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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

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Cuatro fragmentos de la historia del atletismo

Start of Olympic marathon at Wembley Stadium, London, 1948. (7649951998) Fuente: WikiCommons, National Media Museum, UK.

Son cuatro trozos del deporte entre los deportes. Vídeos que hay que ver una vez en la vida, en mi opinión.

VIDEO 1. 3.000M OBS DE JJOO MOSCU, 1980.

Es una de las disciplinas más asesinas del atletismo, enmarcada en uno de los momentos en que este deporte quemaba. Por la política, por los programas de entrenamiento de Estado de las potencias del entorno soviético, por aquellos tipos que parecían embalsamar sus pies en zapatillas de clavos de aluminio. Para los de aquí, ver en una final olímpica a dos chavalotes como Domingo Ramón y Paco Sánchez Vargas peleando con nombres como Bronislaw Malinowski. Era la antesala al desembarco africano. Con fuerzas igualadas y elementos sueltos. Daba igual, algunos blancos corrían lo mismo que algunos negros. Y esto se demostró fatal tiempo después.

VIDEO 2. DUELO AL SOL, BOSTON 1982.

La masa desbordada como recuerdan las imágenes del combate Alí-Foreman o los italianos invadiendo la ruta del Giro de Moser contra Fignon. Eran otros tiempos y en el maratón de Boston de 1982 se produjo un duelo que hoy alcanzaría entidad cinematográfica. Alberto Salazar contra Dick Beardsley construyendo la cima del relato épico. Un calor extremo e inusual los hizo inseparables durante veinte millas para finalizar en esas calles abarrotadas. No fue la carrera más rápida de Salazar ni tuvo la rebeldía de un Prefontaine pegándose en la final de 5.000 de los Juegos del 72. El estadounidense de origen cubano daría más lustre a la esfera del jogging. Pero el Duelo al Sol fue un punto culminante de la primera época dorada del correr.

VIDEO 3. PREFONTAINE Y EL 5.000 DE LOS JUEGOS DEL 72.

Qué tiene Steve Prefontaine para la mitología del deporte es una cuestión que dividirá a los entendidos. La mitomanía desempolva aquel «corro para ver quién tiene agallas y quien puede castigarse a sí mismo» mientras que las estadísticas ordenan el escalafón relegándole a un cuarto puesto en una final olímpica. En cualquier caso, Pre se erigió como un corredor de los de tirar mientras pudiera, para reventar el pelotón. En ese cincomil se ve al chaval del bigote rodeado de avasalladores codos. El primer viaje se lo tira un Javier Álvarez Salgado que venía de brearse en los Europeos de Helsinki del año anterior con Emiel Puttemans, Lasse Viren o Mohammed Gammoudi. Esta colección se había visto las caras los días 31 de Agosto y 3 de Septiembre en las series y la final de 10.000. Viren y Puttemans habían corrido en 27.39 y desmantelado el récord del mundo. Una semana después ellos tres serían puestos a prueba en uno de los kilómetros finales más reñidos del atletismo.

Prefontaine comenzó a cimentar su parte proporcional en la épica del atletismo moderno con aquella estampa poco estética. El cine se encargó de trasladarlo de aquella manera en este otro vídeo. Al cine se le escaparon detalles más escabrosos pero ya se harían muchas más películas de drogas. El caballo tenía una cierta ventaja autodestructiva, un romanticismo que las autotransfusiones sanguíneas no tenían.

VIDEO 4. GRAND FINALE MARATON LONDRES JUEGOS 1948

Londres había vivido en 1908 el drama en forma de la inolvidable llegada de Dorando Pietri al estadio de White City. Décadas después, con el mundo más acostumbrado al sufrimiento del ser humano (dos guerras mundiales vividas en treinta años), se vivió una situación asombrosamente parecida. Después de 42 kilómetros llegan los primeros clasificados de la prueba de maratón. El corolario del atletismo que embarga a los espectadores.

El vídeo, de una factura técnica impecable, muestra el desfallecimiento en la entrada en meta del líder de la carrera, el belga Etienne Gailly. Gailly soporta la primera parte del colapso, que a otros les conduciría a la sala de las luces incandescentes. Pero el hasta ahora líder es teniente paracaidista y viene de participar en la Segunda Guerra Mundial. Su enfrentamiento con la agonía viene de lejos. La ha visto demasiado erca. En esos mismos momentos entra en el estado el argentino Delfo Cabrera, que venía a escasos metros de Gailly. Toma la cuerda para colocarse en cabeza del mayor de los eventos olímpicos mientras el europeo muestra más síntomas de colapso. El galés Tom Richards, un estajanovista de estilo discutible, un representante del atletismo de la clase obrera galesa, le birla la plata mientras el walón termina con su bronce en una camilla, absolutamente vencido por el esfuerzo y el calor de la prueba. Correr un maratón olímpico a las 15h30 de un 7 de Agosto del hemisferio norte no ha sido, desde entonces, una buena idea.

Os dejo con esos cuatro vídeos. Copa de vino en mano y la boca abierta.

¿Quién está detrás del running? Los grandes nombres

Mary.

Mi twitter me insiste en que debo seguir a Mary Wittenberg. En el nombre de Dios, ¿pero quién es la señora Wittenberg?

Mary es la heredera de las funciones que dejó más que encarriladas aquel mítico personaje de barba y gorra llamado Fred Lebow. Es, efectivamente, la CEO (presidente ejecutivo, en las siglas en inglés) del New York Road Runners. En conclusión, es la cabeza que mueve los hilos del maratón de Nueva York. El evento más famoso de todo el mundo de los corredores. Probablemente por encima de campeonatos oficiales.

Más que cuando Madonna sale a trotar al parque.

Las gestiones de Mary tienen como consecuencia directa la seguridad y ocio de 300.000 corredores cada año. Desde su sede en lo más granado de Manhattan, frente a Central Park, coordina su agenda para poder firmar contratos que garanticen millones de euros a una maquinaria. La laufmacht que saltó por encima del caso Sandy, el huracán que pareció estropearlo todo.

Tendré que añadirla a mi trend line. No todos los días te recomiendan que sigas a alguien que mueve trescientos cuarenta millones de dólares en su ciudad. Ni deja casi once millones de pavos en tax revenue (cifras de 2011).

 

Jos.

 

¿Está Jos?… Espero. Gracias – me atienden al telefonillo de entrada. Estoy de visita.

Jos Hermens. Fue atleta del año en los Países Bajos en 1975. Como por ese lado no llegaría muy lejos en el olimpo atlético, a pesar de acudir a los Juegos de Munich’72 (corría 5.000 y 10.000 en un nivel moderado para Europa) pronto se labró un prometedor oficio. Trabajó en Nike hasta 1985. Posteriormente se haría manager de atletas. Fundó la poderosísima Global Sports Communication. Sus clientes son hoy día chicos como  Haile GebrselassieKenenisa BekeleEliud Kipchoge o Gabriela Szabo.

Hoy hablamos de que el FBK Stadion de Hengelo ha logrado parar los proyectos de todo un equipo de fútbol. Mantendrá la pista de atletismo donde se celebra una de las grandes reuniones de atletismo del mundo. Ha dirigido los destinos de un maratón de Amsterdam que pasó de la crisis a ser esponsorizado por ING. Y su listado de atletas representados se trajo de los Campeonatos del Mundo de Moscú un buen botín. Tres oros, dos platas y cuatro bronces.

