Videojuegos, gadgets, curiosidades, archiperres y otras paranoias digitales

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Contribuir al conocimiento

La Wikipedia es una enciclopedia online colaborativa que se escribe gracias al conocimiento de miles de personas que deciden contribuir con ella de forma voluntaria. En la actualidad, la Wikipedia tiene ediciones activas en 137 idiomas, y la versión en español ocupa el noveno lugar en número de artículos, superada por idiomas como el portugués, el italiano y el polaco.

No parece lógico que un idioma tan extendido mundialmente como el español se encuentre en esta posición. Este hecho tampoco encaja con que sea la segunda Wikipedia más visitada tras la versión en inglés. De estos datos se desprende una idea clara: nos gusta que nos expliquen las cosas, pero no somos dados a arremangarnos para compartir con los demás nuestros conocimientos.

Algunos apuntan a la poca experiencia en Internet como causa de este desfase, pero las voces más críticas insisten en que España es un país en el que regalar conocimiento no es una costumbre extendida. Si a ello sumamos que los artículos que los usuarios incluyen en ella no están sujetos a copyright, algunos ponen reparos a escribir sobre temas que conocen sin recibir retribución. También cabe una tercera opción: la de que en la Wikipedia en español no se utilizan bots para la creación automática de artículos. Por ello es importante observar el número de artículos en relación a su tamaño en gigabytes.

Pese a este desfase entre hispanohablantes y número de artículos, el futuro de la Wikipedia en castellano se plantea halagüeño, ya que en menos de un año se ha duplicado su contenido. El elemento clave para que funcione es sentirse orgulloso de compartir la propia cultura.

Brainball, una forma relajada de jugar

Brainball es un proyecto que tiene unos cuantos años. Consiste básicamente en una especie de juego a dos bandas que lo gana la persona que está más relajada. Su versión comercial se llama Mindball.

El juego es interesante porque no sigue los esquemas competitivos del juego tradicional. En lugar de promover la actividad y la adrenalina, es la calma la que contribuye a hacerse con el triunfo.

Brainball se podrá probar en la Campus Partyde este año (Valencia, del 23 al 29 de julio), dentro de un área de desarrolladores de videojuegos.

Las ondas cerebrales de los jugadores controlan la bola que se encuentra sobre la mesa, sin que tengan influencia las decisiones que pueda tomar el jugador. Se supone que la victoria depende de las reacciones intuitivas del propio cuerpo, aunque la práctica con ejercicios de relajación pueden ser una estrategia que otorgue la victoria.

Tengo claro que, si puedo probarlo en la Campus Party, voy a perder. El simple hecho de que me coloquen unos sensores en la cabeza y que una gran pantalla muestre mis reacciones no es un estímulo para la relajación. Está claro que si participo es porque quiero ganar, porque quiero marcar un gol al contrario. Todo apunta a que cuanto más lo desee, menos se moverá la bola. ¿Harán algún control antidopping antes de participar?

Google, el ojo que todo lo ve

Hasta hace poco tiempo, Google era simplemente una empresa genial que apostaba por las aplicaciones gratuitas a través de internet. A la creación y éxito absoluto de su buscador frente a sus competidores le han seguido un sinfín de aplicaciones que permiten hacer casi de todo de forma gratuita. Mediante desarrollo propio o adquisición de sitios ajenos, el buscador ha logrado convertirse en un gigante al que muy pocos pueden soñar con eclipsar.

Google es la compañía que más y mejor ha sabido comprender a los usuarios de internet. Millones de personas utilizan buena parte de sus servicios: realizan sus búsquedas internas con Google Desktop, reciben sus correos en GMail, hablan con sus amigos a través de GTalk, anotan sus citas en Google Calendar, etc. Es fácil, de calidad y sobre todo gratuito.

