor histórico. Sobre la segunda no me pronuncio porque no soy historiador; en cuanto a la primera, no creo que sea así. Que relate cómo muchos alemanes vivieron engañados gracias a la efectividad de la propaganda de Goebbels, personalizando especialmente en tres de los protagonistas, dado que una solo piensa en sus aspiraciones y el otro es una víctima que sabe qué está pasando, es mostrar la ignorancia que padecía la sociedad alemana. Y es que antes no se podía cotejar con lo que se decía en otros lugares del mundo. No era tan fácil obtener otro tipo de información en la Alemania de aquellos que no fuese la que querían los nazis que se conociese. Un lastre cultural del que en España somos expertos tras 40 años de dictadura.

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Lo más lacerante en Hijos del Tercer Reich son las frases de los personajes, que describen a la perfección el despropósito en el que se han metido. “Los auténticos vencedores de esta guerra son las moscas. Las alimentamos con nuestra carne”, dice uno de los protagonistas, cuando se da cuenta de que son simples juguetes que colman las aspiraciones totalitarias de sus jefes. Los mismos que les ordenan jugarse la vida por una oficina minúscula que está en ruinas, a la que intentan acceder 20 hombres y solo llegan dos; y en la que, cuando son capaces de tomarla, se dan cuenta de que ninguno de los instrumentos que necesitan funcionan. “Por esto”, dice uno de los soldados preso de la ira mientras solloza.

Y es que la guerra no es algo épico ni necesario para el mundo, digan lo que digan. Es un ejercicio de resistencia a la muerte; y en la que en un momento determinado solo importa uno mismo. “¿Cómo se sobrevive?”, pregunta un soldado a otro más veterano. “Esperas a que disparen al de al lado”, responde éste. Un aforismo cruel y draconiano que forma parte de la realidad nos guste o no.

Hijo6Pero también nos enseña que una guerra puede ser la mayor escuela de compañerismo y empatía que existe. En Hermanos de Sangre ya se nos daba esta lección; aquí se lleva más allá. “Primero es por tu patria, luego es por tus compañeros”, llegan a decir. Aquí buscan sobrevivir, es cierto; pero no es menos verdad que se intenta que todos lo hagan. Porque los tiros te los van a pegar a ti. A nadie más. Una soledad con la que no cuentas y a la que acudes con ambición por un objetivo que crees legítimo.

En definitiva, Hijos del Tercer Reich es una serie que sirve para demostrar que nacionalismo y chauvinismo son dos tonterías que los de arriba emplean para manipular a los que estamos abajo con el objetivo de que nos la juguemos en sus guerras. Haya rifles de por medio o no. Y es que nadie elige donde nace. ¿Luchar por tu país? ¿Acaso lo hará esa nación por ti? ¿Qué te han hecho los soldados del llamado bando enemigo o gentes del país a masacrar? Nada. Pero al que tiene el poder le interesa tener más. Y por eso tienes que matarte tú.