Sin efectos especiales Sin efectos especiales

-No deberías llevar esa ropa. -¿Por qué? Sólo es una blusa y una falda. -Entonces no deberías llevar ese cuerpo. 'Fuego en el cuerpo', de Lawrence Kasdan

Archivo de agosto, 2012

Los retoños con sus famosos papás

Antes de empezar. Cinegallifante para Buscadora, que se curró, y acertó, todas las contestaciones.

Y los ‘hijos de’ de las fotos eran…

Jennifer Grant. Dueña de unos impresionantes ojos oscuros que parecen la mezcla perfecta de los de su padre, Cary Grant, y los de su madre, Dyan Cannon, no ha tenido mucha suerte a la hora de encontrar trabajos en el cine. En EE UU se ha prodigado sobre todo en la televisión, como bien contestaba ayer, Astur, en las series ‘Sensación de vivir‘ y ‘Movie Stars’.

Toby Stephens (arriba) y Chris Larkin (abajo). Ambos son hijos de Maggie Smith, con la que ambos guardan cierto parecido físico, y de Robert Stephens. Tiene además en común que ambos han hecho mucha televisión en Inglaterra, donde son actores respetados. A Larkin lo pudimos ver además en ‘Master and Commander’ y ‘Valkiria’, por ejemplo. A Stephens en ‘Muere otro día’ y en la miniserie ‘Jane Eyre’.

Tony Peck, el hijo de Gregory Peck y de su segunda mujer, Veronique Pasanni, ha pasado sin pena ni gloria por películas como ‘El río que nos llev’a o ‘La conjura de El Escorial’, a las órdenes del español Antonio del Real. En el cine de EEUU suele ser un secundario discreto.

Sachi Parker, hija de Shirley MacLaine y de Steve Parker. Con un gesto pizpireto y cierto gracejo, pero con mucho menos tirón que su madre, a Parker la hemos visto de secundaria en películas como ‘Aquí te pillo, aquí te mato’ o ‘Peggy Sue se casó‘.

Pia Lindström, hermanastra de Isabella Rosellini y de los otros dos hijos de Ingrid Bergman. Su padre era el médico sueco Peter Lindström. Periodista, presentadora y actriz en películas italianas, es la hija menos conocida de la gran actriz sueca.

 

Sam Robards, hijo de dos grandes del cine: Jason Robards y Lauren Bacall, ha trabajado en películas como ‘American Beauty’ o ‘AI Inteligencia Artificial‘, pero sobre todo en series: ‘The Good Wife’ y ‘Gossip Girl‘.

Mamie Gummer. Con esa nariz larga y delgada, esa sonrisa y esa piel de porcelana es difícil no relacionarla con su madre, Meryl Streep. Su padre es el escultor Don Gummer. Su hermana, Grace Gummer, de 26 años, ha hecho sus pinitos en ‘Margin Call’ y ‘Larry Crowne’. Ella ha destacado en la serie ‘The Good Wife’ y la película ‘Encerrada’, de John Carpenter.

Que paséis un buen verano.

 

A cada estrella, su retoño

Vacaciones, al fin. Parecía que no iban a llegar nunca, pero ya están aquí. Huyo de la ciudad, desconecto de todo durante unas semanas y solo me informaré de lo que pasa ahí fuera por el viejo, denostado y, sin embargo maravilloso, papel de periódico. Eso quiere decir que cuelgo las botas durante unas semanas y dejo el blog en estado de letargo veraniego, que es un estado muy interesante para el verano ¿no creéis? ¡Ah, qué siestas planeo!,  ¡qué maravillosas tardes de modorra y dolce far niente esbozo en el horizonte!  Si alguna vez durante estas semanas siento deseos de darle a las teclas, como decía el chiste, respiraré hondo y esperaré a que se me pase.

Pero me quiero ir con un juego, nada serio, algo para desintoxicar de las noticias tan poco edificantes con las que nos despachamos a diario. La idea me surgió el otro día al ver esta foto:

¿Sabéis quién es? Yo no tenía ni idea hasta que leí el pie. Resulta que es hija de uno de los grandes actores clásicos de la historia del cine. Y cuando digo grande, I mean it; como diría mi profesor de inglés, es decir, que es uno de los grandes de verdad, de esos que cuentas con los dedos de una mano cuando haces repaso de los actores más importantes de la historia del cine. Por eso hoy os propongo que emparejéis estas caras con sus famosos padres. Todos tienen en común que, además de tener famosísimos progenitores, han hecho sus pinitos en el cine (algunos algo más que eso). ¿Os animáis?

LOS RETOÑOS

SUS FAMOSOS PADRES

La solución: en unas cuantas horas.