Pero Google adquiere paso a paso, lentamente, desde hace tiempo, una importancia vital en los usos cotidianos de millones de internautas. Y hasta ahí no hay nada malo. El problema que siempre se plantea es qué pasará si la compañía decide hacer un uso no del todo ético de los datos de sus usuarios. Google podría saberlo todo si tuviera algún interés en ello: qué páginas visitas, en cuáles permaneces más tiempo, si compras a través de la Red y qué compras, etc.

La adquisición de la compañía de publicidad online DoubleClick sumada a la creación del iGoogle que, como ha dicho el presidente de Google, pretende ayudar a sus usuarios a organizar sus vidas y a decidir qué hacer con su tiempo libre, asusta un poco. ¿Qué pasará si la ahora compañía de publicidad de Google decide utilizar los datos que le facilitan los propios usuarios a través de la utilización de sus servicios?

Pretender mejorar la vida a los usuarios es aceptable, pero sólo si se les pide permiso antes y se especifica claramente la forma.

Derecho a no celebrar el día del orgullo friki el día que me dicen que tengo que hacerlo

Me molestan los las etiquetas de «día de…», los días en los que hay que celebrar, conmemorar. Y los que más me molestan son «el día de internet» y «el día del orgullo friki», quizás porque son los que más cerca me tocan. Lo del día de internet ya lo expliqué en su momento, así que prefiero centrarme en el «día del orgullo friki».

Dicen que soy friki porque me gustan los shooters y soy una fémina, porque me gustan los videojuegos en general y espero con avidez a que salga una consola nueva, porque mi gata se llama Leia, porque no sólo sé lo que es el software libre sino que además me parece el futuro, porque me siento cómoda hablando de todo ello y además me suelo escapar al festival Sitges a ver películas como Paprika, cuya chapa no regalaría a nadie en el mundo.

Aún así, varios puntos del manifiesto friki de 2006 son una patraña insultante que no transmite ni por asomo el conocimiento alternativo que demuestran las personas a las que se aplica comúnmente el denostado término friki. Esperemos que algunos de esos puntos se mejoren en el manifiesto que se ha elaborado para este año, tal y como se ha anunciado. Mientras eso no cambie, «el día del orgullo friki» sólo será útil para alimentar el estereotipo y elaborar titulares como el que se ha podido ver hoy en la contraportada del diario Qué:

Día de Internet, ¿qué celebramos?

Se supone que hoy celebramos el Día de Internet. No sé muy bien qué supone este festejo: su creación, su desarrollo, sus posibilidades o que España ocupe el puesto 17 de los 25 países miembros de la UE por detrás de Malta. Quizás estemos celebrando que tenemos una de las peores bandas anchas de Europa en relación calidad-precio, no sé.

Me comentan que lo que se celebra es el auge de la ‘cultura de internet’, y entonces me encuentro con noticias como esta: un juez ha admitido que desconoce cuál es el significado de la palabra ‘website’. La noticia es muy triste, más teniendo en cuenta que el magistrado es británico y ya tenía la mitad del trabajo hecho.

El analfabeto digital participaba en un juicio de tres hombres acusados de incitar al terrorismo a través de internet. Según ha declarado, «el problema es que no entiendo el lenguaje, no comprendo realmente lo que es un website». Y no, su problema no es no saber qué es un website. Su problema es que no se haya molestado en informarse. Podía haberlo mirado en la Wikipedia, en Yahoo Answers, en el oráculo Google, etc. Claro que no sabrá que estas páginas existen y, en el caso de haber dado con ellas, tampoco habría entendido la definición.

En fin, celebremos …

Tutorías de adicción a los videojuegos

El candidato del PP al Ayuntamiento de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, ha anunciado algunas propuestas en educación. Entre ellas se encuentra un Plan de Adicciones que contempla lo que en su partido consideran que son las «nuevas dependencias» que padecen los menores: internet, los videojuegos y los teléfonos móviles.

Muchos padres respirarán tranquilos ante este anuncio pre-electoral de Gallardón: otro asunto más que se supone les enseñarán en la escuela y un tema menos del que no deben preocuparse en casa.

