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Siempre busco la manera de acabar una serie cuanto antes... para ponerme a ver otra.

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El Príncipe no sabe dejar intrigados a sus espectadores

La evolución de este año de El Príncipe ha sido notable. De una serie mediocre como era el año pasado ha pasado a ser una ficción interesante, con un fondo actual y un desarrollo más que interesante. Es cierto que a veces se le ha ido la olla con algunas subtramas que no tienen ni pies ni cabeza y que quizá se hayan pasado de rosca con tantísima conspiración en el espionaje español. Pero el resultado en su conjunto es interesante y merece la pena haber visto la mitad de la temporada final que terminó ayer. El problema es que no saben dejarnos intrigados. No aciertan al hacer un cliffhanger. Y eso es un problema. El final del episodio de ayer es un gatillazo en toda regla por esta razón.2

El capítulo final de la mitad de la serie de Telecinco, a la espera de que en unos meses lleguen los episodios definitivos que la cerrarán para siempre, es una historia de fracasos varios. Fracasa el protagonista, Javier Morey; el villano, Faruq; el contrapunto femenino a ambos, Fátima; e incluso el servicio de espionaje que con tanta fuerza ha entrado en las tramas este año.

4La apuesta de El Príncipe en este tiempo ha sido arriesgada. Abrazar la trama de la acción dejando de lado lo que le hacía daño, que no es otra cosa que la historia de amor entre los protagonista, suponía jugársela con gran parte de su audiencia: los adolescentes. Y les ha salido bien. Apostaron a lo bestia y ahora ven los resultados, puesto que ha sido regular en audiencia y ha atraído incluso a público que dejamos de creer en ella por centrarse en esa estupidez de amoríos que fue en la primera temporada.

Pero, como dije antes, también ha escapado a su control querer dar un giro de 180º. A veces no he comprendido a qué venían tantas muertes ni tantísimo foco en ese supuesto entrenamiento de terroristas que quieren hacer la Yihad. Tampoco es del todo creíble que nos vendan que precisamente cierto tipo de personajes se sumen a los islamistas y que eso conlleve un efecto dominó. Soy consciente de que esto suele ocurrir así. Pero no me consta que sea con ese tipo de perfiles. Deberían buscar que su relato sea creíble al máximo. Aquí no lo han conseguido.3

Además, no ha ayudado que hubiese tanto secundario. Incluso ha mareado. Y si vas a tener un villano, ten claro cual. No hay que cambiar a mitad de temporada por uno que no es tan malo, que es lo que han hecho los responsable de la serie.

1El Príncipe regresará en unos meses. Espero que vuelva a ofrecernos ese riesgo de estos meses. Y ojalá controlen un poco lo que cuentan y deje de parecer tan alocada a la hora de eliminar personajes o hacer que algunos se pasen al bando de los malos. Es el único fallo que le encuentro, aunque sea grande por el tiempo de metraje que ocupan. Al menos ya han acertado con lo que deben dedicar a las historias personales: el tiempo justo. No es necesario más. Como tampoco lo era el pasteleo entre Morey y Fátima. Eso sí que se lo han aprendido bien.

Más acción y menos azúcar refinado. Eso es lo que queremos sus espectadores. Por algo hemos recuperado la fe en ella.

El buen regreso de ‘El Príncipe’, la serie a la que solo le sobran los amoríos

El año pasado fui uno de los más haters de El Príncipe. Me fastidiaba que una serie con un punto de partida tan interesante y actual se viese empañada por la manía de Mediaset de convertirla en una historia de amor adolescente. No dudo de que en algo que trata sobre yihadismo pueda haber subtramas de relaciones amorosas. Pero ésta llegó a ser exclusivamente el relato de las aventuras a escondidas de Alex González e Hiba Abouk, dejando de lado todo lo demás. Y eso cansa bastante.1

Parece que El Príncipe ha cambiado en ese aspecto. El regreso de ayer fue muy bueno, y eso que faltan por aparecer varios personajes nuevos (algunos innecesarios, como el de Jesús Castro). Los guionistas han decidido potenciar la acción aprovechando que solo les queda una temporada y han acertado. Ahora, estamos dentro de una serie pura sobre terrorismo yihadista, espionaje y un barrio conflictivo en el que la violencia forma parte de la rutina. A la que solo le sobran las escenas absurdas y pegajosas de Morey y Fátima grabadas con cromas exageradísimos que nota cualquiera. Menos mal que parece que lo de Abdu les ha hecho separarse.