¿Y más cerca?

Se ha hablado mucho de Antonio, casi más que como cuando era maratoniano. Antonio Serrano fue el primer español que dio un bocado a las dos horas y diez minutos en maratón. Su récord de España de 1994 queda muy lejano aunque sigue asustando al 99% de los atletas actuales. Posteriormente se ha convertido en uno de los más prolíficos y sabios entrenadores de atletismo de élite. En su grupo corren y sufren a diario campeones como  Juan Carlos de la Ossa, Alessandra Aguilar, Diana Martín, Chema Martínez o Juan Carlos Higuero.

Podría ser otro perfecto ejemplo de la dedicación al deporte rey. De una presencia silenciosa que sigue fabricando generaciones de figuras para ese fantástico hobby que es ver correr a los mejores.

 

Llega el Maratón Ciudad de México 2013

Agosto, hemisferio norte y maratón son tres conceptos que habitualmente se comportan como el aceite y el agua. Para loshispanoparlantes significa que en algún sitio hay truco. O está situado muy al norte del hemisferio norte, o Agosto ya no es lo que era en la época de nuestros abuelos.

El Maratón Ciudad de México apuesta tradicionalmente por romper esta ecuación. Inscritos para la edición de 2013 están aproximadamente veinte mil participantes. Se convierte en el reto deportivo del Distrito Federal.

Casi 10.000 followers en twitter y amigos en facebook, y un sólido legado que hacen que se cierre el cupo más de un mes antes. Lo nuevo y lo tradicional se mezclan en el evento que se disputará el próximo domingo 25 por las calles de México DF. Una ciudad con una altitud exagerada (2.200m) y peligrosa para la disputa a tope de los esfuerzos prolongados. La famosa y discutida atmósfera de una vieja llanura inundada que se sitúa en una elevada meseta.

Estar situada a altitud y sus 19 grados norte le acercan más a variables razonables. Los maratonianos no tendrán que lidiar con treinta ni cuarenta grados. Esto no es California ni Sonora. Habitualmente se disputa este festival del corredor con suaves parámetros porque, ya dijo alguien, «bastante tenemos con correr cuarenta y dos kilómetros como para sumarle más drama».

La prueba cuenta con lo nuevo y deseable que los eventos del siglo XXI acometen. La retransmisión en streaming se podrá hacer en la página de la carrera: http://maratoncdmx.com

Ah, qué diferente habría sido todo si en aquellos 80 hubiéramos podido ver todo así. Se podría haber retransmitido la victoria de Casimiro Reyes de 1983. Sus 2h29 quedaban algo eclipsadas por los 2h20 escasos que Mamo Wolde había logrado en el sesenta y ocho mítico, pero fue el arranque del gran evento atletico que hoy engloba una manifestación global, con las distancias de 21 y 42km tomando la ciudad.

 

 

Y es que el libro de oro de la prueba reune a nombres míticos del fondo mexicano como Dionicio Cerón, vencedor en las peligrosas arenas de Londres, Fukuoka, Rotterdam. La demostración de superioridad de los corredores africanos (lo que algunos bautizan como ‘invasión’) ha sido patente en las últimas ediciones con triunfos de Nkaya o Amare Shewarge. Nada nuevo bajo el sol.

La edición de este año cuenta con cambios.

Cambios obligados por la situación de la sociedad. En 2013 el Gobierno Federal tendrá que modificar parte de la zona del maratón por un plante de miles de manifestantes. Esta edición contaba con el propósito de repetir el recorrido de los Juegos de 1968. Desde el Zócalo capitalino en el cruce de las calles 20 de Noviembre y 5 de Mayo y terminar en el Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria México’68. No ha podido ser.

De todos modos la gran ciudad parece suficiente para acoger a diversas manifestaciones, reivindicativas unas y deportivas otras. Esto afortunadamente no es 1968 ni se respira -uno ha leído- el mismo panorama de odio sobre las ideas políticas.

Eso quiere uno creer.

Amaya, Aauri, Carlota. Del basket al atletismo.

Ha dejado de ser una simpática coincidencia. «Tenemos a una de las jugadoras del femenino que participa en los Campeonatos de España», se comenta en los foros estudiantiles. «Pero ¿hay campeonato ahora? Con la liga acabada?».

No. Se trata del Campeonato de España de atletismo. Una jugadora del Estu que, de pronto, aparece en la prensa como atleta. Y de alto nivel.

Aauri Bokesa (Madrid, 1988) es de las corredoras más prometedoras de 400 metros a nivel europeo. En los Campeonatos del Mundo de Atletismo ha brillado en un coto prohibido. El de la velocidad, donde las mujeres más rápidas y resistentes del planeta vuelan bajo. Ya no es la curiosidad de ver cómo una jugadora de baloncesto femenino se iba adaptando a la pista.

No es el único caso de polivalencia y trasvase entre baloncesto y atletismo.

La historia de la mejora jugadora de todos los tiempos, Amaya Valdemoro (Alcobendas, 1976), es el del viaje contrario. Valdemoro era uno de los talentos más sólidos del atletismo escolar en los últimos años ochenta. En las competiciones escolares ya destacaba por una ambición que le llevaba a sobresalir en 60 metros lisos y salto de longitud. La chica de la larga coleta castaña comenzó a despuntar en las pistas de su localidad pero con 13 años dió el salto a las canchas. Con dieciséis y más de un metro ochenta de estatura debutaba en primera división, era el año del deporte. Corría 1992.

Cuando Valdemoro estaba ya asentada como una de las mejores deportistas femeninas del año, Aauri pasaba del baloncesto Fuenlabrada, donde se había formado en categorías infantil y cadete, al Club Estudiantes. Tras ser internacional con las selecciones inferiores del combinado de España, la casualidad y su talento hicieron que supliese una baja de una atleta del club AD Marathon, de Madrid. Ese día se unieron varios factores. La hermana atleta de un preparador físico del club estudiantil sugirió que probase. En jornada de Liga, donde coexisten atletas dedicadas durante años. Consiguió mínima para en nacional promesa.

El metro ochenta y cinco de Bokesa la convertían en un arquetipo interesante para las distancias de la velocidad prolongada. En su segunda carrera, todavía en categoría junior, conseguía las marcas mínimas exigidas para los senior y empezaba a dudar sobre qué deporte dejar de lado.

Carlota Castrejana (Logroño, 1973) completa la andadura de estas tres pioneras de la multifuncionalidad. Jugó en la selección que disputó los Juegos Olímpicos de Barcelona y posteriormente encaminó sus pasos al triple salto. De machacar las rodillas entrando al rebote (mide 1m88) como alero alto a dejarse los ligamentos en una de las especialidades más criminales. La especialidad de las tres batidas, la de las piernas de hierro. No contenta con eso, la polivalencia de Castrejana le llevó a asomarse a más saltos.


En salto de altura fue campeona de España y añadió a sus medallas europeas en pista cubierta (con récord de España en triple) marcas de 1m89 en altura, 6m47 en longitud y el retorno al baloncesto una década después. Volvió a Asefa Estudiantes para jugar en la Liga Femenina.

¿Hay algo que conecte deportes como baloncesto y atletismo?

