Sin efectos especiales Sin efectos especiales

-No deberías llevar esa ropa. -¿Por qué? Sólo es una blusa y una falda. -Entonces no deberías llevar ese cuerpo. 'Fuego en el cuerpo', de Lawrence Kasdan

Archivo de septiembre, 2012

Subtítulos mal escritos y llenos de erratas

No es por ser tiquismiquis, ni por tener ganas de fastidiar, pero me puede alguien explicar por qué últimamente me encuentro tantas películas subtituladas de forma descuidada, llenas de erratas e incluso faltas de ortografía graves. Y no estoy hablando de películas pirateadas, que algún aficionado ha traducido y transcrito como buenamente ha podido, sino de películas y series colgadas en páginas legales.

Sin ir más lejos, el otro día veía ‘Luther‘ en una de las principales webs de pago y de tanto tropezarme con palabras incompletas y mal escritas hubo un momento que olvidé que había apoquinado 1,95 euros y creí ver el fantasma de Megaupload atravesando el salón de mi casa.

Me reservo el nombre de la web porque me consta que son gente que se lo está currando mucho y que está haciendo un gran esfuerzo por acercar el cine a los hogares, cosa que se agradece mucho, pero, por favor, que disponer de un amplio y selecto archivo no haga que se descuiden aspectos fundamentales.

Soy la primera en flagelarme cada vez que me baila el teclado y meto la pata escribiendo algún nombre o cuando dejo que las erratas sean las últimas en abandonar el barco (como observa un dicho de nuestra profesión). Esas erratas dan una imagen de descuido que la mayoría de las veces no se corresponde con el esfuerzo invertido en elaborar algo. Pero al margen de todo eso, que es importante, chocar frontalmente con palabras mal escritas entorpece la lectura, distrae momentáneamente nuestra atención y nos hace perder el hilo. En el caso de una película, esos tropezones ortográficos son aún más dramáticos.

A mí las erratas de ‘Luther’ me hicieron espabilarme y esforzarme más para entenderla en inglés, pero para quien no pueda seguirla en el idioma original, leer los subtítulos será  una aventura lingüística con la que no contaban al dar el número de tarjeta.

¿Cuál es vuestra experiencia al respecto?

PD. Siento no poder ofreceros una captura en la que se aprecien los subtítulos.

Anne Hathaway, imparable: Spielberg la quiere para Robopocalypse

No le presté demasiada atención en ‘Brokeback Mountain‘, me gustó en ‘El diablo viste de Prada‘ (aunque allí estaba obnubilada por la grandísima Streep y la fantástica Emily Blunt), le he seguido la pista en otros filmes intermedios, pero  donde realmente me ha encantado es en ‘El caballero oscuro‘. Desde esa película, en la que interpreta a una Catwoman pizpireta y sensual, me he hecho miembro del cada vez más extenso club de fans de Anne Hathaway.

Su interpretación puede que sea de lo mejor de la película, y eso que cuando supe que la habían elegido para el papel no pude evitar torcer el gesto. ¿La sosaina de Hathaway como Catwoman?, me preguntaba mientras recordaba el triste papel que hizo junto a James Franco en la presentación de los Oscar.

Pero afortunadamente me equivoqué y Hathaway me sorprendió (y por lo que escucho a mi alrededor, le sucedió a más de uno)

Ahora leo que Steven Spielberg quiere emparejarla con Chris Hemsworth en ‘Robopocalypse‘, un filme futurista inspirado en el best-seller homónimo de Daniel H. Wilson, en el que los humanos tienen que enfrentarse a los robots que dominan el planeta.

Y todavía nos queda el esperado estreno de ‘Los Miserables‘, donde canta en el papel de Fantine. ¿Alguien da más?

Hathaway que compartió set y confidencias con Streep va camino de convertirse en una actriz tan versátil como ella.

El irresistible encanto de un ‘indignado’ llamado Brad Pitt

Recuerdo cuando de adolescente mis amigas hablaban de Brad Pitt como si fuera dios. Era lo más de lo más. El más guapo, el más rubio, el que tenía los ojos más bonitos y más azules; tenía el mejor culo, la mejor sonrisa; él era el macho alfa de Hollywood…, pero a mí no me gustaba.