2Con el regreso de Javier Morey a Ceuta, el CNI inicia una operación para acabar con los terroristas de Akrab que pretenden cometer un gran atentado en el barrio de El Príncipe. Un grupo criminal avalado por Khaled, el marido de Fátima al que Morey tiene enfilado por esto y por quitarle a la mujer de su vida. Los espías españoles van a contar esta vez con la ayuda de dos agentes de la inteligencia francesa. A los que quizá les interesa más esconder que revelar algunas de sus actividades.

Mientras tanto, en el barrio siguen con los asesinatos, los ajustes de cuentas y la actuación de la policía chanchullera liderada por Fran. Con el regreso de Morey como jefe, el poli de José Coronado intentará de nuevo acabar con familias como la de Faruq. Y eso que parece que el líder de los supuestos malos tendrá esta temporada un papel más secundario. Si eso ocurriese, la trama principal se vería potenciada. Pero esto es Telecinco, y ni de broma van a dejar de dar bola a un cubano de ojos claros al que le quedan tan bien los calzoncillos.4

Lo que sí puede cambiar, además del planteamiento, es la atmósfera de la serie. Supongo que no fui el único que noté que hay un cambio de rumbo, inspirado en otras grandes series europeas con historias similares. No me parece mal si sus responsables quieren que se parezca a Gomorra, la primera ficción en la que pensé viendo el capítulo. Si la han tomado como referencia, es un acierto absoluto. Pero para aproximarse a una barbaridad de ficción como la italiana sobre la Camorra hacen falta mejores interpretaciones y potenciar muchísimo más la acción. El amor puede jugar un rol importante. Nunca ha de marcar el ritmo. A veces hay que elegir. Y aunque se empeñen en Mediaset, no se pueden mezclar el sentimentalismo pegajoso con las pistolas.

5Para soltar lastre habría que acabar con ciertos personajes. Por ejemplo, ¿alguien echaría de menos a Fátima? No lo creo. Cargarse al personaje de Hiba Abouk sería un acierto. La trama podría ser interesantísima sin la intensidad de una actriz bastante mediocre. Además, permitiría a Alex González soltarse un poco más e intentar hacer más de Tom Cruise (aunque le cueste, claro). Claro, que para que esto ocurra tienen que alinearse los planetas. La cadena jamás lo permitiría. Por algo tienen hasta una sección en la web de la serie titulada «Morey y Fátima».

Lamentablemente, lo peor está por llegar. Jesús Castro será el primo de Faruq y Fátima. El que quizá sea actor más malo de la actualidad en España contribuirá a hacer peor esta serie. Ojalá no tenga impacto sobre las tramas. La que sí debería tenerlo es Nerea Barros, que también se incorpora para la temporada de despedida como compañera de Morey en el CNI.Principe_MDSIMA20150413_0180_40

Aun con la pesadilla de Morey y Fátima y el error de fichar a Castro, negar que hay un giro sería faltar el respeto a los guionistas. El capítulo de ayer indica que la ficción se toma más en serio a sí misma. Sí, hace un año la llamé «serie vertedero«. Ahora, tengo mucho interés por saber a dónde va El PríncipeHa mejorado mucho y creo puede ser una gran serie. Despedirse para siempre en unas semanas siendo recordada por todos. Solo le sobran los amoríos para lograrlo.

