Un blog acerca de todo lo que se sujeta sobre las columnas de un diario cualquiera. Por ejemplo, el nuestro

Archivo de la categoría ‘Prensa internacional’

Lo que esconde la prensa

Hubo tiempos, no muy lejanos, en que la gente solía leer periódicos impresos en papel. En aquellos tiempos los diarios, como las pantuflas de cuadros, el tabaco de pipa o las patatas a la importancia, formaban parte del paisaje y las rutinas domésticas de una buena parte de la población.

Si aquellos tiempos no hubieran pasado ya, este anuncio del diario deportivo L’Équipe, un histórico de la prensa gala, habría tenido su gracia; en los tiempos que corren hoy, sin embargo, cabe pensar que el ‘spot’ vaya a resultar incomprensible para una buena parte de la audiencia, aquella a la que le cuesta creer que se puede estar informado sin dar un solo golpe de ratón.

(Visto en el blog de Rodrigo Fino)

D. Velasco

Del 69 al 96: la llegada a la Luna en ‘The New York Times’

El próximo lunes hará 40 años que el ser humano pisó la Luna por primera vez. Y los periódicos, como solemos hacer con toda efeméride que se nos pone por delante, aprovecharemos la ocasión para repasar las claves del acontecimiento. En este caso, por qué fuimos, qué fue de Aldrin, Armstrong y Collins, o si volveremos –y, en ese caso, quiénes, cuándo y cómo– a hollar el polvoriento suelo lunar.

Grandes cuestiones sobre un asunto que, pese a parecer anecdótico –excepto a una parte del colectivo científico, a nadie le ha cambiado la vida sustancialmente que el hombre haya estado o no en la Luna– tuvo en su momento una trascendencia y simbolismo enormes. No lo digo porque yo lo viera con mis propios ojos (me faltaban aún unos años para poder asistir personalmente al acontecimiento), sino a propósito de la portada de aquí debajo, la que publicó el diario The New York Times el 21 de julio de 1969, el día siguiente del alunizaje, y más concretamente de su titular principal, ese ‘Men walk on Moon’ compuesto en versales del cuerpo 96.

¿Tan descomunal es un cuerpo de 96 puntos para deducir, sólo por su tamaño, que ha de estar titulando un hecho de alcance histórico? Depende. El Marca puede doblar esa cifra tres veces cada semana con Kaká, pero The New York Times no se caracteriza por darse tantas alegrías tipográficas. La de arriba es su primera portada compuesta con un titular de ese tamaño, y desde entonces sólo ha habido cuatro más: las dedicadas a la dimisión de Nixon, al ataque terrorista a las Torres Gemelas del 11-S, al cambio de milenio y, por último, a la victoria electoral del actual presidente de EE UU, Barack Obama.

¿Se atreve alguien a predecir qué irá en portada de The New York Times la próxima vez que utilicen un cuerpo 96 en el titular de apertura?

D. Velasco

Diseño español para una tragedia griega

Dos periódicos, dos historias, nada en común. A la izquierda de la imagen, Politico, un diario de Washington nacido ‘on-line’ y que, con el tiempo, ha terminado editándose también en papel. La suya es, desde sus principios, una rara historia de éxito en estos tiempos de tribulación para la prensa. Politico ha conseguido no sólo ser rentable, sino, a pesar de su corta vida –el primer número vio la luz a principios de 2007– y su poco sugestivo nombre, llegar a ser también uno de los medios más influyentes entre la muy influyente clase política de la capital política del planeta. Y lo ha logrado luciendo el ‘look’ que se puede apreciar en la portada que se ve en la imagen de arriba, a la izquierda. Ni más ni menos que la de un correcto y anodino periódico, como los hay a docenas a lo largo de toda Norteamérica.