¿Les suena Usain Bolt? Mide un metro noventa y seis.

Para una buena colección de deportes es muy útil ser alto. Altura, explosividad y coordinación son una base fabulosa para comenzar a practicar con éxito muchos deportes. En un partido de baloncesto siempre destaca ese alero saltarín o ese potente base. Desde la grada parecen menos altos que sus compañeros, los dominadores de la zona. Pero son arquetipos del cuerpo completo. Físicamente no hay tanta separación entre Bolt y Kobe Bryant.

Lo indudable es que el talento polivalente existe. Hay bastantes casos de trasvase entre deportes. Es frecuente ver jugadores de fútbol americano con una gran velocidad y que les ha hecho brillar en las universidades. También el caso opuesto, como el explosivo vallista Renaldo Nehemiah, primer hombre en bajar de los trece segundos en 110 metros vallas. Talentos como Ronald Curry han practicado a gran nivel baloncesto y fútbol americano. Lo mismo ganaba concursos de mates que jugó con los Raiders en la NFL. Hay jugadores de voleibol de ambos sexos con salto impresionante, podrían ser saltadores de altura. Hay más ejemplos. La dominante velocista americana Marion Jones fue jugadora con la prestigiosa North Carolina University.

 

¿Qué hacer para que se pueda encontrar ese talento escondido? ¿Han sido todo casualidades o la explotación de lo obvio?

Nunca se sabrá si todo es tan casual. ¿Es tan frágil el sistema de detección de facultades? Puede ser.

Tradicionalmente se ha juzgado la detección de chavales con clase sobresaliente como el puro azar. Años atrás salía brillo de carreras de colegio, fiestas de pueblo, y surgían casos como el de Fermín Cacho, Abel Antón u otros.

El ya retirado saltador de longitud Angel Hernández fue visto jugando al balonmano y convencido para engrosar las filas del deporte de deportes. Fue subcampeón de Europa en Split 1990 saltando más de ocho metros y todavía es top 10 del ránking español. Pero cada vez más hay que confiar en los especialistas que se patean los graderíos, las pistas de atletismo. Los campos de fútbol. El trabajo de entrenadores de base, ojeadores de deporte escolar, es fundamental.

Después, todo es trabajar. La base física y la paciencia.

La especialización cada vez mayor a menores edades juega en contra. En deportes como la natación, con la detección sumaria de nadadores infantiles para su explosión (sic) temprana, es poco menos que imposible pensar en trasvase a otro deporte de alto nivel.

Los aficionados siempre estaremos pendientes de estas nuevas apariciones. Dan salsa al deporte de alto nivel.

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Fotos: COI, 20Minutos.

 

Campeonatos del Mundo de Atletismo (II): España, historia de nuestra participación

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Los Campeonatos del Mundo de Atletismo no son equitativos. Son crueles.

En los Juegos Olímpicos, la fiesta del deporte reserva un hueco a los países con representación en los comités olímpicos continentales. Por ello tenemos todos los Juegos esas imágenes en las que un velocista palestino o un nadador africano muestran la gran diferencia entre los mejores del planeta y los esforzados semiprofesionales.

En Moscú se verán pocos ejemplos así. En las series clasificatorias habrá todavía sitio para el romanticismo pero se verán hasta cinco atletas por país. Las condiciones permiten que los líderes del año en la Diamond League y los campeones de cada área acudan adicionalmente. El todopoderoso órgano (que hace lo que quiere con su evento, para eso es quien lo monta) de la Federación Internacional de Atletismo ha pensado en acumular lo mejor de lo mejor.

Y los espectadores españoles se llevan las manos a la cabeza.

-Pero ¿no somos capaces de ganar ni una medalla?
-En esa carrera ¿no hay más que (por ejemplo) negros? ¿Y los españoles dónde están?

La cultura deportiva está basada en la asunción del deporte como una realidad económica y social. Pero, cuando no hay cultura, esa realidad queda machacada por los medios de comunicación de los -pongamos- países-fútbol. Si no hay españoles ganando, no hay deporte. Si hay victorias, hay medios de comunicación. Portadas y minutos de noticieros. El waterpolo femenino, la Fórmula 1, el baloncesto femenino o el hockey sobre hierba. Ejemplos de deportes que no existieron durante décadas.

El Campeonato del Mundo no es el mejor escenario para que demostremos ser la crema de la crema. No se trata de invertir 300 millones de euros en la mejor cuadrilla posible de futbolistas. El atletismo trata de talento individual, al que se le inyecta apoyo, tecnología y dosis enormes de entrenamiento.

O sea, que no vamos a ganar mucho. Habrá que participar por estar entre los mejores del planeta, en el deporte más extendido entre la raza humana.

¿Ha sido siempre así de imposible? ¿Qué han logrado los atletas españoles en la corta historia de los Mundiales?

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Los hispanos que acudieron a la primera cita, en Helsinki.83, estaban inmersos en el desarrollo de la propia generación (la gran quinta del 57) y un semillero global gigantesco. El mundo estaba dominado por europeos que corrían y norteamericanos que volaban. Colomán Trabado no pudo superar su semifinal de 800m bregando contra el campeón mundial Willi Wülbeck (otro alemán) o el brasileño Guimaraes, de una generación donde no paraban de salir galgos de la verde-amarelha. Antonio Corgos superaba los ocho metros para ser séptimo en una final donde volaban bajo Mike Conley o Carl Lewis.

Abascal y González, que apuntaban alto en la crema del mediofondo europeo, tuvieron que manejarse entre los intocables Ovett, Aouita, Scott o Steve Cram. Aún así Abascal pudo ser un amargo 5º puesto en la final mientras que González, que había vencido en la versión de bolsillo de los Europeos de pista cubierta, quedó fuera de la misma. En 5.000 y 10.000 había, sencillamente, demasiada diferencia entre los puestos de podio y el nivel de Jordi García y el Taca, Antonio Prieto. Esto no era el cross sino que había un hueco imposible con los Eamon Cloghlan, Alberto Cova y compañía (la compañía, de nuevo, alemanes del Este como Schildauer o Kunze). Pilar Fernández quedaba lejos en las series de 3.000 y Mariajo Martínez en las de 110 metros vallas.

El maratón español enviaba al toledano Ricardo Ortega y a Juan Carlos Traspaderne. Los tiempos del récord nacional se movían en 2h11 (marca que mejoró el Traspa en Helsinki) y De Castella era un tiburón que ya corría en 2h08. La historia se repetía cada vez que afrontábamos la realidad mundial. Sólo una excepción. José Marín se hacía con la plata en 50km marcha tras el gigantesco marchador Ronald Weigel, responsable de los éxitos propios y posteriores con el equipo australiano.

Youtube: 1500m Roma 1987.

En los Campeonatos del Mundo celebrados en Roma en 1987 se pudo contrastar la voracidad de González, sacándose la espina con una medalla de plata en 1.500, y la polivalencia de Marín con un bronce en la siempre discutida prueba corta de la marcha.

Roma’87 fue una barra libre donde se batieron récords de los campeonatos, continentales y del mundo. Ben Johnson se salió de la pista y de la barra. Los jueces introdujeron un último salto de longitud cuarenta centímetros más largo de lo que había saltado en realidad el local Evangelisti. Las alemanas del este corrieron hasta quemar la goma del estadio. Todo era excesivo, muy romano, casi neorrealista.