La propuesta de Gallardón pretende que desde la escuela y los institutos se enseñe a los niños en el uso responsable de estas nuevas tecnologías. Y eso está muy bien, pero dirigir recursos públicos a paliar supuestas “adicciones tecnológicas” cuando el nivel educativo de los jóvenes españoles (tanto de los que juegan o no a videojuegos o de los que hablan o no por el móvil) es uno de los más bajos de Europa puede parecer un despropósito.

Hace unos meses resultó más o menos graciosa la noticia de que Bill Gates había limitado el tiempo que pasaban sus hijos frente a internet, pero la verdad es que eso es parte de la educación de los padres, que no puede pretender suplirse con lecciones de los profesores ni con propuestas electorales.

Para los aficionados a los videojuegos, el aspecto más triste de este anuncio (además del oportunismo) es que por desgracia una vez más se vuelve a asociar en los informativos la palabra juegos con adicción, una mentira mil veces repetida que ya muchos consideran una verdad. Internet, los videojuegos y los teléfonos móviles en sí no son adictivos, al menos, no más que ver la televisión. Plantear el tema de las «nuevas adicciones» puede generar una imagen de vanguardia en determinados grupos sociales. Quizás sólo sea eso lo que se pretende.

Ni portátiles de 100 ni de 10 dólares

El proyecto ‘Un portátil para cada niño’ (One Laptop Per Children), que trata de llevar ordenadores portátiles de bajo coste a países en vías de desarrollo, lleva varios años gestándose. Se trata de un propósito que ha sido tan criticado como alabado. De hecho, Bill Gates se burló en su momento de él afirmando que nadie querría unos portátiles con pantalla pequeña y sin disco duro, obviando que el fin último de estos ordenadores es facilitar las comunicaciones en aquellos países que más lo necesitan.

El precio de estos ordenadores para los gobiernos que soliciten será de 100 dólares, aunque para conseguir ese precio se necesitaba de un pedido de 3 millones de portátiles. El proyecto parecía ir viento en popa con países como Brasil, Argentina, Uruguay, Nigeria, Libia, Pakistán y Tailandia involucrados en él. No obstante, recientemente la India ha anunciado que está desarrollando sus propios ordenadores portátiles de 10 dólares. El fin es el mismo que el del proyecto ‘Un portátil para cada niño’, con la diferencia de que los ordenadores cuestan una décima parte. Sin embargo, esto puede provocar que al final no se haga realidad ni una iniciativa ni la otra.

La India ya rechazó el proyecto de los ordenadores de 100 dólares y a cambio ha anunciado que tiene desarrollados dos modelos con un coste de 47 dólares que pretenden reducir a 10 en cuanto empiece a crecer la demanda. Nadie puede restarle valor a la iniciativa de la India, sin duda arriesgada e innovadora, pero su proyecto (al que aún estiman unos dos años de desarrollo) puede acarrear problemas graves para el desarrollo de la iniciativa pionera. Perú ya ha anunciado que se suma a Negroponte pero parece difícil que muchos más lo hagan con una competencia que puede llegar a costar la décima parte.

Sea como fuere, uno de los dos proyectos no sobrevivirá. Lo más triste de esta historia es que puede suceder que muchos países se esperen a que la iniciativa de la India vea la luz, que el proyecto de Negroponte se diluya y que dentro de dos años (o más) ésta no reciba los suficientes pedidos como para ofrecer ese precio. Entonces no habrá portátiles de 100, 47 ni 10 dólares, y más de una gran compañía sonreirá para sus adentros. La competencia siempre es buena, pero en este caso el fin que, no lo olvidemos, es comunicar con ordenadores a gente que no puede acceder de otra forma a estos sistemas, debería estar por encima de las luchas internacionales.

Quién navega con el móvil

Que la telefonía móvil ha adelantado a la fija en número de usuarios es un hecho. La comodidad y el abaratamiento de algunos servicios han sido los factores clave para este ascenso imparable.