A la derecha, una cabecera algo más veterana (salió a la calle a principios de los ochenta). Eleftheros Tipos (prensa libre, en castellano) fue premiado en 2008 en uno de los más importantes certámenes internacionales de diseño periodístico. Los galardones tuvieron especial repercusión en España, ya que el diseño que el diario vestía en el momento de recibir el premio era obra del español Javier Errea, cuyo trabajo es especialmente meritorio si se tiene en cuenta que hubo de trabajar con los caracteres no latinos de la lengua del país que inventó la tragedia. Aunque de poco le ha valido esto al Eleftheros, que acaba de sufrir la suya en forma de quiebra: su última edición salió a la calle por última vez el 18 de este mes, víctima, según la consultora que replanteó la maqueta y hasta la filosofía editorial del rotativo, de la gestión miope de unos editores enredados en intereses y cuitas extra periodísticas.

Dos diarios, en fin, con una suerte tan dispar como el diseño de sus páginas. ¿Cabe sacar alguna moraleja? Las cosas no suelen ser tan simples en este gremio y es probable que haya habido muchos más factores en juego, así que, seguramente, no cabe. Pero a nosotros, trabajadores del ramo, esta historia nos han despejado un poquito más una vieja duda: la de si el diseño periódístico tiene o no algún valor cuando al periodismo le falla todo lo demás, y viceversa.

Visto lo visto, no parece haber razones para dudar mucho más.

D. Velasco

Dicho a mano*

Once de la noche, hora del cierre, en la redacción de The Courier-Journal, un diario de Louisville (Kentucky, EE UU). La edición del día siguiente, ya revisada y corregida, está lista para ser enviada a la rotativa, portada incluida. Pero ésta, la primera página, se retira del envío y se reserva durante sesenta minutos, el tiempo que se le da a Serkan Özkaya, un artista conceptual turco, para que, con ayuda de cinco estudiantes de Bellas Artes, una mesa de luz y papel cebolla, rotule manualmente cada elemento de la página, de la cabecera a la última coma, hasta tener una réplica manual, casi idéntica en apariencia, a la portada original.

Una vez completada, esta portada hecha a mano se digitaliza e inserta en el lugar de la que sirvió de modelo, que se desplaza hasta la página tres de esa misma edición. El resultado, la portada que se encontraron los lectores el día siguiente, el pasado 10 de abril, es ésta de aquí arriba (ampliable, con un clic): los textos más pequeños son suficientemente legibles, en los mayores se reconoce el dibujo de la tipografía original, y en las ilustraciones no se echan en falta detalles importantes de las fotografías a las que sustituyen. Pero, pese a lo esforzado del trabajo, ¿puede considerarse esta réplica manuscrita una obra de arte? ¿Qué tiene esta copia, que formalmente no pasa de ser un esmerado trabajo de manualidades, para que The Courier-Journal le ceda íntegramente su primera plana, el sancta sanctorum de cualquier diario?

Según su director, Arnold Garson, la iniciativa pretende sorprender a sus lectores y mover a la reflexión sobre cómo se relacionan el arte y el universo material de la vida cotidiana. Özkaya, el autor que firma la obra, enlaza con esta misma idea, aunque se detiene en el juego de opuestos entre original y copia, entre la obra única y los objetos que, como un periódico, son replicados de forma masiva mediante procedimientos industriales. «Es una especie de divertimento pensar que una página impresa sirve de modelo para una copia manual que, a su vez, termina siendo impresa», asegura el dibujante turco, que ya había ensayado proyectos similares anteriormente para otras cabeceras.

Uno particularmente elaborado, con el que abundaba en este mismo retruécano visual, es el que hizo a finales de 2006 para The New York Times. En esa ocasion, Özkaya ilustró un reportaje sobre su propia trayectoria con una reproducción, dibujada también manualmente, de la misma página en que se publicaba el reportaje. El conjunto, una ilusión a medio camino del juego de espejos y las matriuskas rusas, produce un efecto bucle desconcertante, además de ganas de coger la lupa. Como le dice al lector el redactor que firma el texto, «esta página que estás leyendo reproduce la versión que hace Özkaya de esta página que estás leyendo, que reproduce esta página que estás leyendo, que reproduce…».