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Contra tipos que saltaban casi 2m40 como Sjoeberg, Avdeenko o Igor Paklin, poco podía hacer Arturo Ortiz (2.27 en calificación). Un descomunal Jose Alonso Valero fue finalista en 400 metros vallas frente a nombres legendarios como Edwin Moses y Danny Harris o Harald Schmid. Merche Calleja y Maria Luisa Irízar hicieron un silencioso pero espectacular top20 en un maratón femenino donde imperó Rosa Mota. Abel Antón iría sembrando para recoger en el futuro sobre distancias superiores. Y una joven Mayte Zúñiga se exponía a esos procesos de aprendizaje que significan mandar a los leones a atletas con ajustadas mínimas B.

Para el atletismo español las cosas tenían que empezar a cambiar ya. En 1991 la IAAF mandó a los Mundiales a Tokio. Barcelona acogería los Juegos el año siguiente en medio de una expectación inusitada.

La cosecha en el más difícil de los escenarios atléticos fue la de una medalla de bronce de la nacionalizada Sandra Myers y unas sobresalientes actuaciones que quedaron en puertas. Fermín Cacho y Valentí Massana prologarían el libro de los éxitos en Barcelona un año después. Tomás de Teresa fué octavo contra, atención estadísticos y aficionados al atletismo, Barboza, Konchellah, Ereng, Mark Everett, Johnny Gray y demás sputniks. Y Antonio Peñalver fue octavo en el decatlón, dejando asombrado al país que leía algo más que los titulares.

Para evaluar el nivel de Tokio es necesario recordar que Sergei Bubka saltó casi seis metros en pértiga. Mike Powell batió con 8.95m de una tacada a Carl Lewis y el viejo récord de Bob Beamon. Dan O’Brien se acercó a los míticos nueve mil puntos de decatlón o que Alina Ivanova batió el récord de los campeonatos con 42 minutos en diez kilómetros …¡marcha!.

¿Medallas?

Hablar de medallas quedaba tan lejano como acercarnos a la tecnología que aquellos días desarrollaban en el MIT o siquiera saber qué demonios era aquello de Windows.

A pesar de ello, una oleada de energía recorrió los programas de ayuda al deporte español en la década de los noventa. Todo subía como la espuma y la cosecha de éxitos de Barcelona’92 debía recolocar nuestros atletas en la siguiente cita. Dos campeonatos olímpicos, una plata y un bronce, además de dos finalistas más, eran un buen paso adelante.

Esperaba Stuttgart. Solo dos años después de Tokio.

La Federación Internacional de Atletismo no podía dejar que el show se enfriase. El periodo de espera se reducía a dos años. Nuestros corredores, saltadores y lanzadores tenían que aprovechar aquella resaca olímpica del Amigos Para Siempre.

Campeonatos del Mundo de Atletismo (I): De Helsinki 1983 a Moscú 2013

Entre el 7 y el 14 de Agosto de 1983 la antigua Unión Soviética ganaba veintitrés medallas. Una menos que el total del archienemigo norteamericano. La antigua República Democrática Alemana reinaba en las disciplinas de velocidad y lanzamientos, situándose en el puesto más alto del medallero. Ocho títulos mundiales, siete de ellos en una categoría femenina de la que años más tarde se contarían historias cruentas. Era la edición inaugural de los Campeonatos del Mundo de Atletismo. El gran circo mundial que la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) añadía al ínterim entre juegos olímpicos y campeonatos continentales.

Comprender el pasado reciente (y no tan reciente) del deporte es fundamental para disfrutar de su presente. Por eso y  por que -en definitiva- es el deporte que todos amamos, comenzamos una serie de reportajes en 20Minutos donde conoceremos más sobre este evento planetario.

Treinta años después es la vieja esfera moscovita la que organiza los Mundiales. La primera edición estaba llena de simbología; era el año previo a los Juegos de Los Angeles’84. Los segundos Juegos en los que la política había decidido inmiscuirse sin remedio, tras los de Moscú’80. Rusos contra americanos, como en las películas de la Guerra Fría. Hoy nos preparamos para los Campeonatos del año posterior a los Juegos de Londres’12.

¿Ha cambiado el atletismo? ¿Los Campeonatos siguen apelando a los mismos principios?

Algunas cosas son totalmente diferentes y otras peligrosamente paralelas.

Helsinki’83 supuso una antesala. El año previo a la confirmación de esa generación angelina. Reinaban los dioses norteamericanos de la velocidad como Carl Lewis y Calvin Smith. El vallista estadounidense Greg Foster subía como la espuma mientras que no había humano capaz de batir a aquel tipo con barba y zancadas gigantescas llamado Edwin Moses. Se dió un dominio absoluto en el foso de salto de longitud con el triplete Lewis, Grimes y Conley, y se destrozaron las posibles evidencias de cualquier comparación entre los tipos más rápidos del planeta. Tanto las alemanas del Este como los explosivos norteamericanos. Si no, recordad el vídeo del relevo 4×100 femenino.

 

Moscú’13 proporciona al mundo un crisol de naciones muy diferente. Antillanos que copan la velocidad pura, africanos y árabes de reluciente pasaporte y nacionalizaciones monetarias. Incluso aquel chispazo de brillantez que Kenia aportaba al mediofondo, con el malogrado Kipkoech o Boit, está hoy eclipsado por el cuerno etíope y eritreo. Los lanzamientos no están copados ya por rusos y alemanes.

China es más que una simple medalla de bronce y vive una resaca complicada después de sus Juegos Olímpicos y de acusaciones. Sobreviviendo a todos, Reino Unido convirtió la tradición de las carreras de estrategia en un equipo demoledor, con especialistas sólidamente asentados en todas las pruebas. Incluso la creciente Europa presenta banderas de decenas de viejas repúblicas que fueron agrupadas por el régimen que construyó el estadio olímpico Luzhnuki.

Una cosa no ha cambiado. Y es que este deporte sigue relacionado inevitablemente con los éxitos de Estados, regímenes y banderas.

Las consecuencias de la tensión a la que someten a los atletas los negocios y las instituciones gubernamentales trae al recuerdo viejos ejemplos. En los años 50 los países comunistas vuelcan en el deporte el esfuerzo del prestigio internacional. De manera inmediata EEUU comienza a invertir en tecnología del entrenamiento y, en décadas, la cosa se pone más que fea. Las prácticas de doping sistemático ensombrecen las décadas de los 70 y 80.

Pero la historia se repite. La federación turca hace pública esta semana un listado con una treintena de sus atletas pillados en prácticas dopantes. El mes de Julio supuso la tormenta desatada sobre la velocidad afroamericana. Jamaica es sospechosa de una red sistemática de trampas farmacológicas. Los grandes sprinters estadounidenses eran conejos de indias voluntarios de un sistema drogado. La Operación Puerto se cierra en España con opiniones encontradas, trayendo a la memoria los sistemas institucionales de fármacos y deporte de Grecia o Italia.

¿Tiene armas el atletismo para reponerse a todo ello?