Un estudio de la Asociación Española de Empresas de Consultoría (AEC) afirma que el año que viene la mitad de los usuarios de móvil navegará por Internet con su terminal.

Atendiendo a la realidad, este augurio no parece demasiado creíble. Aunque es cierto que la tecnología ya existe y que este tipo de posibilidades podría facilitar mucho la vida de muchos usuarios, se trata de un servicio que requiere de un terminal optimizado para que la navegación no sea un infierno y, sobre todo, son exigibles unas tarifas mucho más económicas de las que se están ofreciendo ahora.

En su día, otros estudios auguraron la revolución del WAP, y no pasó del fiasco. Todos los ojos se pusieron después en el UMTS, y la cosa no mejoró en exceso. Ahora se habla del HSDPA, de la velocidad que permite y de sus infinitas posibilidades en navegación, pero lo cierto es que por el momento la revolución masiva sólo ha llegado de la mano del sistema de comunicación móvil más básico (y más económico, relativamente): el SMS.

Y es que el avance en las tecnologías tiene que ir acompañado irremediablemente de una bajada en los precios. Si éstos no mejoran, no parece probable que en 2008 los usuarios se lancen a navegar a través de su teléfono móvil.

Canonizar sin freno

Canon y canonizar son dos palabras que, pese a que se parecen, no tienen nada en común. De hecho, la segunda acepción de canonizar según la Real Academia Española es la de «calificar de bueno a alguien o algo», y este significado no puede estar más lejos de lo que implica el canon, al menos para los usuarios.

La definición de un nuevo canon, de un nuevo impuesto para los dispositivos digitales, implica a muchas entidades y fabricantes, pero afecta sobre todo al usuario, que verá cómo se incrementa el precio de algunos productos. Y es que varios de los integrantes de la negociación de este canon se han empeñado en mezclar ideas que no tienen nada que ver.

Canon y piratería son conceptos que no pueden ni deben relacionarse, y eso es lo que se intenta desde uno de los frentes. Mientras los Ministerios de Industria y Cultura intentan tomar una decisión conciliadora entre las entidades gestoras de derechos de autor y fabricantes y asociaciones de usuarios (o eso dicen), son muchos los que piensan que hasta después de las elecciones autonómicas no se hará pública la decisión.

Lo que algunos creían cosa de cuatro locos de la informática nos afecta a todos, y cada día más.

Un código de conducta para los blogs

En esencia, cada blog es o debería ser el reflejo virtual de cada uno de sus autores o de la personalidad que han decidido crear para la ocasión. La experiencia dice que tanta importancia tienen las entradas del propio autor como cada uno de los comentarios que generan los lectores, incluso más.

Según algunos, se están perdiendo las formas en la blogosfera. La polémica ha surgido a raíz de que Kathy Sierra, una blogger y escritora, decidiera anular una conferencia ante el pavor que le supuso leer las amenazas de muerte que alguien le había dejado en su blog. Vista la trascendencia del caso, unos cuantos bloggers se han decidido a realizar una especie de «código de conducta».

«La blogosfera» es para mí un concepto difuso, como «la gente». Por eso resulta especialmente difícil y no sé si útil crear un código de conducta para ella. También porque, en el caso mencionado, no son los blogs los que están en tela de juicio sino más bien el comportamiento de algunos de los visitantes. En esta especie de código se está debatiendo sobre si los autores de blogs están en su derecho a eliminar los comentarios anónimos sin ser acusados de censores, qué pasa con los trolls, cómo solucionar los conflictos que puedan surgir, qué hacer con los comentarios cuyo contenido sea «inaceptable», etc.

Me asusta un poco el hecho de que se hable de la blogosfera como una entidad única que necesita de un decálogo para avanzar. Miles de usuarios hasta ahora no han necesitado de más normas que las que les dicta su sentido común. Debería bastar con ser consciente de la existencia del otro, como siempre. Y eso es algo que no sólo se está perdiendo en la blogosfera.

*Foto: James Duncan / O’Reilly Media