La Vieja Dama Gris, por suerte, se suelta a veces la melena. ¿Creéis que algún día veremos algo así en un periódico español?

* Hablando de copias: lo mejor de este post, el título, está tomado en usufructo. Gracias, Eneko.

D. Velasco

Geo(tipo)grafía

Hace un par de días, cuando lo publicamos en 20 minutos, este gráfico localizaba los países que, por la laxitud y opacidad de sus haciendas, integraban la lista negra de la OCDE de paraísos fiscales. Hoy, después de que esa misma institución les haya retirado tan deshonroso título, el mismo mapa ha quedado reducido a una simple carta geográfica salpicada de diminutas naciones, con nombres tan exóticos como Niue, Anguila, Vanuatu, Aruba, Nauru o Saint Kitts y Nevis.

Honestamente, jamás había oído hablar de ninguno de estos países hasta que leí sus nombres, este mismo lunes, en una información sobre los acuerdos surgidos en la cumbre del G-20. Y, aunque hace ya tiempo que conozco la enorme profundidad de las lagunas de mi cultura geográfica, me sorprendió que todavía quedasen países sobre la faz de la Tierra de cuya existencia no hubiera oído hablar hasta ahora. Algo parecido, supongo, debieron de sentir los lectores de The Guardian hace ya más de treinta años, cuando leyeron en el entonces ‘sábana’ un suplemento especial sobre el décimo aniversario de la independencia de una pequeña ex colonia británica. El país en cuestión, ubicado en el oceáno Índico, junto a a las Seychelles, aparecía en el mapa con el raro nombre de Sans Serriffe. Sus fronteras coincidían con las de un archipiélago formado por dos islas (Upper y Lower Caisse), y tenía su capital en la ciudad de Bodoni, la única del interior de la mayor de las dos islas. Otras ciudades, más próximas a la costa, habían sido bautizadas con los nombres de Port Clarendon, Gillcameo o Garamondo.

¿Os suena algo de todo esto? ¿Nada? Probemos entonces a cambiar, que no traducir, algunos de esos nombres. Digamos que, en lugar de Sans Serriffe, el nombre de este país es Cursiva; que sus dos islas se llaman Interlínea y Párrafo, y que sus ciudades son Cómic Sans (la capital), Arial, Helvética y Times New Roman… ¿A que ahora os suena más?

El país, desde luego, no existe, y esa información que daba The Guardian era sólo una de las bromas que los diarios británicos gastan a sus lectores cada primero de abril, que es el día en que celebran su particular día de los inocentes, conocido allí como Fool’s Day. Esta misma broma, si la hubieran querido gastar hoy, cuando casi todos componemos textos en nuestro PC, difícilmente habría pasado por una noticia verosímil. Pero en el momento de su publicación, en 1977, cuando la composición de textos con las tipografías antes conocidas como ‘de imprenta’ estaba restringida a los ámbitos estrictamente profesionales de los centros editoriales, media Inglaterra debió de desayunarse convencida de haber encontrado un nuevo país entre los muchos que entonces integraban la Commonwealth

Aquí tenéis a Sans Serriffe o –mejor dicho– su representación cartográfica. Un mapa de la isla del tesoro (tipográficamente hablando) descubierto en Quinta Tinta, el blog del jefe de diseño del diario Público.

D. Velasco

Prensa blanca, prensa amarilla

Cuando nieva en Madrid, dicen los meteorólogos, nieva en España. El dicho, una interesante reflexión sobre cómo los medios nacionales –editados casi todos en Madrid– confunden a veces la parte con el todo, es aplicable también al Reino Unido y su capital, azotada estos días por un tiempo aún más borrascoso de lo habitual en las siempre desapacibles islas británicas. El pasado martes, después de que cayera una de las mayores nevadas que se recuerdan en Londres, la mayoría de los diarios británicos editados en la city, igual que hicieron los españoles tras la nevada del 9 de enero en Madrid, amanecieron con su amarillento papel blanqueado por la nieve.