‘El caballero oscuro: La leyenda renace’, un broche digno para un gran Batman

Hace casi cuatro años (hubiera dicho que había sido antes de ayer) invité a mi amigo Chechu a compartir este blog para que escribiera su crítica de ‘El caballero oscuro’. Chechu es probablemente una de las personas que conozco que más sabe de cómics (y eso que en la redacción de 20minutos estoy rodeada de verdaderos expertos), y en su día tuvo dos magníficas tiendas especializadas que la crisis ha barrido sin contemplaciones. Porque tiene mucha autoridad sobre el tema y porque es, además, un gran cinéfilo, entonces le pedí su opinión sobre aquella entrega de Batman. Hoy vuelvo a hacerlo para ‘El Caballero oscuro: La leyenda renace‘.

La crítica es, esta vez, algo menos entusiasta, pero merece la pena leer sus razones.

No era una película fácil para Christopher Nolan. Cuando le entregaron las riendas de la franquicia del murciélago allá por 2003, el listón estaba tan bajo que con hacer las cosas de modo mínimamente coherente los fans íbamos a dar palmas con las orejas. Las perrerías perpetradas por Joel Schumacher habían sido de tal magnitud (hasta el punto de que ‘Batman & Robin’ supone probablemente el único borrón en la carrera de George Clooney desde que este alcanzara el estrellato) que, sinceramente, cualquier cosa nos servía.

Pero ‘Batman Begins’ no es cualquier cosa. Frente a la explosión (hortera) de color de las pelis de Shumachery el delirio barroco de Burton, Nolan nos daba el Batman que todos queremos. Adulto, oscuro, atormentado. Cierto que no era una peli redonda (por Dios, ¡si pasaba por allí una despistada Katie Holmes!) y que las escenas de acción eran, por decirlo de manera suave, «confusas». Pero nos dejó satisfechos y con ganas de más. Parecía que DC/Warner se habían puesto las pilas ante la ofensiva cinematográfica de Marvel (ay, qué ingenuos éramos; pero esa es otra historia). Y en esas llegó ‘The Dark Knight‘, y para no ser redundante, me remito a mi anterior visita a este blog. El listón se había elevado hasta el infinito, y los que esperaban ansiosos el desenlace de la trilogía ya no eran sólo los seguidores del cómic.

Y claro, en esa tesitura, la sensación es que Nolan ha despachado esta tercera entrega con oficio, pero faltándole fuelle, o ganas, o las dos cosas. Porque la peli está bien, pero supone claramente un coitus interruptus con respecto a la anterior y tiene varios lastres importantes.

Para empezar, mientras que en ‘El Caballero Oscuro’ la intensidad se mantenía de principio a fin, aquí a la película le cuesta arrancar más de 1 hora, con un comienzo moroso, con situaciones poco creíbles y una ausencia de épica que alguna situación requería. El referente comiquero más claro en esta primera parte sería el Dark Knight de Miller, con un Batman retirado y envejecido. Pero su regreso es un poco… peregrino (¿lleva 8 años sin asomar el morro, llega un jovenzuelo que se identifica con él, le comenta no sé qué de una tal Bane, y ale hop, vamos a desempolvar el traje?).

Y mejor no hablar del «romance» (o mas bien, polvete de una noche) con el personaje de Marion Cotillard, tan traído por los pelos que chirría, con la única razón de que la revelación final sea mas impactante. Otro detalle que a un comiquero le causa cierta irritación es la desnaturalización de Gotham, que parece una ciudad como cualquier otra, tanto da Chicago como Nueva York. No hace falta llegar a los extremos de Burton, pero en algo se tiene que notar su sordidez, su negrura. Cierto que es también algo que también pasaba en la segunda, pero mira por dónde, allí nos pasó mas desapercibido, quizás porque la historia nos tenía atrapados. Y para mí, el gran problema de la cinta es el villano, Bane, que nos habían vendido en la promoción como el oponente definitivo de Batman, y que no tiene carisma alguno, y que palidece ante el fresco recuerdo de Heath Ledger y su Joker. Si, en el cómic también le parte la espalda a Batman en una viñeta que la película reproduce casi al milímetro, pero desde luego no forma parte del panteón de los villanos más ilustres del hombre murciélago. La revuelta popular que encabeza, con un claro mensaje sociopolítico dada la situación actual, me sobra en una historia de estas características. Sencillamente, no es el lugar. Aparte de que acaba resultando de un fascismo que enturbia el resultado final de la película. Para el seguidor habitual de las viñetas toda esa parte le remitirá claramente a la saga de Tierra de Nadie.

Pero claro que tenemos cosas buenas, lo suficientemente buenas como para inclinar la balanza a favor de la película. El tramo final (bueno, prácticamente los 90 minutos finales) tiene todo lo que nos había faltado antes durante el aletargante primer acto, grandiosidad, intensidad, épica, diálogos grandilocuentes que no nos hacen sonrojarnos. Ahí si que Nolan nos clava a la butaca. Uno de los aspecto mas criticados de la cinta es la limitada presencia de Batman en pantalla. Una peli de Batman… sin Batman. Siempre he considerado que Batman, aparte del superhéroe físico, es un símbolo, y su universo de secundarios es tan rico que muchas veces nos interesan mas que el propio Bruce Wayne. Gordon, Catwoman, Alfred, etc. No sólo no me molesta sino que incluso lo agradezco. Y el epílogo es lo que definitivamente nos reconcilia con Nolan y hace palpitar nuestro corazón de fan, es sencillamente emocionante, incluida la introducción de Robin, tan diferente en la forma a los cómics como similar en el fondo.

