He de reconocer que mi primer contacto real con el bádminton fue hace ya varios años, cuando realicé un reportaje con el entonces campeón de España, José Antonio Crespo (en la imagen), quien me demostró que el bádminton es un deporte que se puede calificar de muchas maneras, pero desde luego no como «suave o blandengue», como muchos de vosotros habéis puesto en el anterior post.
Se suda la camiseta, requiere de concentración mental, buena forma física (bueno, esto depende del nivel al que se quiera jugar y el tipo de juego que se pretenda realizar), mucha rapidez… Pero si hay un adjetivo que salía de mi boca al hablar de él era divertido.
Poco antes de grabar los vídeos que os estamos ofreciendo los lunes de noviembre, también fui con dos de mis sobrinas y mi chico (que está viviendo en Inglaterra y se está haciendo un experto) a jugar una tarde, al aire libre (no había viento) y lo pasamos como enanos. La técnica no sería muy buena, pero hicimos ejercicio y lo pasamos bien.
Para el que no sepa en qué consiste, una simple definición de este deporte es que es una disciplina que se juega con una raqueta (con unas dimensiones y características distintas a otros deportes de raqueta como el tenis o el pádel) y pueden enfrentarse dos jugadores (individuales o singles) o dos parejas (dobles).
Los contrincantes se sitúan en las mitades opuestas de una pista rectangular dividida por una red, y los puntos se consiguen cuando el volante toca el suelo, pudiendo sólo ser golpeado una vez antes de sobrepasar la red.
La señas de identidad del bádminton es que, en lugar de jugarse con una pelota como en otros deportes de raqueta, se juega con el volante o pluma, formado por una semiesfera de corcho (a modo de pelota), rodeada de plumas en su base (hablaremos del volante y sus curiosidades en otro post).
Dadas las características del volante, y lo mucho que le afecta el viento, el bádminton suele practicarse (y desde luego en las competiciones siempre es así) en recintos cerrados.
Para jugar a un buen nivel, este deporte requiere un buen fondo físico, fuerza y velocidad, tener muy buena coordinación y habilidad con la raqueta, ya que el agarre es una de las claves.