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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

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¿Mo?

-Todos estos años posponiendo la búsqueda de un dorsal en el maratón de Londres y ahora te entrevisto, precisamente, por tu participación.
-Lo que necesites, cuenta conmigo.
-Resolvamos primero lo de este post, Nimo.

El próximo domingo la premiada televisión pública británica montará un dispositivo digno de los eventos reales de los Windsor. Desde las ocho y media de la mañana, hora local, las veintiséis millas y cuarto por las que serpentea el Maratón de Londres estarán cubiertas por reporteros apostados a pie de carrera, escenarios donde las celebridades y los corredores solidarios paran y dejan unas palabras, y así será hasta las dos de la tarde.

London Marathon 2013 Men's field (6)
Fuente: Paul Wilkinson / Wikicommons

Contarán y asistirán al paso de los corredores que flotan a veinte kilómetros por hora, esa formación de caza, irregular pero compacta de tibiales finos, de talones que suben hasta el glúteo y de dientes blancos rodeados de un rostro oscuro, en ocasiones de un ébano violeta, dependiendo de la intensidad del frío o de la humedad londinense. Los poros de la piel de esas máquinas de galopar se erizarán con la primera hora británica, bajo el roce de unas camisetas de tirantes mínimas. El atletismo de gran fondo, la élite del maratón mundial, que volará por un pasillo donde los patrocinadores dejarán un dinero y un colorido al que no estamos acostumbrados en otras latitudes. Esos amarillos limón tan agrestes a los que son aficionados los sistemas de señalización y anuncio en el Reino Unido, o quizá naranjas potentes con los logos y emblemas de la tercera revolución industrial del correr. Se deslizarán a través de todo ese «run«, «go«, «dream» anunciados. El salario de los directores de campaña de unos cuantos gigantes irá en ello.

La inexpugnable BBC completará otra de las grandes sesiones de periodismo deportivo. Desde ese ático de lujo que es Internet desde hace semanas se anuncia: ‘Mo’s marathon‘. Ellos también medirán el éxito del atletismo británico con el baremo de su estrella mundial. Incrustado en ese grupo de cabeza o liderándolo valientemente. Mohamed Farah plantea la respuesta de la maquinaria británica frente al ‘aislado continente’. París tuvo a Bekele, Londres a Farah.

Y después de que pase la estela de seda, ese viento imperceptible que dejarán tras de sí los cuerpos de cincuenta kilos, se escuchará un silencio que comprime el pecho de los que asisten en primera fila. Es la resaca que deja la adrenalina. Durará unos segundos o unos minutos, dependiendo si se desea vivir en el margen de la carrera en Woolwich o si haces tiempo por los viejos muelles de la burbuja inmobiliaria, veinte kilómetros más adelante. No muchos, pero el silencio opresor persistirá.

La razón de todo esto es que, detrás de ese grupo de cabeza, llegan los anónimos entre los anónimos. Tengo la suerte de poder conversar con uno de ellos, el santiagués Pedro Nimo, y uno descubre que en el gran circo de Londres han olvidado la piedad.

-Pedro, ¿Qué debes llevar metido en la cabeza para correr así de solo?
-Tras un invierno especialmente crudo y duro me siento fuerte a nivel mental y creo poder ser capaz de afrontar solo los 42kms, otra cosa es cuanto afectará esto a mi marca, pero es que ya no se piensa en los europeos en estas grandes pruebas…

Correr solo cuarenta y dos kilómetros. Nadar contra ese silencio por Woolwich Church St no es agradable. Los tiempos modernos han convertido la vieja zona de almacenes de la orilla sur del Támesis en una condenación de doble calzada por la que los corredores que hagan más de 2h10 transitarán solos. A su derecha, las nuevas torres donde tantos promotores han ganado dinero, con el olor pesado del río.

Pero los anónimos entre los anónimos no pueden ni relajar la vista. Porque los corredores de la élite europea, excepción hecha del participante Farah, son unos invitados de piedra en la más cruel de las fiestas deportivas. Tipos duros, profesionales de nivel local. Han de ser conscientes de que su gigantesco talento está un escalón por debajo de la raza dominante, de la tiranía del este africano. Deportistas como Nimo son profesionales que no pueden parar a tuitear su paso por el London Bridge. No son ni espectadores de lujo. Les toca agachar la cabeza y no mirar al vacío delante de uno.