Una guerra de horarios con muchas ‘víctimas’ y un solo ganador

Quizá fuiste uno de los que anoche no quería hacer otra cosa que ver la tele tranquilamente para acabar el día. Tu intención era disfrutar de lo mejor de la noche, algo que te entretuviese lo necesario y te permitiese relajarte antes de irte a la cama. Seguro que habría algo que destacaría por encima de la oferta del resto, por lo que sería fácil decidirte. Ayer martes tuviste buena y mala suerte. Había series y programas interesantes y que cuentan con mucha audiencia. Pero en todas las cadenas. A lo mejor ayer no lo sabías, pero anoche fuiste víctimas de la enésima batalla en la guerra de horarios televisiva. Y en la que, como siempre, solo pudo haber un ganador.1

Hace unos días, la lucha iba a estar entre dos espacios. El estreno de Allí abajo, la nueva comedia de Antena 3 protagonizada por María León que explota la manida relación entre vascos y andaluces, y Aquí paz y después gloria, eso que emite Telecinco con Antonio Resines. Estaba claro que iba a ser una noche interesante de cara a las audiencias. Para animarla aún más se metió por medio TVE, que entró anunciando que estrenaba la nueva temporada de Máster Chef, su programa más exitoso. De repente, las dos grandes privadas lo pasaron a tener muy crudo para ser líderes. Por eso una de ellas, Telecinco, decidió contraatacar con el cuchillo en los dientes: pasó a emitir un especial de El Príncipe, su serie franquicia, que era un avance de la nueva temporada que se estrenará pronto.

2Resultado: un espectador con una parrilla aparentemente atractiva y que solo puede ver una de las opciones. Quedándose sin poder disfrutar o sufrir lo que le ofrecen las otras cadenas. Y es que puede que no tenga tiempo, ganas o medios para recuperar en Internet lo emitido esa noche. Si le gusta Máster Chef y quería ver el estreno de Allí Abajo, está fastidiado. Lo mismo si le apetecía ver qué pasará en El Príncipe pero tenía interés por los nuevos cocineros de La 1. Al final, se priva al espectador, que en teoría es lo más importante, de lo mejor que se tiene.

Entiendo por qué se producen las guerras de horarios. Esto es un negocio, hay que ganar dinero y lo más fácil es hacerlo quitándole espectadores a tu competencia. Pero me resulta imposible compartirlas. Es un maltrato al que está esperando ver su programa, y que puede provocar desafección con la cadena o la televisión. Especialmente si se trata de perfiles que no tienen Internet o pasan del mismo para ver la tele. Ya sabemos que cada vez son menos, pero tampoco se tiene en cuenta otro perfil. Ese del que opta por ver lo español en la tele y lo de fuera en Internet. Vamos, el que pasa de los MiTele, Atresplayer y demás.3

Las cadenas no esconden que su interés está en llevarse más pasta, y que el espectador es contingente, pero no imprescindible. Sobre todo si eres el que más audiencia tiene. Lo malo es cuando pierdes esta batalla, el programa no funciona y tienes que retirarlo. Con las pérdidas de todo tipo que eso conlleva. A lo mejor ahí se arrepienten.

Pero, ¿tenemos razón para quejarnos de esto? Para ello he pedido a dos colegas que siguen mucho la televisión que cuenten qué les parece este fenómeno. El primero es Álvaro Onieva, de AgenTV, que compara lo de anoche con un gran partido de fútbol:

A veces, la televisión es la guerra. Y para los que la seguimos de cerca, hablando de ella y criticándola, batallas como la de anoche nos dan la vida. Era como un Madrid-Barça, salvo porque tienes que esperar al día siguiente para conocer los resultados. No es tan divertido, claro, para el espectador medio que, tal vez, deba elegir ver una cosa y perderse otra (aunque mejor que sobren buenas opciones a que falten) o para las productoras implicadas, aunque éstas ya deberían conocer las reglas del juego. Morir o matar. Ninguna noche se puede (o no se debería) dejar sin un producto que dé la talla y le ponga las cosas difíciles a la competencia. Cada noche hay que dar el todo e intentar cazar a cuantos más espectadores puedas. Y la audiencia, que no desespere, siempre puede recurrir al día siguiente al episodio en la web para ponerse al día.