Con estas premisas y por el bien de la afición a este deporte, es necesario apelar a su pureza. ¿Podrá vencer el deporte a la trampa institucionalizada? Es el deporte rey y hay que pensar que tiene que sobrevivir a sus problemas. La misma federación internacional anuncia que cada día se estrecha más el cerco a los tramposos. El escaparate de los campeonatos del mundo ha dado siempre escenas de brillo inusitado. Helsinki’83 supuso la oportunidad también de disfrutar de Robert de Castella y su victoria en un maratón con aquel sabor casi de los setenta.

Se necesita creer en los atletas. Voces desde todos los rincones, de las escuadras de atletas de los cinco continentes, denuncian que la trampa solamente podrá emborronar el evento. Correr, saltar o lanzar son actividades que se pueden acercar a la perfección máxima también con limpieza.

Helsinki significó un adiós a los viejos conceptos del atletismo amateur. Cuando el dinero pudo compensar oficialmente los entrenamientos diarios de los atletas se cerró una herida. ¿Se abrió otra con la pugna mediática por el récord y los premios en metálico? El tiempo ha ido dando respuestas que no siempre han gustado. Ni a público ni a los gobernantes del atletismo mundial.

Los campeonatos mundiales de Moscú están girando hacia una nueva etapa en la que tendremos que creer. Sospechas de que los controles antidroga serán mucho más serios podrían aumentar las listas de bajas previas al campeonato. Igual que los sospechosos dolores de rodilla del pelotón ciclista, el anuncio de controles sanguíneos a todos los participantes podrían haber desencadenado casos como el de Turquía. La diferencia con la etapa oscura del deporte es que el planeta deberá observar y saber diferenciar. En esto también serán unos Campeonato Mundiales diferentes. La sociedad participará y criticará a través de los medios de la información.

Pero la información deportiva deberá ser crítica. Va a serlo. Tanto si Asafa Powell o Tyson Gay son cazados por drogas, como si los héroes actuales deslumbran con tiempos o marcas de otra galaxia. Si solamente se escucha al titular de la prensa cuando se bata un récord o se consiga una medalla, el espectador tendrá una imagen mutilada del gran espectáculo. Observar la foto de felino que proyectaba Greg Foster sobre una valla ha de mostrar al mundo la belleza del atletismo. Negar que estuvo implicado en casos de dopaje sistemático será quedarnos con el periodismo deportivo más fácil.

Y el atletismo no es fácil.

Carta a un velocista olímpico

verano2013 119

Ángel David Rodríguez escribe ayer (qué más da el tiempo en la era de la disponibilidad absoluta de internet) sobre su visión del mundo del dopaje. El velocista es autor en los últimos doce meses del fabuloso crono de 10.18 segundos en 100 metros lisos. Es una marca que le sitúa entre los hombres blancos más rápidos del mundo. En el año olímpico fue el décimo europeo en una especialidad en la que vivimos detrás de cierta eficiencia de las fibras rápidas de los atletas de raza negra: la velocidad pura.

Aún así, en los listados de todos los tiempos, su situación es todavía lejana a los otrora tiempos de los europeos de la década de los setenta y ochenta. Los años de Pietro Mennea, Valeri Borzov, pero también de aquellos corredores sub 10.10 de la oscura época donde brillaban los Max Moriniére, Attila Kovacs o de Frank Emmelmann (cuyo abogado anunció medidas si la Deutschen Leitchathletik lo retiraba de las listas de récords). Y aquí se empieza a torcer todo. Cuando se superaban los límites naturales. Es inevitable que Rodríguez haya escrito con dureza desde una especialidad del atletismo muy castigada:

El dopaje es un escalón superior: no se está dopado un instante o un segundo, se está dopado a lo largo de una competición entera o a lo largo de un período de entrenamiento de semanas, meses, años… El dopaje adultera una competición desde antes de la salida o pitido inicial.

Ángel ha empleado tiempo y paciencia en disertar para todo el que quisiera oirlo. Sus ráfagas públicas dolían. La carga de fondo: Los medios no nos preocupamos tanto del atletismo como cuando se pilla a un tramposo.

 

Y es cierto, Ángel.

Has motivado que de nuevo se hable en este medio digital de las cosas del correr. Ante todo, darte las gracias porque ese espíritu es como el combustible para los que nos gusta contar historias.

Los medios generalistas y los especializados. ¿Cuántas veces se ha escrito sobre atletismo para proponer la alucinación a la audiencia? «¿Se podrá bajar de 9.50 este milenio? ¿Donde está el límite del ser humano?»

¿Para esto sacamos los dedos a paseo en el periodismo? ¿Qué aportan estas noticias al respeto por la práctica deportiva?

El periodismo no analiza; vende. No da tiempo a extenderse porque se exige concreción. Mejor cien que mil. Nadie va a detenerse. ¿O sí?

El sms o el tweet llega a cualquier hora cuando la noticia requiere de la visión del especialista en el mundo del correr. Los ejemplares vendidos o los hits de usuarios únicos marcan la trampa de la información. Y de trampas hablas hoy en la revista digital del gran Martí Perarnau. El dopaje es más que trampa, escribes. Es un intento continuado, un fraude.

Un fraude al espectáculo, y más al deporte relacionado con la salud. Llevas razón, vivimos una especie de enfermedad mental donde nuestro cerebro no puede con la presión exterior. La esclavitud del culto al cuerpo vence sobre la salud pública. Ver lo rápido que podemos ganar músculo para esprintar o resistencia para acometer una prueba de maratón. O escarmiento propio o en cabeza ajena. Desde el sillón de lectura accedemos a lo que no podemos llegar por nuestras limitaciones físicas. Todo se puede comprar.

También me da la sensación que lo que gira alrededor de las prácticas y entrenamientos por encima del límite es eso. Es más que fraude contra enfermedad mental, como dices. «El dinero es, en el alto rendimiento, el que lleva al dopaje». Hablemos de ello.

Porque lo supera en cien a uno. La escalada imparable de las substancias dopantes en los deportes viene de la mano de la pasta. El enriquecimiento desmedido no está catalogado como una patología mental. A nadie nos parece del todo mal que uno gane dinero ya veremos cómo. Vivimos rodeados de ejemplos.

Hoy he leído que un Tour de Francia mueve cincuenta millones de euros en derechos de retransmisión. Los derechos de la Premier para el periodo 2013-16 son de 5.5 billones de libras.  Cristiano Ronaldo cobraría unos derechos de imagen cercanos a los 16 millones de euros. Él solo. ¿Cuántos módulos de entrenamiento construirían para vosotros y las generaciones de atletas en ciernes con ese dinero?

La semana pasada se anunciaban nuevos fondos para el desarrollo de jóvenes atletas. Dos millones de dólares canadienses. En Canadá. Hoy se anuncia que era Chris Xuereb el entrenador al que se relaciona con el asunto de dopaje de Powell y demás jamaicanos. Es canadiense. Demasiadas flechas girando hacia el mismo motivo. Ganar dinero rápido. Y a carretillas. Pero ya desde los grandes contratos para Moses o Aouita.