¿Cómo mentalizarse para competir absolutamente solo en un evento que no está organizado para corredores del nivel de uno? Darse cuenta de que ni siquiera se forma parte de la gran fiesta de los casi cincuenta mil corredores populares. Hotel, desplazamiento, nervios, correr al límite en pos de una – quizá – buena posición final con un rendimiento económico.

¿Existe el espacio para la queja? ¿Por qué se ha escogido este camino todavía más duro?

Los especialistas de atletismo de la BBC hablarán de los criminales entrenamientos de los maratonianos de Kenia o Etiopía. Pero no es exclusivo de los brillantes seres humanos que corren en pantalla, ni mucho menos. No se habla de trabajar en un negocio horas después de pegarse en ese chocolate que forma el suelo del cross en invierno, del trabajo cuando baja la niebla o cuando tu mentor deportivo programa series diez series de un kilómetro con un día de perros. Nimo, el chico del Peleteiro que corre con esas dubitativas Skechers, da una y mil vueltas a su entrenamiento para poder ver menos asfalto por delante de sí. Aunque es casi imposible.

Se define como un albañil del correr. Siempre a pie de obra. Calentamientos de hasta doce kilómetros para después continuar con las series, asegura. Atrévete a serlo, reza su patrocinador (Dare2b). ¡Ja!, si ellos supieran. Correrá con el máximo de ilusiones en un maratón de Londres 2014 en el que no aparecerá más que por los tiempos de paso de las alfombras del chip. Por delante, la función continúa, ajena a esta frustración aceptada e interiorizada.

Pelear por ser el mejor de los de detrás. Con el que tan pocas cosas se tienen en común.

En ese detrás llegarán la algarabía y el colorido de las fotos. Gente común, excepcionalmente común, que sacan unos ratos de su tiempo para cumplir con más o menos rigidez con esa rutina, con esa pasión. Los que caminan durante el tramo de la Torre de Londres por el mero hecho de amortizar más los minutos únicos que pasarán por su lado. Algunos no volverán a Londres en mucho tiempo. Les está demasiado lejos, o coleccionan carreras y no les gusta repetir. Quizá haya quien, pasados cuatro meses, esté gravemente lesionado o haya dejado el mundo del maratón.

Quizá el gran valor de los otros campeones en el anonimato del gran evento sea el poder hablar de esa fortaleza ciega.

-¿Si tuvieras que convencer a un padre preocupado por la educación de sus hijos, lo usarías como imagen?
-Es una lección que no se imparte en ningún aula. Aporta una confianza y fuerza increíble para afrontar el más complicado de los maratones, el de la vida.
-¿Valdría para un grupo de empresarios o políticos?
-Les recomendaría probasen a correr maratones a distintos ritmos e intensidades, con el objetivo de que aprendiesen a valorar los distintos niveles de exigencia y lo frustrante que puede llegar a ser, pedir a un ser humano mucho más de lo que realmente puede dar.

Lo dice uno de los que tiene que pelear como los mismos africanos para apenas verles en la zona de salida. Podemos seguir desgranando palabras sobre el maratón de Londres. También podemos quedarnos con los teletipos del Domingo por la tarde y, mientras, seguir charlando con Pedro sobre la existencia humana.

Para ello tendríamos que apartar la vista de esta pantalla.

¿Facebook mide los maratones del mundo?

Una de barra de bar. He pensado que Facebook mide (de aquella manera) los maratones del mundo.

¿Cuánto? ¿cómo? ¿Qué dices?

Se me ha cruzado por medio un pequeño juego. He mirado si podría haber cierta correlación entre datos, a partir de los ‘me gusta’ que tiene cada carrera de maratón. Es interesante ver si se corresponde con un volumen muy parecido de inscritos (y algo menos a los llegados a meta). Que viva la estadística.

¿Valdrá para algo?