También opina Elsa Aguado, de Vertele, que recomienda lo inevitable: resignarse.

La televisión española no tiene alergias primaverales y ha salido a la calle a lucirse: suma al ‘súper lunes’ el martes bélico del ‘todos contra todos’. No sorprende, las cadenas se sienten fuertes, porque en realidad no han arriesgado tanto. Han apostado por productos y temáticas al alza, como son la cocina o la ficción. Antena 3 acierta queriendo seguir con su firma de “la cadena de las series” por encima de la especialista en programas Telecinco, mientras que TVE quiso disparar con Máster Chef’ una de sus únicas balas seguras, en la progresiva pérdida de audiencia de la pública. En la guerra de audiencias siempre tiene que haber perdedores, pero la buena noticia es que al menos tenemos material donde elegir. Como los días no pueden durar 48 horas, el espectador español va camino de asemejarse cada vez más al americano, que tira de grabador y del ‘a la carta’. Verlo todo en estos tiempos de abundancia es imposible, así que mejor resignarse, y tomar aspirinas.

Podríamos resumir todo lo anterior en una expresión muy socorrida: estamos jodidos. Si nos gusta la tele o queremos descubrir las apuestas de las cadenas, es así. Es absurdo indignarse porque quieran ganar tener más beneficios haciendo la puñeta al del otro canal. Solo queda esperar que estos combates de prime time no abunden. Y si lo de ayer te molestó, asúmelo. No queda otra.

El previsible final de esa broma llamada ‘El Príncipe’

SPOILERS: Si no has visto el final de la primera temporada y pretendes hacerlo, no leas

 

De todos los estrenos españoles de los últimos años, que con la excepción de Crematorio y alguna más han destacado por su inexistente calidad, la que más éxito ha tenido ha sido El Príncipe. Los números de su primera temporada han sido de vértigo, llegando a sentar delante del sofá a 5 millones de personas en un tiempo televisivo tan fragmentado y con tantos canales (aunque desde hace un par de días nos hayamos quedado sin unos cuantos que hacían mucho por la pluralidad de contenidos).11

El Príncipe acabó ayer su larga temporada de presentación. Y a mí no me gustó. Me pareció previsible. Como consecuencia de ésto, también me resulta lamentable cerrar una etapa de una serie de la forma más fácil y que va a provocar las consecuencias más esperadas por todos.

No es por ir contracorriente, dado que ya sé que los comentarios en Twitter fueron casi unánimes, que la audiencia ha respaldado uno de los finales de temporada más esperados y comentados que se recuerdan o que la serie en general ha aglutinado a una masa de audiencia muy importante. Simplemente el final de ayer, como los retazos que he ido viendo en estos cuatro meses de la ficción de Telecinco, me han parecido una broma. Y lo de anoche solo ha acentuado mi desencanto con una de las que sí podía provocar un giro en la producción española.

77Porque claro, ¿quién iba a pensar que Abdu iba a ser un islamista radical cuando en el segundo capítulo ya dieron TODAS LAS PISTAS de que había elegido ese destino? También resultó muy sorprendente ver cómo su hermano no es capaz de convencerle de que deje en paz a toda la gente que tiene secuestrada, cuando su hermana sí logra hacerle entrar en razón aunque sea por un momento. Por supuesto, nadie se imaginaba que el primo-novio-cornudo de Fátima estaba detrás de todo, o que el único policía musulmán de todos era el infiltrado en la comisaría. Desde los tiempos de Isabel Gemio no me encontraba con tantas sorpresas de golpe.