Admirado Ángel, no queda otra: seguiremos destripando al atletismo con un ojo en la caja registradora. Yo lo practico -de aquella manera- desde hace más de treinta años. Y afinando el oído, uno siempre ha escuchado sobre millones, sobre que esta reunión o esta gala tenga más estrellas, diamantes o récords que la vecina. Los famosos presupuestos de las reuniones o las cifras que se hacían públicas en las presentaciones de los crosses del circuito europeo, las ayudas de dinero público a clubes deportivos de élite, los famosos millones de pesetas que pedía Bubka, permitían que el circo girase y la ciudad equis se apuntase el tanto de aparecer en la prensa el día siguiente. Todo mientras los demás hacíamos técnica de vallas o acumulábamos kilómetros de rodaje. Mientras haces esos ejercicios de cuádriceps donde notas que las fibras musculares te arden, se ventilan operaciones de compra y venta en despachos o en cenas. Por cada semana que paras después de una contractura muscular, los que gobiernan el gran circo programan meses de espectáculo, de derechos de retransmisión (a pesar de lo absurdamente barato que sea retransmitir atletismo, según estamos sabiendo con Moscú 2013).

Da la fea impresión que esto supera la psicología del dopaje, la infracción del reglamento. La rueda del enriquecimiento y la supervivencia del atleta en un mundo postindustrial. El embudo. Money talks, pájaro.

Un saludo y gracias por tu tiempo.

Loles Vives: la eterna bala de la velocidad española

En Julio de 1973 se inscrustaba en la élite del atletismo nacional una menuda niña prodigio, Loles Vives. La velocista nacida en Manresa había conseguido 12″3 manuales. Sin haber cumplido los dieciséis años era subcampeona de España de cien metros lisos y apuntaba más allá de los 5,20m en salto de longitud. Había buenas expectativas para  una de aquellas atletas bajitas y potentes de la incipiente velocidad española. Después, un parón en una progresión que, en atletismo, no siempre es lineal. Como ella comenta, hubo bajones de forma.  Y es que se mantuvo en competición en categoría absoluta hasta los 28.

El ciclo de apertura del atletismo español estaba en 1979 a punto de dar un paso adelante. España competía en un nivel internacional ‘B’. Los seleccionados de la época competían en las denominadas Universiadas o en la Westathletic, un encuentro deportivo sin los deportistas del Telón de Acero y sin la losa de las locomotoras  estatales en lanzamientos o velocidad. Eran los titanes de la generación del 57/58, gente que hizo de padre espiritual de los chicos de Barcelona’92. Los velocistas Ángel Heras, Javier Moracho y Carlos Sala en las vallas, marchadores de hierro, Benjamín y Jose Luis González y Jose Manuel Abascal en las vueltas a la pista o el saltador Antonio Corgos. Las chicas pugnaban por alcanzar la internacionalidad un peldaño más abajo dado que la herencia del franquismo había mandado a las mujeres a las catacumbas del deporte. ¿Cómo salir del ‘techo ‘?

El dominio de la ex-RDA era evidente.  Muchas velocistas, con posteriores historiales de dopaje masivoEra la época en la que el sprint puro estaba polarizado entre las velocistas americanas y las complejas historias detrás del Telón de Acero. La Europa del Este dominaba desde su concepción del deporte-Estado y empleaba las armas que fueran necesarias para derrotar al enemigo capitalista. Se vivía un apasionante duelo entre la líder mundial, Marlies Gohr, de la República Democrática Alemana, y la estadounidense Evelyn Ashford, una bala bajita con cañones en las piernas.

11.99

En la prueba que determina la mujer más rápida del planeta estaban rompiéndose ya los once segundos. Marlies Gohr lograba en Dresde unos 10,88 eléctricos (en algunas pruebas de los años 70 aún se tenía cronometraje manual) y abría las puertas a las velocidades del futuro, como un 9.90 en hombres. En España la barrera de los doce segundos en cien metros femeninos equivalía al primer partido de Amaya Valdemoro en la WNBA, a un título del circuito LPGA de una golfista como Azahara Muñoz.

En España los títulos nacionales en 100 metros se enjugaban alrededor de ese margen de los doce segundos. Las contendientes eran, por un lado, la longeva sprinter Lourdes Valdor que con 18 años ya ganaría con 12.4 en 1972 y por otro Ela Cifuentes, que consiguió con la ayuda del viento 11.9 o Yolanda Oroz y sus manuales 11.8 ventosos. Todas mordiendo esa barrera. Todas queriendo dar un salto adelante y entrar en el mismo segundo de las inalcanzables y entrenadísimas europas del Este. Quizá la apuesta más cercana por romper la barrera era Valdor, que con condiciones favorables y viento a favor correría el 13 de Agosto por primera vez bajo ese tiempo en el estado Serrahima, en un día de verano tormentoso en esa montaña mágica de Montjüic. Pero el viento es el principal enemigo del velocista puro, irónicamente. Casi cinco metros de velocidad de viento invalidaban la marca. La cántabra confirmaría en años sucesivos la evolución de la prueba y dominaría las tablas de ránking hasta la llegada de la principesca Teresa Rioné.

Vives habla de una barrera mental:

Lo curioso fue que tras hacerlo yo, muy pronto otras lo consiguieron. Fue como romper una barrera psicológica. En aquella época, las atletas españolas estábamos muy poco valoradas y salvo alguna excepción teníamos un gran complejo de inferioridad cuando salíamos a competir por Europa.


Foto: Archivo Loles Vives.

Pero tres semanas antes Loles Vives daba un golpe en la mesa en un quince de Julio, durante los campeonatos de Cataluña. El piso recalentado y el tartan ondulante del Serrahima la ven volar con una marca 11.99. Loles es así la primera velocista española que baja de los doce segundos. La grada abarrotada (antes se llenaban los estadios) es testigo de la némesis del trabajo del esprinter. El momento en que todo el entrenamiento recibe una justa recompensa y los tobillos parecen impulsar un poco más, el trabajo del tren superior parece perfecto… Todos tenemos en mente esos momentos de ingravidez que repiten los vídeos de los corredores a cámara lenta. Loles coronaba las listas de la velocidad en 1979.

El duelo entre Vives y Valdor se prolonga durante todo 1980. La primera, en estado de gracia, encadena tres meses excelentes. En Mayo bate el récord de España por tres centésimas. En Junio lo coloca en 11.95 y llega Julio con la temporada lanzada. Es año olímpico y, aunque la mínima para los Juegos de Moscú queda lejos, la del Bagés resta otras catorce centésimas a la mejor marca absoluta. En un año se ha pasado de 12.00 a 11.81. Pero llegan los Campeonatos de España y Loles pasa a ser tercera. La rosada pista del estado Vallehermoso regala en la sesión del Viernes un tiempo sensacional y Lourdes Valdor recupera el trono con 11.80. Un mazazo para Vives, que se queda en discretos 12.2.

La revancha llega con el mágico discurrir del tiempo.

Diez años sin practicar atletismo a alto nivel y una vida enfocada a  completar sus estudios universitarios y el nacimiento de su primer hijo. Casada con Martí Perarnau, periodista y también atleta internacional, era inevitable que el ambiente atlético, las competiciones en televisión y las tertulias deportivas estuvieran demasiado cerca. Vives regresa tras sus últimos 12.0 logrados con 27 años. Comienza con el exigente entrenamiento para salto de longitud con cuarenta años y se planta en 5.40m, su marca con dieciocho.