Las similitudes terminan aquí. Mientras en España las portadas del día siguiente ilustraban el colapso de Madrid por la nevada con imágenes de los atascos en las carreteras de acceso a la capital, en el caso británico la tormenta de nieve –al menos eso parecen decir las portadas de sus diarios– se ha limitado a cubrir las habitualmente estresadas calles de Londres con un manto de blanca placidez: bucólicas estampas invernales con el Big Ben al fondo, niños haciendo bolas (atención a las instrucciones al respecto que da The Guardian en el friso sobre su cabecera) y sonrientes muñecos de nieve sobre bancos y jardines.

¿Quiere esto decir que la prensa británica escamoteó ese día a sus lectores la información sobre las consecuencias más dramáticas de la nevada sobre la capital? A la vista de las fotografías, eso parece. Pero, ¿y los textos? ¿Se limitaban a abundar en el mismo tono poético que se respiraba en las imágenes? En los títulos principales, más o menos: «El día que Gran Bretaña se detuvo con la nieve» (The Guardian), «[la nieve] Durará toda la semana» (The Daily Mail), «Un día para recordar» (The Independent) o «Primero la nieve, ahora el hielo» (The Times). Únicamente en el conservador The Daily Telegraph («Gran Bretaña, inmovilizada por la nieve», dice más o menos su título principal) se adivina el alcance de los estragos de la copiosa nevada, algo que los demás diarios relegaban a sus subtítulos, sumarios y titulillos secundarios.

Será cuestión de carácter. Con la nieve, a la prensa inglesa le sale la vena lúdica, y a la española, la malhumorada. Aunque no tanto, curiosamente, cuando se dirige a lectores de fuera de nuestras fronteras. Véase si no la fotografía que El País daba ese mismo día en la edición en inglés distribuida junto con el International Herald Tribune, encima del titular de la nevada, en la que un tipo esquiando por la Casa de Campo sustituye al atasco en la A-II que el mismo diario daba en su edición nacional. ¿Será porque, al igual que los respetables periódicos ingleses de más arriba, tiene que competir en el quiosco con los tabloides populares –la llamada prensa amarilla– y su hinchadísima vena lúdica?

«Cómprate el Daily Star y ríete de la nieve», parece decir la poco abrigada chica de este tabloide. No es mal mensaje. Ténganlo en cuenta los lectores de Madrid ahora que se nos viene encima la enésima borrasca de este invierno.

D. Velasco

Las portadas del césar

Acontecimientos tan previsibles en el tiempo y de alcance tan planetario como unas elecciones presidenciales en EE. UU. hay pocos. Si el presidente salido de las urnas, además, tiene la piel negra e irradia fuera de las fronteras norteamericanas una corriente de simpatía e ilusión inéditas desde la elección de JFK, el caldo está servido: no habrá periódico sobre la faz de la tierra, ya sea grande o pequeño, local o regional, económico o generalista, gratuito o de pago, que no le dedique al presidente electo –y muy fotogénico esta vez, por cierto– una buena parte del papel de su portada.

Se puede comprobar sin necesidad de acudir a la colección de portadas del Museo de la Prensa de Washington; basta con echar un vistazo a las fotos que hoy, el día siguiente a las elecciones, han servido las agencias de noticias para comprobar que la victoria de Obama, además de una difusión ecuménica, ha tenido el aire de los grandes momentos históricos. Tanto, que los fotógrafos de las agencias se han dedicado a tomar imágenes de los diarios del día como si, en lugar de fotografiar simples periódicos, estuvieran legando a la posteridad el retrato de unas actas notariales.

