A priori, reconocedlo, la propuesta es muy atractiva: Charlize Theron, Kristen Stewart, Chris Hemsworth… revisando un clásico que todos tenemos en la cabeza con los trazos de Disney y en una versión bastante más oscura que ‘Blancanieves, mirror, mirror‘… ¿Por qué no ceder antes las presiones familiares, léase esposo insistente, y entrar a verla?
No intento justificarme, solo quiero decir que mis razones para entrar a ver esta película probablemente sean las mismas que las de la mayoría: pasa un rato entretenido sin ningún tipo de complicación intelectual.
Y en ese sentido ‘Blancanieves y la leyenda del cazador’ no decepciona ni engaña, porque es lo que promete. Promete que el tiempo va a pasar rápido, concatenando trepidantes escenas de acción. Promete buenas interpretaciones a cargo de bellezones que saben actuar y promete la dosis de emoción justa, dado que todos sabemos ya cómo acaban Blancanieves, sus siete enanitos y la malvada madrastra.
¿Entonces? ¿Por qué me siento decepcionada? Porque es una pena pensar que con todos esos medios, con todos esos actores llenos de talento, con todos esos espectaculares efectos especiales y ese dinerazo invertido, tenga la sensación de haber visto una película correcta, pero totalmente prescindible e igual a muchas otras que he visto últimamente. No hay nada muy original ni genuino ni llamativo en esta Blancanieves, ni siquiera cuando parece Juana de Arco luchando contra los ingleses. Probablemente dentro de unas semanas mi memoria cada vez más caprichosa y selectiva mezclará escenas, y en mi cabeza habrá una nebulosa de secuencias de guerra que no sabré si adjudicar a esta o cualquier otra película parecida. Ni siquiera la música de James Newton Howard es demasiado memorable esta vez.
Lo que probablemente no se me olvide tan fácilmente es lo cachas que está Chris Hemsworth (el cazador), y lo pesada que me puse durante la proyección con lo de que nuestra Elsa Pataky había sido una chica muy, pero que muy espabilada, al cambiar un actor de talento, Adrien Brody, por otro igualmente talentoso, pero mucho más guapo… No me hicieron mucho caso, otros estaban embelesados con la diabólica y bella madrastra.