En definitiva, un broche, sino de oro, sí digno a este Batman, que nos deja una película para la historia y otras dos entregas más que decentes. El peligro, que futuras traslaciones del cómic a la pantalla quieran lo que los frikis ya llaman nolanizarse, es decir, adoptar un tono más adulto y sombrío, que evidentemente no pega para cualquier superhéroe. De momento ya ha habido una víctima, el nuevo Spiderman. Bueno, siempre nos quedarán ‘Los Vengadores‘.

¿Y si el próximo James Bond fuera negro? ¿Y si fuera Idris Elba?

Como diría aquella modelo en aquel lapsus feliz, Jame Bond está en el candelabro: celebra su cincuenta aniversario, su nueva aventura, ‘Skyfall‘, está a punto de caer y protagoniza uno de los momentos más memorables de la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos.

Tras leer los entresijos del rodaje de la secuencia con la reina de Inglaterra (que si estuvo producida por la BBC y contó desde el principio con el entusiasmo de la reina, reconvertida en ‘nueva chica Bond’’, que si se llevó a las mil maravillas con Daniel Craig, que el extra que saltó como si fuera ella quiso quedarse con el traje, pero no lo dejaron…) me viene a la memoria una noticia-rumor que saltó hace unos meses y que estaría muy bien retomar para haber si de tanto repetirla se convierte en realidad: la factoría Bond podría estar considerando que el agente que coja el relevo de Craig sea negro, en cuyo caso el nombre de Idris Elba sería uno de los favoritos.

Este rumor que de tanto en tanto se activa, en realidad se inició hace tres años por culpa del propio Craig, quien, tras la victoria de Obama, durante una entrevista, vino a decir que, dado que el mundo ya estaba preparado para un presidente de EE UU negro, quizá también era hora de  revisar algunos otros iconos, como el de James Bond, que muy bien podría ser interpretado por una persona de color, pues al fin y al cabo era un personaje que había ido evolucionando con el tiempo. La idea de Craig caló, y en seguida salió a relucir el nombre de Elba. Casi tres años después de aquello, la idea de un James Bond negro sigue viva (al menos entre los aficionados) y el nombre de Elba sigue figurando como una de las mejores opciones para cuando Craig quiera cortarse la coleta.

Desde luego yo le veo todo a favor: es un buen actor (ahí están ‘The Wire’, ‘Luther‘, y ahora mismo en el cine’ Prometheus’), con un físico imponente y una voz ronca, muy sensual. Mientras Craig siga queriendo interpretar a Bond, larga vida a Craig, pero cuando se canse, ¿por qué no Elba?

Marilyn Monroe, el infierno que merecía la pena

Es difícil no relacionar agosto con varios aniversarios cruciales que recordamos sin falta año tras año: los lanzamientos de las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki y la muerte de Marilyn Monroe. Este año, sin embargo, la cita con la memoria de Monroe es ineludible, porque hoy se cumplen se cumplen nada menos que cincuenta años de su desaparición. Cincuenta años y aún sigue siendo el icono cinematográfico más importante del mundo (quizá solo Charlot le disputaría el trono).

Ella misma escribió en My Story que «era el tipo de chica a la que encuentra muerta en su dormitorio con un frasco de somníferos en la mano» y Truman Capote, amigo, confidente y admirador de la actriz escribió en Retratos que tenía la impresión «de que moriría joven». Profecías y corazonadas aparte, la vida y la muerte de Marilyn siguen subyugando y excitando la imaginación colectiva, porque ella era única.

Billy Wilder ,el director que la ayudó a convertirse en icono, y que sufrió indeciblemente los vaivenes de su carácter, resumió lo que suponía el mito: «Existe más libros sobre Marilyn Monroe que sobre la Segunda Guerra Mundial. Hay una cierta semejanza entre las dos. Era el infierno, pero valía la pena«. Y Sir Laurence Olivier, institución dramática y referente de actores, dijo: «Al dirigir a Marilyn me di cuenta de que existe una relación misteriosa entre ciertos seres y la cámara. Algo que es imperceptible en el trato cotidiano, pero que se convierte en auténtica transfiguración cuando la persona es contemplada por el visor«. Estos dos testimonios, expresados hace ya décadas, dan un ejemplo del impacto que Monroe tuvo en el cine; una huella que permanece imborrable y se perpetúa en las nuevas generaciones de cinéfilos que sufren su hechizo cuando ven por primera vez sus películas.

 

Trivial sobre Marilyn. Fotogalería sobre el mito.