Pero no toda la Galia está tomada por la efigie morena del nuevo césar. Algunos tabloides irreductibles de la periferia del imperio se han resistido a reproducir el rostro de Barack Obama en su primeras páginas. Algunos, como La Razón, porque estaban a otra cosa, y ni siquiera mencionaban que había elecciones en EE UU; otros, como El Periódico de Catalunya o ADN, sí que recogían la victoria del candidato demócrata, y con gran despligue además, pero, para no coincidir con la legión de diarios que ilustraron la noticia del día con la imagen del día –una simpleza imperdonable–, decidieron negarle la fotografía de su portada. Hay quien aplaude la resistencia numantina de los dos diarios catalanes (lo de La Razón dudo que lo defienda nadie); otros, entre los que me incluyo, podrán pensar que no está de más que los diarios reproduzcan algo tan noticioso como la cara de Obama tras ganar la presidencia del país más poderoso del planeta.

Y tú, ¿qué opinas?

D. Velasco

¿En qué te gastarías 2,8 billones de dólares?

¿Qué harías si tuvieras en tus manos una cantidad de dinero que multiplica por tres el gasto público anual de Gran Bretaña? Por si no tuvieras claro en qué gastar semejante dineral, ahí van algunas sugerencias hechas por el diario The Guardian:

1: Comprar por 100 veces su valor el conglomerado industrial del magnate del aluminio Oleg Deripaska. 2: Añadir a tu bodega 138 millones de botellas de Petrus Pomerol, cosecha de 1947 (esa añada, apunta el diario con malicia, es la favorita de los ejecutivos financieros); o (3), si gastarte 12.300 libras por botella te parece un dispendio excesivo, hacerte cargo en el bar de una ronda de modestos cafés de con leche. De 773.000 millones de tazas, eso sí.

¿Tiene algo que ver con el diseño periodístico esta ensalada de cifras? Lo tiene si volvemos a la primera de la serie, esos 2,8 billones de dólares, la escribimos con todas las cifras, y componemos con ella un titular de portada a cinco columnas. Así:

Lo hizo ayer martes el citado The Guardian para contar en su primera página, con el título tipográficamente tan llamativo que podéis ver aquí arriba, que el Banco de Inglaterra ha cifrado en esa cantidad el dinero que se ha ido por el sumidero en todo el mundo a cuenta de la crisis financiera.

Volviendo al titular, ¿por qué tantos ceros puestos en fila? ¿Será que las normas ortotipográfícas de la lengua inglesa no contemplan el uso de abreviaturas? El proverbial pragmatismo anglosajón no invita a pensar que sea así, y sí que emplean, adémás, formas abreviadas en un despiece de la misma página, donde traducen, con las equivalencias que abren este post, tan astronómica cifra a cantidades más asimilables a la economía doméstica. La explicación a la ristra de ceros habría que buscarla entonces en otro lado. Puestos a apostar, yo diría que quien ideó ese titular pensaba que, si un cero a la izquierda es el colmo de la irrelevancia, una docena de ellos puestos a la derecha de la coma producen un vértigo imposible de transmitir con un titular gramaticalmente más convencional. Si no te lo parece, prueba a imaginártelos a la derecha de la cifra del capital pendiente de tu préstamo hipotecario.

D. Velasco

Títulos con gasolina

«Las petroleras descartan alzas en el precio final de los combustibles para compensar la caída de la cuota estatal de estabilización»

Más o menos así podría titular un diario español esta noticia, sacada de la edición de este pasado viernes del diario Perú 21, donde la encabezan con un enunciado lacónico y críptico a partes iguales: «Gasolinas no subirían».

Dos maneras diferentes de titular que, aparte de contar algo parecido de forma completamente distinta, requieren hechuras tipográficas y de diseño distintas. La forma peruana –podría generalizarse y decir que de toda la América de habla hispana– necesita tipos contundentes, con mucho peso y anchura, mientras que la otra, la española, más explicativa, pide cuerpos de letra menores y fuentes más condensadas para meter más caracteres por cada línea de composición.