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Volviendo al final, ¿por qué hacerlo todo tan dramático? ¿Por qué han ido a lo fácil? El disparo de Javier Morey a Abdu podría haber sido en cualquier otro lugar para evitar que activase la bomba del autobús. Pero no, qué casualidad que le pega un tiro limpio en la cabeza, haciendo saltar a la vez por los aires los sesos del terrorista y el futuro de su relación con la hermana del muerto. Claro hombre, había que cargarse a toda costa el lío de los protagonistas. Y un fallecimiento traumático es la mejor fórmula.

Sobre las interpretaciones repetiré de forma telegráfica lo que dije hace unos meses: Alex González e Hiba Abouk son los dos peores actores que me he encontrado en una pantalla. En serio. Y anda que no he tenido que aguantar interpretaciones pésimas en estos años de vicio a las series. Por cierto, no sé qué se habían tomado en ese ‘programa’ llamado Hable con ellas para decir que la historia entre estos dos es «la historia de amor más importante de la historia de la televisión en los últimos meses» (sic). 

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En el otro extremo está José Coronado, que siempre cumple y más aún si el papel es de policía. El despropósito de esta serie es que el mejor actor que ha tenido (junto a Rubén Cortada) es el que se han cepillado en el último episodio de un headshot. Del resto del elenco no tengo nada que decir: sus actuaciones hablan por sí solas.

El Príncipe me parece una broma. No me gusta. Si a vosotros sí, genial. Mi papel es ofrecer una visión al respecto, la cual puedes aceptar e incluso compartir, o rechazar y criticar. Pero no pretendo convencer a nadie, y nadie va a lograr que yo cambie de parecer sobre esta serie. Y sí, tiene mucha audiencia, pero solo recordaré que el programa más visto de España es otro de Telecinco que se emite desde las 16.00 horas.

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Igual es que soy difícil de impresionar, o que tengo el paladar seriéfilo más desarrollado gracias a las maravillas que he podido disfrutar, pero es que me pongo a pensar en lo que se hace en otros países con respecto a lo de aquí y me dan ganas de llorar. Y El Príncipe no tiene la excusa de los medios limitados que otras sí pueden poner sobre la mesa: detrás de esta ficción había mucha pasta.

Quizá mi problema haya sido haber visto Bron Broen y luego toparme con El Príncipe. Porque la primera sí es una serie de verdad en la que nada se puede anticipar. En la segunda, nuestra española que iza todas las banderas del chauvinismo, solo faltaban las señales luminosas para indicar cómo iba a acabar.

Mejor me callo ya y resumo mi parecer con el siguiente tuit.

 

El Príncipe: más que un barrio, una serie vertedero

Escribo estas líneas mientras veo a Alex González en una escena de El Príncipe. Acaba de cometerse un asesinato, y él, en su papel de inspector jefe de policía, pregunta si alguien ha visto algo. Pero no lo hace de una forma contundente: lanza la cuestión al aire como si estuviese preguntando quién es el último en la cola de la frutería. Sin fuerza y con un gesto hierático, algo impensable en alguien que acaba de presenciar un tiroteo.3

Hay que ser muy indolente o tener muy poco talento para interpretar un papel así. Principalmente porque se lleva a cabo el mayor pecado que existe para un actor: no resultar creíble. 

La buena noticia para Alex González, o Javier Morey en la serie, es que no es el único: con las excepciones de José Coronado y Rubén Cortada, al resto de actores no hay por dónde cogerlos. No tienen la capacidad suficiente como para hacer un personaje que resulte verosímil para un espectador. Antes de nada, pongámonos en situación.

¿De qué va El Príncipe? Aunque parezca mentira, no va de un grupo de actores fracasados que carecen de talento y de su día a día intentando hacer una serie. La historia nos sitúa en un supuesto barrio conflictivo de Ceuta, en el que pululan los narcotraficantes, los matones, las guerras abiertas entre moros y cristianos y los policías corruptos. En semejante ambiente, no podían faltar los extremistas que hacen del terrorismo su forma de contribuir a la guerra contra occidente.