Un conocimiento excelente del propio cuerpo y el paso de los años lleva a Vives a los primeros lugares del atletismo veterano. En 2013 mantiene el salto por encima de los cinco metros. Ha perdido algo de resistencia pura y en cien metros cuesta mantener los trece segundos pero trabaja a tope en la explosividad pura. Aún así, ha hecho unos magníficos test sobre la recta completa y se convierte en la primera española que baja de 13.00 con cuarenta y nueve años.


Foto: NacioDigital.cat

Tal y como se encarga de recordarle su entrenador, Alexis Sánchez: «no por entrenar más, correrás más rápido».

A mis 55 años esta frase debo tomarla al pie de la letra (no siempre lo he hecho) porque excederse en las cargas de entrenamiento supone un alto riesgo de lesión. Cuando eres mayor los parones y las recuperaciones castigan mucho más y te hacen perder muchas décimas de segundo. Por eso, entreno duro, pero siempre con un punto de prudencia, evitando ejercicios de riesgo y cuidando mucho el descanso. Sin embargo, a pesar de todas las precauciones, las lesiones siempre están al acecho, pero mientras pueda ir superándolas estaré al pie del cañón.

El trabajo da sus frutos. En 2007 bate el récord del mundo femenino de 60 metros en pista cubierta para W50. 8″01 con cincuenta años. Con veintiséis corría en la recta de la pista cubierta solamente una centésima más rápido. La bióloga y especialista en dietética y nutrición busca sus puntos fuertes y los trabaja. Seis años después mantiene una salida pegada al material sintético y unos primeros apoyos magníficos. Pasa el tiempo y conserva los 8″42 que perduran como la mujer más rápida del planeta con más de cincuenta años.

Hace treinta y tres años que se rompía una barrera en el atletismo español. La protagonista está empeñada en que no se olvide la importancia del trabajo metódico y está restando valor a aquellos once segundos. Lo ha sustituido por la fórmula de la eterna juventud.

Larga vida a la chica bajita de Manresa.

¿Cómo se originó el ‘boom’ del correr?

Era una mañana de Septiembre estadounidense de 1972 cuando las cadenas de todo el mundo conectaban la señal internacional de los juegos Olímpicos de Munich. Un estudiante de la universidad de Florida llamado Frank Shorter, veinticuatro años de edad, había ganado la carrera más mítica de los juegos. El maratón, los laureles heredados del mito de Filípides desde que se redescubriera en 1896, se habían puesto en juego en un tranquilo esquinazo del sur de Alemania. Unas vueltas a la ciudad y el parque olímpico que rodeaba las instalaciones de los juegos, entre árboles y praderas surgidas del «soziale Marktwirtschaft«, el desarrollo económico con un toque humano. Un parque en el que se había pintado la personalísima línea discontinua de todos los maratones, que dibujaba por todo Munich la silueta de Waldi, la mascota de los Juegos.

En los márgenes y aceras de Munich, espectadores de mediodía, con pantalones de campana y gafas con montura de metal, cuadrangular, amables gentes de un estado social. Frank Shorter iba despertando los noticiarios de todo su país, seis horas por delante de la hora de la costa Este estadounidense de una tarde templada de la Alemania Federal. Se había distanciado de sus inmediatos perseguidores, un grupo con nombres de relieve como el efectivo fondista belga Karel Lismont o el australiano Derek Clayton, el primer hombre que bajó de 2h10 minutos (en Fukuoka, 1967).

Estados Unidos buscaba los interruptores de las cafeteras y las tostadoras. ¡Cristo! Este Domingo comienza bien. Muchos ajenos al deporte se engancharían a la ABC y verían que se hablaba de tipos con resistencia infinita. De Mamo Wolde, un africano que había vencido en las dos pruebas de larga distancia de los Juegos de México 1968, donde el aire es quebradizo y los alveolos pulmonares de los humanos ardían como teas.

Maldita sea, pensarían, estos alemanes siempre en la televisión.

Munich había enseñado al mundo una carrera con doble y triple fila de espectadores que también acudían a la ceremonia de clausura de los juegos. El maratón siempre ha supuesto la última prueba del calendario de los mismos.

Diablos, un chico de Florida. ¡Eh, despertad! Tenemos un chaval que ha vuelto a patear el culo de alguien en Alemania.

La ciudad preciosista de la feria de la cerveza y de las chaquetillas bávaras era un túnel a través del que Shorter discurría con una zancada suave. La zancada de un atleta que entrenaba veinte millas diarias con un brazo izquierdo siempre algo pegado al cuerpo. El ritmo de aquel muchacho de la FU era impresionante y se convertiría en una de las victorias más trascendentales del deporte en el mundo.

Derrotados, desconocidos tipos en camiseta de tirante y estética seventies. El público americano no tenía la menor idea de que estaba imponiéndose a monstruos como Ron Hill, otro mito del maratón mundial, otro tipo que había roto la barrera de las 2h10, velocidades inhumanas que se conseguían con tendones de acero, montados sobre plataformas duras que hoy nos destrozarían los pies y las rodillas. La tecnología del calzado deportivo al que estaban acostumbrados los cracks de los años 70 eran poco más que las zapatillas de loneta. Pero todo el mundo estaba entusiasmado.

Los televisores de muchas casas empezaron a prender la señal. Uno tras otro, asomando a una especie de desayuno global, de matinal sacada del tiempo. De nuevo Alemania en la televisión. Los bosques y las avenidas coronadas por monumentos de carácter neoclásico de nuevo en las pantallas. Y es que todo era relativamente reciente. Apenas veintisiete años antes se celebraba en el cercano Nüremberg el cierre teatral de la Segunda Guerra Mundial y del régimen nazi. Los padres y los abuelos sentían que aquellas imágenes les enganchaban. Probablemente atraídos por el absurdo encanto de un ser humano en pleno y natural movimiento. Corriendo a todo trapo.

Reconozcamos que la mayoría de los americanos no tenía idea de qué era el maratón. Sabían algo de una distancia estúpida, veintiséis millas y cuarto, de que en Boston se celebraba una desde 1896. Pero pocos se veían empujados a correr por sí mismos. Pero la victoria de Shorter encendió la mecha del llamado «running boom«.

Después de aquello, millones de norteamericanos empezaron a trotar y correr por parques, calles, campos de golf, por todo el país. Jane Fonda corría. El presidente Carter corría. En 1977 Jim Fixx escribía «The Complete of Running» y se convertía en un best-seller inmediato.

La victoria de Shorter supuso algo más que la gloria olímpica. En los años del amateurismo aniquilado, todo un movimiento mercantil surgió del sudor del chico de Florida. El país cuyas referencias deportivas eran Muhammad Ali, Jack Niklaus o los primeros Lakers, de repente encontraba algo en lo que se podía actuar: calzarse unas zapatillas era, de repente, sencillo.

El resto es historia.

La batalla maratoniana entre Etiopía y Kenia continúa

Finaliza Abril en cuanto a las carreras de más caché del planeta. Los maratones donde los mejores se sacan los ojos de manera amistosa. Las manadas de chacales entrenados a ritmos insostenibles para los demás humanos. En los primeros cuatro meses del año se han disputado las tres cuartas partes de las carreras más bestialmente rápidas del año. Dubai, Tokio, Paris, Londres, Boston, Seul, Rotterdam y Hamburgo, además de algunas invitadas a las que asoman los mejores.