Es decir, objetivamente era incapaz de negar que tenía una mirada preciosa y que era dueño de un pelazo que ya hubiera querido para mí, pero, como decía mi amiga Marga, tenía algo de ‘gran gorila blanco’ que impedía que lo viera como el adonis que era para el resto del mundo. Le faltaba chispa, no tenía gracia. No, él no era el actor con el que yo cubría las paredes de mi cuarto.

Además, tenía esa manía horrible de hacer todo tipo de muecas para simular que actuaba. ¡Qué manera patética de intentar llorar en ‘Leyendas de Pasión’! ¡Qué mohínes más absurdos derrochó en ‘El río de la vida’! Pero pasó el tiempo y cual buen ribera del duero mejoró. Si mis prejuicios me hicieron pensar que lo que había visto en Doce monos era un espejismo, un actuación inspirada que le había salido de carambola, me equivoqué, porque tras ella llegaron ‘El club de la lucha‘; ‘Snatch (Cerdos y diamantes)‘; ‘El asesinato de Jesse James…’; Quemar después de leer; Malditos bastardosBrad Pitt sabía actuar, y lo hacía en ocasiones muy bien.

Y después llegó Angelina, y junto a ella empezó a hacer declaraciones incendiarias, impensables para una superestrella de Hollywood. «En el mundo del crimen se mata como se despide en las empresas -¡uy, Pitt!, cuánta razón tienes, nunca es nada personal, «solo negocios»-; «Bajo las garras del capitalismo más salvaje todo está permitido. El mundo no es igual para todos»; «La falta de regulación condujo a esta epidemia de avaricia»… Imagino los sofocos de sus publicistas: «¡Chico, que te pierdes!», que si a Obama lo llaman socialista en EE UU por defender su sistema de salud, imagina la que te puede caer a ti. Y ahí ya es cuando decido que me rindo ante este hombre, al que ya no le veo ni rastro de ‘gran gorila blanco’ , que encima produce y protagoniza películas interesantes, como la que hoy se estrena: Mátalos suavemente.

Más de 8.000 rodajes y 140 millones de euros: el cine puede ser un negocio

No es la primera vez que traigo a este blog el asunto del beneficio económico que pueden sacar las ciudades que facilitan los rodajes cinematográficos, pero a riesgo de parecer reiterativa, ayer leí unos datos proporcionados por la Andalucía Film Commission que me reafirmaron en la idea de que el cine, bien gestionado, también puede ser un buen negocio.

Desde que en 1998 se creó este organismo andaluz para promover y facilitar los rodajes en esa comunidad Andalucía Film Comission (AFC) ha atendido 8.170 rodajes que han dejado en las arcas andaluzas 140,5 millones de euros (entre ingresos directos e indirectos)  y han dado trabajo a 10.887 personas.

Además, como dato aún más sorprendente, en 2011, con la crisis arreciando y los inversores huyendo en desbandada, lograron atraer 1.073 rodajes, gracias a su cada vez más extensa red de Ciudades de Cine.

Sus responsables se quejan de que la competencia pega fuerte, y de que países como Francia, Austria e Inglaterra disponen de importantes beneficios fiscales que les arrebatan muchas producciones interesantes (hablan de hasta un 26% de fugas por falta de incentivos), por lo que animan al a Junta de Andalucía a estudiar fórmulas para atraer más rodajes.

Si pensamos en la falta de oportunidades laborales que tenemos, en lo mucho que cuesta ser emprendedor en este país y lo difícil que es atrapar cualquier tipo de inversión, a mí me parece que potenciar nuestras ciudades y nuestro campo como extensos platós de cine es una buena idea. Al menos una idea mucho más moderna y atractiva que convertir la periferia de nuestras ciudades en gigantescos casinos (como quieren hacer en los madriles) .

Por cierto, si tenéis tiempo y curiosidad os invito a visitar la web de Andalucía Film Commision, el apartado de localizaciones os permitirá daros un garbeo virtual por esa comunidad.

