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Siempre busco la manera de acabar una serie cuanto antes... para ponerme a ver otra.

El poder de la peluca en The Americans

Confieso que soy fan de la frivolidad. No me gusta nada la trascendencia en el mundo de las series, por mucho que se empeñen en vendernos algo como “es totalmente real”, “encaja con el día a día”, o similares. Simplemente no cuela, no me lo creo. Pero que sea un frívolo no significa que sea estúpido, y tampoco me da por ver tonterías. Es decir, no me pongo a seguir el 99% de series españolas que existen en la actualidad. Que por suerte, para lo que hay y de la temática que son, cada vez se lanzan menos. Y sin mencionar a nadie.

Con todo lo anterior, una de las series de los 90-2000 que no soportaba era Felicity. Siempre la vi como una aspirante barata a suceder a Dawson’s Creek, y su argumento pretendía sumergirnos en una historia tan pesada que, del hartazgo que sentí, llegué a decir que Keri Russell era fea. En mi desencanto también pudo influir el que la viese obligado, ya que a mi madre sí le gustaba. Y cuando te obligan en tus años mozos a ver algo en la tele todos sabemos que eso no puede acabar bien.

Otra serie que le gustaba a mi madre era Cinco hermanos, especialmente por Calista Flockhart, con la que tanto nos reímos en Ally Mcbeal. Y a mí, como ya habréis adivinado, tampoco me apasionaba. Era otra vez la misma historia repetitiva de siempre, más cutre que las pijas que se visten con ropa con tachuelas: familia que sufre una tragedia, intentan unirse, se llevan mal, se llevan bien, hacen piña, se dispersan, etcétera, coñazo, etcétera, tedio.  Americans

Cuando me enteré de que Keri Russell y Matthew Rhys, dos actores de ficciones que no podía ver, iban a ser los protagonistas de un drama de espías, me asusté. La idea de dos rusos infiltrados en Estados Unidos durante la Guerra Fría me encantaba. Pero no podía decir lo mismo de quienes iban a ser las ‘caras’ del proyecto. Y he de decir que me han callado la boca, ya que los dos son grandes actores que han sabido reinventarse como hacía tiempo no veía. Sí, hoy toca hablar de The Americans, de la que acabo de finalizar su primera temporada.

Para los que no la hayáis disfrutado (estáis tardando), la historia va sobre dos agentes del KGB soviético que se infiltran en Estados Unidos en los 70 como si fuesen una pareja normal de estadounidenses, ya que se han entrenado hasta tal punto de eliminar su acento ruso para que no se sospeche de ellos en ningún momento. Desde su posición de vida ideal, con trabajo estable y dos hijos fruto de su relación de conveniencia, realizan misiones encargadas desde Moscú, y conspiran tan alegremente bajo el auspicio de su embajada. Los americanos hacen lo mismo, aunque el jugar en casa no les otorga toda la ventaja, debido a las grandes habilidades de los espías de la URSS. En resumen, un argumento no original, pero sí sólido.

Porque esta serie de FX ha sido de lo mejor en estos primeros seis meses de año, tan pobres en novedades en Estados Unidos. En una época en la que proliferan las (recomendables) historias de espías (Homeland, o las británicas Restless, Hunted o Spies of Warsaw), The Americans ya partía con la desventaja de poder saturar la temática. Pero su frescura, originalidad, además de su corto reparto, han contribuido a que se consolide como una imprescindible en toda serieteca que se precie. Americans2

Y sí, las pelucas también han aportado, claro. Esa faceta camaleónica de Philip y Elizabeth se ha ganado ser destacada, ya que ese ‘poder de la peluca’ ha causado un auténtico furor en Internet. Esos estilistas de la serie se merecen un monumento por transformar tan bien a los protagonistas solo con un poco de pelo falso.

Aunque, sin duda, de lo que más se benefician las tramas es de la humanidad que transmiten los personajes. Que los dos protagonistas sean agentes de la KGB no se ha traducido en que sean unos superhéroes que sobreviven a todo. Son una pareja normal que podría pasar por tus vecinos perfectamente. Y los agentes del FBI y de la CIA, que buscan pararles los pies, también son completamente normales. Solo se caracterizan por ser eficaces, sin estridencias que permiten a la ficción no caer en la típica historia previsible y sin realismo que tanto abunda.

Uno de los artífices de este gran logro es Noah Emmerich, para el que pedir el Emmy sería quedarse corto. Su papel de Stan Beeman es impecable, creíble y admirable, logrando que su personaje sea inolvidable para todo aquel que siga la serie.

A pesar de todos los parabienes, The Americans tiene un problema. Y es que no son pocos los que se empeñan en compararla con Homeland, la octava maravilla de la actualidad. Es algo que no logro entender, ya que una es a la otra lo que Bárcenas a la honradez. No casan, no se parecen en nada.

Prefiero quedarme con que cada vez hay más series (y buenas) de espías con personajes que, además de ser unas perfectas máquinas de matar, pinchar teléfonos, leer el correo ajeno, o disfrazarse como nadie, tienen historias personales conmovedoras. Obama debe estar orgulloso.

Americans

3 comentarios

  1. Dice ser Aletheia

    Pues no la conocía, pero ahora que llega el verano y la sequía de series, me la apunto ^^

    14 junio 2013 | 14:25

  2. Dice ser edefakiel

    Ya no me fío de nada… Después del truñazo de The Following… Miedo me da empezar una serie nueva.

    Si quieres escuchar mi nuevo disco solo debes hacer click sobre mi nombre.

    14 junio 2013 | 19:00

  3. Dice ser Ágape

    No intento malmeter ni nada por el estilo, pero he estado echando un vistazo al blog e, independientemente de que las publicaciones me parezcan buenas o no, lo que me resulta fascinante es que hables de una serie que ni siquiera se ha emitido aún en España. Allá cada uno y su consciencia a la hora de descargarse contenidos -ya sabemos todos que está a la orden del día-, pero me sorprende que un medio como 20 Minutos respalde un blog en el que su autor habla de series que sólo ha podido ver de forma ilegal. Quizás deberías tener más cuidado con este tema en el futuro… Y por cierto, espero que no te molestes, es sólo una apreciación. Un saludo.

    14 junio 2013 | 22:46

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