El último episodio de Feud: Bette and Joan se titula ¿Quieres decir que todo este tiempo hemos podido ser amigas? Qué bonito y qué triste. El desenlace de la última ficción antología producida por Ryan Murphy para FX no solo nos ha dejado con el aplauso en las manos y el nudo en la garganta, sino que cobra un sentido especial en estas semanas televisivas, cuando series sobre la amistad femenina como Girls, Big Little Lies y Las chicas del cable están tan presentes. El creador de Glee, American Horror Story, American Crime Story y otros títulos reconocidos ha decidido enfocarlo desde el polo opuesto, desde la rivalidad rabiosa. Es casi incuestionable que Joan Crawford y Bette Davis, los personajes protagonistas de la ficción, no habrían sido amigas nunca, aunque yo lo ponga en el titular, pero así es como lo ha sugerido el final elegido por sus creadores: una fantasía imposible que siempre nos escocerá un poco.
Este capítulo desenlace, escrito por Gina Welch y dirigido por Gwyneth Horder-Payton (gran parte de los episodios, a excepción de los realizados por Murphy y Tim Minear, han contado con mujeres detrás de las cámaras), ya es uno de los más aplaudidos de 2017 por parte de la crítica. Casi tanto como la ficción en general: Feud sufrió un pequeño bajón en sus tres antepenúltimas entregas, pero el broche de oro nos reconcilia con cualquier desencuentro. Si estáis al día en esto de las series, ya conocéis la premisa de Feud: narra la enemistad entre dos de las actrices de Hollywood adoradas por su creador, Joan Crawford y Bette Davis, desde que coincidieron en el rodaje de Qué fue de Baby Jane, la película de culto dirigida por Robert Aldrich en 1962. Con Jessica Lange y Susan Sarandon como increíbles protagonistas, la serie analiza los resortes culturales y sociales, también personales, que llevaron a estas divas a odiarse a muerte.
Por suerte, como algunos esperábamos, Ryan Murphy dejó de lado el tono ácido y manierista de otras de sus series para retratar a Joan Crawford y Bette Davis con el mayor mimo posible. El primer episodio de Feud ya fue claro en sus pretensiones; la animadversión entre las dos actrices tiene mucho de leyenda que ha sobrevivido hasta hoy, creada desde los medios de comunicación y desde la propia compañía Warner (la periodista Hedda Hopper y el productor Jack Warner, interpretados por Judy Davis y Stanley Tucci, son las figuras detonantes, incluso en las últimas escenas; Robert Aldrich, en la piel de Alfred Molina, es el doliente mensajero). A través de varios episodios de la vida de ambas, el equipo de Ryan Murphy va perfilando la estampa de las dos estrellas, y lo bonito es que no teme retratarlas como mujeres humanas y falibles, que merecen en gran parte las indignidades y las tristezas que les ha tocado vivir.
Lo más destacable de Feud es cómo consigue mantener el equilibrio entre esa pantomima legendaria que consagró la historia (el catfight alcanza su punto más álgido en la entrega de los Oscar) y el tono solemne y agridulce que sentimos más verdadero (el tristísimo episodio de desenlace). Y en esto sí que el mérito es todo para Ryan Murphy, que en la recta inicial de la serie ya da las pinceladas necesarias, tanto narrativas como visuales. Feud es fiel a la imagen pop de las actrices, como si también hubiera caído en las redes del cuento de brujas (en algunos momentos están retratadas a brochazos; sobre todo Crawford, la que más minutos obtiene porque es la que mejor sirve al propósito de la ficción), pero nos recuerda que Joan y Bette fueron mujeres reales, condenadas a una soledad que ellas mismas firmaron. No nos servirá Feud como moraleja (la fantasía de amistad es imposible, como cuenta el último capítulo), pero ajusta las cuentas, a su manera, con ese Hollywood misógino que todavía existe.
¿Qué os ha parecido Feud? ¿Es la obra maestra de Ryan Murphy?
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¿Muchos episodios han tenido a mujeres detrás de las cámaras? ¿Y esas mujeres se han ganado ese puesto de trabajo o se los han regalado? Porque para trabajar detrás de las cámaras, el puesto se gana, no se debe regalar nada. Es como si a esas mujeres les hubieran regalado esos puestos solo por ser mujeres ignorando el mérito.
29 abril 2017 | 7:41 am