El año pasado estábamos augurando qué pasaría en los Juegos Olímpicos que luego se llevaría un ugandés. Si los maratones clasificatorios para los Juegos en las dos naciones serían mejor o peor estrategia. El año se cerró.

El nuevo 2013 llega y todos hacemos borrón. A la espera del otoño con Berlín y Nueva York y Chicago, los ‘world majors’ se van sucediendo con un ojo en la despedida de Haile Gebreselassie y los 2h03 de Mutai.

KENIA vs ETIOPIA

En los míticos años 90, ya tan lejanos, o en el comienzo del milenio, se solía citar una frase: «En Kenia solo hay maratonianos». Iten sigue acumulando expediciones de periodistas y maratonianos. Eldoret sigue conservando el mito. Los tiempos más aberrantes del ranking y las victorias prestigiosas pertenecían a Kenia.

Pero ha llegado 2013. ¿Qué ha pasado para que los cinco tiempos más rápidos del año se hayan conseguido por etíopes? ¿Cómo puede haber recuperado el cetro mundial con tal densidad de corredores la tierra de Bikila, de Yifter, de Dinsamo, el primer hombre que bajó de 2h07 en 1988?

Pero no es todo. El dominio etíope es tremendo en 2013. En el ránking mundial Kenia tiene que conformarse con las posiciones 5ª, 6ª, 8ª y 10ª. En el top 25 masculino el marcador es 13 – 12. ¡Trece de las veinticinco mejores marcas son de atletas de la tierra de Bikila! En las victorias del año en el calendario, Etiopía se ha llevado Dubai, Londres, Boston, Seul, y Rotterdam. Kenia, París, Tokio y Roma.

En categoría femenina, de las catorce mejores marcas del mundo, once son etíopes. Victorias en Rotterdam, Paris, Dubai, Houston y Boston.

La competitividad etíope es feroz. Los métodos de Iten (Kenia) y la concentración de talento sin control han sido copiados y quizá mejorados. Bajo el único criterio del entrenamiento feroz y la densidad, Etiopía tiene un centro de absoluta excelencia – a su manera – llamado Bekoji. El periodista Simon Hattenstone se rindió ante el azul del cielo allá arriba, en la alta llanura. «No puedo respirar pero, cuando meto algo de aire garganta adentro me doy cuenta de lo puro que es ese aire». Está a más de dos mil kilómetros de la capital Addis-Abbeba.

Si el altiplano de Iten se sitúa a 2.400 metros Bekoji está a 3.200 metros de altitud. Si el centro de entrenamiento de Iten engloba hogares de las tres Kiplagat (Edna, Lorna y Florence) y de David Rudisha, en Bekoji está Sentayehu Eshetu, quizá uno de los entrenadores que más metales acumula en la tierra. Sus discípulos tienen nombres como Kenemisa Bekele o Tirunesh Dibaba (tres oros olímpicos). Pero también Derartu Tulu (oro 10.000 en Barcelona’92 y Sydney’00. Y Fatima Roba (vencedora en Boston y Nagano).

Si en Kenia se aplica el entrenamiento de modo bestial (nunca a salvo de acusaciones inciertas sobre dopaje) en Etiopía se eleva. Si los muchachos del Rift Valley corren sin apenas comer para salir de la miseria, el entrenador Eshetu menciona similares aplicaciones: determinación, pulmones enormes y un chasis mínimo así como la dureza de haber trabajado en el campo. Lo no poco que produce la zona está marcado por lo épico. Cabras, semillas oleaginsas, café, té, azúcar de caña salen de un suelo ocre tostado por temperaturas sin misericordia.

Y los resultados han terminado saliendo.

Es interesante comprobar que se ha producido una globalización del maratón etíope. La asidua aparición de los mejores en los eventos de todo el mundo podría venir a la sombra de apertura del gran Haile Gebreselasie. Asociado a Global Sports Communication, el gigante del managing del atletismo y también imagen de Adidas, hay una vía de apertura que ha promocionado al país antaño inestable. Tras los años de dictadura y de guerra con Eritrea, el ingeniero Hailemariam Desalegn subió al poder llevando a cabo una transición suave como primer ministro etíope. De temidos dictadores, el país ha pasado a un dirigente que este mismo mes de Enero es elegido como secretario general de la Unión Africana.

¿Se han terminado aquellas odiseas de los atletas para conseguir un visado de salida para competir?

Es posible que el aperturismo político del país lo facilite. Recordemos que en 2010 y 2011 todavía eran habituales los atletas que cancelaban su participación. El maratón de Barcelona 2011, o el caso del fabuloso Tsegaye Kebede, vencedor en Londres’13 y otros ¡cinco! majors entre 2008 y 2012, con serios problemas para viajar por el mundo hasta 2007.

La irrupción de nuevos ricos en el mercado de los maratones se ha beneficiado de modo inmediato. Desde 2008, año en que se depositaba un millón de dólares como premios en metálico en Dubai y los patrocinadores exigían que participara Gebreselassie, el cometa verde ha trazado una imparable ascensión.

Así, en Enero los cuatro tiempos más rápidos del año eran etíopes en el recorrido por la ciudad del oro rápido, Dubai. Desisa, Shiferaw, Tola y Negesse metían un 4 – 1 a Kenia. La prueba que organiza el inglés Peter Connerton bajo la bandera de Pace Events es el Eldorado de los 42km195m.

¿Está Kenia derrotada?

Tocada, pero no hundida. Esta mañana Eliud Kipchoge contraatacaba con la victoria en Hamburgo y una escalofriante marca de 2h05. Priscah Jeptoo vencía con 2h20 en Londres por delante de Edna Kiplagat, otra keniana. Boston vió hacer caja a Rita Jeptoo para el saco keniano. En otoño Berlín y Nueva York darán lustre a las estanterías de los corredores de Kenia, que muestran un dominio favorable en los recientes tablones de honor de esas pruebas. Chicago tiene vencedores masculinos de nacionalidad keniana desde 2003, con los tiempos memorables de Evans Cheruiyot o Samuel Wanjiru.

La capacidad de sobreponerse al hambre, a las guerras, a entrenar varios puntos más que un humano ‘normal’ volverá a evaluar a los antaño tiránicos corredores de Kenia. Cuando el tarraconense Manuel Tornero relata que un chico que podrá correr fácilmente medio maratón en 1h04 le pide dinero para comer porque pasa hambre y tiene que seguir entrenando se entienden las variables de superación de estos seres.

Superarse. El terreno quita la vida. La agricultura apenas regala nada. Corren descalzos hasta encontrar unas zapatillas de segunda mano. O tercera. Comer o correr.

Si come dos veces al día podrá entrenar hasta reventar de nuevo u obtener un buen resultado. Y alguien se fijará en él. Quizá los más profesionalizados puedan seguir entrenando con los mejores medios. La diferencia de poder pasar al profesionalismo antes o después nos seguirá brindando resultados en esta particular batalla entre las dos naciones más poderosas del fondo mundial.

En las dificultades de ambas sociedades no hay diferencia. Quizá un azar cruel les legue a sacar del desconocimiento y lleva a aparecer en artículos como este.

Escritos desde un cómodo sofá. En el lado que paga a los corredores. Con la única presión de acertar a subir el post al blog a su debido tiempo.

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Fotos: Boston.com, Telegraph.co.uk