James Bond cambia el Martini por la cerveza y sus seguidores se movilizan en Internet

Los tiempos cambian, la crisis aprieta y no hay margen para sentimentalismos trasnochados a la hora de hacer caja. La cervecera Heineken ha llegado a un acuerdo de 60 millones de euros con los responsables de la franquicia de James Bond para hacer que el agente secreto al servicio de su graciosa majestad cambie el martini «mezclado no agitado» (en la discutible traducción al español de ‘shaken-not-stirred’) por una cerveza Heineken.
Daniel Craig ya beberá cerveza en el próximo filme de Bond, ‘Skyfall‘ y también lo veremos con una birra en la mano en una serie de anuncios televisivos que ha preparado la compañía cervecera.

Lo que no es más que un product placement habitual en casi todas las grandes producciones y en las series de televisión se ha convertido en un asunto de debate en la red entre los seguidores de la franquicia que ven como una herejía que su elegante y sofisticado agente abandone la sutileza etílica del Martini por una vulgar y chispeante cerveza (y ni siquiera la mejor del mercado, como ha criticado uno de los ex James Bond, George Lazenby). Los detractores más furibundos han creado incluso una página de Facebook contra esta iniciativa comercial que califican de «fiasco de proporciones históricas«.

A mí todo este asunto me hace gracia. Entiendo que a los más puristas se le abran las carnes al imaginar al agente estribado sobre una barra con una pinta en la mano, pero acaso ¿no le pega más una cerveza al rudo Craig que cualquier refinado combinado? Además, seguro que por mucha cerveza que beba, nunca veremos a un Bond desmejorado, luciendo tripa cervecera.

Y a lo tonto, los Metro-Goldwyn-Mayer y Sony Pictures Entertainment llevan años recaudando dinero por mostrar un amplio catálogo de teléfonos Sony, Aston Martins, BMWs, relojes Omegas y otras fruslerías en los filmes de OO7. La pela es la pela.

Su primera tarde de cine

«Quiero ver ‘Brave‘, quiero ver ‘Brave’, quiero ver ‘Brave’ …» de tanto oírlo se había convertido en una especie de mantra durante las vacaciones, y todo porque habíamos tenido un intentus interruptus a comienzo de verano. A mi hija y a mí un gran centro comercial nos había invitado a asistir al preestreno de ‘Brave’ a comienzos de agosto. Iba a ser la primera vez que mi hija fuera el cine. Tiene tres años y medio, y aunque aguanta como una campeona ‘Monsters‘, ‘Shrek‘, ‘Enredados‘ y cosas así, su padre y yo dudábamos de que fuera a estarse quieta durante hora y media en una sala a oscuras. ¿Cómo reaccionaría? ¿Le daría miedo? ¿Se pasaría la película comentando en alto lo que pasaba en la pantalla?

Íbamos preparadas para salirnos de la sala en cualquier momento, y lo acabamos haciendo, a la media hora, porque en lugar de ‘Brave’, nos pusieron ‘Madagascar 3‘ en 3D (que a mi hija le estaba pareciendo un rollo, y probablemente a mí más). Parece ser que la cinta de ‘Brave’ había fallado y los responsables optaron por proyectar la película que tenían de reserva.

La expectación creada por aquel primer intento fallido de ver’ Brave’, unido a la cantidad de princesas pelirrojas que nos han ‘perseguido’ en las marquesinas de todas las ciudades que hemos visitado en el verano, convirtieron la película, a ojos de mi hija, en una especie de regalo especial. Lo que a su vez nos ha sido muy útil para chantajearla cada vez que queríamos que hiciera algo y se portara bien.

Sin embargo, la ocasión para ver ‘su primera tarde de cine’ ha tardado en llegar. Hace una semana, mi madre, ella y yo, nos dimos por fin un homenaje y compramos el pack completo del principiante cinéfilo: entradas para ver ‘Brave’, barreñón de palomitas, refrescos y chocolatinas (es decir, todo eso que te dicen los pediatras que solo pueden comer en ocasiones especiales).

Y así pasé la tarde, una tarde muy feliz, con las dos mujeres más importantes de mi vida, con un ojo puesto en la pantalla y otro en mi hija, que no solo no perdió ripio de lo que pasaba, sino que también, cual leona defendiendo a su cachorro, repelía nuestras rápidas incursiones al tanque de palomitas.

La película, al final, fue lo de menos. Le gustó, la ‘aguantó entera’, inevitablemente la comentó en alto y quiso volver a verla nada más salir del cine.  ¿A que os suena?

¿Os acordáis de la primera vez que fuisteis con vuestros hijos al cine?