Vale. Si uno es community manager le puede servir para ponerse las pilas. Si es organizador, le terminará -o no- de convencer sobre la importancia de estar ahí, presente. Indudablemente es una cifra que nada más mide la popularidad de la red. En algunos casos esta popularidad se traslada directamente a los participantes. En otros (Boston) los datos desbarran por evidentes motivos de popularidad después de hechos puntuales (los atentados del Abril pasado). En el caso de la Marine Corps, os invito tal cual a ver las cifras.

 ¿Me pone aquí un cortado y un zumo?

Sigamos. No es tan fácil. Tiene su miga. He mirado qué porcentaje de esos ‘Like’ se traducen realmente en participantes. Un ejemplo: veinticinco mil de los veintiocho mil ‘me gusta’ en el perfil se prenden el dorsal en la camiseta. Podríamos decir que los participantes han sido un 85% de ellos. No es representativo de nada, o quizá de bastante, pero… lo he llamado porcentaje de efectividad social de la red  (por decir algo).

Al contrario, podría decirse que con un éxito relativo en participación, no son capaces de arrastrar un número similar de seguidores en facebook.

Lo mismo es solamente una desviación de cifras.

Pero sí hay dos tipos de cifras: las equilibradas, que se encuadran en el rango 90-110%, con valores muy similares entre redes sociales y dorsales, y las dispares, que (a) tienen muchos más seguidores que corredores o (b) muy pocos seguidores para la cifra final de participantes.

Camarero, otro café. Y un pincho de tortilla.

¿Qué pensáis vosotros?

mara. – Like/FB – Corren – (%+/-VAR)
Boston – 128.454 – 26.813 – 20.9%
Nueva York – 92.780 – 46.795 – 50.4%
Tokio – 28.494 – 25.000 – 87.7%
Paris – 34.358 – 38.690 – 112.6%
Berlin – 34.785 – 40.967 – 117.7%
Londres – 59.838 – 34.631 – 57.9%
Honolulu – 12.258 – 30.898 – 252%
Marine Corps – 83.135 – 30.000 – 36%
Viena – 15.308 – 10.500 – 68.6%
Hamburgo – 6.665 – 11.446 – 171%
Estocolmo – 7.225 – 15.680 – 217%
Praga – 17.889 – 5.690 – 31.9%
Frankfurt – 15.589 – 12.436 – 125.1%
Barcelona – 12.589 – 14.776 – 117.4%
Valencia – 12.924 – 7.781 – 60.2%
Madrid – 12.269 – 10.164 – 82.8%
Sevilla – 3.479 – 5.963 – 171%
Murcia – 989 – 2.020 – 204%

Datos de Fb a 22 de Octubre 2013, 15:40h. Datos de participación, wikipedia.org y websites de pruebas.

Por qué correr un maratón sigue siendo un escenario seguro

Se empiezan a despejar las incógnitas de la horrenda ecuación de la semana.

¿Estamos ante una amenaza global en los eventos deportivos?

¿El terrorismo del siglo XXI, supuestamente de corte islámico, ha empezado a usar las carreras como abominable escaparate?

¿Qué pasa si corro este domingo en Londres?

¿Está el maratón de Madrid amenazado por estos asesinos?

La difusión de las fotos y vídeo por parte de FBI muestra que los circuitos cerrados de TV lo pueden casi todo. Más de cincuenta mil fotos facilitadas por los ciudadanos de la sociedad de la información, facebook y twitter componen un mosaico donde se demuestra una cosa: nos comunicamos pero también nos ‘vemos’ de manera constante.

Nos guste o no, gracias a ellas se han podido detectar dos potenciales sospechosos. De aspecto occidental. Exista relación o no, a escasos kilómetros esta mañana se ha desatado un tiroteo en el campus del Massachussets Institute for Technology. De nuevo la sensación de estar ante un fenómeno regional, los unabombers. Un perfil psicológico radical, enfermo, un objetivo político demencial relacionado con la libre expresión del armamento y la defensa particular. Un perfil que parece encajar, según la CNN, con uno de los sospechosos de las imágenes distribuídas por el FBI.

 

 

Puros productos de una sociedad, la estadounidense, que está debatiendo con acritud las medidas de política interior y de seguridad. En realidad lo están haciendo desde siempre. Intentan envenenar a su presidente, le amenazan.