Tener en cuenta estos condicionantes cuando estás trabajando en un nuevo diseño para un diario o su remodelación, aparte de conveniente, resulta sencillo, excepto si ese diario está escrito en un idioma incomprensible, especialmente si esa lengua emplea caracteres no latinos, como los de los alfabetos cirílico, chino o arábigo. En ese caso, diría yo, sólo de chiripa podría armarse un diseño medianamente consistente. Lo más probable es que pusiéramos al redactor de ese hipotético periódico en un aprieto similar al que, para un redactor de I Congreso Mundial de Prensa Gratuita, celebrado en Madrid. Triviño, además de desgranar sus teorías sobre el diseño como factor de calidad en la prensa gratuita, enseñó un buen muestrario de los rediseños que ha realizado para diarios de EE UU (The New York Post), Inglaterra (The London Paper) y Dubai. En este opulento emirato se edita The New Emarat Al Youm, y de esta guisa lo dejaron Triviño y su equipo tras el rediseño que le hicieron en enero de este mismo año.

¿Qué os parece? ¿Tiene buena pinta? Yo diría que sí, que es colorido, visualmente atractivo, que parece estar bien digramado, bien jerarquizado, etc, etc, pero diría también que me reconozco incapaz de opinar sobre el diseño de un periódico si no puedo leerlo, como es el caso. Es más: mi nulo conocimiento del árabe no me permite saber siquiera cómo titularía el Emarat si, en el improbable caso de que el encarecimiento de los combustibles fuera un problema en Dubai, tuviera que dar la noticia cuyo titular abre este post. A la vista del tamaño de sus tipografías me atrevería a decir que lo harían a la peruana. ¿Hay alguien en la sala con conocimientos de árabe que pueda decir si estoy o no en lo cierto?

D. Velasco

La roja palidece en la prensa europea

Será porque esta vez podemos; porque creemos que la maldición que nos condena a caer en cuartos se ha puesto en huelga a la vez que los transportistas, o quizá porque las movilizaciones de éstos no nos dejaron una foto clara. El caso es que todos los diarios españoles, deportivos y de información general, gratuitos y de pago, nacionales y regionales, salimos el miércoles a la calle con la cara más roja que en otros principios de campeonato. Ninguno nos resistimos a dar generosas fotos y titulares entusiastas dedicados al triunfo español sobre los rusos.

¿Y en Rusia? ¿Cómo han tratado los diarios rusos en sus primeras la derrota de su selección? ¿Y en casa de los anfitriones, Austria y Suiza? ¿Y en el resto de países con equipo en el torneo? ¿Siguen todos ellos la Eurocopa con la misma atención?

RUSIA. O a los periódicos rusos no les gusta el fútbol o a los rusos no les gusta perder: en ninguna de las portadas que he podido encontrar (el Mockba Pravda y el Komsomolskaya Pravda, en la imagen) le dedican ni un modesto sumario al 4-1.

AUSTRIA. Al ‘guaje’ lo han dado más grande en el especial sobre la Eurocopa del Neue Vorarlberg Tageszeitung (izquierda) que en la mayoría de diarios españoles, pero en casi todos los diarios austriacos la selección roja es otra. Nada de España en sus portadas, como en la del Kleine Zeitung (derecha).

OTROS. Teniendo en cuenta el fuste de los dos equipos que disputaban el otro encuentro de la jornada, poco bueno se puede colegir del escaso eco que la mayoría de la prensa europea se ha hecho de la victoria española. Ni siquiera los británicos, que una vez apeados del campeonato iban a ir con nosotros, pudieron ver en las portadas de sus tabloides una sola llamada sobre el partido. Únicamente en el polaco Gazeta Wyborzca y en el alemán Dier Taggespiegel he encontrado un espacio más o menos generoso dedicado al España-Rusia. Y poco más.

Puede que algunos diarios generalistas concentren la información sobre la Eurocopa en las portadas de sus cuadernillos deportivos. Y es posible que otros diarios, como Público en España, hagan una doble portada, con los deportes en la ‘contra’, y que por eso sus portadas se me hayan escapado en el rastreo, pero, en todo caso, parece una magra cobertura para la victoria más abultada de lo que llevamos de campeonato.

D. Velasco