Javier Bardem lo logró, ha ganado el Globo de Oro. Tiene talento, garra, se arriesga. Es el mejor actor español de su generación. Me alegro por él. Lástima que la huelga de guionistas le haya dejado sin la oportunidad de subir al estrado a recoger el premio. Ahora, le espera el Oscar, seguro. Por cierto, los académicos tenían hasta el día 12 para votar a los finalistas para este premio. El próximo día 22 se anuncian oficialmente las candidaturas.
He seguido parte de la gala a través del show de Larry King. La más rápida, también la más deslucida de su historia, pero desde luego no la menos emocionante. No ha habido estrellas, que en la mayoría de los casos estaban incluso fuera del país promocionando sus películas fuera, como Daniel Day-Lewis o David Cronenberg, pero sí montones de periodistas. El tema del día no eran ya los premios, si no el efecto de la huelga de guionistas. Todos han estado de acuerdo en una cosa: la cancelación de la ceremonia ha servido para demostrar la importancia que tienen los guionistas. Son ellos los que crean los gags, los que dan continuación a las diferentes presentaciones, los que articulan un esquema para que el espectáculo pueda desarrollarse.
Por lo demás, no ha habido grandes sorpresas, excepto quizá para el propio Larry King que daba por ganadora a la película de Bardem ‘No es país para viejos’, en lugar de la británica Expiación, que se ha mostrado intratable. Está bien que haya tanto entusiasmo alrededor del filme de los Coen. Eso se lo pone más fácil a nuestro actor. Cuanto más se habla de él y de su película, más oportunidades tendrá de llevarse el Oscar. Abróchense los cinturones, la noche del 24 de febrero será movidita.
¿Alguien se atreve a decir que Bardem no se convertirá en el primer actor español que logre un Oscar?
Ojalá para entonces la huelga de guionistas haya acabado y podamos ver un gran espectáculo.