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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

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¿Hacer deporte en ayunas? ¡Ni se os ocurra!

Querido Spanjaard, Corro en ayunas ¿Qué tomo para salir a hacer 11 kms a las 5 a …? (os evito el ritmo que mencionaba para no herir susceptibilidades o localizar al interfecto o interfecta)

No. Por favor, no corráis sin nada en el estómago. 

Preguntas así me llegan y tengo que aguantarme. Soy como Elena Francis pero en flaco y treinta años más tarde. Tengo que contener mi ira como si fuera un Samuel L. Jackson del correr y no descargar sobre el contertulio una ristra de reproches.

Tomé aire y tomé un sorbo de un vaso de agua. El coaching deja la boca seca.

Las patatas al ajillo también.

Pues bien. Con el objeto de evitar la pérdida de una amistad, pensé profundamente. Se me ocurrió lanzarle de vuelta la siguiente propuesta: Imagina que tienes que preparar el desayuno a tu hija antes de pasar 8h en el cole. Y que además se le exigiese a la pobre, con sus seis años, un rendimiento intelectual sostenido. ¿Qué le darías?

Un adulto quizá piense lo de «Yo le daría colacao con galletas, ¡lo mismo que tomo yo!»

¿A que no apostarías el día de una carrera al doble o nada a lo marrón del cacao soluble? ¿Te jugarías una posible lesión corriendo con unas sandalias de dedo? Pues lo mismo.

Un padre o una madre (sin distingos) que haya parado a pensar un momento no añadirá nada a un desayuno que no interrumpa el crecimiento; el azúcar añadido de las chuches o de los cereales produce adicción y obesidad, el café cortado de bar o las combinaciones de tu estupenda nespresso deberían estar prohibidos para los niños.

¿Qué nos queda?

Medio vaso de leche, galletas de las más sencillas, medio platano o un yogur con frutas, una tostada con algo de queso suave… Existen mil recomendaciones para tu primera sesión que te servirán de mil amores. Hasta los famosos huevos de codorniz con sal de Maldon para los niños (y no tan niños)

Los compañeros de Runner’s World editaron recientemente seis soluciones para los que tenemos más o menos tiempo. No cometas el error de pensar en que, si el cuerpo se pone a correr sin nada en el estómago, la pérdida de grasas o cosas así serán inmediatas y más aceleradas. En principio sí, pero las consecuencias parecen ser menos amables y se pierde fibra muscular, por ejemplo. Sí. El estómago, para ayudar cubrir la demanda de energía, empezará a romper el tejido muscular.

Muchos corredores están liados con las cargas y descargas de hidratos. Son los trucos de los días previos a los grandes maratones. De acuerdo. Los depósitos de glocógeno tendrán guardado lo que hayas comido y cenado el día anterior. Si puedes tolerar una digestión pesada, estupendo. Una cena rica en hidratos te dejará listo pero…

¡Cuidado con las opciones-gañán!

No hagas cenas y comidas tremendas y luego largos periodos sin comer. Desde una cena a la siguiente comida pueden pasar demasiadas horas. Podría contar mi primera pájara por haber hecho una merienda-cena veraniega y luego salir a hacer 20km con un café. Pero sería cruel e innecesario.

Quizá las copiosas combinaciones de leche y zumo no sean lo mejor. Evita cruzar alimentos incompatibles. Si somos realistas, vamos a salir a correr un rato. No vamos a cavar seiscientas hectáreas de surcos a mano. O a ordeñar mil cabras.

Si vas a recorrer una gran distancia como preparación para un maratón o un ultra, elimina totalmente de tu cerebro la idea de no ingerir nada. Estamos hablando de un entrenamiento matinal de duración normal.

Precisamente el caso contrario es más que frecuente. Tipos que están toda la mañana embaulando alimentos porque estarán en marcha cuatro, seis o diez horas. Deberíais ver la capacidad de hacer desaparecer comida que se ve en el mundo del trail.

Dicho lo cual, ¿qué has desayunado hoy alrededor de tu primera sesión runner?