Un fenómeno de crisis con génesis estadounidense. Una sociedad en la que los propios musulmanes de las ciudades y barrios de Massachussets tienen miedo a prestar ayuda a sus conciudadanos en Boston tras el ataque del lunes, y denuncian que tuvieron que permanecer en casa ante el miedo de ser tomados como sospechosos.

¿Qué tiene que ver esto con un maratón popular celebrado en una ciudad europea?

En plena crisis militar, durante los años del terror derivado de las guerras en Afganistán, Siria, Palestina e Israel, Sudán, Iraq, se han celebrado (de 2001 hasta hoy día) carreras de maratón en las que participa medio millón de personas. Cada año. Y nunca se ha tenido constancia de ataques o amenazas durante esos doce años. A pesar de todo, millares de autobuses siguen llevando al puente de Verrazano participantes en la salida de Nueva York. Miles de personas esperan en el Mall, the Strand y alrededores de Buckingham en las millas finales de Londres, el Loop de Chicago, París, o el millón de espectadores de cada año en Berlin.

Por tanto, descartemos que el maratón de Londres esté tan en peligro como parece extraerse de las medidas de seguridad extraordinarias recientemente aprobadas. El régimen del terror consigue que se justifiquen determinadas inversiones en más control. De acuerdo. El viceprimer ministro británico Nick Clegg anunciaba que la seguridad se duplicaría, triplicaría o incluso cuadruplicaría. Pero también convierte en una aberración un escenario que año tras año aglutina casi un millón de espectadores y cuarenta mil participantes.

Londres ha celebrado su maratón tras los atentados del 7/7. En 2005 la ciudad vivió su particular descenso a los infiernos. Pero era Julio y la memoria crítica y el terror se matizaron hasta el mes de Abril siguiente. En 2006 Felix Limo venció corriendo como el que le lleva el diablo (2h06.39) y encabezaba una marea de 33.000 participantes. Se rechazó un número equivalente de solicitudes. Recordemos que en 2013 se esperaban unas cien mil solicitudes.

¿Y en el maratón de Madrid?

Lancémonos a correr sin miedo. El maratón madrileño está lejos de ser un objetivo de la oleada del terror de esta semana. Que sea un homenaje sentido a los que han sufrido el ataque de las bombas de los fanáticos. El miedo instaurado durante la última década no puede alcanzar cada manifestación deportiva o cada agrupamiento humano porque terminará coaccionando la capacidad del ser humano de reunirse.

Y de coaccionar la reunión al estado de sitio hay pocos pasos intermedios.

El maratón de Madrid baraja extremar las medidas de seguridad. De partida ya cuenta un total de 450 policías municipales, 100 miembros de seguridad privada y 180 policías nacionales. ¿Puede absorber la ciudad el trasvase de otros cientos de unidades y sacarlas del Domingo de mañana de la capital? ¿Debe hacerlo?

¿Está el maratón a la altura de los requisitos de seguridad de eventos de índole política o de conflictos sociales? ¿Veinte mil participantes en un maratón requieren más seguridad que cien mil manifestantes?

Madrid reunirá en la salida un bonito conglomerado pacífico de veinte mil personas. Las repartirá por una ciudad que vive en cierta medida ocupada en otras cosas. Es domingo por la mañana y los tres millones de habitantes de la capital tienen ritmos muy dispares. Habrá más peligro conceptual en los conductores que ven sus nervios estallar ante cortes de tráfico, según ellos, imprevistos. Los visitantes al Rastro mirarán como miran siempre. Madrid Rio tolerará el paseo matinal en lugar de apiñar a la gente en los lados de la carrera. Estos son los auténticos peligros del maratón de Madrid.

Y el objetivo de la organización será solucionarlos.

Animar a que la ciudad salga a correr (rompiendo la maldición de la barrera de los diez mil llegados a meta) o a animar a los laterales de todo el circuito. Dos maneras de participar en uno de los eventos más agradables y seguros que cuenta una ciudad. A pesar de lo ocurrido en Boston, Massachussets, EEUU.

No lo olvidemos. Yo correré en el Rock’nRoll Madrid Maratón y la seguridad será una de mis últimas preocupaciones.

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Foto: Claudio Luna.