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Ante la preocupación que generan en las autoridades las células terroristas con sede en España, el CNI toma las riendas y decide enviar en una misión especial a uno de sus agentes, Javier Morey, que tendrá que rebajarse a ser el inspector jefe de la comisaria del barrio. A esto hay que sumarle el punto de partida, en el que vemos a varios policías tirar un cadáver al mar. 

El Príncipe cuenta con una trama principal bastante solida e interesante, que es la de la lucha contra el terrorismo islamista en un barrio conflictivo de una ciudad en la que se han dado casos de ese estilo. Su ambientación es muy acertada, y el patrón de personajes encaja con la historia que se quiere contar.

Su idea le ha permitido encandilar a gran parte del público: en su estreno hizo un 21% de share, ayer se fue al 26%, con más de 5 millones de espectadores y el minuto más visto del día. De récord.

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Todo se va al garete en cuanto los responsables de que funcione el engranaje, los actores, no cuentan con la suficiente habilidad para desempeñar su trabajo. Es prácticamente imposible creerse esta historia desde el primer minuto, en el que ya queda claro que Morey y Fátima (Hiba Abouk) van a ser la parejita que tenga que enfrentarse a todo tipo de obstáculos. Joder, es que ni en True Blood estaba tan claro qué personajes se iban a calzar a otros.

Por otro lado, las series españolas suelen agobiar con la cantidad de tópicos y lugares comunes que explotan. En ésta no iba a ser una excepción: tenemos el típico bar donde se reúnen los policías; la camarera que está liada con el jefe de los polis; y este último, que a la vez es un corrupto que está compinchado con otros dos pringados de la comisaría.

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Como contrapunto, tenemos al policía bueno, guapo, que está buenísimo, y que buscará que se haga justicia a la vez que se liga a la chica guapa. A este se suma el malo del cuento, que también destacada por su belleza y por acojonar al resto con solo una mirada.

Lo peor de El Príncipe (además de Hiba Abouk, que puede ser la peor actriz española de la actualidad) es que va a trompicones. En la escena de un interrogatorio, por poner un ejemplo, parece que los actores están jugando al ‘tú la llevas’. «Ahora te toca la frase a ti; ahora a ti; eh, me habéis quitado el turno», y así. Al menos es la sensación que da.

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Explotar el físico de los actores es otra de las manías de la ficción patria, y aquí se exprime con Alex González y Rubén Cortada. Por cierto, del primero leí el otro día que su mejor papel fue en X Men; película en la que no tenía ni frases, para más señas.

Los actores, y los que les han dejado actuar tan mal, han matado la buena idea de la que partía El Príncipe. En esta ocasión no tengo nada que reprocharle a Telecinco, porque la ambición del proyecto estaba justificada. Y Vasile no puede ponerse a coordinar intérpretes; digo yo que el hombre tiene otras funciones. Otro tema es que la promoción de la serie por parte del canal haya sido excesiva y cargante.

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Lo más preocupante para esta recién llegada a la parrilla televisiva es que no tiene alicientes. No hay una trama que atrape, ni un villano cabrón al que odias pero no puedes dejar de ver. Y es que contar con actores guapos no es un acicate si lo que pretendes es ofrecer capítulos profundos y con carga dramática; eso solo vale si haces Gossip Girl. Dicho de otra manera: aquí solo subyugan los ojos de Rubén Cortada. El resto no aporta nada y no resulta interesante para el espectador. Encima, el principal romance está resuelto desde el inicio.

El Príncipe es mala de solemnidad. Lo peor es que sobre el papel el reparto apuntaba a estar en la lista de virtudes. La realidad es que por culpa de éste la serie acabará en el vertedero del olvido. Porque lo puede petar en audiencia, dar mucha pasta a Telecinco e incluso contar con varias temporadas. Pero no será inolvidable. Y si un producto de ficción, sea malo o bueno, no te deja un poso, es que ha fracasado. Y eso le ocurrirá a este barrio de ficción.

Solo hay una forma de que mejore: si los responsables fichan a Chenoa para que haga el papel de novia despechada de Morey.